"Astérix el Galo" (1959): 60 años de jabalíes y pociones mágicas
Lo anteriormente citado es el prefacio de la que, con permiso de Tintín, es la historieta más famosa del catálogo francobelga: Astérix el Galo. Para quienes han estado fuera del planeta en las décadas pasadas y no lo conocen, hay que puntualizar que Astérix le Gaulois —tal es su nombre original— es una serie de historietas de origen francés creada por René Goscinny en guion, y Albert Uderzo en dibujo, cuyo debut fue el 29 de octubre de 1959 en la revista antológica Pilote —que también fue hogar de otras leyendas como Lucky Luke o el Teniente Blueberry—, para posteriormente ser publicadas como álbum. Es decir, que justamente hoy cumple 60 años de vida.
Sus libros han sido traducidos a muchísimos idiomas, incluyendo el latín y griego antiguo, con ejemplares que están disponibles en casi todos los países, lo que lo convierte en uno de los cómics más vendidos de la historia. Pero no solo eso, sino que sus aventuras han sido adaptadas a una gran cantidad de películas de animación, de imagen real y videojuegos, lo que hace que el personaje se haya ganado por derecho propio un lugar destacado como ícono de la cultura pop.
Resistencia en la aldea de Armórica
Como decíamos en la introducción, la obra transcurre en el año 50 A.C. y narra las aventuras de los variopintos personajes de la única aldea gala que no ha sido conquistada por las legiones romanas de Julio César, entre cuyos habitantes encontramos a los protagonistas Astérix y Obélix, junto a un variado y exquisito séquito de secundarios. Las historias son invariablemente de corte humorístico, realizando a través de sus tramas ingeniosas sátiras a los estereotipos de los diversos países europeos, y por proyección, a toda la humanidad.
Cuenta la leyenda que los caminos de Goscinny y Uderzo se cruzaron por primera vez en 1951, y que la génesis de la historieta se dio en solo un par de horas, en una tarde llena de risas en que, hurgando entre recuerdos escolares, afloró la idea de usar la historia de los galos. Esta elección no fue al azar, pues desde su primera clase de historia todos los niños franceses estudian a sus antepasados galos. Los contenidos educativos tienden a resaltar a este pueblo valiente, que con un singular coraje se opuso al yugo romano. El estereotipo decía que aquellos eran hombres fuertes, de cabelleras rubias, e indisciplinados guerreros amantes de las batallas y banquetes, a quienes finalmente el emperador Julio César les llevó a civilización.
Partiendo de esa base, la intención del dueto creativo sería elegir el reverso de la historia, para parodiar el sacrosanto pueblo galo y liberarse de los cánones de la historia. Es por ello que el protagonista es una especie de antihéroe, un hombrecillo de poca envergadura física no muy apuesto, pero astuto y valiente, a quien se le une un compañero fortachón y algo torpe, el repartidor de menhires Obélix.
El nombre Astérix, que recuerda al del mítico jefe galo Vercingétorix, fue idea de Goscinny, que quería que fuera tan visible como el asterisco lo es en un texto. En otro rasgo humorístico, René quería un título que iniciara con A, para así tener una posición de avanzada en futuras enciclopedias o catálogos de cómics. Aunque la presencia de Obélix se debe a Uderzo, fue el guionista quien lo bautizó, en referencia a la monumentalidad de un obelisco.
No muy presente en la primera aventura, pronto Obélix se convertiría en el amigo inseparable del protagonista y juntos formarían un tándem similar al de los cinematográficos Laurel y Hardy. Idéfix —o Ideafix, según al traductor que le preguntes— es la mascota que siempre acompaña al orondo protagonista, quien recordemos que no es gordo, solo es bajo de tórax. Su nombre evoca las ideas fijas que a menudo toman los cachorros, en este caso seguir al dueto heroico, y comer enormes huesos.
Algunos de los arquetipos abordados por Goscinny y Uderzo son los del druida, el jefe galo y el bardo. Ya desde el primer álbum los autores se divierten con la representación tradicional del druida Panoramix, quien es la encarnación de la sabiduría, la razón y la ciencia, cuyo mayor éxito es la poción mágica que entrega una fuerza sobrehumana a quien la bebe, una suerte de émulo de las espinacas de Popeye.
El jefe Abraracúrcix, también de abdomen abultado, igualmente ofrece una imagen cómica. El escudo al que sube con mucha dificultad cada mañana y del que a menudo se cae, es el mismo que Vercingétorix puso a los pies del César en el hecho histórico real de la rendición de la Galia, y es otro objeto de burla usado por los autores. El cabecilla retoma la antorcha de la resistencia y recuerda, por su postura y llamada a la resistencia, al general Charles De Gaulle.
En cuanto a Asurancetúrix —o Asegurancetúrix, según las distintas traducciones—, a quien no se le permite cantar en la aldea, es la representación irrisoria del bardo romántico popular, y parodia de los grandes éxitos de la canción francesa. El pobre cantautor quiere ser famoso, pero su horrenda voz es un pequeño obstáculo en su camino a la cima. También posee una ligera diferencia de opinión con el resto de los habitantes de la aldea, pues aunque él cree que es genial, los demás opinan que es un pelmazo, por lo que a menudo termina amordazado sin poder siquiera hablar.
Otros habitantes incluyen al herrero Esautomatix, al vendedor de pescados ¿frescos? Ordenalfabetix, y al anciano Edadepiedrix, también conocido como Vegestórix. Dentro del reparto femenino destaca la Primera Dama Karabella —cuyo primer nombre en español fue el mismo en francés, Bonamina—, Yelosubmarin, esposa de Edadepiedrix, o Falbalá, amor platónico de Obélix.
Están locos estos romanos
Respecto de los villanos, estos fueron principalmente los romanos. De una u otra forma, el par de héroes siempre termina encontrándose con las legiones del César, que por lo general nunca salen bien parados. Por supuesto, la figura más destacada del ejército es el emperador Julio César, quien es retratado de forma altiva y orgullosa, no dudando en inventar cualquier plan con tal de aplastar a esa aldea renegada, pero que sin embargo mantiene cierto honor a la hora de enfrentar o juzgar a Astérix y compañía. Es el único romano enemigo recurrente, a excepción del Centurión Gracolinus, que aparece en los álbumes "Astérix Gladiador" y "La Vuelta a la Galia". Tampoco podemos dejar de nombrar a Los Piratas, que son un grupo de bucaneros que siempre se cruzan en el camino de nuestros protagonistas, terminando con su barco hundido, ya sea por el binomio o por ellos mismos, para evitarse una golpiza.
La aldea de Astérix, a la que los autores no le dieron un nombre ni ubicación específica, es un pueblito costero emplazado en la región de Armórica, que supone una feliz utopía de la Galia desaparecida. Su sociedad es estructurada, donde el jefe, el druida, Astérix y el bardo corresponden a los pilares básicos de una sociedad en la que las mujeres no tienen un rol principal, a pesar de representar el contrapoder. Sin embargo, al ubicarla cerca del mar, el equipo creativo ya había previsto el mecanismo que constituye el motor de las aventuras del cómic: los viajes y los encuentros con otras culturas, donde veremos los clásicos choques de clichés, burla de los particularismos, y grandes anacronismos que se vuelven aún más marcados en los guiones posteriores a la muerte de Goscinny en 1977, escritos por Uderzo. En ese descubrimiento se percibe una defensa de la interculturalidad y un solapado sentido educativo, pues incluso cuando Obélix no entiende las costumbres extranjeras, estas siempre son respetadas.
Uno de los elementos persistentes más característicos de Asterix son los afectuosos estereotipos de las nacionalidades que aparecen en las historias. Por ejemplo, los ingleses con sus discursos formales y su amor por la cerveza; los españoles bronceados, amantes del flamenco; y los germanos, con su férrea disciplina militar. Uderzo declaró que "trabajamos —y hablo en plural porque Goscinny aún tiene cierto monopolio— para hablar de unos pueblos que otra gente pueda identificar. Si hiciéramos rubios a los españoles, nadie comprendería".
Los viajes son guiados por los valores fundamentales de la historieta: la amistad, que une a los protagonistas pero que además refleja la de los autores; y la solidaridad, pues a menudo los periplos arrancan ya sea por la necesidad de ayudar a algún familiar, amigo o pueblo en su lucha contra Roma, por liberar a algún miembro de la comunidad, o simplemente, por oponerse a Julio César. Son esos valores, unidos al de la democracia y la libertad, en oposición al absolutismo romano, los que forjan el carácter universal de la serie, cuyo éxito fomenta la idea de la lucha de los débiles contra los poderosos con una sola arma, el humor. Por ello, incluso cuando la libertad es el motor de la resistencia, no se puede evitar parodiarla, como sucede con la Estatua de la Libertad en "La Gran Travesía", o ciertos guiños al Espartaco de Stanley Kubrick en "El Mal Trago de Obélix".
En ese sentido, Roma encarna tanto la grandeza y la civilización, como la pompa, el ridículo y la opresión. El estatus de los romanos es muy interesante pues mezcla el principio según el cual se necesita un buen malo para tener una buena historia, con la imagen parodiada de los conquistadores / civilizadores. Pese a todo, Julio César goza de un trato especial, ya que en su caso el grotesco se hace un lado para darle algo más de respeto al personaje histórico. Además, los romanos se prestan para ser retratados como caricaturas de famosos reales, como Sean Connery, Jaques Chirac, Kirk Douglas, entre otros.
Pero además, los álbumes creados por Goscinny y Uderzo también sirven como un análisis feroz de algunos aspectos cínicos de la sociedad moderna, siempre reflejada a través de una mirada a la antigüedad. Por ejemplo, "Obélix & Compañía" es quizá una de las formas más lúdicas de aprender economía, con una trama que explica como nadie principios de esa ciencia y el capitalismo, como la oferta y la demanda, la distribución y los medios de producción. Asimismo, "La Residencia de los Dioses" muestra cómo la publicidad es capaz de crear necesidades, así como analiza temas como la codicia, el miedo al cambio y el urbanismo desaforado.
La escritura de Goscinny se caracteriza por su elegancia, pero una que está dada más por su funcionalidad que por alguna rimbombancia pomposa. Sus recursos narrativos son muy sofisticados si los comparamos con otros productos famosos del noveno arte de la época, como títulos de superhéroes estadounidenses de Marvel o DC Comics. Por ejemplo, si tomamos algún número de Avengers o Superman de los sesenta o setenta, para muchos lectores son difíciles de digerir, puesto que poseen un estilo de escritura clásico, muy expositivo, que necesita explicar al dedillo los hechos que están sucediendo, abusando de globos de pensamiento que no permiten que los diálogos fluyan de buena manera.
En cambio, la escritura de Goscinny se siente fresca y moderna, y al margen de ciertos modismos que bien podríamos achacarle a unos personajes que literalmente viven en el pasado, ha envejecido de gran manera. Asimismo, el guionista gustaba de usar asteriscos que llevaban a textos al margen igual de irónicos, y jugar con los paratextos, por lo que las posibilidades de hacer humor se multiplicaban.
Ilustraciones desde la Galia profunda
El dibujo de Albert Uderzo es, simplemente, hermoso. Como otros artistas, sufrió una evolución de su estilo desde sus primeros días, pero una vez alcanzada la estética con la que se encontraba cómodo, la transformó en unos de los trazos más reconocidos de la narrativa gráfica. En específico, esto podemos apreciarlo en los primeros cinco álbumes, comenzando con unos diseños algo toscos y con poca personalidad en "Astérix El Galo", hasta entregarnos los personajes que quedaron para siempre en nuestra memoria ya a partir de "La Vuelta a La Galia".
En una entrevista al portal BBC, Uderzo explica que él y Goscinny "trabajábamos juntos en el comedor. Buscábamos ideas, y aunque la mayoría de las veces las encontraba él, los dos colaborábamos. Había una gran sintonía entre ambos, Goscinny sabía cómo iba a dibujar yo, y yo sabía qué quería él que dibujara. Me daba el guion, y luego yo lo trabajaba", prosigue, y explica que aún hoy utiliza la disciplina de su compañero: primero escribe y luego dibuja.
También confiesa que sus primeros esfuerzos artísticos fueron inspirados por Walt Disney, lo que queda patente en el álbum "¡El cielo se nos cae encima!". "Comencé muy joven, pero no para hacer dinero; en esa época no se podía hacer dinero con esto", relata. "Soy un completo autodidacta. Nunca tuve tiempo de aprender a dibujar. Debí salir a trabajar desde muy joven para ganarme el pan. Mi familia era muy humilde; mi padre trabajaba en una fábrica y no entendía cómo podía ser que yo quisiera hacer esto", recuerda.
El fenómeno Astérix
Como decíamos, Astérix fue publicado por primera vez en el número 1 de la revista Pilote, donde ganó un reconocimiento vertiginoso que lo convirtió rápidamente en un fenómeno editorial, mediático y social. Las ventas de cada nuevo álbum doblaba al del anterior, y es así que a los seis mil ejemplares vendidos de "Astérix El Galo" le siguieron los más de doce mil de "Astérix y La Hoz de Oro", y de modo creciente, logró los más de 12 millones de libros vendidos solo en el mercado francés con "Astérix y La Traviata", y un total de 335 millones en todo el mundo.
Asimismo, de modo creciente fue alcanzando otros países, escalando desde Portugal a España, Italia y Gran Bretaña, para llegar a Turquía en 1965. Para entonces, la prensa ya había hecho eco del pequeño galo, trascendiendo a las viñetas. En 1966, el héroe ocupaba la portada del semanario L' Express y, en tanto, prestaba su nombre al primer satélite francés lanzado al espacio. Tres años más tarde, cruzó el atlántico para llegar a Brasil, en 1980 alcanzó Medio Oriente y en 1990 conquistó Europa del Este.
Traducido al corso, bengalí, galés, creolé, romancho, esperanto y un largo etcétera, Astérix ha alcanzado la friolera de 111 lenguas y dialectos. Eso sí, y tal como le pasaba aquel imperio que buscaba anexar su aldea, a Astérix aún le falta conquistar ciertos territorios, como Estados Unidos, Japón o Rusia, que aún no se rinden frente a su fenómeno, probablemente debido a la potencia de su propia industria comiquera, al menos en el país del Sol Naciente y en el del Tío Sam.
Bibliografía
A día de hoy, se han publicado un total de 38 álbumes, desde 1961 a 2019. La dupla de Goscinny y Uderzo firmaron 26 de ellos, incluyendo dos de carácter recopilatorio de material extra y conmemorativo, "Astérix y lo Nunca Visto" y "El Aniversario de Astérix y Obélix: El Libro de Oro". A decir verdad, la tanda inicial donde el dueto actuaba junto contiene los mejores trabajos. A los ya nombrados "Obélix & Compañía" y "La Residencia de los Dioses", podemos añadir "Astérix y Cleopatra", donde nuestros héroes viajan a Egipto para ayudar a la Reina del Nilo a ganar una extraña apuesta contra Julio César; "La Cizaña", cuya trama se hace muy contingente en una era de desinformación viral y fake news; "Astérix Legionario", donde la camaradería y la amistad guían un argumento hilarante con un desfile interminable de culturas y tópicos; o "La Vuelta a la Galia", donde los autores apuestan a anacronismos que comparan la Galia del año 50 A.C. con la Francia de su época.
Lamentablemente, tras la muerte de Goscinny en 1977, nada fue igual. Los guiones quedaron en manos de Uderzo, quien a pesar de hacer su mejor esfuerzo, no pudo evitar un gran bajón de calidad de las historias. Los publicados en la década de los ochenta aún salvan la plata, como "La Gran Zanja" y "Astérix en la India", pero la espiral descendente se hace notoria a partir los noventa, hasta llegar a un nivel vergonzoso en "¡El cielo se nos cae encima!", del 2005. De aquí podemos destacar en algo a los ya nombrados "La Gran Zanja", donde diferencias irreconciliables han hecho que la aldea se separe en dos, cual Muro de Berlín; "Astérix en la India", con el viaje de nuestros chicos a las tierras de Las Mil y Una Noches; y "Astérix y La Traviata", que nos ofrece la vuelta de la bella Falbala, y conocer a los padres de ambos héroes.
Luego de una seguidilla de problemas judiciales entre Uderzo y su propia hija por pugnas de derechos, y entre el primero y el fisco francés, el veterano artista accedió a que otros autores tomaran las riendas del personaje. Es así que en 2013 vio la luz "Astérix y Los Pictos", primero de los hasta ahora cuatro álbumes firmados por Jean-Yves Ferri en guiones y Didier Conrad en dibujos. La crítica especializada parece estar de acuerdo que acá encontraremos por fin unos guiones que se acercan a los de Goscinny, lo que sumado a un arte que mimetiza perfectamente al de Uderzo, redondea un material muy digno y con sabor a clásico. Cabe destacar que justamente hoy se ha puesto a la venta el cuarto libro, llamado "La Hija de Vercingétorix".
Para concluir, solo podemos recalcar que en "Astérix el Galo" estamos en presencia de historia pura del noveno arte, con mayúsculas. René Goscinny y Albert Uderzo fueron artífices de una de esas obras que se nos vienen a la mente cuando queremos demostrar que el cómic también puede entregar productos para la posteridad. Con una mirada ácida hacia nuestra sociedad y siempre con la capacidad de arrancarnos más de alguna carcajada, las aventuras del rubio bajito y su compañero Obélix son capaces de transportarnos a tiempos pretéritos y estimular nuestra imaginación solo como pueden hacerlo las grandes obras de arte.
Así que hoy, cuando la criatura cumple sesenta años, nada mejor que amordazar al bardo y unirnos al festín de aquellos guerreros galos que celebran con una barra libre de cerveza y jabalíes luego de una batalla bien ganada. Después de todo, nunca hubo una mejor ocasión para brindar con un buen trago de poción mágica. Alea jacta est.