"Herbert West: Carne Fresca" (2018): Reviviendo el Horror de H.P. Lovecraft
Estimados Lectores:
Adaptar los escritos de H.P. Lovecraft a medios distintos a la literatura siempre ha sido una labor compleja. El problema central, a mi juicio, reside en que el terror que inspiran los textos de la mente detrás de los Mitos de Cthulhu no está en la descripción de sus monstruos, sino justamente en lo contrario, en aquello que no puede ser descrito. La noción de que existean seres o misterios que trascienden a la comprensión humana es sin duda la razón por la que muchos de sus textos han sido tan exitosos, hasta el día de hoy, mientras que los intentos de adaptarlos han fracasado, porque hacerlo significa sacarlos del nebuloso espacio de la mente y hacerlos vivir en el plano de lo real: de pronto, no son tan terroríficos. Curiosamente, sí existe un texto que parece poder traducirse con alguna fidelidad sin dañar esa atmósfera, esto es, Herbert West: Reanimator. Hoy revisaremos, precisamente, una de las adaptaciones hechas al mundo del cómic de la mano de Luciano Saracino y Rodrigo López.
EL REANIMADOR: LA OVEJA NEGRA DE LOVECRAFT
El Reanimador es un monstruo extraño dentro de la bibliografía de Lovecraft. La mayoría de los relatos del autor americano pasan por el descubrimiento de algún culto en un pueblo lejano, el roce con sueños de seres cósmicos, o lugares recónditos que esconden criaturas que escapan a lo que nuestras pesadillas son capaces de producir. Herbest West: Reanimator, aunque sigue una estructura similar a otras historias del escritor —narración del sobreviviente al incidente con lo desconocido, quien ha caído en la locura—, sí juega con temas diferentes a los usuales. No hay terror cósmico, no hay aventura o pueblos extraños; sino que un hombre jugando a destruir los límites de la muerte y cruzando poco a poco una peligrosa barrera, a medida que los experimentos se tornan más extremos. Es más cercano a Frankenstein, en que Lovecraft se inspiró para escribirlo más que a otras historias.
Curiosamente, esta también es una de las historias con las que su autor no estaba particularmente contento. Este se trató de una publicación mensual para la revista Home Brew que venía con instrucciones específicas por parte de la editorial, y por los que además el autor fue muy mal pagado, viéndose obligado a salir de su molde corriente para entregar una historia inusual pero divertida. Para muchos, es la peor historia de Lovecraft, lo cual me parece exagerado pero si puedo ver como la historia tiene algunos problemas, como veremos a propósito del cómic.
Pero si es así, ¿por qué es, al mismo tiempo, tan popular en los medios hermanos a la literatura? Sin ir muy lejos, el relato fue adaptado al cine con la saga del Reanimador —que poco a poco fue alejándose más y más del material original hasta llegar a la Novia del Reanimador, ¿por qué no?— y ha inspirado decenas de trabajos similares, incluso llegando a cruzar con Ash Williams en Herbest West vs Army of Darkness. Esto no ha pasado con otras historias, muchas de ellas fracasando de formas misteriosas o solo inspirándose de forma muy lejana en monstruos e ideas de Lovecraft. Sin ir muy lejos, jamás sabremos cómo era En Las Montañas de la Locura de Guillermo del Toro, pero quizás la maldición termine con El Color que Cayó del Cielo, que debería estrenarse en cines este año.
¿Por qué volvemos una vez más al Reanimador, si pareciera ser tan distinta y no necesariamente tan querida? Quizá es porque el material representa un terror más cercano a los clásicos monstruos interdimensionales, y uno que ciertamente ofrece más posibilidades que una historia basada en la percepción de lo desconocido del lector, sin necesariamente salir de esa área. ¿Qué existe en el límite de la muerte? ¿Qué ocurriría si alguien lograra volver? ¿Acaso volvería en un estado diferente simplemente por las limitaciones del cuerpo, u acaso lo sería por lo que vio una vez cruzada la frontera, consumido por una locura sin nombre? Sin perjuicio de que sí creo que Herbest West no es necesariamente de los mejores escritos de Lovecraft, ofrece dilemas interesantes que nos hacen volver al mismo una y otra vez.
EL CÓMIC
Guion: Luciano Saracino
Arte: Rodrigo López
En septiembre del año 2018, Luciano Saracino y Rodrigo López publicaron una adaptación al cómic de esta historia, denominada Herbert West: Carne Fresca, la que, salvo por detalles y libertades menores, es una adaptación bastante leal a la historia original; partiendo por el hecho de que sigue exactamente la misma estructura de capítulos, los cuales abordan los distintos experimentos de Herbert, y su final, narrado por su asistente. Obviamente, el mayor desafío consiste en darle vida y diálogos al personaje de Herbert West —por el tipo de narración, el relato original no tiene diálogos del personaje propiamente tales, solo sugeridos— y añadir determinadas circunstancias que en el relato corto ocurren fuera de pantalla, como el ataque al asilo. Pero en general, más allá de hechos que ocurran un poco antes o después, es la misma historia.
Para quienes no la hayan leído, y como ya habrán deducido de este innecesariamente largo preámbulo, esta es la historia de Herbert West, un estudiante de medicina que ha ganado poco a poco una mala fama por experimentar con animales muertos, bajo la tesis de que los avances de la ciencia y la biología serían capaces de devolverlos a la vida. La línea es cruzada cuando Herbert pide un cuerpo humano con el que experimentar, lo cual naturalmente le es denegado. Su nuevo asistente le ofrece ayudarlo ahora que ha perdido los fondos; y juntos, se embarcan en la tarea de conseguir cadáveres y experimentar con ellos. El problema es que los experimentos demuestran tener mejores resultados cuando el cadáver esta fresco, así que poco a poco Herbert se ve obligado a cruzar líneas que lo alejan más de su propia humanidad.
Como venía adelantando, el primer gran desafío de este cómic era recrear el personaje de Herbert en un ángulo mucho más cercano al que el relato original podía. Esa es la ventaja que ofrece la viñeta sobre la prosa, y Carne Fresca lo aprovecha al máximo, sin con ello "humanizar" a Herbert, lo que habría sido en detrimento de su personaje. El sujeto es un ser frío desde el principio, quien ve su objetivo científico como uno en que los medios son irrelevantes, incluso si ello implique romper límites morales mínimos, como lo es el respeto por la muerte. Y aunque el cómic explora el personaje en aspectos que el cuento original no pudo, no por ello lo despoja del misterio que ronda en torno al mismo, que creo era uno de los grandes atractivos de la historia original.
Podemos ver al protagonista, y caminar junto a él a medida que toma estas horribles decisiones, pero aun así, no por ello olvidamos que el sujeto es, a final de cuentas, un demente a quien poco le importan las emociones o lazos sentimentales de los demás, y en ello reside el terror: el villano no es un pulpo gigante, es la sed por conocimiento insaciable del ser humano, y como esa sed puede hacernos ver las cosas de un modo utilitarista y siniestro. Un cuerpo es un cuerpo; uno que sirve para sus experimentos, y no un cuerpo de un ser querido de alguien que acaba de fallecer. Uno de los primeros ensayos que vemos en el cómic es con el conejo de la infancia de Herbert, el cual es descrito de forma muy nostálgica hasta que se explica que Herbert le partió el cuello como si nada para hacer su demostración en la universidad. Muy conmovedor.
Al igual que en el libro, el asistente, aunque participa en todos los actos de Herbert, es más bien un observador que solo cuestiona internamente al doctor, y solo de vez en cuando manifiesta su opinión. No es Watson ni Igor, es el propio lector encarnado que sabe que lo que está ocurriendo está mal, y sin embargo, no puede parar de leer para saber como va a terminar este infierno. No existe manera alguna en que este descenso hacia los límites de lo científicamente permitido pueda terminar bien, y uno va a estar ahí hasta el final. Desearía que el cómic hubiese mantenido el desenlace propiamente tal del libro, que es bastante más gráfico que el cómic, lo cual es curioso, dado que en el resto de las viñetas Rodrigo López claramente no se contuvo con la sangre, las muertes gráficas o los cuerpos mutilados.
Hablando del arte, este es extremadamente apropiado para este tipo de historias. Los personajes, tanto vivos como semi muertos, son grotescos en una forma caricaturesca pero correcta, todo se siente como personajes salidos de Paranorman y lo digo como el mejor cumplido posible. Especialmente aprecio el arte de Herbert, que parece una versión joven y un tanto más descarriada del Doctor Fansworth de Futurama, de nuevo volviendo a esa idea de científico loco clásica. El arte de los "zombis" —voy a llamarlos así, aunque no sé si sea el término adecuado— funciona perfectamente para este tipo de historia que a ratos roza el humor negro, lo que en todo caso está más dado por las expresiones de los personajes que por el diálogo.
Como un dato extra, hay una referencia muy divertida a In The Mouth of Madness de John Carpenter en el capítulo final, replicando el inicio de la película con Sam Neill incluido, solo que en esta ocasión en lugar de advertir sobre los monstruos de Sutter Cane, advierte sobre la llegada de los muertos. Es un guiño más que adecuado, considerando la inspiración de Carpenter en Lovecraft y Stephen King para hacer esa historia. Jocosamente, en el cómic este incidente ocurre en el llamado Asilo de Arkham, lo cual es una referencia correcta. Arkham, lugar ficticio inventado por Lovecraft, es el lugar donde ocurren muchos de sus relatos, incluido "Reanimador", y anecdóticamente, uno de los incidentes ocurre precisamente en el asilo para dementes de esa provincia. Así que doble referencia, ninguna fuera de lugar, aunque mientras escribía esta nota no encontré ninguna referencia a que Lovecraft hubiera usado la expresión "Asilo de Arkham" en sus historias.
Mis únicos problemas con el cómic —además del final que siento pudo ser más extremo, como en la historia original—, pasan más por el material en que se basa que en otra cosa. Reanimador es una buena historia, pero llega a ser un tanto repetitiva dentro de sí misma, en cuanto consiste solo en una serie de experimentos fallidos de Herbert hasta que todo se descontrola al final. Todos los capítulos intermedios son sobre eso, y como el protagonista ya parte siendo un canalla que no le importan las reglas, no es que vaya mucho más allá de lo que ya era en un principio. No es que el personaje termine por hacer algo tan vil que el universo se le vuelva encima, sino que lo ha hecho ya tantas veces que le pasa un poco la cuenta. Quizás por esto Lovecraft no quedó tan conforme con la misma, como esta era escrita mes a mes, parece a ratos que se le ocurren situaciones similares respecto a Herbert para, de golpe, llegar al siniestro final, que vendría a ser el número final de esta pequeña tirada.
En todo caso, no puedo dejar de recomendar Herbert West: Carne Fresca, sea o no que estén familiarizados con el material original. Es una excelente adaptación que aprovecha todo lo que puede ofrecer el mundo de la viñeta, al mismo tiempo respetando el trabajo de H.P. Lovecraft y manteniendo vivo el terror que representa. Quizá el final sea un poco apagado, pero en todo lo demás, es una lectura rápida y entretenida, bien escrita y excelentemente dibujada. No es necesariamente la mejor introducción al mundo de Lovecraft —ni el cómic ni la historia original, por todo lo ya expresado—, pero si quieren algo para ponerse en modo Halloween este octubre, es un buen lugar donde comenzar.
Un detalle final, para quienes deseen adquirirlo: el cómic tiene un autor chileno y uno argentino, y así mismo, tiene edición de ambos países. En Chile pueden encontrarla bajo la editorial Rayo Ediciones y en Argentina con el sello Utopía Editorial. Como pueden ver en la imagen, la versión de Rayo tiene un sobretamaño, mientras la de Utopía mantiene el formato más estándar. Con esto, nos despedimos.
Atentamente,
Farfaramir Fthagn
Posdata: Si quieren un trabajo latino que no respeta la obra de Lovecraft en lo absoluto, consigan Lord Cochrane vs Cthulhu. Azathoth debió destruirnos cuando tuvo la oportunidad.