"Wolverine / Gambit: Victims" (1995): muerte en el Támesis
Jeph Loeb y Tim Sale es uno de los equipos creativos más sólidos del cómic estadounidense. Juntos han creado un puñado de obras que ocupan lugares destacados en la bibliografía de los personajes que han tocado, como Batman: The Long Halloween, Superman: For all the Seasons, Daredevil: Yellow y el resto de la tetralogía de colores de Marvel.
Sin embargo, todo camino tiene su punto de partida, y antes de lograr el reconocimiento unánime con sus cómics más ambiciosos, ambos autores ya había colaborado en un par de miniseries que les sirvió para foguearse. Una de ellas es Wolverine / Gambit: Victims, de la que hablaremos hoy.
Wolverine / Gambit: Victims es una miniserie de 4 números, publicada entre septiembre y diciembre de 1995, con guiones de Jeph Loeb y dibujos de Tim Sale, protagonizada por dos de los Hombres-X más populares del momento.
Vista en retrospectiva, Victims es una agradable excepción al común denominador de la franquicia mutante de la década del '90, pues por entonces se tendía a integrar casi cualquier serie en el amasijo de tramas y subtramas, y que costaban entender por separado. El dibujo tendía a ser exagerado, con abundancia de poses imposibles, y medidas anatómicas anti-naturales.
Predominaban los escenarios comunes, como la base secreta de algún villano que lucía exactamente igual al interior de alguna nave espacial, o futuros distópicos.
Y aunque la serie limitada es indudablemente hija de su tiempo, afortunadamente poco de lo anterior encontramos acá. Victims no es sino un relato de tinte noir adaptado al género superheroico, cargado de intimismo y desarrollo a fuego lento, dejando que la narración respire.
Loeb parece contar la historia en susurros, sin grandes parafernalias ni explosiones multitudinarias, y el dibujo de Sale escapa al convencionalismo propio de esa época.
Eso sí, el estilo de escritura resuena poderosamente en The Dark Knight Returns de Frank Miller, y es fiel exponente del entusiasmo de los años noventa por los antihéroes. En el momento que esta miniserie vió la luz, Loeb era el escritor habitual de X-Man y Cable, así que naturalmente el escritor utilizó uno de los temas en boga en la franquicia, el deterioro de la humanidad de Wolverine, como trampolín para su historia.
La trama arranca cuando Gambit, rechazado por Rogue, viaja a Londres para investigar la muerte de una antigua amiga, víctima de los crímenes de un asesino en serie. En las mismas calles donde operó Jack El Destripador, el mutante cajún descubrirá pistas que lo llevarán a sospechar directamente de su compañero Wolverine. ¿Será que Logan ha sucumbido finalmente a su instinto animal, perdiendo el control? Y cuando se vea arrastrado por la vorágine, ¿podrá el ladrón detener al que quizá sea el miembro más peligroso de los X-Men?
A pesar que en su carrera ha cometido crímenes que debería pagar con cárcel (Ultimatum, Avengers: X-Sanction), Jeph Loeb es un escritor que muestra un inusitado talento cada vez que colabora con Sale. Victims, aunque no esté a la altura de los otros trabajos del dúo, está bien escrita, a pesar de un final algo apresurado y una anticlimática ruptura psicótica del villano Arcade.
Loeb retrata perfecto al Wolverine y al Gambit de los años noventa, presentando una caracterización congruente con los títulos-X de la época. Como antagonista, aquí asistimos a la primera aparición de Lady Mastermind —hija del clásico enemigo de los mutantes Jason Wyngarde, Mastermind—, que muestra algunos rasgos interesantes en su personalidad, que lamentablemente se perderían a medida que los escritores subsiguientes no supieran muy bien qué hacer con ella.
Por ejemplo, a pesar de ser la antagonista de nuestros héroes, se muestra francamente disgustada al saber la verdad detrás de los asesinatos seriales, y al final del relato, abandona la escena indicando que ahora debe expiar su papel indirecto en estos asesinatos.
Curiosamente, mientras se marcha de espaldas a los héroes su rostro cambia, pues la atractiva cara que habíamos visto a lo largo de la historia parece ser solo una ilusión que oculta un rostro feo o envejecido, tal como le ocurrió a su padre durante la Dark Phoenix Saga. Que recordemos, ni esta máscara ni su respeto por la vida inocente se tocaron de nuevo, lo cual es triste, pues tenía potencial de algo mayor.
También podemos lamentar que el tema subyacente de la trama, el de la violencia contra la mujer, es tratado de una forma casi frívola. Claramente no es el foco de una obra de estas características hacer un análisis profundo de aquella problemática tan presente aún hoy en día, pero se extraña alguna reflexión más contundente al respecto. Así mismo, y además de las inevitables escenas de héroe contra héroes, algunos comportamientos de los protagonistas son extraños. Por ejemplo, Gambit parece querer convencernos que la valía de un personaje, o una persona, está dada por su habilidad de usar armas de fuego, justo un poco antes de que el dúo cause un accidente de autobús para escapar de la policía. Como si ser de gatillo fácil o arriesgar a civiles inocentes no fuera un comportamiento reprochable.
Con todo, sin duda el arte de Tim Sale es fácilmente el principal atractivo de la obra. Su trazo entrega versiones altamente estilizadas de Logan y Remy, aplicando su enfoque pseudo-caricaturesco a los diseños de vestuario de Jim Lee, de por sí muy detallados, dando un resultado es sorprendente.
Con la mayoría de la historia ambientada en la noche, Sale también puede ejercitar sus técnicas que lo señalan como un gran artista noir, con un montón de oscuras sombras que invaden la acción, a pesar que acá su estilo artístico es mucho más convencional de lo que sería en los próximos años.
Si bien las ilustraciones en Wolverine / Gambit no son genéricas en ningún sentido, y su estampa es muy reconocible, no se siente tan completa como otras obras del artista. Sin duda, parte de eso se debe al método empleado por Sale, que no es tan elegante ni tan hermoso como el estilo pintado que traería a The Long Halloween o Daredevil: Yellow, pero además, el artista también ha admitido que no hubo ninguna implicación emocional en la historia, como si ocurrió con otros títulos.
También es muy interesante el diseño de página, con algunas planas bastante experimentales para un producto de este tipo, jugando con splash-pages, y diversas disposiciones y formas de las viñetas. Al respecto, eso sí, algunas de las decisiones del dibujante parecen cuestionables. Hay pasajes en los que dibuja solo unos cuantos paneles en cada página, dejando la mayor parte del espacio en blanco sin ninguna razón discernible.
Tal elección puede funcionar con ese sentido artístico fuera de lo común, pero aquí parece algo torpe y, me atrevo a decir, perezoso. Afortunadamente, esos momentos son pocos y distantes entre sí, y en su mayoría esta es una serie bellamente ilustrada.
Wolverine / Gambit: Victims me llevó de regreso a la época en que descubrí a los mutantes, al año entre la macrosaga Age of Apocalypse y Onslaught, por nostalgia uno de mis etapas regalonas en la historia de X-Men. Aparte de su origen en la trama secundaria de la involución de Logan, la serie es muy liviana en términos de carga de continuidad, y aunque deja caer algunos guiños para los fanáticos, funciona muy bien como una historia independiente.
No es el mejor trabajo para Marvel de Loeb y Sale, pero considerando que apareció en una época en la que Marvel publicaba miniserie tras miniserie de los X-Men, la mayoría de calidad dudosa, se destaca como un esfuerzo por encima del promedio. Apta para todo aquel que quiera pasar un buen rato acompañado del canadiense y el cajún.