"Alias" (2001), de Bendis y Gaydos: paseando por el lado salvaje
Parafraseando al refrán que reza que no hay mal que por bien no venga, podemos establecer que lo bueno de las crisis es que sirven de inflexión para cambios o rumbos con efectos a veces insospechados. En el caso del noveno arte, conocidos son los tiempos difíciles que sufrió Marvel Comics en la segunda mitad de la década de los 90, donde estuvo al borde de la bancarrota. De las cenizas, surgió la llamada Neo-Marvel, un movimiento de salvataje editorial cuya cara más visible fue la línea Marvel Knights, bajo cuyo alero se editaron obras con un enfoque más experimental y sofisticado que el tono habitual de los cómics de capas.
El éxito de la línea llevó al Editor en Jefe, Joe Quesada, a llevar el concepto aún más allá, y es así que nacería el sello MAX, hogar de títulos que no pertenecen a la continuidad oficial de la editorial —al menos en un principio—, y donde los autores pudieron dejar volar su imaginación para entregar obras que abrazaron por completo el concepto de adultez y, en muchos casos, realismo. A decir verdad, el sello no fue demasiado pródigo en cantidad, pero tiene el honor de decir que en él se editaron un par de cabeceras que hoy ocupan el rótulo de verdaderos clásicos, como Punisher MAX de Garth Ennis, y Alias, de Brian Michael Bendis, que analizaremos a continuación.
Alias es una serie nacida el año 2001, que se extendió por 28 entregas más el especial What If... Jessica Jones Had Joined The Avengers? (2005). Fue creada por el guionista Brian Michael Bendis, con dibujos de Michael Gaydos, e impresionantes portadas de David Mack. Por entonces, Bendis estaba a punto de convertirse en la superestrella que es hoy, con un pasado curtido en obras de tinte noir, como Jinx o Torso, y un presente prometedor dado su estupendo trabajo en Ultimate Spider-Man y un arco argumental de Daredevil.
La colección marcaría el debut de un personaje ahora muy querido: Jessica Jones. De aspecto desgarbado, semi-alcohólica, garabatera y siempre al borde del desastre, Jessica es una ex-heroína que se gana la vida como investigadora privada, al frente de su agencia Alias Investigations. Como no puede ser de otra manera para una detective civil, es experta tratando con secretos turbios y el lado más decadente y vergonzoso de las personas, moviéndose en una atmósfera brumosa que es representada de manera perfecta en el ambiente opresivo que acá encontramos. Jones toma los casos de aquellos que están fuera de la gran lucha, de los despojos dejados en la estela de héroes y villanos, de las víctimas y de los don nadie.
Aunque originalmente se pensó utilizar a Jessica Drew como protagonista, nuestra investigadora privada sería el primer personaje creado por Bendis en Marvel, formándose desde entonces una relación muy especial entre ambos que se extendió hasta el final de la estadía del escritor en la editorial, pues este la incluyó en todas las series que pudo. Los lectores nos enamoramos de su compleja y traumatizada personalidad, pues comparada con Thor o Hulk, Jessica es un personaje muy normal. Bendis hizo un gran trabajo dándole voz propia, con sus palabrotas, su whisky y sus jeans gastados como rasgos distintivos.
Fiel a sus raíces, el calvo escritor sacaría del sombrero una historia de serie negra, con sus respectivos tonos oscuros y miserias y, aprovechando la etiqueta de advertencia parental de su portada, casi ningún tipo de censura respecto al sexo, violencia o el lenguaje utilizado. Lo curioso es que, a pesar del espíritu externo del sello MAX, las aventuras que protagoniza nuestra ex-heroína están perfectamente integradas en el contexto del Universo Marvel, un cosmos de ficción plagado de coloridos disfraces con los que contrasta enormemente. Y es en esa contradicción en que se basa buena parte de su atractivo.
Con su primer número, Alias tomó por sorpresa tanto a críticos como a lectores, e incluso no estuvo exento de polémicas debido a la aparición de escenas de sexo entre la protagonista y Luke Cage, algo totalmente inaceptable para la férrea moral estadounidense que hace caso omiso a la violencia o la muerte, pero que se escandaliza cuando algún personaje se muestra real y sexualmente activo. En realidad, la verdadera razón de la molestia es que en aquellas viñetas participan una mujer blanca y un hombre negro, aunque tampoco merece más importancia de lo necesario.
Sin duda, la principal valía de la serie y la gran fuerza del proyecto se deben al buen trabajo del guionista y del dibujante, los cuales supieron crear un personaje interesante e integrarlo al Universo Marvel dándole un pasado que no va en contra del canon y la continuidad. Se sabe que idear un personaje nuevo es relativamente sencillo, pero lo difícil es darle una impronta definida, y lograr que su carácter cale hondo en el lector, dándole una seña distintiva entre otros congéneres ya consolidados, y dotarlo de aventuras interesantes. Jessica pretende ser ruda e indiferente, pero esa coraza es debido a que su psiquis está tan dañada que no sabe bien cómo relacionarse con el resto de la gente, y prefiere esconder su dolor y fragilidad bajo una capa de aspereza.
Lentamente, y con cuidado, los autores nos revelan el núcleo emocional del personaje y el trauma que la forjó, al someterla a una cantidad cada vez mayor de confusión profesional y personal. Al principio, los casos que toma parecen completamente aleatorios, actuando solo como nuevos escenarios interesantes construidos alrededor de los extras en el Universo de la Casa de las Ideas. Sin embargo, a lo largo de la serie, queda claro que cada investigación es sólo una excusa para descubrirnos algo nuevo sobre la propia Jessica.
Desde el caso de una mujer desaparecida que resulta ser la novia del Captain America, hasta un superhéroe adolescente desaparecido, pasando por los miembros de una familia que buscan una admisión de culpabilidad de un asesino, todos los casos forman algún vínculo con la personalidad o el pasado de Jessica. Algunas de esas conexiones son obvias, pero en su mayoría están implícitas: el lector debe entender qué parte de sí misma ve Jessica en un adolescente fugitivo; tendremos que figurarnos cómo afecta en su trabajo conocer los peligros de tener una vida secreta y de un alias; cómo conjuga su propia idolatría por los supers con su aversión a las capas y mallas; y, por último, debemos descifrar el trauma que extinguió a esta alguna vez protectora de inocentes y la redujo a una bebedora de exterior cínico y desesperado.
Y como en toda historia lúgubre como esta, hay poca suavidad que esperar. Muy pocos arcos en Alias tienen finales felices, todo triunfo está amenazado por la pérdida, y siempre hay daño colateral. En todo momento, Jones parece estar en peligro de perderse por completo, o de dejar que el peso de su pasado y las espeluznantes realidades de la existencia la arrastren hacia lo profundo del abismo. Su vida es una guerra de desgaste, una batalla constante para resolver una más de la larga lista de cosas en las que está equivocada. Mientras toma trabajos como guardaespaldas de Matt Murdock o buscar a la hija adoptiva de J. J. Jameson, se enfrentará constantemente a situaciones que no podrá manejar. y con frecuencia falla: no llega a tiempo donde necesita, no evita que las situaciones pasen de mala a peor, yerra completamente en su relación con Scott Lang, no entiende completamente su relación con Luke Cage, y siempre parece estar un paso por detrás del resto del mundo.
Otro de los puntos de interés de la serie es que fue capaz de subvertir los tópicos. Habitualmente en su canon clásico, las historias noir son protagonizadas por hombres con gabardinas, y las mujeres que se pasean por sus páginas están ahí más que nada para rellenar el estereotipo de la femme fatale. Sin embargo acá es una fémina quien salta a la luz del reflector —figurativamente, pues pocas veces sale de las sombras de su vida y los casos que investiga—, adquiriendo un protagonismo que ella daría cualquier cosa por no tener.
Por otra parte, uno de los temas recurrentes es también la máxima que impulsó Stan Lee en los albores de la Era Marvel de los Cómics: los superhéroes con superproblemas. La impronta realista que siempre han tenido los héroes marvelianos hacen que sean un reflejo de todos los aspectos de la humanidad, y así como las vidas normales siempre tienen un lado b, también las de los enmascarados encierran sus bemoles. Por tanto, prepárate para descubrir junto a Jessica algunos secretillos sucios de nuestros personajes que, huelga decirlo, no son perfectos ni intachables.
Y si los héroes tienen su faceta escondida, que decir de los villanos. Acá Bendis recurre a un maloso casi de tercera, que con su pluma convirtió en uno de los más peligrosos de la Casa de las Ideas. Zebediah Killgrave, el Hombre Púrpura, sería el némesis definitivo de Jessica, siendo responsable de someterla a una manipulación mental, y abuso físico y psicológico a un nivel que le dejó secuelas mentales de por vida, y destruyó su carrera de superhéroe. El escritor se aventura así a explorar un tema tan dolorosamente contingente como es el del abuso y la violencia de género, dejando de manifiesto que nadie, ni siquiera aquellos con poderes, pueden escapar de las garras del mal y del salvajismo humano.
No obstante lo anterior, y como todo héroe, Jessica saca suficientes victorias para dar vuelta la situación. Detrás de su traumatizada y autodestructiva personalidad exterior hay algo puro. Hacia el final de la serie, después de su confrontación final con el villano que la torturó durante meses, el verdadero corazón de la protagonista queda al descubierto ante el lector, y a pesar de todo el odio y la culpa que ha acumulado a través de los años, es capaz de recuperarse. Y de eso se trata realmente Alias, de la recuperación, y de tomar el dolor que se ha sufrido y usarlo para hacer del mundo un lugar mejor, aunque sea de formas pequeñas. Hasta el día de hoy, Jessica Jones es uno de los personajes más completos, realistas y cautivadores de la memoria reciente, y su viaje desde su origen secreto hasta la situación en que queda en la última viñeta es realmente convincente.
La química entre el tándem creativo —apoyados por el coloreado de Matt Hollingsworth— es evidente, notándose ya desde la primera página. Es cierto que es una obra cortada por la tijera del estilo 100% Bendis, con esos diálogos rápidos e irónicos, y su ya habitual esquema de diseño de página. Pero también es obvio que para Gaydos este era el proyecto más importante de su carrera hasta la fecha, y sus dibujos transmiten esa meticulosidad propia de las ganas de hacer el trabajo de su vida. Y eso es algo que realmente se siente, pues de hecho no faltó en ninguno de los episodios, mostrando una regularidad impensada en la industria comiquera mainstream actual, en que el baile de artistas está a la orden del día.
La relación entre Bendis y Gaydos se arrastraba de un tiempo atrás, pues ambos ya habían coincidido en unas páginas de Jinx, de la editorial Caliber Comics, y en Citizen Wayne, para DC. El dibujante reconocería que "Brian tenía su visión particular de la disposición de las viñetas. De hecho, durante un tiempo me hacía bocetos. Pero a medida que su agenda se complicaba, los bocetos llegaban con menos frecuencia, y me sentí más cómodo haciéndolos yo mismo. Por aquel entonces ya tenía bastante claro lo que él quería".
Y es que en realidad, acá vemos depuradas las características más representativas de ambos autores. La escritura de Bendis es realista, entendiendo la psicología y las motivaciones de todos sus personajes, diferenciándolos con distintas cadencias y tendencias. Cada línea de diálogo golpea el oído de manera muy auténtica, y con todas las pausas, los tartamudeos y las palabras repetidas, realmente puedes escuchar a los personajes hablando en tu cabeza. También tenemos su presente su habitual estilo de paneles desplegados en splash-pages para las largas conversaciones e interrogatorios, rasgo que los lectores han llamado "bendispeaking".
Así mismo, con un estilo minimalista y personajes expresivos y matizados, el realismo estilizado de Gaydos retrata el mundo de Alias con una estética única. Sus diseños de página con configuraciones inventivas, junto con la paleta de colores apagados de Matt Hollingsworth, dieron cuenta del tipo de experiencia de carácter intenso que Bendis tenía en mente. El trabajo en las páginas es tal que podemos sumergirnos fácilmente en ellas, quedando prendados en cada panel, y absorbiendo plenamente el discurso de los personajes.
Eso sí, la línea entre el estilo y la repetición es muy fina, y algunas veces, Bendis y Gaydos terminan en el otro lado, especialmente en el primer año, en que a pesar de la guía del escritor, parecía que Gaydos tenía problemas para adaptarse. A veces, los paneles se desperdician en zooms lentos de expresiones que nunca cambian —un rasgo común en muchas obras de la bibliografía de Bendis—, mientras que la seguidilla de globos obstruyen el dibujo, debiendo esforzarnos en algunas partes para descubrir qué hay realmente bajo ellos.
Eso sí, afortunadamente a lo largo de la serie podemos ver a ambos creadores evolucionando. Los diseños de Gaydos se suavizan, su sentido del espacio negativo evoluciona y sus personajes se vuelven aún más naturales y expresivos. Bendis, a quien nunca le faltan tramas fuertes, giros sorprendentes, y personajes interesantes y creíbles, aumenta constantemente la intensidad, a veces eliminando las palabras por completo, en general con un efecto magnífico.
Para finalizar, se puede concluir que Alias es una gran obra. No solo fue la encargada de abrir los fuegos de la línea MAX y por tanto culpable de que posteriormente hayamos podido disfrutar de otras historias de ese sello editorial, sino que además presentó en sociedad a una de las más entrañables heroínas del Universo Marvel. Gracias a su bien recibimiento, hasta el día de hoy podemos contar con Jessica como miembro destacado el panteón marveliano, siendo protagonista y/o miembro destacado de otras series como The Pulse, New Avengers, Defenders o Jessica Jones, sin contar su propia y excelente serie de imagen real en Netflix, o la irregular The Defenders, en la misma plataforma.
Siempre que nos sigan contando historias de esta calidad, seguiremos gustosos al lado de Jessica sufriendo sus derrotas y celebrando sus victorias, y en definitiva, acompañándola mientras pasa este trago amargo que algunos llaman vida. Porque sin duda, lo que no te mata te hace más fuerte.