"Good Omens"(2019): con Aziraphale y Crowley en pantalla, nada más importa
Aprovechando la ola de adaptaciones de distintos medios a la televisión que amanecieron en la actualidad, revisamos Good Omens es una serie de televisión basada en la novela de 1990 llamada Good Omens: The Nice and Accurate Prophecies of Agnes Nutter, Witch escrita por Terry Pratchett y Neil Gaiman.
Semanas han pasado desde que HBO emitió el episodio final de Game of Thrones (GOT), fenómeno de mayor popularidad para quienes ven series de televisión de prestigio, fanáticos de la fantasía y para los seguidores de la saga de libros de George R. R. Martin, A Song of Ice and Fire, que querían saber cómo terminaría la adaptación (ya que todo apunta a que será la única conclusión que tendrá esta historia).
Algo que demostró GOT es que en pleno 2019 el género fantástico aún tiene mucho que dar. De hecho, Amazon trabaja en la futura serie basada en los apéndices de The Lords of the Rings, con un presupuesto millonario para que debute bajo su división Prime.
Plataforma que estrenó el 31 de mayo pasado la esperada adaptación televisiva de la novela Good Omens, escrita por Neil Gaiman y Terry Pratchett, dos escritores conocidos en el género de la ficción mágica. Quizás, para los fans comiqueros, Gaiman sea un nombre más escuchado por sus contribuciones en títulos como Hellraiser y Sandman, además de novelas como American Gods -de la que está a cargo también de la adaptación televisiva-.
Mientras, Pratchett fue el autor de la que para muchos es una de las más grandes sagas de fantasía: Discworld. El escritor, que falleció en 2015, jugaba en las grandes ligas del humor negro y satírico, usando y desusando arquetipos propios del género, como bien lo hizo Douglas Adams con su serie del Hitchhiker's Guide to the Galaxy.
Apocalipsis, ángeles y demonios
Son varias las historias que circulan sobre el nacimiento de Good Omens, publicado en 1990 y escrito a través de conversaciones, llamadas, análisis y retoques. La historia es simple: un ángel y demonio que han pasado milenios en la Tierra, se ven involucrados en la crianza del Anticristo, el hijo de Satanás quien al cumplir 11 años causará el Apocalípsis y la esperada guerra final entre el cielo y el infierno.
Claro que ambos personajes, Aziraphale y Crowley, están contentos con el status quo y la amistad casi no reconocida entre ambos, y sería una real lástima que el mundo y sus humanos se acabaran. Así que decididos, harán todo en sus manos para evitar los sucesos.
Sin embargo, tampoco saben que cuando llegó al mundo el pequeño hijo de satanás, cual novela mexicana, el intercambio de bebés no resultó como debía, lo que genera una increíble comedia de errores.
Aunque hoy, con decenas de historias sobre el fin del mundo y series como Supernatural tocando el tema de los ángeles y el apocalipsis (recurrente plot de shows más antiguos como Buffy), u otras como The Good Place que han presentado interpretaciones del cielo y el infierno, la historia de Good Omens no se ve tan original. Sin embargo, sin la novela esas narrativas no serían posibles o quizás, no tendrían el camino necesario para poder surgir.
Good Omens utiliza el tema de una forma sencilla y al mismo tiempo con suficiente desarrollo de la misma cosmogonía, en ese estilo británico que bien supieron desarrollar autores como Adams y el mismo Pratchett, quien se encarga de otorgarle todo el humor necesario a la historia y personajes, mientras que Gaiman arma los detalles sobre el fin del mundo en su icónico visionado.
El libro se convirtió en un clásico favorito para quien ha tenido el privilegio de leerlo ya que con el demonio Crowley, fanático de Queens, y el ángel Aziraphale, decente bailarín de la gavota, se dio el vamos a varias personificaciones parecidas de esos malos de corazón de oro y esos buenos que igual tienen un poco de bastardos en sus personalidades.
Adaptando un sueño
Una versión en el cine o televisión de Good Omens era el deseo que tenían Gaiman y Pratchett por años. Difícil de cumplir, la idea pasó varias temporadas en desarrollo y de mano en mano, hasta la muerte del autor de Discworld que provocó que Gaiman incluso abandonara el proyecto.
Pero el destino fue favorable para quienes esperaron y en 2017 se anunció que Amazon había adquirido los derechos para su adaptación. Dirigida por Douglas Mackinnon (Doctor Who) y compuesta por seis episodios de una hora, todos liberados el viernes pasado en la plataforma digital, la serie ve a Aziraphale y a Crowley encarnados por los veteranos Michael Sheen y David Tennant, actores que han formado parte de obras dramáticas y fantásticas: mientras que Sheen fue galardonado por Frost/Nixon, Tennant tuvo un reconocido paso como el Décimo doctor en Doctor Who y hace poco como el villano Killgrave en Jessica Jones.
A la versión televisiva, además, se agrega la narración en la voz de Dios, por la galardonada Frances McDormand, y el personaje de Gabriel, de la mano de Jon Hamm. A ellos se suman Adam Young, el Anticristo (Sam Taylor Buck), junto con Anathema Device (Adria Arjona), descendiente de una bruja, y Newton Pulsifer (Jack Whitehall), descendiente de un cazador de brujas, entre otros personajes humanos.
La miniserie
Aunque ya se podría predecir, lo más fuerte que tiene la obra de Amazon son las escenas de Crowley y Aziraphale, con Tennant y Sheen revelando en pantalla la química de la relación más entretenida y desarrollada de la novela. Incluso, la serie se permite profundizar en varios momentos de la amistad que abarca seis mil años de duración, permitiendo ver el estilo de ambos personajes y también sus lados más humanos.
Ambos actores se permiten reforzar lo que, para quienes han leído el material original, es la base de por qué Good Omens es tan vital: el humor del ángel al que le encantan los placeres comestibles y del demonio que inventó la selfie. Por lo mismo, aunque no todas las escenas de la novela han sido adaptadas, hay suficientes como para caracterizar de buena forma a los protagonistas.
Es esta también la razón por la que los secundarios y el gran argumento sobre el apocalipsis quedan un poco flojo y apartados en su desarrollo. El team niños, cielo e infierno, y los descendientes proféticos no alcanzan a perfilarse lo suficientemente bien como para que como espectador te tentes a interesarte por cómo avanzan sus historias.
Estos personajes se convierten en elementos que sirven más que nada para mover la narración, con una u otra risa por delante, pero no alcanzan a levantarse por sí mismos; por ejemplo, los momentos de humor entre el grupo de niños no pegan también en su versión televisiva.
Solo la historia de Crowley y Aziraphale genera suficiente interés. El primer episodio podría ser el más débil, por un tema de cinematografía que no logra calzar con un género, aunque los próximos cinco permiten armar la historia, principalmente gracias a la química que tienen los protagonistas.
En el caso del cielo e infierno, se podría haber aprovechado la inclusión de Gabriel y de las escenas donde muestran ambas zonas de trabajo para inculcar un poco más de información sobre estos escenarios y dinámicas, pero la historia prefiere enfocarse en el ángel y el demonio y sus respectivas acciones, lo que tampoco es negativo, en consideración de que es lo más fuerte.
En estilo, la serie tiene gratos momentos muy Monty Python y que bien podrían estar salidos de la Life of Brian, al igual que otros que, como la misma novela, satiriza de manera divertida a la saga The Omen y otras historias apocalípticas.
Respecto a la adaptación, como pocas veces, mantiene un tono fiel, quizás para algunos excesivo y para otros lo más rescatable. Se nota que detrás, en la producción, Gaiman se encargó de escribir un guión muy parecido a la novela, en honor al mismo Pratchett, por lo que incluso los diálogos, en especial los de Crowley, imitan a los de su contraparte escrita.
En general, para quienes han leído el libro, se sentirán satisfechos de ver la adaptación que mantiene la magia y a los queridos personajes, junto con gratas sorpresas en el final, que añade las ideas que tenían Gaiman y Pratchett para la segunda novela que lamentablemente nunca se concretó.
Mientras, para los que tendrán su primer acercamiento a la historia, podrían sentirse un poco perdidos porque los episodios no generan un tono totalmente adecuado para provocar interés en los personajes secundarios con sus respectivas historias (y el humor, por ende, cae un poco plano) pero sí se sentirán sumergidos en la amistad imposible y fantástica, y que bien se puede interpretar como un grato romance, entre el ángel Aziraphale y el demonio Crowley.