Entrevista a Sergio Alejandro Amira: «Si no amas al personaje que creaste, ese amor no se traspasará a los demás»
¡Vuelven una vez más las entrevistas a creadores nacionales! En esta oportunidad, Michael Rivera conversa con Sergio Alejandro Amira, quien es un escritor a tiempo completo y se ha destacado en las letras nacionales gracias a novelas, cuentos y diversos guiones de cómics. Su pasión por la narrativa gráfica lo llevó a crear la superhéroe Atómica, quien este 2019 celebra sus primeros diez años de vida y sobre ella conversaremos a continuación.
Cuarto Mundo: ¿Cómo era el panorama del cómic nacional hace diez años?
Sergio Amira: Recuerdo que había una suerte de renacimiento. El primero de estos renacimientos que atestigüe fue a principios de los '90. Yo vivía en Punta Arenas y no llegaba mucho material a los kioskos de por allá, pero sí llegó la revista Bandido, a la cual me suscribí a partir del segundo o tercer número.
Ese fue mi primer acercamiento al cómic chileno fuera de Mampato y Condorito. Luego descubrí otras revistas, Trauko, Ácido, Matucana, Catalejo y El Cuete (que está de más decir eran muy distintas a los cómics que yo leía de niño). ¡Qué iba a imaginarme yo, que eventualmente iba a conocer y entablar amistad con el editor de Bandido: el gran Javier Ferreras! Ya lo tengo aburrido recordándole las historias, personajes y autores chilenos que tanto me impresionaron en mi adolescencia.
Hace poco lo acompañé en su stand en la Feria del Libro de Viña y le contaba cómo fue que, gracias a sus columnas publicadas en Bandido, supe que existían Watchmen, The Dark Knight Returns y La Feria de los Inmortales (aunque no las pude leer por supuesto, sino hasta muchos años más tarde). En pleno boom de este cómic chileno contestatario, contracultural y underground me fui a Inglaterra, sorprendiéndome con que la oferta en cómic era bastante escueta, al menos en el lugar donde me tocó vivir.
No había cómics de Marvel ni DC por ningún lado que yo recuerde, solo The Terminator, y de Alien y The Predator. También estaba la 2000 A.D., pero por alguna razón no me llamaba la atención (supongo que debido a que era en blanco y negro). Sí leía los cómics del Judge Dredd que se publicaban en la Rock Power, y compraba semanalmente la Toxic!, de la cual tengo todos los números ya que se canceló en el n° 31.
Luego volví a Chile, y al parecer todos los títulos que yo leía habían dejado de existir, pero he aquí un nuevo renacimiento a cargo de la editorial Dédalos, que llenó los kioskos de cómics chilenos como Rayen, Kat Boxing y ½ Noche. Por esa época mi interés en los cómics había disminuido bastante y estaba muy concentrado en la universidad y la lectura de novelas no-gráficas. Y antes que terminara la carrera, al parecer este segundo renacimiento del cómic chileno ya había terminado.
Por aquel entonces, 1997, me suscribí a tres títulos de Marvel: X-Men, Uncanny X-Men y Wolverine. Y no supe más de cómics chilenos hasta el 2005, cuando apareció Caleuche. Poco después de esto apareció el proyecto de In Absentia Mortis en formato webcomic, la editorial Mythica y Mitomano Cómics, y fue ahí cuando me parece, llegó un tercer renacimiento mucho más consolidado y profesional que persiste hasta hoy en día y no da señales de perder fuerza, sino todo lo contrario.
CM: ¿Por qué decidiste crear a Atómica?
SA: La creé fue durante una época en que parecía que habíamos retrocedido a los noventas, a la era Grim & Gritty. Todo era oscuro e hiper violento. Marvel post Civil War estaba sumergida en la Dark Age, y en DC estaban con Blackest Night. A mí me tenía aburrido toda esta oscuridad y violencia, que incluso veía replicada en los nuevos cómics chilenos que estaban apareciendo.
Quise hacer algo que fuera un antídoto a todo esto, un personaje que fuera un regreso a las raíces superheroicas de la Edad de Oro. Y fue así como surgió Atómica, inspirada en personajes de dibujos animados de mi infancia como Alvin & Las Ardillas, Meteoro, y la Hormiga Atómica, por supuesto.
Coincidentemente, luego de la creación de Atómica y la publicación de sus primeros webcómics, se terminó la Dark Age en Marvel dando paso a lo que denominaron Heroic Age, y DC por su parte concluyó Blackest Night para dar inicio a Brightest Day. Atómica estaba en sintonía con el zeitgeist de la época después de todo.
CM: ¿Cómo ha sido trabajar tus guiones con distintos ilustradores? Y ¿qué tal tu experiencia viendo que otros guionistas escriban historias de Atómica?
SA: Es lo que siempre tuve en mente, que Atómica no fuera mía solamente, sino que de cualquiera que sintonizara con la propuesta y el ethos del personaje y tuviese algo interesante que decir o hacer con ella. Salvo muy contadas excepciones, los superhéroes han subsistido y prosperado gracias a esta mecánica participativa y colaborativa. Moore, por ejemplo, realizó una magistral relectura y reinvención de Swamp Thing y lo llevó a tocar temáticas e influencias hasta ese momento ausentes, sin nunca dejar de lado el género del terror al que adscribía el personaje. Esto es mucho más fácil de lograr en la industria norteamericana, por supuesto. ¿Qué guionista o dibujante no desearía trabajar en un cómic de Superman, Batman o Wolverine?
Aquí es mucho más difícil, la mayoría de los dibujantes son autores, como María José Bart con su Supermilf o Necrotax con ZINK!, por nombrar solo un par de ejemplos. Tienen sus propios mundos y personajes, por eso es muy difícil conseguir ilustradores para proyectos que tampoco se traducen en beneficios económicos para las partes debido a la carencia de una industria del cómic lo suficientemente vigorosa.
Y si esto lo vamos a hacer “por amor al arte”, entonces lo hacemos por nuestras historias y personajes. Es comprensible. Y otro tanto ocurre con los guionistas, que si no están ilustrando su propia obra, están escribiendo guiones en equipos creativos súper cohesionados como, por ejemplo, Sebastián Castro y Kid Salinas.
CM: Los últimos años han sido de muchas críticas para Comic Con, ¿qué opinas de que Atómica, un personaje ficticio, sea parte del Artist Alley?
SA: Ha asistido ya varias Comic Con, desde las que se hacían en la Estación Mapocho hasta la del año pasado, que me pareció una de las peores. Pero siempre hay posibilidad de mejorar las cosas, y esa voluntad es la que vi en quienes están a cargo de la versión de este año.
Comic Con no es una entidad maligna como el cíclope Polifemo que nos quiere encerrar en su caverna y comernos, es una iniciativa y una marca manejada por personas que van cambiando, que van cometiendo errores y también aprendiendo. Yo propuse que Atómica tuviera stand propio, en rigor no es mi stand, es el stand de Atómica y de todos quienes hemos colaborado estos diez años para darle vida. Bien sabemos, que los personajes “ficticios” pueden estar más vivos que los que supuestamente somos reales.
CM: Has trabajado con distintas editoriales, destacándose tu larga participación en Mitomano Cómics y el hecho de que tus últimas obras vieran la luz a través El Nautilus. ¿Puedes contarnos de tu relación con ambas?
SA: Mitómano Cómics es una editorial que ayudé a construir y a la cual le tengo mucho cariño, ya que la mayoría de mis amigos trabajan o han trabajado ahí. Es como la casa familiar, donde uno ha crecido con su mamá, papá y hermanos. Pero llegada la “adultez”, necesité independizarme, y me enrolé como parte de la tripulación de El Nautilus. Uno nunca pierde los vínculos con el hogar de origen, y Mitómano siempre será eso para mí, y seguiré aportando en la medida que se me permita y sea posible.
CM: ¿Qué viene a futuro para Atómica y tu trabajo como escritor?
SA: Como cantaba Jim Morrison: “El futuro es incierto y la muerte siempre está cerca”. Y eso es lo que se viene a futuro para Atómica: la muerte. Todo héroe debe morir, es parte de su ciclo, de su viaje, y luego de diez años, ya es hora de que Atómica pase por este trance.
Y por supuesto que va a regresar, ¡no pretendo inventar la rueda aquí! La muerte para los superhéroes, para los personajes de ficción, es un rito de iniciación más que algo definitivo, y tal vez esa sea la única gran diferencia entre nosotros y ellos. Mi trabajo como escritor, consistirá en seguir escribiendo hasta que se me desgaten las yemas de los dedos y se me hayan quemado los globos oculares.
CM: Un consejo para nuestros lectores que están llenos de ideas para volcar a sus personajes, ¿cómo se hace para dar vida a un personaje que tenga plena vigencia a lo largo de una década?
SA: Una sola palabra que puede sonar súper cliché: amor. Si no amas al personaje que creaste, ese amor no se traspasará a los demás, por lo tanto tu personaje carecerá de interés, no contará con una familia, una red de apoyo, un grupo de contención como el que Atómica ha encontrado a lo largo de los años. Son estos amigos y estas amigas, tanto lectores como creadores, sumado a mi amor por Atómica, lo que la ha mantenido con vida, y espero que eso persista como ha ocurrido con todos los grandes superhéroes del cómic, una vez que yo no esté en esta tierra. Mi más grande anhelo en relación a Atómica es ese, que no muera conmigo.