"Batman: City of Crime" (2005): un show de horrores
Continuamos con nuestra celebración de los mil números de la legendaria serie Detective Comics, y en esta oportunidad repasamos la breve pero impactante etapa del escritor independiente David Lapham en el título, por allá a mediados de la primera década del siglo XXI. Con ustedes, el arco bautizado Batman: City of Crime.
Aunque a sus fans más letales no les gusta reconocerlo, Batman es un personaje que sí tiene poderes: la popularidad y omnipresencia. Gracias a ella le hemos visto multiplicar sus apariciones por todo el Universo DC, a veces en acciones inverosímiles como enfrentarse y superar amenazas que claramente están más allá del alcance de alguien que solo es un tipo vestido de un mamífero volador. Sin embargo, es innegable que dónde mejor se desenvuelve es en los oscuros callejones de Gotham, ciudad que desde siempre ha sido parte integral del mito del murciélago, yendo mucho más allá que ser un mero decorado o ubicación geográfica.
De ella, el aspecto más interesante es su oscuridad, esos rincones putrefactos que llevan a la gente normal a la locura y engendran monstruos, y no me refiero necesariamente a payasos psicópatas o tipos con ropa estampada de signos de interrogación. Y es precisamente en esos rincones alejados de la luz del sol, y en las sombras que proyectan sus edificios, donde mejor se funde el cruzado de la capa, pues ahí anida y campa a sus anchas ese terror que con su traje busca infundir en los criminales.
Lo anterior lo tiene clarísimo el escritor David Lapham, a su vez experto en las miserias humanas que pueblan las historias tanto de Gotham, como del mundo real. Desde el principio de su carrera, Lapham ha demostrado una inquietud indie, lo que hizo que en 1995, apenas unos años después de adentrarse en el mundo del cómic, fundara su propia editorial, El Capitán Books, dónde ha publicado su obra más personal, la aclamada y premiada Stray Bullets, excelente serie de género negro, de la que sin duda ha tomado los mimbres para esta historia.
En 2005, el escritor y dibujante puso en pausa aquella serie, y aceptaría encargos para otras editoriales y personajes prestados. Así, acometería una intensa etapa en Detective Comics, título secundario del Hombre Murciélago, plasmada en los números 801-808 y 811-814, más una introducción en en el #800, y que a día de hoy, y gracias a los tomos recopilatorios, se conoce como Batman: City of Crime.
La historia arranca cuando Bruce Wayne pasa por alto las señales de auxilio de una solitaria joven atrapada en la vida de luces y falsedad de la alta sociedad. En paralelo, un incendio en el peor barrio de Gotham deja como saldo seis mujeres embarazadas muertas, lo que inicia una reacción en cadena que dejará expuestos terribles secretos que desnudaran las siniestras raíces del mal. ¿A qué nuevo villano deberá enfrentarse Batman esta vez? ¿Cómo es posible que haya operado a tal nivel de alcance sin que él se haya percatado? Porque en la ciudad del crimen, no todos los villanos llevan máscaras, no todas las víctimas son inocentes, y es mejor que algunos secretos sigan enterrados.
Ya desde la primera página del prefacio, queda de manifiesto lo alarmantemente bien que el guionista se maneja en las narraciones enfocadas en los aspectos lúgubres y decadentes. Y es que como decíamos más arriba, las bases noir de su escritura encajan a la perfección con el relato que nos presenta, que remite al aspecto más callejero de Batman, aquel que tiene que ver con investigaciones y crímenes más mundanos que aquellos con los que lidia junto a Superman y el resto de la Justice League.
Como decíamos más arriba, acá cobrará especial importancia la ciudad de Gotham, fuente inagotable de inmundicia y miseria, cualidad propia de una urbe cuyos picos se proyectan hacia el cielo, pero sus raíces, mucho más hacia el infierno. Lapham parte de los elementos originales del retrato del Caballero Oscuro, un personaje que ha construido su mito alrededor de la idea de aterrorizar a los criminales como un monstruo o una entidad primigenia cuya presencia resulta intimidatoria, y que con la complicidad de las sombras y de la leyenda que le precede, lo convierte en una presencia siempre acechante y dispuesta a impartir justicia.
Batman: City of Crime abraza dicha faceta del Hombre Murciélago, creando un ambiente perturbador y desasosegante. Pero también honra el elemento detectivesco característico de la colección en que debutó el personaje, plasmado mediante un misterio de estampa clásica que parte de la búsqueda de una chica desaparecida, que terminará desentrañando una conspiración de corrupción y muerte, que no podría funcionar mejor que en la gran urbe que no es más que un lugar horrible y miserable, y la auténtica pesadilla contra la que Batman libra su batalla eterna.
En efecto, en esta páginas veremos a Wayne hacer gala a su apodo del mejor detective del mundo, descendiendo a los más profundo del crimen gothamita. Lapham va desvelando el misterio de a poco, revelando datos de una manera atípica, que incluso a veces parecen inconexos. No es una lectura fácil, pues además de lo anterior, hay varias tramas que discurren de forma paralela, aunque luego se entremezclan en una maraña que debemos seguir con atención para no perdernos.
Cómo es lógico en un relato de estas características, el guionista deja de lado al aspecto más fantástico del personaje -adiós, BatGod, al menos, el mal utilizado-, para abordar la cara más humana de Bruce. De hecho, el sentimiento que guía el actuar del encapotado es el cargo de conciencia por fallar, por haberse dado cuenta de las señas ocultas de la necesidad de ayuda de la menor Haddie McNeil, dejando al descubierto que, tecnología, millones y entrenamiento aparte, Wayne es simplemente humano.
Lo anterior se complementa con la gran habilidad de Lapham de transmitirnos la frustración de Bruce, al estar siempre un par de pasos detrás de las acciones del villano, que le impiden evitar el reguero de cadáveres que su entramado deja tras de sí. En cierta escena, el escritor se encarga de quitar cualquiera pátina de idealización que los lectores pudieran tener de lo héroes enfocándose en la descripción de Robin, indicando que se mueve más como un mapache que con la rapidez y sigilo de una pantera, como sin duda a Tim Drake, y a los fans, les gusta creer.
Pero por supuesto, ningún relato de Batman estaría completo si en sus páginas no encontráramos algunos de sus llamativos enemigos. Acá, cómo es natural, encontraremos a los más apegados a la vertiente noir, cómo al Penguin, al Ventriloquist, o Scarface. Un poco más ajena parece la presencia de Mr. Freeze, aunque su trágica historia de origen no lo hacen el elemento completamente excluido. Eso sí, quién más destaca es el nuevo villano, y su red criminal conocida solo como The Body, que ha infiltrado las diversas estructuras de poder de la ciudad, desde la policía hasta la política, actuando bajo la nariz de Batman sin que éste se hubiese percatado. De repente, la Corte de los Búhos de Scott Snyder no es tan original.
Con todo, Lapham nos entrega superhéroes que son solo héroes, super-detectives que no son infalibles, sistemas policíacos infiltrados de corrupción, víctimas que también pueden ser victimarios, y en definitiva, nos queda el mensaje que no importan los villanos, no importa la justicia, no importan las víctimas, los grandes protagonistas del relato son los crímenes engendrados por Gotham, mientras sus ojos brillan, y sonríe con una mueca de satisfacción.
En el aspecto artístico, tenemos el excelente trabajo de Ramón Bachs en dibujo, con tintas de Nathan Messengill, y coloreado de Jason Wright, excepto en el prólogo de Detective Comics #800, ilustrado por el mismo David Lapham. Y la verdad es que el estilo feísta de Bachs le viene como anillo al dedo al relato, pues con su gran preponderancia de las sombras, transmite la mugre y la suciedad de la ciudad, y la decadencia y terror de sus ciudadanos, ya sean ilustres o no.
Eso sí, Lapham estuvo muy involucrado en el arte de la obra, pues además de dibujar aquella entrega de Detective Comics, también confeccionó las portadas, y boceteó las páginas de todos los números. Al respecto, Bachs que recuerda que las páginas que le remitía el escritor "eran fotocopias. Las hubiera podido entintar tranquilamente y hubiesen funcionado. Eran sus lápices, tal cual. El entinta con esos lápices y le queda perfecto. Me encontraba con esas páginas y me preguntaba: ¿Y qué hago? ¿Cómo lo cambio?".
Eso sí, se observa que el dibujante fue despejando sus dudas, acomodándose cada vez más al sistema de trabajo. A medida que avanzan los números, sus ilustraciones se definen, evolucionan, y adquieren más personalidad. Sus páginas se van volviendo más oscuras, resaltando especialmente el aspecto de terror del cómic, y haciendo de Gotham un lugar cambiante, retorcido y maligno.
En resumen, no puedo hacer más que recomendar Batman: City of Crime. Es una historia trágica, retorcida y aterradora que destaca el aspecto más detectivesco del Caballero Oscuro, y la decadencia de su ciudad que se eleva, una vez más, como personaje imprescindible en el bati-universo. Apto para lectores que gusten de los relatos noir, e ineludible para fans del murciélago.