"Samurai Champloo" (2004): tras la esencia de los girasoles
A mediados de la década pasada, fue frecuente encontrar obras japonesas creadas directamente para aparecer simultáneamente en varios formatos, como anime, manga, videojuegos, bandas sonoras y otro tipo de merchandising. Uno de esos exponentes es Samurai Champloo, un proyecto ideado y producido por el estudio Manglobe Inc., que llevó a cabo el plan multimedia de este título mediante un grupo específico de trabajo al que bautizó como Shimoigusa Champloos.
Pero, ¿de qué trata la obra? Samurai Champloo narra una historia de acción, comedia y drama que nos situaría en Japón durante el período Edo. En ella seremos testigos del periplo de una chica llamada Fuu, quien "contrata" a un par de samuráis, Mugen y Jin, luego de salvarlos de una ejecución pública. Ambos personajes aceptan de mala gana ayudarla en su viaje, cuyo objetivo no es otro que encontrar a un misterioso hombre conocido solo como el Samurái que huele a Girasoles, por un motivo en un principio desconocido.
El Anime
De todas maneras, por su potencial de masividad, el producto estrella del proyecto fue la serie de animación, que constó de un total de 26 capítulos, divididos en dos temporadas, emitidas por el canal Fuji TV. La primera, de 17 episodios, fue transmitida entre mayo y septiembre de 2004, mientras que las 9 entregas restantes estuvieron en antena entre enero y marzo de 2005. Rápidamente quedó en evidencia que Champloo fue uno de los mejores títulos de ese año, obteniendo gran popularidad tanto en su país de origen, como en el extranjero.
Y si a simple vista podría parecernos que estamos hablando de otro anime de espadas del montón, el título posee varios elementos que lo hacen destacar. Técnicamente posee una animación soberbia, que se acompaña de una notable banda sonora repleta de pegadizos temas y ritmos pertenecientes al género del hip-hop. Sus argumentos y diseños poseen una gran cantidad de anacronismos, dados principalmente por la inclusión de elementos del arte urbano. Además presenta tramas muy interesantes, ya sea involucrando luchas de poder o emotivas historias centradas en personajes episódicos, protagonizadas por tres centrales carismáticos y unos secundarios convincentes.
A todo ello hay que sumar el buen hacer del director Shinichiro Watanabe, artífice de series tan prestigiosas como Cowboy Bebop, o del diseñador de personajes Kazuo Nakasawa, que trabajó en los fragmentos animados del film Kill Bill, de Quentin Tarantino. También debemos nombrar el aporte sobresaliente del Director Artístico Takeshi Waki, quien dotó a la obra de una estética única, en que se mezclaron las locaciones clásicas de ese período histórico con las influencias del hip-hop, grafitis y el arte urbano. Todo aquello dotó al título de un sabor único y característico.
Por supuesto, gran parte de su peculiaridad también se debe a los personajes, a su vez también particulares y llamativos. Fuu es una optimista e intrépida chica huérfana de 15 años, que al comienzo de la historia trabaja en la tetería de sus tíos. Como dijimos, su motor es encontrar al Samurái que huele a Girasoles, por motivos que se nos revelarán a medida que avanza la trama. Mugen, el más estrafalario del trío, es un salvaje luchador rebelde e impulsivo, decidido a no ser fiel a nada más que su fuerza. Destaca por su extraña vestimenta y estilo de lucha. Jin, en tanto, con un diseño de samurái clásico, es un callado y enigmático espadachín terriblemente hábil, que podríamos calificar como un lobo solitario. Sus historias de vida, motivos y trasfondo se irán descubriendo con el correr de los capítulos, e incluso recién a partir del séptimo u octavo, por lo que no les arruinaré la sorpresa.
En el primer capítulo, Mugen y Jin son condenados a muerte luego de enfrentarse en una batalla en que termina muerto el hijo del Gobernador de la zona. Fuu salva su vida a cambio de que aquellos la ayuden en su travesía, aunque las cosas no son tan fáciles ya que ambos espadachines estarán siempre tratando de matarse entre ellos. De ahí en más, en los episodios iremos encontrándonos con historias plagadas de yakuzas, drogas, prostitución y hasta homosexualidad, todo bañado por una aparente capa externa de absurdo que engloba una potente carga emotiva y de dramatismo.
La impronta de la serie es la liviandad, pero no por ello no tendremos tramas potentes y oscuras, en que el triunvirato deberá salir airoso de espectaculares batallas con mafiosos, ninjas y fuerzas del gobierno. No obstante, hay algunas entregas que son de plano dramáticas, especialmente aquellas que tienen que ver con el argumento principal y, por supuesto, la trilogía del final; así como otras que son una comedia absoluta, como el capítulo de los zombies y el del béisbol.
Eso sí, al tratarse de una historia de un viaje, es inevitable que la estructura no adscriba a la clásica estructura de vivir aventuras en los lugares por los que pasan, donde van conociendo personajes, solucionando conflictos, y siguiendo adelante. Por tanto, muchos de sus elementos nos recordarán a otras series de espadas, como Rurouni Kenshin, aunque vistos a través del particular prisma del show. Así, a pesar de que varios de los capítulos responden a la columna vertebral de la búsqueda de Fuu, la mayoría funcionan como historias autoconclusivas, que no tienen impacto en la trama central más allá de la experiencia que van acumulando los protagonistas o algunos datos que obtenemos de su pasado.
Pero si hay algo de lo que Samurai Champloo puede jactarse es de su espectacular apartado visual. Como decíamos, su animación es excelsa, llena de hermosos efectos en los momentos calmos y de tranquilidad, y de gran dinamismo en las abundantes escenas de batallas. En ese aspecto, no se corta a la hora de mostrar sangre y mutilaciones, aunque tampoco a nivel de hablar de gore. La violencia es elegante y bien tratada, por lo que nunca se siente excesiva y fuera de lugar. Así mismo, llaman la atención algunos planos y enfoques, que tienden a agregar solemnidad a las escenas. Los colores, si bien son variados y a veces vivos, nunca son extremadamente chillones, en consonancia con una época en que Japón no vivía lo que podríamos llamar felicidad. La obra también destila belleza en esos planos generales y paisajísticos, en que el grado artístico que se alcanza es muy alto.
Como dije anteriormente, el aspecto sonoro también está muy logrado. Al adecuado trabajo en voces y efectos hay que sumarle la banda sonora, cuyos temas incidentales, openings y endings se mueven al ritmo del hip-hop, con influencias del cool jazz y trip-hop, y artistas de la talla de Tsutchie, fat jon, Nujabes y Force of Nature. Nujabes es el principal artífice de los créditos de apertura y cierre principales, en los que cuenta con la colaboración de Shing02 —en el opening "Battlecry"—, y Minmi, en los ending "Shiki no Uta" y "Who's Theme". Otros créditos finales son "Fly" de Tsutchie, "You", de éste y Kazami, y "San Francisco" de Midicronica.
El Manga
Como establecimos al principio, anime y manga fueron concebidos al mismo tiempo, por lo que el cómic no es una adaptación de los episodios televisivos, ni viceversa; de hecho, ambos guardan pocas similitudes. Únicamente coinciden en el punto de partida del argumento, esto es, la destructiva aparición de Jin y Mugen en el establecimiento en que trabaja Fuu. A partir de ahí, el manga presenta historias livianas, con predominio absoluto del humor y la aventura, por supuesto con una gran cantidad de peleas.
El cómic, publicado en la revista Shonen Ace, es trabajo de Masaru Gotsubo, tanto en guion como en dibujos. La obra completa consta de 10 capítulos más un epílogo, recopilados en dos tomos. En sus páginas seremos testigos del estilo desenfadado del autor, quien plasma historias que mezclan argumentos que rayan en el absurdo, con un dibujo sencillo pero muy detallado que pasa de viñetas convencionales a ser prácticamente bocetos en las escenas más jocosas o de pelea. El autor muestra una gran habilidad para plasmar el dinamismo y jocosidad de las historias, entregando imágenes visualmente agradables, aunque algo recargadas cuando se trata de hacer chistes con pequeños —a veces, pequeñísimos— textos fuera de los globos de diálogos. Ayudarte con una lupa no está de más.
De esta manera, y tal como y como explica el mismo Gotsubo, el manga es una extensión de las aventuras que viven los personajes en su viaje. Es una bocanada de aire fresco y una buena lectura para quienes ya han disfrutado de la versión anime. Pero si leer el manga es tu primer acercamiento a la historia, quizá pueda parecer insípido, pues su corta extensión no permite profundizar en la psicología del trío protagonista, ni ahondar en su pasado y en las razones que los llevaron a terminar en este viaje casi iniciático. Y por supuesto, aquí no asistiremos al desenlace la trama principal del samurái girasol.
En definitiva, el manga deja un buen sabor de boca por sus situaciones humorísticas, pero es adecuado más que nada para pasar un buen rato, porque si buscas un cómic con argumento profundo o mayor rigurosidad histórica, este título no es para ti.
Raya para la suma
Con todo lo anterior, podemos concluir que Samurai Champloo es una serie que no te dejará indiferente. Gracias a su mezcla de estilos, la obra crea un universo único y particular que seduce a cualquiera que guste de las espadas y aventuras de samuráis. La banda sonora, notable aun cuando el hip-hop no sea lo tuyo, es la guinda de la torta de un producto cuidado y peculiar, que destaca por personajes carismáticos, una historia bien hilada con violencia explícita pero adecuada, y una curiosa ambientación que mezcla arquitectura de época y arte callejero. Y además, son sólo 26 capítulos y dos tomos de manga, por lo que no tienes que estar pegado a una pantalla a lo largo de un número infinito de episodios que a la larga te hacen perder el interés.