State of the Union - Scarlet (2010): un manual de como no hacer la revolución
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha polarizado al país del norte. El precepto de la unidad de los estados, “the union”, es una institución política que se ha erosionado con una rapidez aterradora. El concepto “second civil war” o “second american revolution”, está siendo introducido a través de las redes sociales y medios de prensa tradicionales. Protestas con muertos y heridos, autos en llamas, encapuchados peleando con la policía. Son postales que solíamos ver más en países del tercer mundo que dentro de las fronteras del país del norte.
Considerando eso, tenemos que volcarnos hacia las creaciones culturales para tomarle el pulso a una sociedad, pues el arte siempre ha sido un reflejo de la época en la que fue producido. Elegí el cómic porque es un género bastardo, el hijo ilegitimo de la escritura y la pintura. A nadie le interesa, tiene su público cautivo, y esa justamente es su mejor fortaleza, pues permite a los autores tomar riesgos y decisiones político-creativas que serían impensables en el cine o televisión. Bajo esa premisa, State of the Union serán una serie de artículos donde pretendo analizar historietas norteamericanas que reflejen el panorama político norteamericano.
Scarlet, un manual de cómo no hacer la revolución
Scarlet es una creación del guionista Brian Michael Bendis y el ilustrador Alex Maleev, autores que tienen una larga historia de colaboraciones que nos han entregado joyas como su run en Daredevil o su re-interpretación de Moon Knigth. La historia se centra en Scarlet, una joven que presencia el asesinato de su pareja a manos de un policía. Esto gatilla una cruzada personal en contra de agentes de la ley en la ciudad de Portland, y lo que empezó con asesinatos aislados de policías corruptos, termina en una insurrección ciudadana a gran escala, todo esto bajo el liderazgo de la carismática caudillo de pelo escarlata. A la fecha se han publicado doce números en el primer volumen y cinco del segundo, todos ellos bajo el sello editorial de Bendis: Jynxworld.
En los primeros números de la serie, Scarlet es presentada como una protagonista pragmática, que al estilo de House of Cards, rompe la cuarta pared y nos explica las motivaciones que tiene. La historia está diseñada para que empaticemos con ella y su causa, siendo testigos, a medida que avanza la trama, de una escalada de violencia. Y ya no es solo ella, pues a mediados del primer volumen ya cuenta con un séquito paramilitar que ejecuta golpes con un despliegue táctico que funciona como reloj suizo. Poco a poco la rebelión se extiende provocando protestas masivas, siendo una insurrección sin un motivo o ideología claros, una especie de respuesta a una serie de injusticias que aqueja a la población, una furia que no va acompañada de una lista de demandas u objetivos.
Sin embargo había algo que me hacía ruido, la revolución era liderada por un grupo minoritario de la élite “contrasistema”. Literalmente solo uno de los integrantes de su círculo de hierro tiene entrenamiento militar, el resto son un grupo de adultos jóvenes hiperventilados ideológicamente que nunca serían capaces de desarrollar tales habilidades. Básicamente es el sueño de todo admirador del Che Guevara, que paradójicamente son las personas que más evitan el servicio militar. Piensen en un barista de Starbucks portando una sub-ametralladora ¿Un poco inverosímil, no?
Existe una pre-concepción romántica de que el pueblo llenará las grandes alamedas e inmediatamente será mejor la vida que vendrá. Claramente ese es un desvarío de adolescentes borrachos de ideología, se los digo porque estuve ahí. Marche muchas veces con el puño en alto demandando justicia, representado al “proletariado” del que nunca fui parte. Como dijo un político chileno: “tener quince años y no ser comunista es no tener corazón”. Pasado una década después de eso, pensando las cosas en frió llegue a una revelación desalentadora: el pueblo nunca ha tenido verdadero poder, y un alzamiento en contra del sistema imperante nunca se los dará. Y antes de que se les ocurra hablar de la revolución mexicana, bolchevique e incluso española, hay que admitir que son levantamientos autodenominados populares, pero manejados por una élite.
Es verdad que existe un componente de alzamiento ciudadano, pero siempre el poder se ejerce de manera vertical y no horizontal. Es por eso que los anarquistas se volvieron contra sus aliados comunistas en la guerra civil española. Los anarcos buscaban que el pueblo fuese quien ejerciera el poder, no una cúpula gobernante. Spoiler Alert: ambos bandos fueron aplastados brutalmente. La contra revolución puso a Francisco Franco en el poder en una dictadura que duro veinte años ¿Cuál es la moraleja? Si se van a dedicar al negocio de la insurrección, háganlo bien. De lo contrario el imperio contraatacara con todo. Ahora basta de mis resentimientos personales y sigamos analizando el cómic que nos convoca.
Durante el alzamiento promovido por Scarlet, las personas común y corrientes son presentadas como personajes unidimensionales que solo están ahí para levantar el puño en alto en apoyo a ella. El “pueblo” se muestra como una masa uniforme, no existen posiciones contradictorias. Es el paradigma binario que tiene la ficción gringa: ellos contra nosotros, los buenos contra los malos, todos los policías son cerdos y todos los antifas son héroes. Es una manera de simplificar un tema extremadamente complejo. No existe un plan o ruta ideológica, es más bien un alzamiento espontáneo que no tiene demandas concretas, solo está ahí para apoyar a la protagonista.
Ya en el final del primer volumen la revolución se toma la ciudad. El volumen siguiente comienza con la ciudad secuestrada y asediada por el ejército. La revolución había quemado los puentes, literal y metafóricamente hablando. En el momento que escribo esto el segundo volumen terminó con un cliffhanger ridículo. Si hay una conclusión que puedo sacar es que Bendis no tiene puta idea como funciona una insurrección popular.
Cualquier persona que haya estudiado el concepto de una revolución armada sabrá que las cosas no son así de simples. Las guerras civiles son una mierda. No se está enfrentado a un enemigo externo, algo que suele unir más a un país, son los habitantes de un territorio contra ellos mismos. Y eso hace que las cosas se compliquen. ¿Dónde está el resto de la ciudad? Los burócratas, emprendedores, obreros, repartidores de pizza o incluso niños. ¿Qué pasó con los policías y el gobierno local de la ciudad? ¿Fueron ejecutados? ¿Bajo la autoridad de quién? ¿Hacia dónde fueron los miles (¿o millones?) de refugiados que habrá dejado el enfrentamiento? ¿Qué ciudades los aceptaran?.
A propósito de la mecánica del alzamiento popular, el filósofo esloveno Slajov Zizek dando en el clavo al analizar The Dark Knigth Rises: “La idea que por unos meses exista una ciudad Gótica gobernada por el pueblo, es el principal vació de la película, nunca vemos cómo este poder popular funciona“.
Saco a colación la última película de la saga del murciélago, porque ambos relatos plantean lo mismo: una ciudad se convierte en una especie de comuna autónoma. Siendo realistas, es ridículo que una revolución comience en Portland. La ciudad es conocida como la cuna del movimiento llamado “hipster”, palabra muy manoseada hoy por hoy. De hecho, para ilustrar mi punto, me quiero remitir a un hecho real que ocurrió en dicha ciudad. El 13 de Noviembre del 2018 se produjo lo que se conoce como “la batalla de Portland”. Se realizaron dos concentraciones paralelas: una en contra de la brutalidad policial y otra de adherentes del gobierno de Trump. Las cosas escalaron rápidamente, lo que comenzó con enfrentamientos verbales culminó rápidamente en un enfrentamiento físico. Encapuchados, más conocidos como antifas, y el grupo de extrema derecha conocido como los “proud boys” comenzaron a enfrentarse a golpes. Les mentiría si les dijera que grupo inició la pelea, hay opiniones contradictorias, pero se sabe con certeza como terminó. Los jóvenes antifas fueron masacrados, quedó en evidencia que no tienen puta idea como pelear.
Situaciones similares han sucedido en varias ciudades de Estados Unidos, y los medios de comunicación han construido un relato en que esos insurgentes presentan una amenaza. La verdad es que son estudiantes de humanidades, o “liberal arts education” como se le llama en Estados Unidos, que piensan que para iniciar una insurrección basta cubrirse el rostro con una pañoleta y lanzar un par de cócteles molotov. Entiendo que Bendis tiene cariño por su ciudad natal, pero la idea de que la revolución nazca allá son los delirios de un escritor burguesito y liberal anclado en el sistema.
La idea del héroe que inicia una guerra contra el establishment no es un concepto nuevo en la obra de Bendis. En su run en Daredevil, el diablo de la cocina del infierno les plantea a los demás héroes de la gran manzana tomar el control de la ciudad. Durante su paso por los X-Men, Cyclops el clásico boy scout, reemplaza a Magneto como líder de la insurrección mutante. En ambos casos los héroes fracasaron monumentalmente principalmente porque no tenían un plan concreto. Finalmente la historia se cierra diciendo que los dos personajes sufrían una crisis nerviosa cuando tenían esas ideas. Tal como lo leen: para Bendis la idea de alguien combatiendo al sistema solo podía venir de una mente alterada.
Honestamente no puedo decir si Scarlet terminará así, todavía faltan entregas para cerrar la historia. Solo apunto a las evidencias de la visión del guionista. Asumamos que Bendis cambió su pensamiento político y que notando como la tensión política aumentaba con el alza de Trump, decidió retomar la historia que tenía abandonada hace años, a modo de respuesta política a la llegada de la nueva extrema derecha. Es por eso que es muy importante hablar de este comic, a pesar de que sea bastante mediocre. Es la visión que tiene la izquierda liberal de una revolución, que claramente no están entendiendo nada.
Honestamente creo que la democracia capitalista tiene que caer, creo que estar en contra de ese modelo es cuestión de sentido común. El régimen actual, si bien ha traído prosperidad, está poniendo en riesgo la sobrevivencia de la especie, el calentamiento global es la gran evidencia de aquello. Si queremos sobrevivir, el capitalismo tiene que caer, y eso es un hecho, no una opinión. Pero creo que este tipo de historias aportan una visión muy simplista del proceso. Como mencioné anteriormente, cambiar el status quo es algo bastante complejo. Más que pensar en como derribar el sistema, tenemos que pensar con lo que lo vamos a reemplazar. Esa interrogante casi nunca se responden en este tipo de historias.
Estas líneas las escribo desde Sudamérica, una tierra en constante estado de revoluciones y contrarevoluciones. Esta es la tierra de los caudillos, del populismo, de los obreros marchado por la avenidas, de los estudiantes tomándose colegios y universidades. Después de las protestas, el olor de la gasolina de las molotov y el gas lacrimógeno es pan de cada día. Bendis y Maleev son excelente narradores gráficos, pero el tema de la revolución simplemente no lo entienden. Están gestando este cómic desde un país que no ha tenido una insurrección armada desde hace 150 años.
Las ficciones contra sistema tienen que nacer desde un lugar que entienda lo que es vivir una verdadera represión. Pongo como ejemplo el archiconocido cómic V for Vendetta, donde queda en evidencia que Alan Moore sabe de lo que habla. Vivir en la Inglaterra de Margaret Tatcher, que dicho sea de paso fue gran aliada de Pinochet, motivó al guionista inglés a producir una obra en respuesta a eso. Usar la ficción como un arma en contra de la represión. A decir verdad no sé como construir una buena ficción historia sobre la revolución en Estados Unidos, de saberlo estaría trabajando en un guion sobre aquello. La única certeza que tengo es que historietas como Scarlet son el perfecto manual de cómo no se debe hacer las cosas a la hora de desafiar al establishment.