"X-Men: Grand Design" (2017) de Ed Piskor: érase una vez los mutantes
A veces, cuando un relato lleva mucho tiempo desarrollándose, es bueno echar un vistazo atrás, para analizar lo que ha ocurrido, y sacar conclusiones de eso. En el caso de los mutantes más famosos del mundo del cómic, los X-Men, es un ejercicio que se antoja cada vez más necesario, pues su historia es tan intrincada que puede llegar a confundir incluso a los fans más dedicados, y no hablemos ya de los recién llegados. Por otra parte, rememorar la cronología y los mitos mutantes no solo tiene utilidad práctica, sino que nos permite abrazar la nostalgia y candidez de tiempos en que la falta de información instantánea hacía que las cosas se disfrutasen de otra manera.
Sin duda es ésto último lo que prima en X-Men: Grand Design, interesantísima obra del artista indie Ed Piskor, que es una verdadera oda de amor hacia unos personajes junto a los que creció. Durante seis tumultuosas décadas, los Hombres-X han tallado un legado singular en la historia del noveno arte y la cultura popular. Desde su nacimiento en los desenfrenados años 60 hasta su legendario reinicio en los años 70; desde su actitud de acomodo en los años 90 hasta a su batalla contra la extinción en los años 2000, los mutantes han sido indiscutiblemente relevantes para generaciones de lectores. Y eso es lo que el autor pretende condensar en la obra que repasamos a continuación.
X-Men: Grand Design (2017), que reúne los dos primeros números de una obra pensada para tener 6 entregas, es el primer acto de tres de un proyecto tremendamente personal del autor estadounidense Ed Piskor, para el que además significa su salto hacia las editoriales mainstream. Marvel promociona la obra como un recorrido por los sesenta años de historia de los X-Men que no se parecería a nada que hayamos experimentado antes, y como un intrincado trabajo de amor que reúne cientos de historias clásicas y oscuras en una obra maestra perfecta. El resultado demuestra que no son solo promesas vacías.
Presentado como una historia oral narrada por el Watcher, Grand Design es una condensación de las primeras historias de los X-Men, presentadas en el mismo estilo de investigación pop tipo documental que funcionó tan bien en la anterior obra de Piskor, Hip-Hop Family Tree, el multipremiado best seller que hace una crónica de la música negra desde sus orígenes en los setenta hasta mediados de los 80. Revelando todo, desde los orígenes de los personajes principales, la formación de la Escuela de Xavier y las aventuras iniciáticas del equipo original, el autor destiló los momentos esenciales de los años formativos de los Hombres-X en solo ochenta páginas.
Al mismo tiempo, también integró docenas de flashbacks y detalles secundarios que posteriormente se agregaron a estas historias originales mediante retrocontinuidad. Según sus palabras, su objetivo fue "tomar las miles de páginas que conforman los números 001-281 de The X-Men y Uncanny X-Men, y tratar de hacer una historia completa, concisa y satisfactoria que incluya todos los elementos más importantes, pero nada de los más pesados, redundantes, o los deus ex machina de la serie". Así, este primer acto abarcaría el periodo comprendido desde los inicios de la colección, hasta detenerse inmediatamente previo a la Segunda Génesis, que será tratada en el siguiente volumen.
Leer Grand Design es como ver de una sola vez una temporada completa de tu serie favorita. Dado su ambicioso alcance, Piskor recorre muy rápidamente el terreno, saltando abruptamente de un hito a otro, y en muchos casos, reduciendo la trama de números completos en una sola página. Sabiendo que la serie podría resultar inusualmente densa para el canon actual de Marvel y los títulos de superhéroes en general, Piskor buscó la inspiración, en términos de economía y comprensión narrativa, de una variedad de tiras diarias de periódicos. "Creé cada página para que funcionara como episodio o tira única y completa que, cuando se leyera en total, contara una historia más grande".
Aunque sus influencias son amplias, la inspección minuciosa de la foto de su estudio incluida en el tomo recopilatorio revela estanterías llenas de Gasoline Alley, Dick Tracy, Terry and the Pirates, y Peanuts, así como muchos volúmenes del material de EC Comics. Sin embargo, incluso con los esfuerzos diligentes de Piskor, hay mucho que digerir en su interior y los resúmenes de la trama podrían sentirse algo apresurados, y por tanto, los mejores momentos son aquellos que se centran en las historias de fondo de los personajes principales.
En Hip-Hop Family Tree, Piskor pulió su estilo y técnica, minuciosa pero al mismo tiempo muy fluida, capaz de detenerse en detalles pero sin perder el ritmo narrativo. Ahí manejó a decenas de personajes distintos, y unió todas las hebras que van dejando un relato coherente que se lee más como una novela que como un ensayo histórico. En Grand Design actúa de la misma manera, pero en este caso parte de elementos de ficción que trata como si fuesen reales, con el mismo sentimiento de realidad histórica. De todas formas, se trata de un orden convenido, pues las historias de los mutantes son producto de decenas de autores distintos, con diferentes enfoques y objetivos, que nosotros como lectores hemos materializado como un continuo.
Y esa es la ironía del trabajo de Piskor, pues nunca ha habido un "gran diseño" para los X-Men. Más bien, la franquicia insignia de Marvel ha evolucionado orgánicamente durante más de 50 años, con diversos direcciones por parte de un elenco rotativo de artistas y escritores, que sin embargo han intentado mantener la coherencia y la lógica. Entonces, y como decíamos en el párrafo introductorio, el punto de imponer retroactivamente un gran esquema planificado a la serie es en parte por la nostalgia, pero para los fanáticos que han seguido seguido estas aventuras como una telenovela sin fin, con su complejidad creciente, sus hilos argumentales no resueltos y un reparto en constante expansión, también hace que los X-Men sean accesibles nuevamente.
En lugar de leer años y años de números anteriores, estas páginas nos ofrecen la cantidad justa de antecedentes e historia, mientras que su estructura cronológica organiza la historia casual de los X-Men de una manera que aclara y profundiza la serie original. Para ello, el autor pule, adapta, ajusta y hasta falsea los datos cuando es necesario, pero todo en función de una narración coherente y respetuosa.
Pero, no obstante lo anterior, Grand Design no es casi en ningún momento solo un refundido histórico, u otra de esas miniseries que vuelven a contar el origen del grupo, al estilo de los Year One o Season One, tan comunes en la industria. Por el contrario, es una reinterpretación artística y apasionada de un material de riqueza incalculable, y de hecho Piskor no se contenta con solo retejer el manto narrativo, sino que lo embellece con adornos sutiles. Unus el Intocable lleva en la mano la estatuilla de La Oreja Rota de Tintín, Marvel Girl vive una aventura al estilo de Little Nemo In Slumberland, o Namor arrasa New York emulando al Superman furioso de Action Comics #001, entre otros ejemplos. En cierto sentido, el título va al fondo de la historia y el sentido de la franquicia y del Universo Marvel, pero al mismo tiempo también se sitúa al margen de eso, para conectar esos elementos con el cosmos más amplio de la historia del noveno arte.
Si hay un defecto en Grand Design, es que en su búsqueda de tratar de uniformar un título que originalmente tiene enfoques y direcciones diversas, sacrifica buena parte de la emoción y el drama de las historias clásicas a las que rinde homenaje. La obra se basa menos en la trama como sí en una sucesión de sinopsis, por lo que la perspectiva de Piskor no es tanto como un narrador sino como un arqueólogo, que analiza el pasado de forma más descriptiva que emocional. En ese sentido, está más cerca de la ambición y el espíritu de los resúmenes editoriales denominados Marvel Saga, o incluso de The Official Marvel Index, que de un cómic normal de los X-Men. Sin embargo, gracias a las ilustraciones de Piskor, supera con creces a cualquiera de esos esfuerzos centrados en la prosa.
Hablando del apartado gráfico, y por si todos los elementos de interés anteriores fueran pocos, el detallado contenido histórico es secundario frente al placer de mirar las viñetas de Piskor. Como fanático impenitente, a menudo ha profesado su amor por superestrellas como Rob Liefeld y Jim Lee, pero, después de haber trabajado con Harvey Pekar en American Splendor, su estilo artístico está más alineado con dibujantes underground como Daniel Clowes y Robert Crumb. Sus técnicas de coloreado neo-retro también son una parte crucial del atractivo estético de su trabajo, y de hecho el tomo recopilatorio Treasury Edition incluye una reimpresión completa de The X-Men # 001, recoloreada por el mismo Piskor.
A pesar de que Marvel ha recoloreado su catálogo por años, el enfoque distintivo del buen Ed hace que esta versión sea más sorprendente que todas las ediciones que conocíamos. "Siento que mi arte es un poco áspero", explica, "no funciona con el coloreado por computadora habitual, que da una apariencia perfecta de cuadros rellenos de pintura. . . ese estilo de coloración es demasiado perfecto para lo que sea que tenga mi arte. Pero la textura arenosa de los viejos cuatro colores se adaptan bien a mi línea".
Y en realidad tiene mucha razón, pues si bien las ediciones recoloreadas anteriores tienen sus virtudes, las interminables franjas de colores sólidos del irisado moderno despojan a las historias clásicas de su encanto de cuatricromía pixelada. Los colores de Piskor no resuelven esto resucitando viejas técnicas de coloreado, sino, y aquí está el genio detrás de su enfoque, copiando digitalmente paletas y texturas de los cómics de los años 60 y 70. Estos patrones de colores se colocan en capas sobre los lápices por vía digital, recreando el tono y la textura esenciales de la Edad de Plata y eliminando las manchas de color que obstruyen el trazo original. El enfoque híbrido de Piskor reconoce que los puntos moiré son la estructura atómica subyacente de los cómics antiguos, y que tratar de disimularlos asfixia el arte original.
El papel amarillento en que está impreso el material también es esencial para el efecto de envejecimiento general, pues la textura granulosa de la hoja de la edición estadounidense —o su imitación, en el caso de la versión española de Panini, que está impresa en el couché habitual—, le da a cada cada página una sensación desgastada y ajada. Esto entrega a los tonos negros un aspecto descolorido, pero también agrega un nuevo y poderoso color a su arsenal: el blanco. En lugar de un espacio negativo tradicional, el artista usa el blanco como un color intenso y vivo. Por ejemplo, en algunos pasajes el blanco sólido del campo de energía de Magneto prácticamente irradia desde la página, y en otros, dicho tono es utilizado para transmitir de forma inusitadamente intensa el frío de Iceman.
Con todo, y a pesar de los elementos de excelencia ya nombrados, sería imposible que la obra fuese algo tan personal e impecable sin que el autor no sea un completo fanático de los personajes, y del cómic como medio narrativo. Para Piskor, quien efectivamente ha sido un aficionado obsesivo de las historietas desde que era un niño, esta serie es un proyecto de ensueño. Sus bocetos y más de mil páginas de cómics dibujadas en su infancia revelan una profunda pasión por el tema, y es difícil no ver en esta obra una oportunidad para realizar el trabajo de su vida. Con su vasto conocimiento del cosmos X, Grand Design es un cómic que literalmente nació para crear, contagiando al lector con su entusiasmo descarado por los pupilos de Charles Xavier.
Aunando todo lo anterior, podemos concluir que X-Men: Grand Design es a la vez obra de un fan, y una obra de autor. Ed Piskor ha facturado un cómic maduro hecho con materiales de la infancia, que representa el testimonio incontestable de que lo que nos han dado estos personajes, y quienes han narrado sus aventuras desde hace muchos años, seguirá vivo dentro de nosotros para siempre. Una loa y una declaración de amor en forma de libro que no podemos sino aplaudir de pie, y que nos da fundadas esperanzas de que, una vez vea la calle el tercer volumen —el segundo acto, Second Genesis, fue publicado el 2018—, estaremos en presencia de un título imprescindible en la bibliografía de los mutantes. Alea jacta est.