"Parfum (El Perfume)" (2018): el aroma de la sordidez
Desde su irrupción, la plataforma de streaming Netflix ha dado que hablar tanto por el nuevo modelo de negocios que propuso, como por el material original que posee en su catálogo, de una calidad generalmente alta. Muy populares se han vuelto algunos de sus shows como Stranger Things, The Haunting of Hill House, entre otras, que han contribuido a aumentar la oferta en productos de diversión televisivos. Hoy, hablaremos de Parfum, conocida en estos lares como El Perfume, escabrosa y cruda serie que, aunque más modesta, comparte algunos elementos en común con su coterránea Dark, uno de los últimos bombazos del servicio de transmisión en línea.
El Perfume (Parfum), thriller de origen alemán, es una co-producción entre los estudios Constantin Film, MOOVIE y la cadena ZDF Neo, cuyo estreno fue en noviembre de 2018 en Alemania, y a nivel mundial un mes después, a través de Netflix. Basada en la novela homónima del escritor Patrick Süskind, que ya contó con una adaptación cinematográfica en 2006, el show abraza la idea núcleo de relacionar asesinatos y otros comportamientos viscerales humanos con los aromas, para entregarnos una de las historias más oscuras y perturbadoras de la plataforma, cosa no menor si consideramos que en ella también encontramos shows como Top of the Lake, o The Killing.
La miniserie fue dirigida por el ganador del Emmy Philipp Kadelbach (Generation War), y hasta ahora cuenta solo con una temporada de 6 episodios. La historia nos sitúa en una pequeña localidad de la Alemania profunda en el Bajo Rin, y arranca con el macabro asesinato de la bella y promiscua cantante llamada Katharina Läufer, cuyo cuerpo mutilado es hallado por su vecino y amigo de la juventud, Roman Seliger (Ken Duken), en la piscina de su casa. Cuando la detective Nadja Simon (Friederike Becht) llega a la zona del crimen, pronto descubre que no se trata de un asesinato de características habituales. A la víctima le han cercenado sus axilas, genitales y cuero cabelludo con el fin de extraerle las glándulas sudoríparas. Todo indica que aquel podría ser solo uno de varios homicidios.
Los sospechosos más probables serán un grupo de viejos amigos de un internado local, integrado por Seliger y su esposa Elena (Natalia Belitski), el proxeneta Thomas Butsche (Trystan Pütter), el traumado Daniel Sluiter (Christian Friedel) y el extraño perfumista Moritz de Vries (August Diehl). El nexo entre el sexteto, además de una retorcida pseudoamistad soportada en una malsana y repulsiva relación, es que durante sus años mozos estuvieron obsesionados con la novela El Perfume y con su protagonista, Jean Baptiste Grenouille, quien asesinaba a mujeres vírgenes para poder extraerles su aroma. El fanatismo de estos adolescentes llegó al extremo de formar un perturbador club, en que se dedicaron a aprender el arte detrás de la fabricación de los perfumes. Sin embargo, una vez que aparece el cuerpo de Katharina, la pandilla ya adulta vuelve a reunirse y poco a poco los secretos más atroces salen a la luz.
Como decíamos, Parfum es una serie fuerte y desoladora, que nos presenta un ambiente siniestro, donde hasta la más mínima inocencia es corrompida de forma sádica y gráfica, pues aunque han seguido adelante con sus vidas, los protagonistas se encuentran atrapados en un círculo de violencia, perversidad y resentimientos del que nunca han podido salir. A medida que avanza la investigación, vamos conociendo la psique de cada uno de ellos mediante una combinación de flashbacks que evidencian el origen de su unión y cómo han llegado a convertirse en lo que son hoy.
A la oscuridad de los personajes del pueblo y la crudeza de las imágenes que vemos en pantalla, debemos sumarle la intervención de la detective Nadja, quien también está marcada por una subtrama relacionada con su triste pasado y la relación de infidelidad que mantiene con su superior jerárquico. Al principio, la conocemos como una fría y profesional investigadora, pero pronto nos enteramos que al igual que el resto de personajes, está profundamente dañada, lo que se representa mediante su anosmia, condición médica de la pérdida del sentido del olfato. Esto la hace mirar un poco desde fuera la omnipresencia del elemento aromático en el comportamiento de los protagonistas, pero por lo mismo, quizá sea la más necesitada de sentir.
Con un historial de abusos físicos, soledad, violencia sexual y abandono, los protagonistas han formado su personalidad en base a retazos, en que se ven sus costuras por todas partes. Y por lo mismo, por ser falibles y defectuosos, es que se sienten reales, y podemos empatizar con ellos a pesar del enorme catálogo de perversiones que despliegan. En ese sentido es que los realizadores han hecho un gran trabajo entregándonos un lienzo en que somos nosotros quienes debemos decidir si los personajes nos agradan o no, no siendo fácil o posible clasificarlos en el bando de buenos o malos. Pero eso sí, ya sea en agrado o desagrado, ninguno de ellos nos dejará indiferente, debido que aunque parezcan de una cierta manera al inicio, de a poco se van denudando en diversas capas, que permiten comprenderlos mejor.
Pero más allá de los siniestros protagonistas presas de los más bajos instintos humanos, el misterio central está dado por el modo en que las esencias aromáticas pueden ser usadas para la manipulación humana. Desde siempre, los estudiosos del comportamiento saben que la mezcla de sustancias puede traer a la memoria los recuerdos más lejanos, pero también gatillar las emociones más salvajes e instintivas, influyendo en nuestras decisiones y sentimientos, y por tanto, encausar las acciones de los seres humanos podría ser posible con los estímulos olfativos adecuados.
En ese sentido, la obsesión por el olor perfecto es sólo una metáfora, pues el mensaje es mucho más cruel, representando al perfume como una condensación de la soledad y el abuso como estigma, y de traumas que continúan de por vida, como reflejo del fracaso como sociedad, familia e individuos por no proteger o guiar a los más jóvenes. Independiente de ser una adaptación de otra obra, el olor es un interesante y novedoso plot device que la historia ahonda con la ayuda de un narrador omnipresente y el título de cada episodio, que representa una fase o elemento en la creación de un perfume.
En este punto, vale la pena señalar que Parfum utiliza una batería de escenas bastante explícitas, y algo sangrientas. En sus cuadros encontraremos mucho sexo, desnudos e imágenes espantosas, lo que de cierta manera nos lleva nuevamente al núcleo temático de la serie, creando un paralelo en la forma en que los creadores manejan nuestra reacción a las imágenes, igual que los personajes exploran la respuesta emocional a los estímulos del sentido del olfato. Si bien en algunos pasajes las escenas de sexo puedan parecer un poco exageradas y excesivas, el tema general que concatena estos segmentos hace que sean un poco más fácil de digerir. No obstante, junto a las escenas más manifiestas y crudas, aparecen mensajes más sutiles y pequeñas pistas ante las que hay que estar atentos, pues cobran sentido en el desenlace.
No obstante lo anterior, sin duda que lo mejor de la serie es su puesta en escena, con un diseño de interiores y del uso del color muy interesante. De hecho, en la transmisión de emociones también juega un rol preponderante la ambientación, la fotografía y la cinematografía en general, que nos entrega largos paisajes desolados y fríos, que profundizan en la soledad de los personajes. Durante los flashbacks, la iluminación adquiere tonos más cálidos, pero con colores saturados que a su vez plasman la enajenación y opresión que viven los chicos. En las escenas del presente se utiliza la estética desgarradora y triste de shows como Dark, u otros dramas policiales nórdicos, como Trapped, o la ya mencionada The Killing. Sin duda, el diseño de producción y trabajo de cámara es impecable.
Y si bien el show aclara la mayoría de sus misterios, la resolución del caso no es particularmente sobresaliente, sintiéndose un poco anticlimático y rebuscado. Eso sí, no es en absoluto un mal final, y por supuesto, no logra empañar la calidad con que está construido el resto de sus partes, aunque es poco probable que este sea un thriller criminal que se recuerde tan prolíficamente como el libro del que está adaptado. Y claro, hay elementos que quedan ahí, flotando, en espera de una eventual segunda temporada, de la que aún no hay noticias.
En resumen, se puede establecer que El Perfume, es un drama policial que hay que ver. Su trama se adentra en una espesa maraña de deseos, resentimiento y toxicidad que atrapa y hace difícil no sumergirse en la historia. Desde la horrible escena del hallazgo del cadáver mutilado, hasta la tarea de desentrañar un mundo de desconfianza y desidia, cada escena y pieza se siente determinada, como la alienación y paranoia de los personajes, los paisajes sombríos y húmedos de esa Europa alejada del glamour de las grandes capitales, y una banda sonora que absorbe todo el ánimo.
Estamos en presencia de un drama algo distinto a la habitual, que más que adaptar la novela fuente, actualiza su concepto hasta la actualidad, en una escalofriante recreación que atrapa al espectador hasta el final. Los televidentes o fanáticos del género criminal que acá recalen se encontrarán con una producción que coordina todos sus elementos estéticos y narrativos en favor de una historia descarnada e intensa. Muy recomendable.