"The Punisher: Circle of Blood" (1986): primera sangre
Los justicieros solitarios siempre han formado parte del imaginario de ficción estadounidense. Aquellos héroes que actúan al margen de la ley estarían ahí desde el mismo nacimiento de aquella nación, representados en el género cinematográfico y literario que transcurría en los albores de su historia, el Western, en que el cowboy del oeste imponía su orden allá donde no llegaba la justicia, compensando abusos, vengando crímenes, y en esencia impidiendo que el mal atosigara al inocente.
Si bien su naturaleza de historias para todos los públicos obligó a imponer determinados límites al cosmos del superhéroe, en algún momento estos, con sus trajes llamativos y poderes sobrehumanos, ocuparon el lugar antes reservado para los vaqueros. El empijamado del cómic tradicional no mata, o al menos procura no hacerlo, confía en las leyes y respeta a la autoridad. Y en la mayoría de los casos, el aspecto de sobrehumanidad y sus estrafalarios villanos sirven para enmarcarlo en un mundo de fantasía, pues a pesar que sus páginas son un buen vehículo para reflejar la realidad, esa identificación se produce mediante metáforas.
Frank Castle, también conocido como The Punisher, es un personaje muy representativo de esa ralea, siendo su creación fruto de una época en que debido a la Guerra de Vietnam, la sociedad estadounidense había perdido la inocencia, al tiempo que los índices de criminalidad alcanzaban números históricos. Las calles dejaban de ser seguras para caer en manos de las pandillas y las drogas, y no había confianza en una policía totalmente permeable a la corrupción.
The Punisher: Circle of Blood corresponde a la primera miniserie protagonizada por el vengativo Frank. Si bien está fechada en 1986, la carrera del personaje comenzaría en The Amazing Spiderman #129, en 1974. En sus páginas, asistíamos al debut de un antagonista de diseño impactante, de impecable negro solo contrastado por la imagen de una gran calavera en el pecho, que ya desde la portada tenía al trepamuros en la mira de su rifle. Los inocentes lectores descubrirían a una criatura distinta a lo visto con anterioridad, que no era un villano pues procuraba la justicia a como dé lugar, pero tampoco un héroe pues su método era asesinar a sangre fría a los malhechores. A pesar de no tener poderes ni máscaras, era una verdadera fuerza de la naturaleza.
Los responsables de su nacimiento serían los encargados de las labores creativas habituales en Amazing, el guionista Gerry Conway y los dibujantes John Romita Sr. y Ross Andru. Conway, que por entonces apenas tenía veinte años, era un escritor más abierto a las corrientes modernas, en contraposición a otros autores de mayor edad que estaban más bien anquilosados. Su mayor influencia vino de su afición a las novelas de The Executioner, de Don Peddleton, cuyo protagonista era un ex-combatiente de Vietnam, impulsado a luchar contra el crimen luego del asesinato de su familia, que a su vez encarnaba el vacío y pesadumbre de los veteranos de guerra y de una sociedad que no supo lidiar con los traumas de sus soldados.
Pero la era también fue marcada por populares libros, como Death Wish, y la serie de filmes Dirty Harry, con Clint Eastwood, que nos sumergían en la fantasía de alguien lo suficientemente fuerte como para tomar el asunto en sus propias manos cuando la ley falla. "En ese momento había mucha ansiedad social en la ciudad de Nueva York", dice Conway. "Parte de la respuesta fue el vigilantismo. Fuimos débiles con los delincuentes y la respuesta adecuada fue eliminarlos. Lo vi, por decir lo menos, como una pregunta moralmente flexible."
A pesar de que Punisher tenía sus fans en los años setenta, fue en los ochenta cuando Frank Castle realmente explotó. A los guionistas les costaba trabajar con un personaje capaz de cometer tales atrocidades, y no fueron capaces de delinearlo de buena manera, a pesar de un par de notables y muy adultos relatos aparecidos en Marvel Preview #002 (1975) y Marvel Super Action #001 (1976). Ya en la siguiente década, tendría algunas apariciones destacadas en el Daredevil de Frank Miller y The Amazing Spider-Man de Bill Mantlo. Sin embargo, todo cambiaría cuando se dio luz verde a un proyecto de una miniserie de cinco números, en que al fin tendría la posibilidad de brillar y saltar a la primera plana en su propia cabecera. El proyecto, que a la postre sería conocido como The Punisher: Circle of Blood, sería obra de Steven Grant y Mike Zeck.
Al igual que The Punisher, el escritor Steven Grant estuvo dando vueltas por Marvel por varios años, durante los cuales sus cómics no fueron malos, pero tampoco tenía a fans peleándose para alabarlo, hecho que cambiaría gracias a su buen trabajo en Circle of Blood.
Como dijimos, las motivaciones impulsadas por la violencia del Punisher nunca se habían cuadrado con el tono más ligero de los superhéroes en general, pero en 1985, los tiempos habían cambiado. Grant y Zeck se sintonizaron con el material más rudo que querían los fanáticos y proporcionaron un Punisher enmarcado en un mundo real, o tan real como se puede en un cómic. El capítulo de apertura se desarrolla dentro de una prisión donde el Castigador es un recluso recién llegado, combinando la brutalidad y la tensión a fuego lento a punto de estallar propios de cualquier drama carcelario que se precie de tal. Nuestro héroe entonces tendrá la oportunidad de escapar gracias a la ayuda de The Trust, una organización de influyentes ciudadanos preocupados por la inutilidad del sistema judicial. Por supuesto, nada es lo que parece, y en realidad sus problemas no harán mas que empezar.
Con grandes cantidades de muertes, incluida la de un niño inocente, y algo de sexo, la primera miniserie de Punisher fue todo un choque cultural para la Casa de las Ideas. Nunca antes un personaje principal en el Universo Marvel había sido tan violento y actuado de forma tan expeditiva, aunque ya desde acá tendría su habitual retrato como un veterano desquiciado, atormentado por su experiencia durante la guerra y el horripilante asesinato de su familia, obsesionado con acabar con los criminales en todas partes.
Aún siendo una lectura vertiginosa y emocionante, y estableciendo que la obra es una de las buenas del Punisher en el Universo Marvel "normal", tanto estética como narrativamente incluye elementos propios de los cómics de aquella época, bastante más fantásticos que realistas. En ese sentido, en sus páginas encontramos villanos enfundados en llamativa tecnología, la violencia no es tan brutal ni explícita como en tiempos modernos, y tampoco encontramos un mayor trasfondo político o justificación para sus actos. Por tanto, hay una gran distancia respecto a la imagen actual del personaje, especialmente del cínico y descarnado Punisher MAX de Garth Ennis, haciendo que el acercamiento resulte más ingenuo que en la actualidad.
A pesar de ser una obra efectuada con gran oficio, hay algunos aspectos que no han envejecido tan bien. Por ejemplo, algunos diálogos de Grant son de un estilo que se siente en desuso, y los cuadros de texto en que se extrapolan los pensamientos de Frank no siempre son convincentes. Quizá esto sea producto de la salida del equipo creativo en el último número, gatillado por la decisión de Marvel de reemplazar a Zeck —que tenía los plazos de entrega demasiado encima— para no retrasar las fechas de venta, lo que a su vez motivó a Grant a renunciar en solidaridad a su compañero. Así, dependió de Mary Jo Duffy y Mike Vosburg llegar al final.
Respecto del apartado artístico, los trazos de Zeck son dinámicos y los personajes están bien diseñados, a veces tomando a Jim Steranko como inspiración en algunos paneles. En sus páginas queda patente su capacidad para plasmar vibrantes escenas de acción, así como su dominio de la anatomía humana en movimiento, en las que los personajes parecen saltar de las páginas. También son dignos de mención sus rostros, a menudo tremendamente expresivos.
Lamentablemente, da la impresión de que al igual que le ocurrió en Secret Wars, a medida que avanzaba la serie se notó que los tiempos de entrega le fueron sofocando, presentando algunas viñetas muy descuidadas, con personajes que parecen más contorsionistas que otra cosa. El trabajo de Mike Vosburg en el último número es efectivo al tratar de imitar el estilo de Zeck, y aunque no está a su altura, tampoco desentona.
A pesar de los tropiezos mencionados, The Punisher: Circle of Blood es un buen título para acercarse por primera vez al personaje, destacable tanto por ser la primera obra individual para el vigilante, como por el oficio con que Steven Grant y Mike Zeck la acometieron. Fue el cómic que inició la Punisher-manía, que hizo que llegara a tener hasta tres series regulares al mismo tiempo, y se hiciera de una base de incondicionales que lo siguen hasta hoy. Tanto a nivel narrativo como artístico encontramos un material de estilo completamente deudor de su época, tanto en lenguaje como en premisa, con un acabado pulcro y mimado. Sin duda, los criminales estarán aterrados bajo la cama esperando eludir la caza de Castle, pero el resto de los mortales podremos disfrutar de una entretenida y agradable lectura. Bad boys, bad boys, whatcha gonna do, whatcha gonna do, when he comes for you?