"Silver Surfer: Parable" (1988): apetito mesiánico
A estas alturas, no tiene sentido puntualizar que el recientemente fallecido Stan "The Man" Lee fue uno de los grandes responsables del advenimiento de la Era Marvel de los cómics. Sus creaciones, cuyos créditos comparte con artistas de la talla de Jack Kirby y Steve Ditko, se cuentan por montón y contribuyeron a nutrir aquel singular cosmos de ficción. De entre todos los títulos que guionizó, el que dio el puntapié inicial fue Fantastic Four (1961), y es en esa serie que nació el dueto de protagonistas de la obra que hoy nos convoca, Silver Surfer: Parable.
La fe sin sentido común solo denigra el espíritu divino.
Norrin Radd
Silver Surfer: Parable, conocida en español como Silver Surfer: Parábola o Estela Plateada: Parábola, dependiendo de la zona geográfica, es una serie limitada de dos entregas publicada en 1988 y reeditada casi inmediatamente en un lujoso álbum, siendo además una de las piezas más especiales del catalogo de Marvel. Si bien posee una serie de elementos llamativos, su aspecto mas destacado es ser una obra fruto de una colaboración entre dos leyendas del cómic, Stan Lee en guiones, y Jean Giroud, más conocido como Moebius, en el arte, en la que sería la única obra del artista francés para una editorial mainstream del país norteamericano.
ORÍGENES FORTUITOS
Según lo expresado por "The Man", la colaboración surgió de forma espontánea cuando ambos creadores se conocieron en la Feria del Libro de Anaheim, California. Por entonces, ambos se declararon admiradores de su interlocutor, con Moebius reconociendo que Silver Surfer le parecía fascinante. A Lee le pareció genial la idea de que el dibujante retratara al vagabundo estelar, pues creía que el estilo del personaje se prestaba ideal al lirismo poético y las divagaciones filosóficas que son el alma del arte de Giroud. Solo faltaba pensar una temática interesante sobre la que escribir, y la solución llegó en la forma de una idea que había sido concebida casi 25 años antes.
El surfista plateado, cuyo nombre real es Norrin Radd, y su amo Galactus, fueron uno de los conceptos más sugerentes de los creados por Jack Kirby y el propio Stan en Fantastic Four. En esa época, el tándem había comenzado a madurar una idea estimulante y loca al mismo tiempo: crear un cómic protagonizado por Dios. A pesar que algunas consideraciones los convencieron de que algo así era demasiado arriesgado, nunca se desechó la idea, y es así que cuando la colección se acercaba a su #050 decidieron que era el momento adecuado. Así, la dupla imaginó a Galactus, el ser divino que bajó desde los cielos para decidir el destino de la humanidad.
Pero en el proceso creativo, la situación comenzó a transitar por caminos imprevisibles. Para empezar, el Devorador de Mundos acabaría siendo un ente prácticamente amoral que consumía planetas para sobrevivir. Pero el cambio más inesperado fue la creación por parte de Kirby de un ser plateado que volaba en una tabla de surf cósmica, ya que pensó que alguien tan omnipotente como Galactus necesitaba una especie de sirviente o heraldo.
El paralelismo religioso fue evidente, pues si Galactus era Dios, Estela Plateada no tardó en representar una especie de Jesucristo, pasando de una actitud inicial más bien robótica, a mostrar un interior mucho más humano que el mostrado por los mismos terrícolas, y cuyo objetivo en la Tierra no debía ser otro que entregar lecciones de moralidad a sus habitantes. Este hecho quedó aun más que patente en la serie Silver Surfer (1969), escrita por Lee y dibujada por John Buscema.
Dicha cabecera, si bien fue de corta duración, tuvo un inesperado éxito fuera de Estados Unidos, siendo publicados en varios países. Entre ellos se encontraba Francia, donde llegaron a manos de Jean Giraud, dibujante cuya carrera había comenzado en 1954, y que en 1963 empezó a ilustrar los álbumes de Blueberry -escritos por Jean Michael-Charlier-, personaje que lo convertiría en uno de los grandes del cómic galo. Posteriormente, adoptaría el seudónimo de Moebius, al desarrollar un estilo más futurista y minimalista. Fue en esa época en que descubrió a Le Surfer D'Argent, en un tiempo en que en Europa el prejuicio y la opinión negativa hacia las viñetas del otro lado del Atlántico eran la tónica. A la postre, el artista conocería a muchos de los personajes de Marvel, siendo esa su colección favorita.
Sin embargo, y antes de llegar a Parable, es necesario comentar su antecedente directo, que encontramos en la novela gráfica Silver Surfer: The Ultimate Cosmic Experience. En 1978, el mítico equipo de Lee y Kirby se reunieron para un último trabajo, basado en una linea argumental donde el Devorador y su heraldo serían los protagonistas. Lee planteó la historia en la Tierra de un universo alterno en que no existían los 4F ni el resto de héroes, y la narración exploró aspectos más sociales que teológicos, por lo que la idea de tener a Dios como protagonista era una espina que seguía clavada en su costado.
Así en 1988, cuando ya estaba pactada la colaboración con Moebius y diez años después de Ultimate Cosmic..., Stan comenzó a cranear un argumento que fuese especial y encajara tanto con el estilo artístico como con el carácter del hombre que realizaría las ilustraciones. Reciclando esa vieja idea, y recordando los comentarios positivos que recibió en su momento acerca del tono cuasi religioso de las historias de aquella entidades cósmicas, es que decidió introducir nuevamente a Galactus, y presentarlo desde un nuevo punto de vista, convirtiéndolo en un ser divino en toda su gloria. El resultado fue un título donde la religión es tratada con total claridad y contundencia, y por tanto, su cómic de Dios ya era una realidad.
ANTENA PARABÓLICA
Dada la naturaleza del proyecto, Lee decidió con acierto situar la historia en el universo inaugurado con la novela gráfica que nombramos anteriormente, realidad que hace poco recibió el nombre de Tierra-7888 -número que surge al unir el 78 y el 88, años en que se publicó cada uno de los proyectos-, aunque también se conoce como Tierra-M o Tierra-Moebius. Aquello permitió que el artista diera rienda suelta su imaginación, dibujando nuestro mundo y su gente con el aspecto que podrían tener en el futuro, algo en lo que siempre ha descollado.
La historia de Parable es relativamente simple: Galactus regresa a la Tierra, planeta que previamente había jurado no atacar, y exige que la humanidad lo adore como un dios, aunque todo es una forma de eludir su promesa para que eventualmente pueda consumirla. Norrin, que se encuentra exiliado en el planeta, ve a través del plan de Galactus y luchará una batalla desesperada para salvarnos. Sin embargo, esta simplicidad oculta el verdadero valor moral y filosófico del cómic, que contrasta con el tono más irreflexivo de la mayoría de cómics de superhéroes.
Como es habitual en su pluma, la escritura de Stan a veces se siente innecesariamente elaborada, más adecuada para una época llena de globos de pensamiento, dialéctica rimbombante y narración paternalista que para títulos publicados a partir de los 80. Sin embargo, afortunadamente acá lo que prima es una elegante moderación, para permitir que el arte de Moebius hable por sí mismo. Su poco natural diálogo es extrañamente adecuado para el grandioso efecto visual y el tono bíblico de la historia. El relato roza la maravilla, y esta repleta de ponderaciones personales y filosóficas, por lo que se intuye que vino del corazón del guionista. Nada es bonito o superficial, e incluso se siente triste y oscura, pero al mismo tiempo, la determinación de Estela puede verse desde un punto de vista esperanzador.
Si nos atenemos al título del cómic, el propósito de una parábola es usar una narrativa para sugerir cómo debemos comportarnos o lo que debemos creer, y por lo tanto, debería ser obvio que Lee tiene una lección moral que enseñarnos. Y aunque Parable aparece en la superficie como una historia sobre la religión, con masas de personas que hacen proselitismo ante un posible dios, un charlatán evangelizador y un surfista plateado mesiánico, en realidad está más cerca de ser una alegoría sobre dos formas diferentes de relacionarse y responder al poder. Por un lado está el todopoderoso Galactus y su autoproclamado sumo sacerdote Colton, quienes se aprovechan de los débiles para sostener o aumentar su poder; por el otro lado, se encuentra Norrin y la hermana de Colton, Elyna, quienes ponen sus principios en primer lugar a pesar de las probabilidades imposibles con las que se enfrentan, buscando inspirar a las personas comunes para que se fortalezcan a sí mismas y entre sí.
Cuando se aplica a la sociedad en general, el mensaje de Lee es claro: debemos anteponer nuestras más nobles aspiraciones a nuestro cinismo y pragmatismo para que haya alguna esperanza de avanzar en la civilización humana. Sin embargo, la dialéctica entre las dos ideologías opuestas representadas anteriormente también nos invita a cuestionar el propio género de superhéroes y cómo lo disfrutamos: ¿qué es lo que más valoramos de estos súper-hombres? ¿Son los poderes que poseen o los valores que representan?
Dada la fecha de la publicación inicial de Parable, me resulta difícil no verla en el contexto de lo que le estaba pasando al género de superhéroes en ese momento. El éxito de Watchmen o The Dark Knight Returns solo unos años antes, elevó la ficción de superhéroes a un nuevo nivel de sofisticación y ayudó a que su público fuera receptivo a un tipo diferente de cruzado enmascarado. Siempre con un olfato comercial, es dudoso que aquello escapara a la atención de Lee, y al trabajar con un artista tan talentoso como Moebius en una historia tan contemplativa, es posible que quisiera demostrar que él también podía hacerlo. Y a pesar que no alcanzó los niveles de grandeza de aquellas cabeceras, de todas maneras logró el prestigioso Premio Eisner a la Mejor Serie Limitada en 1989. Con todo, hoy parece que muy pocos cómics de empijamados recuerdan la lección que Lee predicó aquí, que se necesita mucho más que un traje de colores brillantes para separar los héroes de los monstruos contra los que luchan.
ARTE FRANCÉS
La naturaleza doblemente idiosincrásica de la obra, debido a la fusión de los estilos artísticos franceses y norteamericanos, la ayuda a diferenciarse de cualquier otro cómic de Marvel, especialmente de otras series del mismo período. Moebius hizo un esfuerzo consciente para adaptar sus métodos de trabajo a la tradición estadounidense, como dibujar secuencias de acción desde perspectivas 'Kirbyanas' con bocetos a lápiz más agresivos y dinámicos que de costumbre, para luego incorporar grandiosas viñetas de paisajes, personajes de anatomía fluida, y figuras precisas y finamente delineadas, tal y como es su sello.
Moebius y Lee usaron el 'método Marvel' de colaboración para desarrollar la historia, donde el escritor le da la trama al artista, el artista dibuja los diseños de página y el escritor vuelve a completar esas páginas con diálogos y leyendas, posiblemente sugiriendo también algunas modificaciones, lo que demuestra cuán lejos estaba Giroud de su zona de confort. También optó por utilizar una paleta de colores más limitada que la que tradicionalmente utilizaban los cómics estadounidenses, en comparación con sus homólogos europeos.
Por tanto, y a pesar del enfoque radicalmente diferente para lo que habitualmente encontramos en las páginas de DC o Marvel, el arte de Parable es inmediatamente reconocible por tener el estilo único y personal del francés, que se plasmó incluso en la rotulación, pues inusualmente para un cómic estadounidense, él mismo hizo el letreado. Las ilustraciones de Moebius evocan en las páginas un increíble sentido de la escala, con cuidadosos arreglos de espacios vacíos yuxtapuestos contra áreas de trazos y entintados intensamente detallados, cualidades que en total hicieron de esta una obra estética y visualmente única dentro del género de superhéroes.
Como anécdota, podemos decir que en el momento de su publicación muchos pensaron que la edición en formato comic book se hizo en contra de los deseos del francés, aunque en realidad es todo lo contrario. El plan inicial de Marvel era publicar este trabajo directamente en forma de álbum, con todo y tapa dura. Pero fue la insistencia del artista la que propició una primera edición en grapa, con papel pulpa, publicidad y todas las características del formato. Moebius quería que un cómic dibujado por él apareciese, aunque fuera por una vez en su vida, en el mismo formato en que habían triunfado los grandes artistas norteamericanos como Kirby o Buscema, y así formar parte de la tradición a la que pertenecían algunos de sus admirados colegas.
En resumen, a nivel creativo Silver Surfer: Parable es una magnífica simbiosis entre dos talentos procedentes de entornos muy distintos entre sí, pero que fueron capaces de conseguir que estas diferencias jugaran a su favor. Tanto Stan como Moebius lograron ver cumplidos algunos objetivos personales que tenían en mente desde hace tiempo, y todo ello hace que este cómic sea verdaderamente irrepetible, manteniéndose tan vigente hoy como lo fue hace treinta años, cuando sus paginas vieron la luz por primera vez.