"Spider-Man: Into the Spider-Verse" (2018): Steve Ditko estaría orgulloso
Las principales problemáticas que tienen las franquicias actualmente, es que creen que son necesarios los reinicios para poder presentar personajes clásicos en un mundo moderno, replanteando historias antiguas o personajes de antaño a nuevas generaciones. Creen que empezando todo desde cero pueden sentar un mundo nuevo para gente que, en esta década tecnológica, lo ha visto todo.
Para no verse afectados por esto, hay creadores que toman esto como un reto y deciden encontrar una nueva forma de contar una historia, amigable con el público nuevo pero que también rinda honores y respetos a los seguidores de antaño. Spider-Man: Into the Spider-Verse bebe de este desafío como agua de manantial para ofrecernos una visión contemporánea, llamativa, interesante y vibrante a la hora de generar narrativa visual en una película cinematográfica animada con personajes de historieta.
La historia narra el inicio en la vida superheroica de Miles Morales, quien en los cómics se transforma en el segundo Spider-Man del Universo Ultimate. Esta película se toma las libertades necesarias, realizando un retelling, alimentándose de la mitología refrita pero con salsa del evento de cómics "Spider-Verse", donde distintos arácnidos o héroes con poderes de araña de distintas tierras paralelas convergen en un solo lugar para salvar el día.
Sin ganas de arruinar la experiencia y solo para complementar, la trama narra la historia de origen de Miles, apoyándose en el icónico Spider-Man que todos conocemos, con un giro cómico de una realidad alterna. A eso, sumarle la inclusión de más héroes arácnidos para que en conjunto eviten la destrucción de todas las realidades, plan orquestado por uno de los más clásicos villanos adinerados de Spider-Man.
La película, que hace homenajes claros y respetuosos a un montón de creadores —por ejemplo, utiliza el diseño de Kingpin maseteado de Bill Sienkiewicz— mantiene una fidelidad impresionante a columnas críticas de la historia de los cómics, adaptando elementos para los fines audiovisuales pertinentes. También cuando se presentan personajes, se hacen breves introducciones a ellos, con portadas originales en pantalla y con los créditos de los creadores originales destacados. Eso se agradece un kilo.
El film mantiene un respeto por el material original, los cómics y a sus creadores —principalmente a los guionistas y artistas más icónicos— que otros estudios envidiarían, pero a su vez, son lo suficientemente valientes para realizar cambios que solo suman puntos en pos de la historia que están animando. Por ejemplo, la introducción visual de Spider-Gwen en la película toma literalmente la misma paleta de colores que Rico Renzi, colorista en su serie regular, usaba en los cómics. Esa base toma un peso impresionante a la hora de plantear las características de los personajes en la película, como por ejemplo, monólogos internos planteados en la escena como narrador.
La animación está a otro nivel, literalmente. Sony Pictures creó tecnología que están registrando (¡Patente pendiente!) con la que se hicieron los efectos que a ratos son indescriptibles. Cruzando desde arte callejero a pseudo ilustraciones, animación colorida y llamativa, solo puedo asumir que el desarrollo de esta película debió tomar una impresionante cantidad de tiempo.
Recuerdo cuando estaba en la función de prensa, tenía a una conocida periodista de espectáculos al lado y me comentaba que sentía que la película era un homenaje completo a Stan Lee. Y yo me puse a hablar conmigo mismo —porque me caigo bien— y pensaba: "¿De verdad? ¿A Stan Lee? Si bien el viejo era el de las historias y la creación de aventuras heroicas, y considerando que acá el guion se alimenta de muchos de estos elementos clásicos mezclados con las variaciones interdimensionales y columnas contemporáneas, el verdadero tributo debería ser a Ditko."
Y me encontré razón. Steve Ditko se caracterizaba por incrementar la narrativa con impresionantes apoyos visuales, rompiendo distribuciones convencionales que terminaban acentuando circunstancias claves, elevándolas a niveles épicos. Y eso se traslada excelentemente a la película animada. Dejando de lado las voces, puedes ver cómo la historia se plantea claramente. Con onomatopeyas visuales que complementan los efectos de sonido, gráficas que apoyaban tanto los momentos de acción como los de humor visual, cambios de estilo, color e incluso de formas de animación, todos estos elementos convergen en un producto que a ratos se traducía a la fusión de la secuencialidad yuxtapuesta de imágenes como en los cómics.
Si bien las películas son una secuencia rápida de imágenes en el tiempo, la gracia de Spider-Man: Into the Spider-Verse es que toma arquetipos clásicos de los cómics para agregar esa capa de secuencialidad espacial en la página, con un efecto resultante muy agradable, emocionante y a ratos impactante. Las capas de información agregadas solo terminan de enriquecer el trabajo del film.
Stan Lee tenía una sección llamada "Stan's Soapbox", una especie de "carta del editor" en algunos de los cómics que publicaban en su época, y esta semana incluyeron uno de esos antiguos Soapbox en las grapas norteamericanas de Marvel en homenaje a su muerte que quiero citar textualmente: "Creemos en nuestros retozantes personajes más de lo que creemos en algunas personas y tenemos un motivo, un propósito en nuestras revistas. Y ese motivo es muy simple, ¡entretenerte!"
La película es entretenimiento sano y puro, es preocupación por el legado de un personaje clásico y como la evolución correcta, tanto de la narrativa como de la creación de personajes puede entregar diversidad, inclusión y además, humanitarismo como deberes exclusivos de la persona, como nuevas ramas de un árbol clásico que puede mantenerse gracias a sus raíces firmes y clásicas.
Ditko rompía reglas que muchas veces eran hasta autoimpuestas con tal de transformar una historia en algo especial y único. Esto es precisamente lo que hace la película, visualmente. Si las cosas siguen así, tanto en narrativas nuevas, películas animadas como en historietas, en reinvenciones de personajes y de los "viajes del héroe", la juventud está en buenas manos.
PD: ¡Quédense hasta el final! La última escena post-créditos es la mejor escena post-créditos de la historia. Fight Me.