"Rurouni Kenshin", el animé (1996): la revolución será televisada
Como dijimos en un artículo anterior, a mediados de la década de los 90 nuestro país vió un boom en series de animación japonesa que se tomaron la programación de los canales de televisión abierta. De la mano de Dragon Ball, Los Caballeros del Zodíaco o Sailor Moon, los dibujos animados de ojos gigantes se volvieron más populares que nunca, para regocijo de los más chicos, y los no tanto, y el escándalo de los padres que veían con horror como sus tiernos querubines quedaban expuestos a tal grado de violencia, en un fenómeno que fue reportado incluso en los noticieros centrales (en serio, eso pasó). En ese grupo encontramos a Rurouni Kenshin, conocido por estos lares como Samurái X, serie basada en el manga homónimo de Nobuhiro Watsuki, y que con algunos matices, tuvo un resultado más que digno.
La serie
Emitida originalmente en Japón entre el 10/01/96 y el 08/09/98, Rurouni Kenshin se extendió por 94 capítulos, más un episodio final especial. Aunque para el final ya se volvió una serie más del montón, la adaptación en un principio fue bastante fiel, y lograba reproducir con mucho acierto el espíritu de los primeros tomos del manga.
Por tanto, aquí nos encontraremos con una historia ambientada en el siglo XIX, que sigue las aventuras de Kenshin Himura, amable y habilidoso espadachín errante que en el pasado fue conocido como Hitokiri Battōsai, un temible asesino que participó en la guerra civil que desembocó en la derrota del Shogun Tokugawa. Estamos en el año 11 de la Era Meiji (1878), aunque la trama abarca un período mucho más amplio, desde la época feudal hasta la apertura de Japón a Occidente, haciendo referencia a hechos cruciales en la cronología de la isla.
Su producción estuvo a cargo de Sony, y fue emitida en el canal Fuji TV. Como siempre pasa en estos casos, la primera falla que suele achacársele a los animé es la suavizar automáticamente las escenas más violentas y simplificar un poco los argumentos para hacerlos fáciles de entender, y aunque de lo primero sí hay, lo segundo no es tan evidente en este caso.
Lo que sí es notorio, es el agregado de personajes completamente nuevos, y que sólo sirven para enriquecer el entorno cotidiano del dojo Kamiya, supongo que con la intención de darle a la serie un aire más familiar y quizá ampliar el target. Por ejemplo, ahí tenemos a las dos niñas que revolotean cada vez que Kenshin está lavando la ropa o cocinando -pues no sólo de rajar gente vive un espadachín-, con cuya presencia se intenta generar ternura, o el Dr. Gensai, que aceptaría a Megumi como su ayudante.
Por el lado de la suavización, además de un poco menos de sangre, tenemos casos como el de Hannya, el miembro de la organización ninja de los Oniwabanshu, liderada por Aoshi Shinomori. En el manga, durante la pelea Kenshin le rompe la máscara dejando al descubierto su horrible cara auto-mutilada, aunque en el animé decidieron dejarle puesta la mayor parte de la careta, sin duda para no aterrorizar a los televidentes más pequeños.
Respecto de las variaciones de la trama, al contrario de lo que podría pensarse, estas jugaron a favor de la serie. Por ejemplo, en el primer episodio, los cambios terminan enriqueciendo el pasado del dojo Kamiya, con un resultado coherente y sensato que se deja ver con mucho gusto. Lo mismo podríamos decir del arco de Raijuta y Yutaro.
Así, con algunos altibajos, y aunque inevitablemente hubo capítulos no basados en el manga, el animé adaptó fielmente la obra original hasta el final del Arco de Shishio. Lamentablemente, la gente de Sony se encontró con que estaban alcanzando la edición del cómic, y recurrieron al odiado recurso de los fillers, principales responsables que la serie terminara cayendo en un pozo sin fondo.
Tras cerrar con el epílogo del Arco de Kyoto en el episodio 62, la serie se disparó hacia cualquier lado, y nunca recuperó el rumbo. Mientras la siguiente saga del manga dejaba asombrados a los lectores al introducirse de lleno en el pasado asesino de Kenshin y la venganza de su cuñado Enishi, el animé hacía dormir a su audiencia con una seguidilla de historias absurdas y minisagas completamente prescindibles que incluso contradecían algunos de los conceptos originales, con una constante tendencia de los guionistas de recurrir al humor al burlarse de los personajes.
Si bien algunas cosas son algo rescatables, como la Saga de Shimabara, con los meses el rating fue cayendo en picado, y la serie fue cancelada luego de 32 capítulos de relleno, en el número 94, que fue un episodio como todos, sin ningún tipo de cierre. Eso sí, al poco tiempo de finalizada la emisión, salió a la venta en vídeo un capítulo extra, el 95, que pretendía concluir más o menos la historia. Se intentó que fuese una pieza en su mayoría emotiva, con un ritmo y desarrollo muy diferente al de una entrega normal, pero finalmente fue sólo una media hora más de Kenshin y Kaoru en un bote recordando todo lo que han vivido, y que remató con la escena de mayor calibre sexual de todas: la parejita feliz durmiendo tomados de la mano. Otra vez, la decepción fue la protagonista.
En general, la animación es de gran nivel, incluso en los fillers, con un diseño de personajes calcados al manga. Aunque si hay algo que destacar es la magistral banda sonora incidental, compuesta por Noriyuki Asakura. De entre la gran cantidad de piezas originales, es imposible olvidar la tensión y adrenalina que provoca oír la parte álgida de Warrior´s Suite, o los sentimientos que evocan los temas más calmos, como Starless u Omoi - ~Odorenai Waratsu~, ya sea en su versión de cuerdas o guitarra acústica. Así mismo, y aunque no es de autoría de Asakura, uno de los momentos más emotivos y que quedaron en la retina de los espectadores fue la despedida de Kaoru y Kenshin antes de la partida de este hacia Kyoto, perfectamente musicalizada con el Intermezzo de Cavalleria Rusticana, de Pietro Mascagni.
Y como todo animé, una de sus principales cartas de presentación son los créditos de apertura y cierre, habitualmente con potentes y pegajosas canciones de diversos artistas. Rurouni Kenshin no sería diferente, y es así como entre sus openings mas destacados tenemos al mundialmente famoso Sobakasu, de Judy And Mary y ½ (One Half), de Makoto Kawamoto. En el terreno de los endings, varios de ellos también marcaron huellas, como Tactics, de The Yellow Monkey, y sobre todo 1/3 no Junjou na Kanjou, de Siam Shade.
La película
Como durante su emisión la serie gozó de un éxito bastante notable, los cerebros tras Sony no querían dejar pasar la oportunidad de explotar el bolsillo del fan, para lo que crearon una película que sería proyectada en cines. Estrenada el 20/12/97, Rurouni Kenshin: Ishin Shishi e No Requiem (Réquiem para los Ishin Shishi) fue una historia cerrada, corta y simple pero bien llevada, a pesar de un comienzo algo lento, que no está basada en ningún capitulo del manga ni se ubica en alguna parte en especial de la historia.
Con guiones de Yukoyoshi Ohashi y Nobuhiro Watsuki, la acción se desarrolla en la ciudad de Yokohama, donde Kenshin y sus amigos se encuentran paseando hasta que, como no podía ser de otra forma, se ven atrapados en una pelea entre unos marineros que molestan a una chica y a un habilidoso espadachín llamado Shigure. Este último planea llevar a cabo una revolución contra el gobierno, aunque Himura trata de convencerlo de lo contrario. Para colmo, los pasados de Shigure, la chica y nuestro protagonista tienen un punto en común, que llevará la trama a su punto álgido.
El largometraje dirigido por Tsuji Hajiki tuvo un notorio éxito, aunque extrañamente fue la única producción para cine de la franquicia.
Los OVAs redentores
Tras el estrepitoso final del animé, todos los seguidores del espadachín pelirrojo pusieron el grito en el cielo. Para calmar las aguas, el prestigioso Studio Deen, aún con la producción de Sony, tomó el relevo para animar la saga siguiente en una serie de OVAs (original video anime), formato que permite cocer las producciones a fuego lento y en general entregar productos más logrados.
La primera de dos tandas salió a la venta en Japón en 1999, y para esta ocasión los diseños fueron totalmente replanteados por Masahide Yanasigawa, quien reinventó radicalmente a los personajes, dándoles una apariencia más humana y realista, quitándoles los colores fuertes, los ojos grandes y en definitiva, entregando una estética mucho más sobria que la original. Acá no hay espacio para el humor, pues todo es serio y dramático, con una trama altamente emotiva, capaz de arrancar más de una lágrima.
La movida fue todo un éxito, quitando el mal sabor de boca que había dejado el final de la tv, por lo que tiempo después, esta tanda fue continuada por otra, editada en 2001, y que si bien fue más corta en capítulos y duración, llegó a mostrar argumentos incluso más allá del manga.
Nuevamente, el resultado fue notable, aunque incomprensiblemente la opinión entre los fans se dividió entre los que la adoraron y la consideraron simplemente como lo mejor hecho con los personajes jamás, y los más quisquillosos que se molestaron porque se obviaron los elementos cómicos habituales del manga para convertir la historia en un dramón totalmente lacrimógeno, que se redujeran el nivel de peleas, y que estas a su vez omitieran las típicas y estrambóticas técnicas de los combatientes, teniendo en su lugar luchas menos imaginativas, pero igual de sangrientas e impactantes que el manga original.
Lo cierto es que pese a ser una versión bastante libre de la historia, el resultado artístico es espectacular, y se trata de unas obras altamente recomendables para cualquier fan del animé. Incluso el mismo Watsuki llegó a bromear con que lo que más le molestó de los OVAs fue que quedaron mucho mejor que su trabajo original. El rotundo éxito que obtuvieron les valió ser lanzados en varias partes del mundo en diversas versiones, incluyendo ediciones Director´s Cut o extendidas. En total, ambas tandas completaron 6 entregas, que analizaremos a continuación.
- Tsuioku Hen (Saga de Remembranzas): 4 OVAs editados en Japón entre el 20/02/99 y 22/09/99. Como lo indica el título, estas piezas adaptan la sección del manga que va desde el final del tomo 19 hasta parte del 21, o sea, toda la larga confesión que hace Kenshin frente a sus amigos sobre sus primeros años como asesino o hitokiri; cómo le propinaron la primera cicatriz combatiendo a un samurái llamado Kyosato; cuándo y dónde conoce y posteriormente se casa con la aparentemente fría Tomoe, y su cruento final. A pesar de eso, la historia no está narrada en retrospectiva, si no que directamente muestra la historia del protagonista desde que es salvado cuando niño de unos ladrones y posteriormente entrenado por Seijuro Hiko, hasta el fin de su etapa como destajador.
- Seisou Hen (Saga del Paso del Tiempo): 2 OVAs editados en Japón el 03/12/01. Estas dos últimas entregas mantienen el aire dramático y crepuscular de las primeras, a pesar de estar basados en el presente del protagonista. La historia comienza 15 años después de finalizado el manga y esta vez sí está narrada en retrospectiva, desde el punto de vista de Kaoru. Se aprovecha para hacer repaso sobre varias de las peleas más emblemáticas de la serie, como aquellas contra Jin-E, Soujirō y Makoto Shishio, y lo que todos esperaban: la hasta el momento jamás animada pelea contra Enishi.
Eso sí, aunque también tiene una animación y estética soberbia, esta parte peca de recortar mucho la historia, tomado escenas sueltas del manga por aquí y por allá, al punto de que si no se leyó antes puede ser confuso entender lo que está sucediendo, ya que sólo tiran piezas de un rompecabezas mayor. Además de lo de Enishi, lo más interesante de esta saga es que llevó la historia mucho más allá del final del manga original, que cerraba con un final feliz en el año 15 del Meiji, con un Yahiko heredando la katana de filo invertido de Kenshin, y éste felizmente casado y con un hijo llamado Kenji.
Este salto en el tiempo nos lleva al Meiji 28 (1895), y nos muestra a una Kaoru demacrada que espera en vano la vuelta de su amado. Kenshin, aún más deshecho que ella, no pudo aguantar su vida tranquila y retomó su pasión de vagabundear para ayudar a la gente, volviendo sólo en una ocasión en que a petición de ella, la contagió de una devastadora enfermedad. Las acciones de Yahiko, Sanosuke y Kenji logran que los ambos protagonistas se reunan en un último abrazo, por lejos una de las secuencias más emotivas de toda la serie, y capaz de hacer llorar a cualquiera.
Además de una animación excelsa, un gran punto a subrayar de estos OVAs fue nuevamente la música. En esta oportunidad el compositor es Taku Iwasaki, que entrega un impecable trabajo mediante un destilado que rebosa melancolía, ira, tragedia y apasionada persistencia. Las composiciones se pasean entre melodías hermosamente contemplativas y otras que nos sumergen en pasajes repletos de angustia y enajenación, como suaves criaturas que de repente y sin aviso golpean el corazón. De Tsuioku Hen destacaría la enorme In Memories (Ko-To-Wa-Ri) y Quiet Life, mientras de que de Seisou Hen brillan por sí mismas Heart of the Sunrise y Labyrinth, todas las cuales son capaces de poner los pelos de punta de la emoción.
Regreso a Kyoto
Como ninguna franquicia exitosa puede mantenerse en silencio por mucho tiempo, en el año 2011 vió la luz una nueva versión del Arco de Kyoto, llamado Rurouni Kenshin: Shin Kyoto-Hen Zenpen Homura no Ori (Rurouni Kenshin: nuevo arco de Kioto - Jaula de fuego). De inmediato, su duración nos hizo dudar: si en el manga el arco ocupa un centenar de actos, y en el animé dura más de veinte capítulos de veinte minutos, la nueva versión acotaba la saga a algo más de hora y media. Y lamentablemente, lo hizo eliminando todos los elementos que hacían atractivo en el original.
Si te gustaba la idea que el enfrentamiento entre Kenshin y Shishio simbolizara dos maneras diferentes de entender la sociedad japonesa del siglo XIX, el final modificado de acá destiñe ese trasfondo. Esta nueva animación está narrada desde el punto de vista de Misao, la aliada de Kenshin y el miembro más joven de los ninja Oniwabanshu. Podría parecer un hecho novedoso, pero no tiene mucho sentido, porque en muchas escenas ella no aparece y por tanto no sabe qué ocurrió, pero además porque la gracia del arco era en buena parte explorar la psicología de todos aquellos personajes que participaron en la guerra civil japonesa que desembocó en la era Meiji, y que acá no vemos.
Lo mismo con los Juppongatana, pues la mitad de ellos no aparecen y de los que quedan, como Anji, Usui, Fuji, Chou y Soujiro, no se entiende mucho por qué hacen lo que hacen, pues como dije, el trasfondo de sus acciones se ha perdido por falta de tiempo. Si por un momento pensamos que la falta de profundidad de estas entregas permitiría que las batallas lucieran todavía más, ocurre todo lo contrario: las peleas son demasiado cortas y cuando estás entrando en calor, simplemente terminan y te dejan con ganas de ver más. Eso sí, la animación es impecable, pero sin llegar a lo sublime de los primeros OVAS, con un diseño de personajes es muy similar.
La verdad, nuestro gozo en un pozo. El resultado, sin ser terrible, nos hace cuestionarnos la necesidad de re-animar este material, más considerando que aún está ahí la Saga de Enishi, cuya adaptación fiel y completa seguiremos esperando ahora y siempre.
En resumen, podemos concluir que Rurouni Kenshin es uno de los animé más emblemáticos de los 90, tanto por su apasionante historia, como por sus carismáticos personajes. Para quienes vivimos nuestra adolescencia en esa época, volver a ver la serie es todo un ejercicio de nostalgia que nos hará revivir grandes momentos. Para el resto, es la oportunidad de descubrir una gran aventura, y acompañar a un antiguo asesino en su viaje en búsqueda de redención, especialmente ahora que es fácilmente accesible vía Netflix. Porque para un patriota, la lucha nunca termina.