"Rurouni Kenshin" (1994): vagabundeando en la Era Meiji
Uno de los mayores fenómenos culturales de la década de los noventa en Latinoamérica fue la explosión de las series de animación japonesa. Encabezados por Dragon Ball, pero con un honorable séquito en que también encontrábamos a Ranma 1/2, Sailor Moon y Saint Seiya, entre otros, los dibujos animados de origen nipón se tomaron las tardes de la tv abierta. Un componente destacado de ese grupo fue Rurouni Kenshin —o Samurai X, como se conoció en esta parte del mundo—, un llamativo animé protagonizado por un hábil pero pacífico espadachín. Al igual que las otras obras que nombramos, su origen estaba en el manga homónimo, del que hablaremos a continuación.
Primera sangre
Era septiembre de 1994 y la revista semanal Shonen Jump se encontraba en los más altos niveles de ventas de su historia. No era para menos, pues entre los mangas que aparecían en ese momento en sus páginas había monstruos como Dragon Ball, Slam Dunk y Captain Tsubasa: World Youth. Fue en ese competitivo ambiente en que un ignoto autor llamado Nobuhiro Watsuki, que hasta ese entonces sólo tenía en su currículum un par de historias cortas y la experiencia de haber sido ayudante de Takeshi Obata (Death Note), comenzaría su ópera prima llamada Rurouni Kenshin: Meiji Kenkaku Romantan, algo así como Kenshin el Vagabundo: la historia romántica de un espadachín en la Era Meiji.
Aunque el título completo suena a un shōjo sentimentaloide barato, nada más lejos de la realidad, ya que se trata de un no tan típico shōnen —básicamente, un manga de peleas— que combinando un dibujo en constante evolución con una gran trama en que se mezclan la historia real y la ficción, se convirtió en un clásico casi instantáneamente, que perdura hasta hoy en día como uno de los cómics japoneses clave de finales del siglo pasado.
En realidad, la historia nacería casi por casualidad, pues inicialmente Watsuki quería hacer una serie de peleas en un mundo fantástico, pero como creyó que ese recurso ya había sido demasiado utilizado, decidió ambientarlo en el Japón feudal para darle una pizca de mayor originalidad y a la vez de clasicismo, mezclando de manera orgánica hechos y personajes históricos con otros ficticios. Esta cualidad fue uno de los puntos fuertes del título, lo que llevó a muchos de los lectores a interesarse más en la historia de su país, y a su autor le valió varios premios y reconocimientos.
Lo que nació como un par de episodios piloto, terminó extendiéndose hasta octubre de 1999, sumando 255 capítulos recopilados en 28 tomos tankōbon, 22 si nos atenemos a la versión de lujo o kanzenban. El manga fue adaptado a una serie de animación de 95 episodios, 6 OVAs y una película, y más recientemente, una trilogía de largometrajes live action, de un nivel de excelencia inusitado en este tipo de adaptaciones.
Abriendo el libro de historia
Rurouni Kenshin, ambientado en el siglo XIX, sigue las aventuras de Kenshin Himura, un amable espadachín errante, con un misterioso pasado que se antoja turbio. En específico, estamos en el año 11 de la Era Meiji (1878), aunque la trama abarca un período mucho más amplio, desde la época feudal hasta la apertura de Japón a Occidente, haciendo referencia a hechos cruciales en la historia de la isla.
Básicamente, hacia mediados del 1800, Japón permanecía aislado económica y políticamente del resto del mundo, por lo que el país era muy poco desarrollado. Esto cambió drásticamente en 1853 con la llegada de una flota de un grupo de barcos pertenecientes a la armada estadounidense, que demandó bajo amenaza de bombardeos un tratado de comercio al que el Shogun tuvo que ceder, evidenciando la debilidad y anacronismo de la nación. Se daría así inicio al sangriento periodo del Bakumatsu, en que la aristocracia se dividió entre aquellos que querían recuperar su poder y abogaban por el fin del Shogunato —los Ishin Shishi—, y aquellos que aún defendían la figura del Shogun, cuya principal fuerza de choque era el Shinsengumi, una importante organización paramilitar.
Este sangriento episodio se extendería hasta 1868, en que durante las llamadas Guerras Boshin, los Ishin Shishi lograron derrotar al Shogun Yoshinobu Tokugawa, poniendo fin a una dinastía de más de 250 años, obligándolo a ceder el poder al Emperador Meiji, dando inicio a la época conocida como Era o Restauración Meiji. Las primeras medidas del nuevo gobierno fueron promulgar leyes de igualdad como prohibir el uso de espadas, o darle el derecho a la gente común de tener un apellido, privilegios hasta entonces exclusivos de los samurái.
Nuestra historia comenzaría 10 años después, con Kenshin llegando a Tokyo, y en ella descubriremos que el pelirrojo espadachín en realidad es el Hitokiri Battōsai, un despiadado asesino en las sombras que se encargaba del trabajo sucio de los Ishin Shishi, matando un montón de gente en pos de lograr una paz verdadera para la gente normal. Como tal, se enfrentaría muchas veces a los Shinsengumi y a su capitán, Hajime Saito, una figura histórica real que a posteriori se convertiría en el típico personaje que se alía al protagonista para enfrentarse a un enemigo común, pero que aún le tiene sangre en el ojo.
La dama y el vagabundo
En Tokyo, casi inmediatamente conocería a Kaoru Kamiya, heredera de un dōjō y un estilo de esgrima en decadencia. Para salvar a Kaoru, Kenshin se revela como el legendario asesino, quien se ha pasado la última década vagabundeando por el país ayudando a la gente, adaptándose a la nueva era y buscando redención. Es por esto que ahora utiliza la Sakabatō o katana de filo invertido para cumplir con su promesa de no matar nunca más, y decide quedarse en el dōjō para ayudar a reconstruirlo. Y también, obviamente, porque surge un ligero interés romántico por parte de Kaoru, aunque Himura es bastante poco dado a esas lides, y no parece darse por aludido.
En seguida se van sumando nuevos personajes que enriquecerán el elenco. Ahí tenemos a Yahiko Myojin, un niño de 10 años hijo de un ex-samurái venido en desgracia que quiere volverse fuerte a como dé lugar; Sanosuke Sagara, un luchador callejero que busca vengarse de los Ishin Shishi por haber traicionado y asesinado a su antiguo maestro y que se volverá el amigo más fiel del protagonista; y Aoshi Shinomori, líder del clan ninja de los Oniwabanshu, que quiere vencer a Battōsai para reclamar el título del más fuerte, y así honrar a sus camaradas caídos.
Diseccionando la obra
Como ya dijimos, la obra principal duró 255 capítulos, o 28 tomos recopilatorios. Su estructura está dividida en arcos argumentales bastante definidos, lo que permite separarla con facilidad para hacer un análisis más detallado. Como toda serie de tal longitud, partiría con ciertas indecisiones y pasos en falso hasta lograr una madurez que le permitió abrochar con solvencia las sagas más largas e importantes. Veamos un esquema de la trama que en ella encontraremos.
- Tomos 1-6: Presentación de la pareja de protagonistas, y batería de historias cortas en las que conocemos al resto del reparto. Se nos presentan los ya nombrados Sanosuke, Yahiko, y Aoshi y sus Oniwabanshu, pero también otros aliados como Megumi y Tsubame, y antagonistas como Jin-E Udo, Kanryu Takeda y Raijuta.
- Tomos 7-17: La Saga de Kyoto. También conocida como la Saga de Shishio, para muchos es el mejor arco del manga, e inicia con la aparición en escena del ya nombrado Hajime Saito. Acá es donde Watsuki mejor juega con el espejo realidad-ficción, ya que a un hecho real, el asesinato de un importante prócer japonés, le da una vuelta de tuerca que revela que el autor intelectual es en realidad Makoto Shishio, sucesor de Kenshin como asesino de los Ishin Shishi que fuera traicionado por éstos, y ahora planea un golpe de estado como parte de su venganza y de su enfermiza visión del futuro del país. En su periplo, Himura y sus amigos no solo deberán enfrentarse a Shishio, sino también a su séquito de aliados conocido como el Juppongatana, las Diez Espadas.
- Tomos 18-28: La Saga del Jinchū, también conocida como Saga de Enishi, y final de la obra. La trama llega a su punto más dramático, concentrándose en el pasado de Kenshin y relatando la llegada de Yukishiro Enishi, cuñado de Kenshin, quien busca vengarse de éste por el asesinato de su hermana Yukishiro Tomoe. Cabe mencionar que en esta saga, que no fue adaptada a la serie de anime, existe un breve arco argumental que comprende los capítulos 165 a 179 —volúmenes 19 a 21— durante el cual Kenshin relata en profundidad su vida como asesino y la verdad tras su cicatriz en forma de cruz, desde su niñez hasta la cruda época del Bakumatsu. Conoceremos los inicios de su carrera como espadachín del estilo Hiten Mitsurugi, y algo de la vida junto a su maestro Seijuro Hiko.
La obra además es complementada por varios capítulos extras, que fueron incluidos en los tomos recopilatorios, y un par de historias cortas que se editaron después del fin de RuroKen, que solo se encuentran en la edición kanzenban:
- Rurouni, Meiji Kenkaku Romantan #1 y #2, que funcionaron como pilotos de la serie.
- Sengoku No Mikazuki (Luna Creciente sobre un país en guerra): historia ubicada en el siglo XIV, donde aparece por primera vez el estilo de de lucha Hiten Mitsurugi, que es la escuela de esgrima de Kenshin.
- Yahiko no Sakabatō (La Sakabatō de Yahiko): fue una historia corta que constó de un único volumen, escrito por Watsuki en el año 1999. El relato comienza con un pequeño flashback, y en él asistimos a una aventura de Yahiko luego de haber heredado la Sakabatō de Kenshin, por lo que transcurre algún tiempo después de terminado el título principal.
- Haru ni Sakura (Cerezos en Primavera): historia que apareció originalmente en un artbook llamado Kenshin Kaden, realizada completamente a color, y que consta solo de seis páginas. Haru ni Sakura trata del reencuentro de los personajes más relevantes de la historia, mientras comentan sus vidas y lo que fue de ellos durante el periodo que no se vieron.
- Honoo wo suberu – Rurouni Kenshin: Uramaku (Controlando las Llamas – Rurouni Kenshin: el capítulo perdido): centrado en cómo se conocieron el villano Shishio Makoto y su amante Yumi Komagata.
El arte del Destajador
Respecto del apartado artístico, el trazo de Watsuki no destaca tanto por su originalidad, pues no huye demasiado de los convencionalismos de la estética habitual del manga shōnen. Esto es, personajes con looks definidos, pulcros y agradables a la vista, excepto los villanos. Su habilidad fue notoriamente en aumento, con un estilo algo indefinido en el primer cuarto de la obra, en que encontramos algunos problemas en las proporciones, especialmente en las cabezas, y yerros a nivel de rostros.
Sin embargo, ya a partir del inicio de la Saga de Kyoto su trazo adquiere toda la personalidad y características que lo hacen reconocible, dejando de lado las líneas más curvas del inicio para preferir trazos y rostros rectos y angulosos, que le dan una gran gran dinámica y fluidez a las peleas. La sensación de velocidad que adquieren, y el detallismo a nivel de lenguaje corporal de las extremidades, con sus respectivos pies, manos e incluso dedos, hacen que sea muy fácil seguir las coreografías de las batallas.
Hablando de las peleas, también es interesante la gran cantidad de técnicas que encontramos en estas páginas, bastante originales si consideramos que acá no hay personajes que tengan poderes sobrenaturales, que arrojen bolas de energía desde sus manos o utilicen artilugios mágicos. Muchos de los estilos y movimientos de pelea están basado en principios reales del kendo, arte marcial que Watsuki practicó en su niñez. De hecho, las técnicas de Kenshin no son más que versiones de golpes normales de espada, exageradas debido a la velocidad casi sobrehumana del estilo Hiten Mitsurugi. Ahí tenemos, por ejemplo el Ryu Tsui Sen, que no es más que saltar sobre el oponente y golpear hacia abajo, o el Ryu Kan Sen, que es un corte horizontal con giro de 360°. Lo mismo aplica al estilo Kamiya Kasshin, cuyos movimientos son básicamente de defensa mediante detener la hoja de la espada rival.
Otro aspecto notable de la estética del manga es el diseño de personajes, también muy diverso pero a la vez reconocible para cada uno. Los más convencionales serían los de Kenshin, Yahiko y Kaoru, basados en los kimono que habitualmente se nos vienen a la mente cada vez que hablamos de los samurái, pero a partir de ahí se acaban los convencionalismos y cada personaje tiene un look o uniforme más novedoso que el anterior.
Al respecto, el autor no oculta sus influencias a la ahora de los diseños, inspirados principalmente en personajes del cómic norteamericano y videojuegos, a los que Watsuki era muy asiduo. Mediante sus propias aclaraciones en textos explicativos en los tomos, nos enteramos que entre los más homenajeados están los X-Men —hay elementos de Gambit en Aoshi y Jin-E, y de Apocalypse en Kujiranami, por ejemplo—, Spider-Man y algunos luchadores de la saga de juegos Samurai Shodown, del estudio SNK.
Lo que vino después
Varios años después de la finalización del manga original, Watsuki volvería al tablero de dibujo para retomar a su personaje más famoso. La adaptación a una película de imagen real se convirtió en la excusa perfecta para plasmar nuevas aventuras del vagabundo de la cicatriz. El resultado fue llamado Rurouni Kenshin: Restauración, dos tomos en las que un autor más maduro, como él mismo reconoce, vuelve a pasear a Himura por los inestables tiempos de los primeros años del período Meiji.
El reencuentro entre autor y creación se plasmaría en una versión alternativa de las primeras aventuras de Kenshin en Tokyo, complementada con la aparición de varios personajes que en el manga original saldrían con posterioridad, pero que son de los más populares de la obra. Así, volveremos a ver a Kaoru, Yahiko Myojin, Sanosuke Sagara y, cómo no, Hajime Saito. El adversario final, al igual que en la película, es Jin-E Udo, otro antiguo asesino que al contrario que Kenshin, ansía retornar a la vía sangrienta.
En esta nueva versión, el autor mantuvo el respeto por los cánones originales, reforzándolo con las enseñanzas obtenidas durante los años posteriores al fin de la serie. Algunos puntos de interés son una mayor atención a los detalles históricos y un nuevo enfoque para unos personajes que siguen manteniendo sus características particulares.
En el caso de Kenshin, el autor redefine la relación entre el espadachín y su espada, recalcando que la katana es el alma del samurái. Cada vez que Kenshin blande su arma o se acerca a la empuñadura se percibe un cambio, por lo que la sombra del Destajador está mucho más cerca y eso lo convierte en un adversario doblemente peligroso.
Por tanto, se trata de una adaptación alternativa y reducida que sirve tanto para que los lectores novatos conozcan a Battōsai Himura, como para que los viejos conocidos pasemos una tarde envuelta en la nostalgia que supone la revisión del clásico. Restauración es de esas obras que permiten una doble lectura: quien se acerque por primera vez no se perderá y quien retorne al personaje podrá descubrir los guiños, referencias y alusiones que habitan las páginas de esta miniserie.
Pero los tomos recopilatorios también incluyen un regalo para los lectores del manga original: un episodio cero, previo a la llegada de Kenshin a Tokyo, en que el pelirrojo visita Yokohama y se topa directamente con un médico y un espadachín occidentales. Esta pequeña historia acontece justo antes de los hechos del primer número de la serie clásica, y permite a Watsuki abordar algunos temas que, como él mismo reconoce, habían quedado por elaborar en su momento.
En específico, en la historia original Himura viaja por un Japón irreversiblemente cambiado por el contacto con el exterior, pero contradictoriamente, nunca lo vimos relacionarse con un gaijin. Aquí, en cambio, conocerá algo de lo mejor y lo peor que el extranjero puede ofrecer a su país, y recibirá un consejo que marcará sus decisiones posteriores. En ese instante, una precuela era la única forma de poder disfrutar de una historia nueva del Kenshin canónico, pues por aquel entonces el autor sentenciaba que obra original estaba definitivamente cerrada.
No obstante lo anterior, algunos años después, y para sorpresa de todos, se anunció que la serie retornaría, primero en forma de un prólogo/spin-off llamado Rurouni Kenshin Hokkaido-Hen Jomaku: Ashitarô Zenka Ari (Rurouni Kenshin Arco de Hokkaido – Prólogo: El criminal Ashitarō), y luego una secuela en toda regla, denominado Hokkaido-Hen, tentativamente planificado para 5 sagas argumentales. Mientras el prólogo de dos capítulos fue publicado a fines de 2017, el lanzamiento de la nueva historia del manga ha tenido un camino convulso, dado el arresto y condena de Watsuki por posesión de pornografía infantil, que hizo que el proyecto fuese puesto en hiato indefinido por la editorial Shueisha.
En efecto, un escándalo de proporciones se generó cuando Nobuhiro Watsuki fue detenido por la Policía Metropolitana de Tokyo bajo el cargo de tenencia de material pornográfico infantil en sus dependencias. La investigación avaluó el material ilegal en torno al millón de yenes (USD$8.800), los cuales según testimonio del autor tenía en su poder desde julio de 2015. Posteriormente, el mangaka se declaró culpable y pagó una fianza de 200.000 yenes (USD$1.900), lo cual le permitió quedar en libertad y según sus declaraciones se muestra "profundamente arrepentido", y que se encuentra en una etapa de "reflexión personal".
Tras lo anterior, finalmente el manga volvió a ser publicado en la revista Jump SQ Magazine. La obra cuenta con la colaboración de la novelista y esposa de Watsuki, Kaoru Kurosaki, quien se encarga de desarrollar la historia posteriormente ilustrada por el autor.
En resumidas cuentas, Rurouni Kenshin es uno de los mangas más famosos en occidente, cuya versión en animé fue miembro de la avanzada que hizo estallar la fiebre de la animación japonesa de los noventa, con una trama atrapante y un trasfondo histórico que le da una profundidad algo mayor que el resto de títulos de pelea. El autor supo crear un universo rico en leyendas y personajes con complejas personalidades, por los que es fácil sentir apego o antipatía.
Aparte de una narración espléndida y de tener unos combates apasionantes, el autor demuestra a cada episodio una progresión en el dibujo que culmina en un arco final que deja sin palabras. Así que no puedo hacer otra cosa que sugerir que ajustes tu espada al cinto y te dejes guiar por Kenshin en un apasionante viaje por una convulsa era en la historia de Japón. No te arrepentirás.
Y para la próxima, haremos un repaso al animé de la serie. Quedas invitado.