Mampatú y Mampayo: un testimonio de Mampato
Autor invitado: Vicente Plaza
Nostalgia y memoria de una revista infantil formativa, para varias generaciones. Puede decirse que cuando Mampato cierra, es porque una cultura se está cerrando, aquella materializada en publicaciones infantiles que mezclaban la didáctica con la entretención, y no volverá a recuperarse como tal al menos en nuestro país. Cierto que en rigor pueden ser los suplementos infantiles de diarios (Icarito, Remolino y posiblemente otras publicaciones) los últimos que, en el tiempo, mantuvieron la “llama” del modelo de un niño alegre, sano e ilustrado. Si hay permiso para decirlo, la pequeña revista Chumanguito, editada por Juan Olivos Lobos en Punta Arenas, el año 1982 tenía ese exacto espíritu de querer interesar a los niños en la cultura, el saber, la curiosidad, el enciclopedismo, a través del gusto por los monitos.
La falla, entonces, de esa construcción imaginaria ideal, no se dio por ser un “constructo” que nuestra sociedad se detuviera a descartar, sino por las transformaciones de los medios de comunicación, por las crisis económicas, y en nuestro caso particular por el apagón cultural, mezclado con los anteriores, y con otros factores complejos que solo puedo aludir desde lejos. Pero aquel constructo ideal prevalece, como diría Alan Moore, y se lo puede ver en revistas europeas actuales, que en cierta medida llegan a Sudamérica traducidas en España: Reportero DOC, por ejemplo, dirigidas a los niños y niñas enciclopédicos y sanos, entretenidos, comprendiendo aquí por supuesto las diferencias conceptuales y de contenidos entre ese material y el que se hizo en nuestro país y los vecinos.
Uno puede pensar que un programa de TV chilena recoge en su nombre “La cultura entretenida” buena parte de la idea, solo que le falta la dimensión de los monitos, de la entretención pura, de las historietas, como en el club Disneylandia de la TV, cuyo premio eran, para los pequeños telespectadores, los cortos del Pato Donald o Mickey, pero que debían aceptar con resignación cuando del canal reemplazaban los monitos (la mayor parte del tiempo) por documentales, que tenían animales, pero donde actuaban personas de verdad.
Podríamos mencionar algunos aspectos evolutivos muy generales de ese modelo a través de las revistas infantiles del siglo XX, que van desde un concepto burgués de la infancia, en El Peneca o Simbad, entre otras, hacia una idea más de clase media, con preponderancia en la entretención en revistas como Rakatán, o la Patoruzito de Argentina, o en el enciclopedismo de Mampato. La idea burguesa se materializaba en el consejo “haz el bien”, como lo dice Walter Benjamin en su ensayo sobre la literatura infantil. Es decir, en los contenidos literarios e historietísticos de revistas como El Peneca predomina la base de una niñez que reconoce el bien opuesto a la maldad, con muchos ejemplos Dickensonianos, de niños y niñas pobres que luchan con rufianes antisociales, o infantes que por diversas razones pasan por dificultades de pobreza u orfandad, en lo que hoy entendemos como procesos de resiliencia. Esos héroes infantiles, ayudados por jóvenes y adultos aliados, que muchas veces compartían la experiencia de un desamparo, están muchas veces signados por un origen noble, de corazón y de posición social, que al final era descubierto, restaurado y corregido por la sociedad, como era el caso de Oliver Twist.
Mampato, como conjunto, y a través de sus distintas etapas editoriales, ya no tiene el componente novelesco de relatos dramáticos con fines aleccionadores, sino el propósito de interesar e introducir a sus lectores en la cultura. Diríase todas obras sociales. El componente medio no estaba principalmente en su masividad cuantitativa, puesto que El Peneca quizá alcanzara en su época un mayor tiraje e internacionalidad que Mampato en la suya, sino más bien en que aquellas noblezas de oro y villanías de oprobio, aunque siguieran alimentando las cabezas de los adultos y de la misma sociedad entre 1968 y 1978, ya no eran un tema de fondo que dirigirle a los niños. A los niños y niñas les interesaba aprender canciones pop, ver fotos de estrellas del cine y la Tv, ilustraciones y particularmente las historietas de humor y aventuras, los chistes y los personajes.
La mejor idea “rival”, fue la propuesta por la revista Cabrochico, durante los años de Allende. No era, desde luego, lo mismo, o sea no era una competidora en el “nicho” del enciclopedismo y de la cultura atractiva. Cabrochico más bien quiso proponer un trozo que estaba excluido, y centenariamente asediado. Si lo hizo bien, si pudo hacerlo mejor, si era nueva y no podía hacer más en su contexto, creo que no tuvo tiempo de probarlo.
Aunque mi padre fue un obrero sin calificación, con 5 hijos, podía comprarnos Mampato entre 1972 y 1974 con su sueldo. Era un hombre anticomunista y no le gustaba Cabrochico, por eso, a diferencia de Mampato, no la tengo como experiencia de niñez. Digamos que en vez de interesarnos en la variedad, nos interesamos en una sola visión, pero eso también era lo que se venía, no se trataba para nada del caso de una pequeña familia particular. Mampato, que era aceptado, nos formó. Tuvo tiempo de hacerlo, y me alegro de que fuera así, que me tocara esa suerte.