“La Plaga - El Regreso de Anton” (2016): crónicas y misterios
Aunque parte importante de la nueva camada de autores que están partiendo aguas en el cómic chileno provienen de la capital, es importante hablar de aquellos que ofrecen historias alejadas del filtro de Santiago. Los hermanos Chris y Edgar Fattori son un buen ejemplo de esto, quienes con su obra conjunta La Plaga - El Regreso de Anton ofrecen una interesante reinterpretación en clave de fantasía medieval de los territorios de la Región de Valparaíso.
Algo que debe indicarse desde el principio es que La Plaga se siente más como la parte preliminar de un proyecto más grande que como una historia propiamente tal. Los esfuerzos primarios del relato parecen estar puestos en establecer con claridad las ruedas y engranajes de este mundo, ya que incluso antes de si quiera conocerse los nombres de alguno de los protagonistas, el cómic nos ofrece un mapa y un prólogo que sientan un marco narrativo inamovible
Con aquello queda patente el hecho de que todo lo que vemos en estas páginas no son eventos en desarrollo, sino un racconto en el que el lector redescubre una historia secreta en compañía de un personaje guía. Esta estructura narrativa de crónica hace maravillas para mantener al lector centrado en los momentos más expositivos, pero incide de forma negativa en una parte de la historia, lo cual explicaré un poco más adelante.
Dejando de lado el prólogo en prosa, al interior de La Plaga se pueden encontrar dos relatos que, si bien cumplen con reflejar la idiosincrasia de su entorno, discrepan en su estructura. El primero de ellos es autoconclusivo y no tiene mayores problemas en cerrar la historia de su protagonista, a la vez que deja elementos abiertos para explorar a futuro, pero el segundo —que da nombre al tomo— es completamente abierto.
El problema de El Regreso de Anton no radica en que sea la primera parte de una historia en curso, sino que, al ocupar su tiempo exhibiendo sus dinámicas sociales, olvida dar algo que hacer a Paolo Anton, haciendo que el subtítulo de la historia, El Regreso, sea un tanto literal ya que su trama se reduce a groso modo a hacer llegar al protagonista a un lugar específico y participar en una cena.
Afortunadamente, los hermanos Fattori dan una caracterización sólida al protagonista y a los personajes que lo rodean, demostrando entender la interlinealidad narrativa que se necesita en un relato ambientado en una corte, pero pasan demasiado tiempo sentando bases y el cómic se acaba antes de que puedan hacer algo sustancial con ellas, a diferencia de lo que ocurre en la primera historia del tomo, la cual al ser más simple logra avanzar más rápido y enganchar al lector. Esta diferencia estructural se replica en el cliffhanger de la historia, la que, si bien cronológicamente es parte de la segunda historia, es completamente incidental respecto de esta, teniendo un mayor vínculo temático con la primera.
A pesar que La Plaga a ratos carga un morral de trasfondo demasiado pesado para su propio bien, logra integrarlo en sus temas y así retratar lo hostil de su entorno. La violencia en este mundo no es incidental, sino que estructural, por lo que no se manifiesta por exabruptos espontáneos, sino que siempre viene acompañada con algún tipo de planificación, dejando en un segundo plano la materialidad de la misma. Este es un cómic que sabe administrar sus elementos más oscuros con discreción, tal como lo demuestra en el manejo de sus personajes femeninos, las cuales si bien más de una vez son amenazadas o sufren una instancia de violencia sexual, es manejado con tacto.
En el aspecto artístico, el cómic destaca para bien en cuanto a diseño, prestando atención a la entrega de detalles suficientes para que sus personajes y locaciones tengan una buena cuota de personalidad. Lamentablemente, este mismo punto a favor puede llevarse a una crítica, ya que salvo por el mapa de las primeras páginas, no hay nada que visualmente haga entender que nos encontramos en una versión alternativa de la Región de Valparaíso. Entendiendo que los hermanos Fattori son oriundos de San Antonio, ojalá en futuras entregas puedan representar en paneles la ambientación costera de su zona. De forma similar, como la mayor parte del tiempo el cómic presta atención a los detalles de sus entornos, cuando decide simplificar sus fondos se nota bastante. Por suerte, esto no ocurre de forma frecuente.
A nivel de presentación, el tomo es atractivo, ofreciendo un volumen con encuadernación en tapa blanda y papel brillante de buen gramaje. Lamentablemente, adolece del inexcusable detalle de tener un lomo completamente en blanco, por lo que al ser puesto en una estantería es irreconocible, salvo si se busca intencionalmente el cómic que no tiene nombre.
La Plaga es un cómic interesante, aunque a ratos irregular en su ejecución. Por suerte, sus defectos no tienen la envergadura suficiente como para eclipsar los puntos favorables de su propuesta. El anuncio de una secuela próxima a publicarse aminora los problemas narrativos de la segunda historia, por lo que este parece ser el momento perfecto para acercarse a La Plaga y presenciar de primera mano los cimientos de esta historia de misterios olvidados.