50 años de Mampato - "La Invasión Subterránea"
Seguimos adelante con la noble labor de hablar de todas las aventuras de Mampato, con motivo de la celebración del cincuentenario del personaje y la revista. Y heme aquí con la difícil misión de reseñar "Los Suterones", uno de los primeros cómics que leí allá en mi tierna infancia, por lo que recoger y condensar el cúmulo de recuerdos y emociones no es tarea sencilla.
LA INVASIÓN SUBTERRÁNEA (¡LOS SUTERONES!)
Publicación original: Mampato #366-378 (1977)
Guion y dibujo: Themo Lobos
Tintas y color: Óskar Vega
La nostalgia es una poderosa diosa, mediante la cual los recuerdos más preciados son puestos tras un velo personal que trastoca cualquier hecho almacenado en nuestro cerebro, y lo tiñe con un barniz de bienestar. Sin embargo, muchas veces al repasar las cosas que nos provocan esa nostalgia chocamos de bruces al darnos cuenta de que, en realidad, no todo pasado fue mejor, y elementos que nos provocaron gran impacto no son aquellos castillos de excelencia que recordábamos. Para evitar el Efecto Mandela, releer las obras de cabecera de nuestra niñez nos permite darnos cuenta de cuáles se quedaron marcadas por su calidad, y cuáles sólo por estar en el momento justo y en el lugar adecuado.
Afortunadamente, puedo asegurar que "¡Los Suterones!" pertenece al primer grupo, de aquellas historias entrañables que no solo nos entretuvieron, sino que además gatillaron ese sentido de la maravilla que nos hacía soñar con acompañar a Mampato y su pandilla por un viaje increíble y sin fin. Es esa extraña capacidad de Themo Lobos, que solo tienen los grandes maestros, de comunicar más allá de la palabra, y dejarnos con el corazón contento.
La historia que hoy nos convoca fue publicada originalmente entre los números #366 y #378 de la Revista Mampato, y comienza en una calurosa y aburrida tarde de verano, en que el pequeño pelirrojo recibe un mensaje telepático de su amiga Rena, quien lo invita a visitarla en el futuro e investigar un extraño fenómeno en que la tierra se está hundiendo al otro lado de la cordillera. Luego de recoger a Ogú en la prehistoria, nuestros héroes se embarcan en una aventura en que conocerán al pueblo de los cantores-poetas, y se enfrentarán a una misteriosos seres gigantes subterráneos, que amenazan con destruir el hábitat de sus nuevos amigos.
Como en casi toda su obra, Themo se las arregló para educar a sus lectores, y traspasarles valores. En este caso, aprenderíamos superficialmente acerca del modo de vida de los pueblos nómadas de la patagonia argentina, como los tehuelches, y de cómo debían desplazarse constantemente en busca de terrenos más favorables para su supervivencia. En efecto, la comunidad de los cantores-poetas, a pesar de vivir en el futuro, han revertido a un modo de vida bastante prehistórico, como consecuencia de la devastación producida por la guerra nuclear del año 2.020 —¡está a la vuelta de la esquina!— conocida como La Gran Catástrofe.
Por lo anterior, también recibiríamos el mensaje antibélico, antinuclear y ecologista del autor, pues el problema de la aventura fue provocado por la irresponsable acción del hombre, debido a los efectos de la radiación liberada al ambiente en el desastre mencionado en el párrafo anterior. Básicamente, lo que Lobos quiere recalcar es algo que ya sabemos: la humanidad está destruyendo el planeta y sus descendientes sufrirán las consecuencias, pero si se toman medidas a tiempo, la sabia naturaleza sola enmendará el rumbo.
Eso sí, todo eso se nos cuela por el rabillo del ojo, pues la principal baza de la obra es ser tremendamente divertida. Los diálogos son chispeantes y dinámicos, y aunque como siempre es Ogú el principal encargado del humor, hay algunos gags protagonizados por el resto de personajes que definitivamente nos hacen esbozar una sonrisa. También es muy novedosa la forma de hablar de los cantores-poetas, que como su nombre lo indica se expresan en forma de coplas y rimas, lo que es aprovechado por Lobos para incluir versos del folclore chileno y latinoamericano, como por ejemplo de la gran Violeta Parra.
Asimismo, lo que también está a un gran nivel es el apartado artístico. Acá podemos apreciar el lápiz de Themo en estado de gracia, aunque en realidad, cuesta encontrar un período en que se note algún descenso en su calidad. Las ilustraciones son claras y detalladas, y el lenguaje corporal de los personajes es notable, especialmente en el dinamismo que adquieren en las escenas de acción, pero también resaltando esos pequeños detalles de expresiones, que redundan en rostros que reflejan fielmente el estado de los protagonistas. En muchas partes ni siquiera es necesario el diálogo para poder percibir la alegría, la urgencia o la picardía de Ogú y compañía.
El coloreado de Óskar Vega es bastante agradable, con colores brillantes y alegres, que sin duda llamarán la atención de los más pequeños de la casa. Para el ojo más entrenado, sin embargo, es un poco recargado y "chillón", pero es algo que entendemos debido al público objetivo del título. De igual forma, en la edición que tengo en mis manos, que es la de la Revista Cucalón, hay un par de detalles en las primeras páginas donde se pierden colores en algunas viñetas, pero son fallas que claramente se deben a los medios algo anticuados de impresión de la época y no responsabilidad del artista.
Para redondear, y no es ninguna novedad si tienen alguna noción de lo que es Mampato y su legado, recomiendo a ojos cerrados su lectura. Es una muestra fehaciente de cómo se cuenta una buena historia, simple y divertida, sin necesidad de artilugios o complicaciones vacuas. A los niños les encantará, los adultos pasarán un buen rato, y quienes lo leímos años atrás sin duda recordaremos sensaciones de una época más inocente y sencilla. Todos ganan.
Nota de la redacción: En las reediciones más modernas de la obra, se ha cambiado la fecha de la Gran Catástrofe, situándola en el año 2050, seguramente por la proximidad del 2020. Pero además, en "Rena y el Siglo 40", se menciona que tal tragedia ocurrió alrededor del año 3000, así que no hay una fecha exacta.