"Mail" (2004), de Housui Yamazaki: postales del más allá
El cine estadounidense nos ha enseñado que el noble oficio de exorcizar almas en pena es una trabajo agotador y peligroso, pues aquellos simpáticos espíritus se niegan a abandonar nuestro mundo sin una buena pelea y un digno conteo de cadáveres. Sin embargo, desde Japón nos llega otra visión, y métodos distintos, ya que si tu misión es arriesgar el pellejo como cazafantasmas, ¿por qué no hacerlo con una pistola, una gabardina y mucho estilo?. Eso y más encontraremos en Mail, título al que nos abocaremos hoy.
Mail es un manga seinen -enfocado en lectores adultos-, de horror y misterio sobrenatural, escrito y dibujado por Housui Yamazaki, autor medianamente conocido en occidente por ser el artista de Kurosagi, Servicio de Entrega de Cadáveres. Originalmente, fue publicado en la revista Kadokawa Shoten, donde alcanzó un total de 18 capítulos, recopilados en tres volúmenes. El autor nos narra la historia del detective Reiji Akiba, una especie de investigador privado que, como muchos de sus colegas, es excéntrico, reservado, y viste la obligatoria gabardina. Sin embargo, posee una gran diferencia con un detective promedio, y es que el objeto de su investigación son los fantasmas, pues rastrea espíritus descarriados y dañinos, a los que luego exorciza con la ayuda de Kagutsushi, su pistola santificada, a menudo salvando vidas en el proceso.
La obra sigue una fórmula de capítulos independientes autoconclusivos, algo así como del "fantasma de la semana", deteniéndose ocasionalmente para darnos información sobre la vida personal y trasfondo de su protagonista, aunque los datos son los justos y necesarios, pues en ningún momento se profundiza demasiado en su psique. Akiba inicialmente se presenta como una figura tipo Columbo, aceptando clientes con un aspecto torpe, abrigo arrugado y su inclinación a dormir la siesta en el trabajo, pero su verdadera naturaleza se revela pronto en la primera historia, siendo implacable y certero frente a los espíritus chocarreros.
A medida que avanzamos en el transcurso de la serie, descubriremos que Reiji era ciego. Los avances médicos restauraron su vista, pero con el efecto secundario de que además comenzó a ver fantasmas de personas muertas. Después de años de vivir con miedo a los espíritus, heredó -de forma muy poco convincente, la verdad- su arma sobrenatural que ahora le permite ganarse la vida como detective espiritual.
Si bien las herramientas del protagonista para ayudar a sus clientes son de tecnología moderna - como un uso intensivo de internet-, las historias beben de conceptos y situaciones clásicas en las tramas de horror, así como de una amplia variedad de mitos urbanos, tanto de la cultura nipona como otros arraigados en el subconsciente global. Por ahí tenemos, por ejemplo, juguetes poseídos, cadáveres escondidos en las paredes, infanticidios, etcétera. Si bien las historias logran atraer lo suficiente como para sentirte inquieto o asustado, salta a la vista que Yamazaki no es un maestro del suspenso. Aunque Mail está lleno de imágenes crípticas y variaciones creativas de historias de fantasmas frecuentemente contadas, las resoluciones son tan formulaicas que el lector nunca duda de la capacidad de Akiba para salvar a sus clientes, por lo que la tensión en ese aspecto casi no existe. Todos los finales tienen una similitud que se vuelve obvia luego de leer un par de capítulos, ya que el único método de nuestro héroe para desterrar a los espíritus es utilizar la Kagutsuchi.
La sangre fría del protagonista cuando se enfrenta a bebés asesinados, amantes vengativos o víctimas de ahogamiento puede parecer cool en un principio, pero el esquema se vuelve cansino si leemos la obra de una sola vez. En defensa de Yamazaki, eso puede explicarse porque Mail no es acerca de Akiba, es acerca de los fantasmas. Y en eso, es brillante. Si el autor hubiese dotado a su personaje principal de aristas que lo sacaran de su unidimensionalidad, o tuviese rasgos algo más personales o singulares, sin duda la obra sería mucho mas destacada de lo que es. Ser Reiji Akiba es difícil en un mundo en el que existen Mikami La Cazafantasmas, John Constatine, Fox Mulder y Peter Venkman, por nombrar solo a algunos carismáticos luchadores contra seres del más allá.
Sin embargo, lo que le falta a la obra en trasfondo lo compensa en la atmósfera y el apartado artístico. Yamazaki demuestra una gran habilidad para convertir entornos urbanos comunes en lugares insoportablemente aterradores, ya sea una habitación, un baño, o un elevador. Por ejemplo, en una de las mejores historias de la serie, una mujer recibe una carta instándola a mudarse de su apartamento de inmediato, pero mientras la lee, se da cuenta de algo que se mueve a lo largo del techo de la habitación contigua. Y aunque vemos la acción desde un ángulo diferente al de la desafortunada fémina, captamos lo mismo que ella pues el autor nos cuela el horror subrepticiamente por el rabillo del ojo, casi como un detalle sugestivo, lo que de cierta manera es más aterrador que un gran e impactante primer plano. Como esa, la serie está plagada de momentos bellamente horripilantes y grotescos, con toques gore y desnudos semi-explícitos que no se sienten desubicados, excesivos ni injustificados.
Otra cosa que hace que la ambientación sea tan inquietante es la mundanalidad del escenario. Si bien las habitaciones y apartamentos son los típicos de la imagen pulcra y organizada que en occidente tenemos de las residencias japonesas, bajo la superficie se adivinan las fobias y filias de una sociedad que por más que lo parezca, no es perfecta. No todas las historias tienen lugar en Tokio, pues hay algunas que se desarrollan en el campo. Sin embargo, el título funciona mejor en entornos urbanos, ya que la naturaleza misma de la vida en la ciudad le da a Yamazaki un amplio material para trabajar, ya sea haciendo un cuento con moraleja sobre el anonimato de la vida moderna o simplemente reflexionando sobre la miríada de historias enterradas bajo el concreto de nuevo caminos y edificios, lo que en lo personal me recuerda a Teizokurei Daydream, otro manga en la misma sintonía de Mail. Además, la mayoría de los casos transcurren durante el día, por lo que el autor nos expone a la inquietante idea de que los espíritus malignos no solo acechan en aquellos oscuros rincones de la noche.
En resumen, Mail es una obra que no logra la grandeza. Tiene grandes falencias a nivel de guion que lastran un apartado gráfico impecable, pero aún así logra poner los pelos de punta en más de una oportunidad. A pesar de un apartado artístico sobresaliente, por su formula repetitiva no recomiendo su lectura continua de principio a fin de una sola vez, pero leer un par de capítulos de vez en cuando puede ser una experiencia divertida, especialmente en horarios nocturnos.