"La Guerra de Alan" (2000) de Emmanuel Guibert: amistad y recuerdos
La temática bélica es uno de los temas más usados en el cómic. Ya sea nacida de conflictos históricos, como las guerras mundiales, o de batallas imaginarias de superhéroes, la violencia tiende a poblar las páginas de las obras del noveno arte. Dentro del género, también tenemos diferentes categorías, pues así como hay títulos que enaltecen algún mal enfocado patriotismo, hay otros que se dedican a explorar la miseria y el sufrimiento tras las batallas. La Guerre d´Alan (La Guerra de Alan, para los hispanohablantes), sin embargo, no pertenece a ninguna de aquellas categorías, pues es un relato intimista y personal de un soldado enlistado en la Segunda Guerra Mundial que, por azares del destino, nunca entró en combate.
Cuando cumplí 18 años, el Tío Sam me dijo que le gustaría que me pusiera un uniforme para ir a pelear contra un tipo llamado Adolf. Y eso hice.
Alan Ingram Cope
El francés Emmanuel Guibert, escritor y dibujante de cómics, y Alan Ingram Cope, un ciudadano estadounidense como muchos, se conocieron por casualidad en la Isla de Ré, Francia, en 1994. Con la amistad que se establece casi instantáneamente, Guibert descubrió que tras Cope había una historia muy interesante, pues fue parte de las tropas norteamericanas destinadas a Europa durante la Segunda Guerra Mundial. De innumerables horas de conversación, y de un sincero cariño entre ambos, nacerá este conmovedor cómic cuyo protagonista no es otro que Alan.
Como dice el escritor en la introducción, "La Guerra de Alan es el encuentro de un anciano que contó su vida a un joven que sintió la necesidad de escribir y dibujar". La obra relata con simplicidad los recuerdos imperfectos de la cotidianidad del viejo soldado, que a pesar de estar enlistado y destinado a Europa en los peores momentos de la guerra, jamás entró en combate. Cualquiera podría pensar que esta es una historia aburrida, pues si seguimos la descripción, sabremos que acá no hay batallas feroces ni actos heroicos. Sin embargo, el buen hacer de Guibert, y el cariño que destila cada una de las aguadas que conforman la obra, superan con creces aquel supuesto handicap.
La historia comienza con el bombardeo de Pearl Harbor en 1941, que cambiará la vida del joven Alan. Todavía no ha alcanzado la mayoría de edad cuando se alistó en el ejército de los EE.UU., pero como todos los jóvenes de su edad, él también desea luchar por el honor de su país. Después, como es lógico, la historia va por caminos diferentes, siguiendo de manera pausada y sencilla los días que Alan pasa en el campo de entrenamiento y su llegada a Francia. Los acontecimientos, a veces curiosos, otras cotidianos y triviales, contados en primera persona van haciendo más y más interesante la historia y a su protagonista. Animado con los mejores sentimientos, emprende una aventura que durará 50 años. Con gran candor, el soldado que se ha convertido en un anciano recuerda su entrenamiento, sus reuniones y sus elecciones que lo llevarán a caminos poco convencionales. Lejos de una epopeya heroica, La Guerra de Alan es el testimonio apasionado de un hombre común, que sabía contar historias. Pero sobre todo, un tributo del artista a aquel anciano que se convirtió en su amigo.
Para realizar el cómic, Guibert necesitaría no menos de 5 años de conversaciones y grabaciones. Lamentablemente, Alan Cope no pudo leer el libro de su amigo, pues falleció 8 meses antes de la publicación del primer volumen, en 1999. Por fidelidad a la memoria de su amigo, el dibujante hizo de este proyecto un asunto personal: "A medida que avanzaba, sentí la necesidad, probablemente porque extraño a Alan, de asociar más estrechamente mi historia personal con la suya ". Así, el título se mueve por la simplicidad de la historia y la humanidad de su protagonista. Como ya dijimos, no hay actos de valentía ni luchas sangrientas, pero lo que brilla es la voz de un testigo anónimo de un momento histórico.
Desde un punto de vista gráfico, este cómic tiene un notable tratamiento en blanco y negro, más bien sepia si nos atenemos a la edición en español por parte de Ponent Mon. La sobriedad de las ilustraciones se presta bien al carácter descriptivo del relato, con un trazo simple, pero que entrega información precisa.
Si hay algo que criticarle a la obra, es que la publicación del tercer volumen estuvo bastante distanciado, tanto en tiempo como en contenido, de los dos primeros. Es como si los eventos informados en los dos primeros volúmenes fueran más precisos en la mente de Alan, por lo que da la impresión de que el tercero cuenta recuerdos sin conexión obvia o continuidad. La narración, en consecuencia, pierde algo de poder e interés.
Aun así, La Guerra de Alan es un tremendo exponente del cómic europeo, recalcando la obviedad de que no se necesita violencia, explosiones o parafernalia sin sentido para entregar una obra relevante, conmovedora y valiosa.