"Ghost Rider: Road to Damnation" (2005): cadenas del infierno
Bienvenidos otra vez a Caballeros de la Mesa Marvel, sección de nuestra web con el noble objetivo de analizar las obras editadas bajo el sello Marvel Knights, línea de la Casa de las Ideas que editó material para un público más adulto. En esta oportunidad, veremos Ghost Rider: Road to Damnation, obra de Garth Ennis y Clayton Crain, que sería la segunda aparición del Motorista Fantasma en dicho sello, luego de Ghost Rider: The Hammer Lane, serie limitada de Devin Grayson (Black Widow) y Kevin Taniuga, publicada el 2001.
Ghost Rider: Road to Damnation es una miniserie de 6 números, protagonizada por uno de los personajes pilares del rincón sobrenatural de Marvel Comics, Ghost Rider. Escrita por Garth Ennis e ilustrada por Clayton Crain, fue publicada entre los años 2005 y 2006. Aunque en su momento fue publicada solo como Ghost Rider Vol. 3, con el tiempo se ha conocido con el subtítulo de "Road to Damnation", tal como el tomo recopilatorio. En ella, tenemos a Johnny Blaze como protagonista, aclaración válida por cuanto sabemos que no es el único que ha portado el avatar del Espíritu de la Venganza.
Ghost Rider fue uno de los tantos personajes terrorífico-fantásticos utilizados en la Marvel de los setenta, cuando los films de terror estaban en pleno apogeo, fenómeno aprovechado por las editoriales para crear conceptos cercanos a ese género. Creado por Gary Friedrich, Roy Thomas y Mike Ploog, su primera aparición sería en Marvel Spotlight #005 (agosto de 1972), una serie destinada a cubrir la demanda de ese estilo, y por cuyas páginas desfilaron criaturas como Red Wolf o Man-Wolf.
El origen del Espíritu de la Venganza se remonta al Siglo XVIII en la figura de Noble Kale, quien se enamoraría de una mujer negra, llamada Magdalena. El Padre de Noble, el Pastor Kale, descubriría que el amor de su hijo era una bruja. Condenada a la hoguera, en sus últimos momentos maldijo a la familia del Pastor, lo que lo hizo tomar un pacto con Mephisto: salvar a su descendencia a cambio del alma de su hijo. Esto haría que Noble fuese el primer Ghost Rider de la historia, y al morir, se iniciaría un legado de generación en generación, obligándole a vivir entre el Cielo y la Tierra.
El Motorista Fantasma de Marvel Spotlight sería Johnny Blaze, cuya madre Naomi Kale era descendiente directa de Noble, y por tanto, también portadora de la maldición del espíritu de la calavera. El destino querría que la desgracia también cayese sobre él, pues debido a un cáncer de su padre adoptivo, realizaría un pacto con Mephisto, dándole su alma a cambio de la cura para su padrastro. Sin embargo, los demonios no son de fiar, y es así como el inocente Johnny sería engañado por el Señor del Infierno, y como consecuencia, el legado fatídico lo convertiría en Ghost Rider.
La serie limitada nos narra una historia en que Ghost Rider busca escapar del Infierno, donde cada noche le desgarran, le destripan y le condenan hasta que no queda nada, excepto su alma. Para ello, deberá realizar un trabajo que le libre de la tortura de recorrer esas carreteras infernales donde le aguardan tormentos y sufrimientos para el resto de su existencia. Por tanto, será reclutado por el ángel Malachi, para una misión que consistirá en acabar con Kazann, un demonio y arma de los infiernos que tanto el Cielo como su opuesto quieren hacer desaparecer, y que intentará desatar el averno en la Tierra. La tarea se complicará cuando se incorporen nuevos jugadores como el despiadado arcángel Ruth y Hoss, el cazador del Reino de las Tinieblas.
"Road to Damnation" es una obra que encaja en un 100% con el concepto del sello MK. La etiqueta de advertencia parental de su portada y el nombre del laureado escritor Garth Ennis en los créditos nos asegura que los personajes hablen y actúen de manera realista, además de sangre a destajo y lenguaje procaz. En efecto, los participantes de la serie tienen diálogos y reacciones de una manera que se siente común y familiar, a pesar de vivir eventos completamente de otro mundo. El irlandés parece a priori la elección perfecta para este personaje, pues su pluma se caracteriza por su amplio conocimiento y experiencia en demonología, su tono cínico y mala leche, y su intachable humor negro.
También es firma de Ennis presentar personajes que rozan la amoralidad, y en este caso no es distinto, entregando pasajes que podrían sentirse insensibles e indiferentes por la vida humana. Eso es para caracterizar mejor los temperamentos obstinados de los villanos, de una naturaleza y poder tal que ven a los humanos como seres sin importancia. Por tanto, las páginas contienen su dosis justa de gore y violencia explícitas, aunque bien justificadas. El escritor y su compinche Clayton Crain parecen muy conscientes de bordear frontera entre el exceso y el buen gusto, y entregan con éxito una obra en que la escritura y el arte se sienten equilibrados.
Es habitual en los guiones del irlandés encontrar matices políticos, religiosos y sociales sutiles, y otros no tanto. Cualquiera que esté familiarizado con otros cómics de Ennis (Preacher, Hellblazer, Punisher) sabe que no se anda con rodeos a la hora de tratar cuestiones posiblemente ofensivas para la Iglesia o la derecha conservadora. Es improbable que sea una mera coincidencia que uno de los tipos malos prominentes sea un barón petrolero que usa su dinero para escapar de la legalidad y la moralidad, o que los únicos aspectos del cristianismo presentes son extremos, como el Ku Klux Klan y una iglesia millonaria, como forma de ejemplificar su exceso.
Los personajes polarizados de Ennis, sin embargo, esencialmente ejercen una mirada sarcástica y distante de la sociedad estadounidense, en lugar de un verdadero ataque maléfico contra sus miembros en particular; es más un desprecio divertido o crítica lúdica en lugar de condenas eternas. Incluso, el demonio Hoss se ríe en un momento dado de que las fuerzas del infierno son financiadas por los multimillonarios del mundo. Asimismo, el arcángel Ruth es responsable de mucha más violencia y derramamiento de sangre que cualquier demonio, haciendo que nos cuestionemos las enseñanzas tradicionales sobre los buenos y malos del reino espiritual.
Es como si Ennis dijera que, en un sentido más amplio, la gente simplemente cree lo que sea que los haga sentir seguros y felices, y que a menudo estamos ciegos o ignoramos la realidad. Para ilustrar esto, tanto los ángeles como los demonios de Ennis son egoístas, malhumorados y desleales, mientras que Ghost Rider representa los ojos del lector, horrorizándose una y otra vez ante lo que ve. La sabiduría convencional se desintegra ante nosotros, y los verdaderos mecanismos del reino celestial acá presentados están muy lejos de ser magnánimos.
Las conspiraciones celestiales y demoníacas, la acción numinosa y los personajes imaginativos dan a Clayton Crain un excelente caldo de cultivo para su arte. El ilustrador presenta un formidable ejemplo del excelente trabajo que se puede lograr con técnicas digitales, a pesar que en algunos pasajes es difícil de seguir debido a la cacofonía, algo de recarga, y toneladas de detalles que encontramos en las viñetas. Los efectos de fuego y la iluminación que acompañan al héroe de la calavera llameante son tremendamente vívidos y logrados, al igual que el diseño aterrador e inquietante de los monstruos transmiten todo el asco que se supone deberíamos sentir. El calor y olor a metal caliente de la motocicleta de Ghost Rider prácticamente se salen del papel. Como punto negativo, podemos nombrar algunos de los rostros, que quizá como defecto de la técnica, no se perciben como orgánicos o expresivos, sino más bien estáticos e inanimados.
Con una historia entretenida e imaginativa, Ghost Rider: Road to Damnation es una lectura valiosa tanto para los fanáticos del Motorista Fantasma como de Garth Ennis, así como para los lectores que se acercan al personaje por primera vez. El arte de Clayton Crain, aunque algo recargado, acompaña perfecto a un guion que, como es habitual en la obra del irlandés, nos presenta una trama con personajes crudos e inescrupulosos, que en el fondo deslizan una ácida crítica a una sociedad humana históricamente cínica.