"Freesia" (2003), de Jiro Matsumoto: ojo por ojo
El deseo de venganza es uno de los sentimientos más viscerales del ser humano, y el motor de incontables obras de ficción. Desde las motivaciones del Punisher de castigar a los delincuentes luego de la masacre de su familia, hasta la monumental V For Vendetta de Alan Moore, entre muchas otras, el noveno arte es pródigo en historias con la revancha como protagonista. En el cómic japonés no es diferente, y la obra que reseñamos hoy, Freesia, es un muy buen exponente de dicho concepto, aunque con un interesante giro.
Freesia es un manga de corte seinen -orientado al público adulto-, publicada en la revista Monthly Ikki entre los años 2003 y 2009, recopilándose en 12 tomos, y cuenta con una adaptación cinematográfica en 2007. Es un thriller psicológico y de acción del autor Jiro Matsumoto, y que transcurre en Japón en un futuro próximo y distópico en que dicha nación se encuentra trabada en una guerra de larga data, con una importante recesión económica. Dicha crisis ha llevado al cierre de muchas cárceles, y como compensación se ha aprobado la Ley de Venganza, con la que los familiares de las víctimas de asesinato tienen derecho a matar al asesino. Pero, como no todo el mundo se siente capaz de eliminar a otro ser humano, existen empresas que por un módico precio, ofrecen el servicio de sicarios profesionales.
El protagonista es uno de ellos, Hiroshi Kano, que además de ser un hábil verdugo, mantiene conversaciones con una mujer que sólo él puede ver, y sufre constantes trastornos mentales. En su equipo también está está Mazaki Mizoguchi, un sádico depredador que se enorgullece de cazar gente, e Ichiro Yamada, un optimista novato obsesionado con seguir las impracticables reglas del manual, que tendrá que enfrentarse tanto a sus propios miedos ante una ejecución, como a las conductas anormales de sus colegas. La plantilla se completa con Mariko Higuchi, una misteriosa mujer que se encarga de los contratos y la parte administrativa.
Si bien todos los personajes son muy interesantes, el que brilla es Kano. A pesar de su enfermedad mental, y que su vida está al borde del colapso, tiende a ser el más "normal" en la serie. Hiroshi, con su personalidad retraída, y derrotada, representa la mayoría de las personas que constantemente están tratando de encontrar una dirección en la vida. Él admite que no lo sabe todo, y sólo está tratando sobrevivir en el caos que lo rodea. Sin embargo, su rasgo más distintivo y creepy es su apatía hacia los demás, al extremo que en una escena ve a su novia teniendo sexo con otro hombre en su propio departamento, y todo lo que les dice es que deberían estar callados ya que su madre esta durmiendo, cuando en realidad sabemos que no está dormida, está catatónica. Así, la desconexión de su mundo es casi total, las relaciones que entabla son sólo porque sí, y cumple con su trabajo sin cuestionar las implicaciones morales.
Muchas veces, el cóctel de las personalidades de los personajes será más peligroso que las mismas misiones que deben ejecutar. Así, mientras los encargos se suceden, el caos se va apoderando de la situación, degenerando en problemas cada vez mayores, desde peleas por quien maneja el auto hasta dispararse entre ellos, pelear en medio de la ejecución, asesinar gente inocente, o que el ejecutado se escape. En el fondo, lo narrado en el manga sirve como excusa para explorar mejor la psiquis de los individuos, insuflando presión y drama para que los vicios y fobias del elenco sean llamativos y patentes.
Debido a las alucinaciones de Kano, la obra está envuelta en una oscilación constante entre la realidad y lo que pasa en la cabeza del protagonista, conformando así un ambiente crudamente onírico en el que nunca podemos estar seguro de si lo que está pasando es real. Asimismo, la representación de los ambientes es descarnado, pues en el entorno podemos ver la suciedad de las calles, y la pobreza material y espiritual de la gente, cuya vida parece carecer de valor, regida por la guerra y las noticias del ejército. Es una sociedad hostil y desagradable en que asesinatos, atracos, violaciones, e indiferencia abundan.
El dibujo de Matsumoto, es muy característico y realista. Con un estilo recargado y sucio, se muestra especialmente cuidadoso en todos los detalles de las viñetas, a pesar que los personajes parecen sólo abocetados, casi desprolijos. La gran expresividad en los rostros y lenguaje corporal permite que captemos perfectamente su estado emocional, entregando así detalles que no son explícitos en el guion. Así mismo, como signo común en el manga, la disposición de las viñetas a menudo huye de las convenciones, transitando entre el orden y coherencia de un entramado ordenado, y el caos evidente. Todas esas particularidades contribuyen a sumergirnos en las páginas de una profunda trama de crimen, locura y decadencia.
En resumen, Freesia es un manga muy recomendable e interesante. No obstante, no es una lectura ligera, pues es una obra de una fuerte carga psicológica y filosófica, aunque eso último corresponde más al lector que a los protagonistas, que en todo momento actúan alienados. El argumento esta espléndidamente hilvanado, pues captura desde el principio hasta el fin, a medida que se devela el misterio tras el comportamiento de los personajes. Sin duda, la venganza es un plato que no sólo se come frío, sino a cualquier temperatura.