"Daredevil: Father" (2004): en el nombre del Padre
¡Vuelve en gloria y majestad Caballeros de la Mesa Marvel! Después de una larga temporada de ausencia, regresa la sección de nuestra web que pretende analizar los títulos publicados bajo el paraguas de la línea Marvel Knights, sello de la Casa de las Ideas que intentó, con bastante éxito, publicar series con un enfoque más adulto y sofisticado. En esta oportunidad, volvemos a tener de protagonista al Diablo de Hell's Kitchen, en una miniserie que explora el legado y las relaciones paternales. Analicemos Daredevil: Father, uno de los pocos trabajos de Joe Quesada como autor completo para la editorial.
Daredevil: Father es una serie limitada de seis números, publicados entre junio de 2004 y, tras unos "pequeños" retrasos, noviembre de 2006. Es obra de Joe Quesada tanto en guion como en lápices, en lo que sería el regreso al mesón de dibujo del por entonces Editor en Jefe de Marvel. Lamentablemente, dicho puesto no le dejaría demasiado tiempo para estos proyectos paralelos, lo que a la postre haría que su publicación se extendiera por más de dos años.
El argumento arranca cuando, durante una de las peores oleadas de calor que han azotado New York, un asesino en serie está haciendo de las suyas. Daredevil deberá darle caza y detenerlo por cualquier medio necesario, antes que la ciudad, siempre al borde del caos, pierda la cordura. De todos modos, la historia no es más que una excusa para moverse con el concepto de la figura del padre, que juega o jugó un papel preponderante en la vida de los personajes que sostienen la historia, en especial, por supuesto, Matt Murdock. Y es aquí donde Quesada pisa terreno peliagudo, pues utilizando la manoseada retrocontinuidad, tocará a Jack Murdock, aquel hombre de férreos valores que educaría a nuestro héroe.
Sin embargo, lo que en un principio parece una premisa muy interesante, se diluye debido a los otros elementos que el guionista introduce, como algunas tramas paralelas que convergen, y otras que no juntan ni pegan. En primer lugar, tenemos a una nueva clienta de los abogados Nelson & Murdock, Maggie Farrel, quien se está muriendo de cáncer y quiere demandar a las corporaciones que cree que tienen la culpa. Las cosas se complican cuando un asesino en serie, cuya especialidad es arrancar los ojos de sus víctimas, comienza a acumular cadáveres, a lo que DD no presta atención en un principio. Como última arista, tenemos la presencia de un nuevo grupo de vigilantes, llamados Santerians, que a decir verdad, no tienen absolutamente nada que hacer en el relato y sólo sirven de acompañamiento para su líder, Nero, que en consonancia con el concepto de la miniserie, tiene sus respectivos daddy issues. De hecho, la banda no hace nada más que luchar contra Daredevil en los dos números en los que aparecen, no aportando nada al argumento.
Eso sí, la historia se gana la etiqueta Marvel Knights que lleva en la portada pues es madura y oscura, aunque lamentablemente no bien construida y planificada. De hecho, entre el interesante primer número y el impactante plot twist del último, tuvimos que soportar demasiado relleno, especialmente las escenas de Nero y sus chicos, que aparecieron, pelearon y se fueron, sin ninguna sustancia. Asimismo, el elemento de New York atravesando una terrible ola de calor no se transmitió como supongo Quesada intentó, no contribuyendo realmente en aumentar el ambiente opresivo de la forma en que debería. Además, los personajes no logran transmitir del todo bien la angustia, que es representada de manera estándar, de una forma no demasiado bien fundamentada, arriesgada o innovadora.
Eso sí, hay que destacar que el escritor maneja como pocos los momentos introspectivos de Matt, cuando aflora todo el amor que se nota siente por el personaje. Ahí tenemos, por ejemplo, la primera mitad del número #1, donde nos entrega un bellísimo monólogo, en que Daredevil reflexiona acerca de lo que su padre significó en su vida, como guía hacia la persona que es ahora. Sin caer en un melodrama excesivo, son palabras que calan hondo en todos aquellos que tenemos seres queridos que nos han legado valores y fortalezas. Este es un factor que demuestra como ningún otro que si al buen Joe no se le hubiese olvidado que la verdadera protagonista del relato era la relación de Matt con su padre, hubiésemos tenido una obra notable.
Y no podemos hablar de esas páginas iniciales sin nombrar al arte, que me parece espectacular, aunque con algunas consideraciones. Con el apoyo de Danny Miki en tintas y Richard Isanove en pinturas, el resultado final es un ambiente oscuro, inquietante, fiel reflejo de Hell's Kitchen. Ya sabemos que el estilo de Quesada es bastante particular, y en esta oportunidad sus ilustraciones son suntuosas, dividiéndose entre un estilo pictórico y panorámico en las splash pages o en las ilustraciones de página completa, y un diseño más convencional de viñetas en los momentos de diálogos de los personajes. En muchos pasajes me recordó al mejor Frank Miller, a veces expresionista, a veces gutural, pero siempre atrevido, utilizando recursos estilísticos que alejan las páginas de un comic book convencional.
El punto discordante sería la forma en que representó a Daredevil, que se aleja drásticamente del personaje que conocemos de toda la vida. Quesada dibujó a un Diablo Guardián extremadamente anabolizado, con músculos y medidas anatómicas imposibles que hacen se asemeje a Hulk, más cerca de un avatar de la violencia o un demonio de la venganza que de aquel abogado ciego que se balancea entre edificios, quizá como un intento de antropomorfizar su oscuridad psicológica y tribulaciones internas a través de su cuerpo. Dicho de otra manera, el arte se siente en muchas oportunidades como un experimento visual desbocado que tiene tanto aciertos como yerros, aunque en mi opinión, prevalecen los primeros. Personalmente, me agrada ver representaciones diferentes y nuevos acercamientos gráficos a los protagonistas, aunque puedo entender que a los fanáticos más clásicos les provoque cierto rechazo.
En resumen, tenemos una obra que podemos calificar de regular. La historia parte de una buena idea y el final es impactante, pero su desarrollo desorientado, elementos desconcertantes y un dibujo que encontrará tanto defensores como detractores, hacen de Daredevil: Father una historia a la que hay que acercarse con cautela. Si sólo buscas pasar el tiempo y disfrutas del desparpajo visual de Quesada, te irás satisfecho. Para el resto, hay cosas mejores a las que dedicarle el tiempo, siendo éste un recurso cada vez más escaso en la época actual.