"Thor" (2007) de J. M. Straczynski: el regreso del trueno
La trayectoria de Thor en Marvel es tan extensa que ya se acerca a las seis décadas. La primera aparición del ya mítico personaje tuvo lugar en el verano de 1962, en Journey Into Mystery #083, obra de Stan Lee y Jack Kirby. El proyecto, sin embargo, tardó en funcionar, pues en un principio constaba de historias episódicas, sin rumbo definido y no demasiado interés. Las cosas comenzaron a cambiar con los "Relatos de Asgard", una serie de complementos dedicados a mostrar el mundo de los dioses y mitología nórdica. Así, los lectores fueron plenamente conscientes de los dioses de Asgard, los antepasados de Odin y la importancia de seres como Ymir, Surtur, o el árbol mágico de Yggdrasil. Posteriormente, esa misma dupla artística darían a conocer el resto del panteón del que el Dios del Trueno era componente destacado, y que mensualmente protagonizaba las historias principales que aparecían en las páginas de la ya nombrada Journey, una cabecera que no tardaría en ser rebautizada como The Mighty Thor.
Esa fue la primera de una serie de relanzamientos que el héroe del casco alado ha experimentado a lo largo de su dilatada trayectoria. Sin embargo, en pocas ocasiones hubo un cambio tan drástico como en el acontecimiento que hoy nos ocupa, a cargo de J. Michael Straczynski. Su reorganización del personaje allanó el camino para los éxitos actuales de la serie, hoy a cargo de Jason Aaron, así como estableció la imagen cinematográfica del personaje, aunque no sin cierto resentimiento de los fanáticos, críticos e incluso de la propia Marvel.
Para muchos aficionados, J.M. Straczynski se ha convertido en una figura polarizadora. Fue uno de los primeros escritores de Hollywood en participar con seriedad en el mundo comiquero con el lanzamiento de Rising Stars (1999), para luego ser seleccionado por Joe Quesada y Bill Jemas para escribir The Amazing Spider-Man. En dicho título, tuvo una prolongada estadía de más de 50 números, que terminó después de algunos pasos en falso en los argumentos —¿les suena el 'Mephistazo'?— y un supuesto desacuerdo entre él y Quesada sobre la trama del último arco argumental. Después de una pequeña etapa en Fantastic Four, saltaría a lo que sería su proyecto definitorio en Marvel, Thor, que lamentablemente tampoco terminaría de forma ideal.
La raíz de esta nueva etapa se encuentra en el espectacular y decisivo arco "Ragnarök", que provocó la desaparición de todos los dioses nórdicos del Universo Marvel, y la destrucción de Asgard. En aquel momento, Odín ya hacía algún tiempo que había pasado a mejor vida, aunque esa expresión no sea 100% aplicable a ese tipo de deidades. El tiempo permitiría observar que la marcha de All-Father fue de cierta manera el principio del fin, uno que sorprendió a todos por su contundencia. Tanto es así que que durante años nada se supo de una parte de la Casa de las Ideas que por décadas había sido trascendental en su funcionamiento.
Por tanto, el retorno de los dioses asgardianos tendría lugar en estas páginas, bellamente dibujadas por Olivier Coipel (House of M). El retorno no fue tan sencillo o gratuito como habitualmente ocurre en los títulos de capas, donde las cosas ocurren porque sí en más oportunidades de las recomendadas. Para empezar, Thor tuvo que volver de su confinamiento en el limbo, y llegar a un nuevo nivel de entendimiento con su alter ego. el Dr. Donald Blake. A continuación, sería él mismo quien se encargaría de recuperar a sus compañeros de panteón, reencarnados en diversos seres humanos. El caso más curioso, al menos en principio, fue el de Loki, debido a la apariencia con la que retornó. La gran excepción sería Odin, que se convertiría en el gran ausente de esta reinstauración. Su existencia había quedado condicionada al perecer a manos del demonio de fuego Surtur, con el resultado de quedar confinado en un limbo, distinto al de su hijo, donde experimentaba un ciclo sin fin de luchar contra aquel enemigo, morir, resucitar, y volver a empezar.
A pesar de no poder recuperar a su padre, el portador del Mjölnir consiguió restaurar en parte la gloria de Asgard, aunque con el matiz de situar al reino eterno en medio de Estados Unidos, en especifico en las llanuras adyacentes al pequeño pueblo de Broxton, Oklahoma. A primera vista, todo parecía idílico, con una excelente relación entre dioses y humanos, que incluso iría mucho mas allá de una convivencia entre vecinos. De hecho, una de las más importantes tramas secundarias sería la protagonizada por la diosa Kelda y el lugareño Bill, que entablarían un hermoso romance, cuya estela llegaría mucho más allá del fin de esta etapa.
Así, la ubicación de Asgard en la Tierra también sirvió como metáfora para una verdadera "mundanización" de los conceptos de dicha mitología, que al acercarlos al habitante promedio del Universo Marvel, también los hacía más accesibles a los lectores que se acercaban por primera vez a un título de Thor. El escritor retiró la forma pomposa de hablar del personaje, llevándolo a un nivel más aceptable, y contrastó el papel de los Asgardianos como dioses versus los valores y tradiciones del Estados Unidos promedio, representado en Broxton. Además, los diseños de Coipel añadieron mucho a este nuevo capítulo, incluyendo un nuevo traje, y diseños para sus compañeros. Otro de los aciertos del escritor fue la muy necesaria reducción de poderes del héroe hasta niveles manejables y reintroducir a Don Blake en la mezcla, buenos movimientos en términos de hacer del Dios del Trueno un personaje viable que realmente puede interactuar con el resto de su universo sin abrumarlo. En resumen, significó una recalibración del personaje, y los asgardianos en general, de cara al público moderno.
Si bien no puede ser de otra forma que el protagonismo recaiga sobre Thor / Don Blake, hay una fuerte participación de los personajes secundarios. JMS hace un gran trabajo al tratar de evolucionar a otros asgardianos, entre los que podemos nombrar a Balder, de quien tendremos una revelación acerca de inesperados lazos familiares que lo pondrán en la mayor línea de importancia, y Fandral, Hogun, y Volstagg, el inseparable trío de guerreros que será utilizado como reclamo cómico, al mejor estilo de los Tres Chiflados. Gracias a sus diálogos, que en general hacen mofa de las peculiaridades de Volstagg, tendremos varios momentos hilarantes, que sacarán más de una sonrisa. Pero eso no es todo, pues también habrá lugar para que se nos cuente el origen de Odin, las razones por las que éste crió a Loki como si fuera hijo suyo, y un par de cosillas más.
Sobre todo en al principio, el periplo de Donald Blake estaría marcado por una yuxtaposición entre los elementos misticos/ míticos y los terrenales, con tintes de crítica social presentes en los episodios que transcurren en la Nueva Orleans devastada por el huracán Katrina, y en el continente africano. En el número que transcurre en Louisiana, también tendremos en enfrentamiento entre Iron Man y Thor, quien querrá saldar cuentas con Stark debido a su participación en la Guerra Civil Superheroica, por todo el drama que se desató por la presencia de aquel clon del Dios del Trueno.
Lamentablemente, la etapa sufrió varios problemas, que en su momento lastraron mucho la apreciación general. Primero, la serie sufrió constantes retrasos, además de una ralentización del ritmo de publicación cuando se supo de la salida del escritor mientras se buscaba su reemplazo, lo que hizo que en los dos años y medio en que JMS estuvo a su cargo, sólo se publicaran 17 números (Thor #001-012, #600-603 y Giant-Size Finale). Asimismo, el final, plasmado en el Giant-Size Thor Finale #1, además de ser un número precipitado en que se notan las prisas, no es para nada un final. Si bien cerró algunos argumentos, la mayoría quedó libre para que Kieron Gillen, quien asumiría posteriormente los guiones, terminara de desarrollarlos, por lo que no fue la conclusión dramática y épica que merecía una etapa que llamó la atención de los aficionados desde sus mismos comienzos. Lo único que se resuelve, si se quiere llamar así, es la subtrama continua de Bill y Kelda, con consecuencias que llegarían, como ya dije, incluso hasta las etapas posteriores de Gillen y Matt Fraction.
Aunque podemos aseverar que el ritmo errático de publicación fue quizá su mayor enemigo, hay lectores que consideran que incluso si estos cómics hubieran salido a tiempo, no hay una razón real por la que el escritor se haya tomado 17 entregas para llegar a este punto. Con detractores y defensores del estilo, no podemos negar que en estas páginas encontramos mucho de lo que se ha denominado como decompressive storytelling. Asimismo, en el camino tuvimos una cantidad quizá desmesurada de monólogos, especialmente entre Thor y su alter ego, aunque esto fue hecho a propósito por Straczynski, quien confesaría que "es el único lugar donde puedo hacer esta especie de falso estilo Shakespeareano que amo tanto. Simplemente no hay otro título por ahí donde puedas permitirte eso." Por cierto, la etapa estuvo dividida en tres arcos. El primero, regresó a los Asgardianos de su aparente muerte; el segundo, para mí el punto culminante de la serie, nos permitió vislumbrar el origen de Loki y su plan para desterrar a Thor; y el tercer arco, que no fue resuelto en su totalidad, vio a los asgardianos moviéndose a Latveria, directo a las garras de Victor Von Doom.
Finalmente, la salida del escritor del título se debió a las desavenencias entre JMS y Marvel por culpa del macroevento Siege, donde H.A.M.M.E.R. y los Dark Avengers de Norman Osborn atacarían la ciudad flotante de Asgardia. Poner a Thor y Asgard en medio de un macroevento rompía lo que le habían prometido al escritor sobre tener su parcela más o menos privada, sin mezclarse demasiado en esos tinglados. "Cuando asumí Thor", declararía el guionista al medio CBR.com, "pregunté si podía mantenerlo fuera del resto del Universo Marvel en los primeros seis números, sólo para darle tiempo al personaje de levantarse y poder definirlo en sus propios términos, y estuvieron de acuerdo. Mi única preocupación era la de ser arrastrado a un gran evento que afectara el impulso del libro y alterara su dirección. Algunos escritores pueden manejar todo eso sin sudar. Pero para mí, simplemente no es algo que pueda hacer competentemente. Esa es una deficiencia de mi parte y la reconozco como tal."
"Thor se estaba vendiendo entre los diez mejores mes tras mes, y esa mayor visibilidad significaba que podría precipitar un evento. Y así, tal evento apareció en el horizonte. Sufrí por esto durante meses, y finalmente fui donde los editores Warren Simons y Dan Buckley, a decir que creía que debía abandonar el titulo. No hubo diferencias creativas, animosidades ni rencores, sólo la cuestión de cómo manejar quedar atrapado por mis propios defectos e ineptitud. Warren y Dan fueron absolutamente comprensivos y amables conmigo."
Respecto del apartado artístico, podríamos resumirlo en dos palabras: Olivier Coipel. Su estilo, tan espectacular como lento, destaca por un trazo limpio, y diversos diseños de página, capaces de plasmar preciosas imágenes relacionadas con los nórdicos. Destaca también en llevar a cabo uno de los puntos fundamentales de la colección, el acentuado contraste entre los dioses escandinavos y los habitantes del pueblo, mostrando a los primeros como imponentes y feroces. Las escenas de acción que plasma el dibujante son espectaculares, pero en realidad escasas, ya que el tono general de la serie es más reflexivo y emotivo que una simple seguidilla de batallas. Por cierto, Coipel es secundado en algunas entregas por Marko Djurdjević, que si bien logra entregar un gran trabajo, no alcanza los niveles de excelencia del francés.
Problemas aparte, podemos concluir que la ejecución de la etapa estuvo a gran nivel. La etapa tuvo los elementos más sólidos en la reintroducción de Thor a la tierra de los vivos y el gran trabajo de infraestructura y trasfondo del personaje. Los cambios que prescribió en esos asuntos clave marcaron la pauta para todo lo que ha venido desde entonces, debido a su trascendencia y épica. Lo peor es el final agridulce que no hace honor a una etapa que aún así se encumbró como la mejor del personaje hasta ese momento, luego de la insuperable de Walter Simonson. Afortunadamente, ahí estaría Kieron Gillen para atar cabos sueltos, y llevar el barco a la otra orilla, de lo que sin duda hablaremos en alguna otra oportunidad.