Superman y su batalla legal
El esperadísimo Action Comics #1000 ya está entre nosotros y a Superman lo damos casi por sentado en el mundo del cómic norteamericano. Pero el personaje, creado por unos jóvenes hambrientos de nuevos horizontes, ha sufrido bastante fuera de las viñetas. Porque Superman ha sido el premio de una batalla legal que lleva casi el mismo tiempo que el personaje publicándose. Veamos los hitos más importantes de esta injusta lucha entre un par de muchachos que querían vivir de su arte y las corporaciones que los explotaron.
Mito y maldición a finales de los treinta
Jerry Siegel y Joe Shuster creo que a estas alturas no necesitan presentación. Son los creadores del primer y más grande superhéroe que la industria norteamericana nos ha dado. Creo que tampoco sean desconocidas las circunstancias de cómo se produjo esta “necesidad” creativa de justicia social. Superman nace en medio de una crisis económica que a duras penas pueden sortear sus creadores, jóvenes y ambiciosos artistas que tratan de vivir con lo ganado en el mundo de las tiras de prensa. Tampoco creo que sea desconocido que el primer boceto del personaje no tiene nada que ver con el resultado final. La primera idea de Siegel y Shuster era un personaje calvo con poderes telepáticos que amenaza la ciudad llamada The Reign of the Super-Man. Esta idea tratan de venderla a varias editoriales de la época, sin tener éxito.
No es sino cuando reformulan todo a la base del Superman que conocemos hoy que ganan cierta notoriedad entre el sindicato de periódicos. Esta búsqueda de consolidarse como artistas fijos en tiras de prensa transcurre entre 1933 y 1935, sin mayores éxitos. El cambio en el modelo de Superman también supone el cambio de aproximación hacia quién vender la idea. La búsqueda de nuevos horizontes los hace mirar al creciente mundo de la historieta. No olvidar que las historietas eran un nicho mucho más pequeño y relativamente nuevo, comparado al mundo de las tiras de prensa, por lo que los constantes rechazos de este gremio hacían necesario una nueva aproximación. En 1938 logran su cometido y venden su personaje a National Allied Publications por una suma de $130 dólares en un contrato que rezaba lo siguiente:
Dated March 1
I, the undersigned, am an artist or author and have performed work for strip entitled SUPERMAN.
In consideration of $130.00 agreed to be paid me by you, I hereby sell and transfer such work and strip, all good will attached thereto and exclusive right to the use of the characters and story, continuity and title of strip contained therein, to you and your assigns to have and hold forever and to be your exclusive property and I agree not to employ said characters by their names contained therein or under any other names at any time hereafter to any other person firm or corporation, or permit the use thereof by said other parties without obtaining your written consent therefor. The intent hereof is to give you exclusive right to use and acknowledge that you own said characters or story and the use thereof, exclusively. I have received the above sum of money.
Sgd. Joe Shuster
Sgd. Jerome Siegel
Returned by mail on March 3, 1938
Un contrato con el sindicato de periódicos hubiera sido mucho mejor para la pareja —que además de mayores regalías, incluiría la retención de los derechos del personaje— pero las deudas se acumulaban, por lo que mucha opción no había.
El 18 de abril de 1938 se publica el primer número de Action Comics y es todo un éxito. Creo que nadie vio venir la apabullante ola de niños interesados en un personaje que desafiaba las concepciones físicas, civiles y hasta ideológicas de la época. Superman hacía llegar la justicia más rápido que cualquier juez y no estaba atado por la burocracia de la ley. Si un casero cobraba de más a sus clientes, pues Superman lo castigaba sin problemas y de forma casi inmediata. Las injusticias de una economía tambaleante podían combatirse sin problemas en la ficción.
En este primer año, Siegel viajó a Nueva York para reunirse en persona con Harry Donenfeld —copropietario de Detective Comics— para renegociar el trato firmado en primer lugar. Donenfeld le dijo a Siegel que Detective Comics ahora sería el dueño de Superman y que podría reemplazar a Siegel y Shuster con otro escritor y artista. A cambio, le ofreció a la pareja un contrato extendido con una paga relativamente generosa.
El 12 de septiembre de 1938, Siegel y Shuster firmaron un contrato de 10 años con Detective Comics en donde acordaban darle a la editorial el derecho de tanteo (retracto) con una duración de 6 semanas sobre cualquier historia que ellos crearan en los próximos cinco años. Este tipo de tratos se comenzó a volver común en este naciente negocio de las historietas. Sin ir más lejos, sería el mismo trato que obtendría al principio Bob Kane por los derechos de Batman.
Los años cuarenta
Es mi deber aclarar algunas cosas antes de seguir. Se preguntarán por qué Siegel y Shuster estaban negociando nuevamente su contrato ahora con Detective Comics y no con National Allied Publications. Esta última fue fundada en 1935 por Malcolm Wheeler-Nicholson. Debido a dificultades financieras, Wheeler-Nicholson formó una corporación con Harry Donenfeld y Jack Liebowitz llamada Detective Comics, Inc. Fue bajo la etiqueta DC que se publicó el Action Comics #001. La génesis de DC Comics está llena de estos arreglos financieros como este para poder sobrevivir diferentes crisis económicas.
La década de los cuarenta, para los creadores de Superman, fue relativamente mejor gracias a la creciente demanda por aventuras del personaje. Promediaban ingresos de unos $75,000 dólares anuales, pero ambos autores comenzaron a notar que su personaje no solo estaba apareciendo en las páginas que producían. Superman salía en chapitas, poleras, loncheras y hasta en afiches de reclutamiento. La guerra ayudó bastante a ganar popularidad al Hombre de Acero, que entre sus páginas llamaba a reciclar papel o a comprar bonos de guerra para apoyar a las tropas norteamericanas en Europa.
Un malestar comenzaba a crecer dentro de los autores, sobre todo cuando a Siegel se le comienzan a rechazar otras ideas para publicar dentro de Detective Comics. La única que idea del autor que germina es la de Superboy, las aventuras de la infancia de Superman, que por obvias razones se le da luz verde. Superboy sería publicado en 1944 en la revista More Fun Comics #101, con el guion con que Siegel presentó la idea original, mientras éste servía en el ejército en la base de Hawaii.
En 1947, ya con la guerra alejándose lentamente, Siegel y Shuster demandaron a National Comics Publications por los derechos tanto de Superman como de Superboy y exigieron una "participación justa" de todas las ganancias que National y sus socios obtuvieron de ambos personajes, a los que consideraban creaciones completamente diferentes. El caso de Superboy es relativamente más “sucio” ya que la historia de Siegel se publica sin avisarle mientras éste está de servicio en el ejército. Ambos autores tratarían de sumar a Bob Kane, cuyo contrato finalizaría en 1949, pero Kane tendría sus propios planes truculentos.
La primera consecuencia de esta demanda fue el despido de ambos autores por parte de National, que además los sacó de los créditos como creadores de Superman y Superboy. El juicio terminó en abril de 1948. El fallo del juez J. Addison Young dictaminaba que el contrato de 1938 debía permanecer vigente, pero los derechos de Superboy se quedaban con Siegel. Fuera de la corte, National acordó, pagando a Siegel y Shuster $94,000 dólares, por los derechos de Superman y Superboy con la condición de abandonar cualquier reclamación acerca de los derechos. El acuerdo extrajudicial dejaba por escrito la admisión de que los derechos de Superman eran de la National para todas las formas de reproducción y presentación, tanto presentes como futuras. La compañía, a pesar de la cooperación de los autores, nunca los volvió a contratar.
Los amargos setenta
El bienestar de ambos autores comenzó a mermar. Shuster vivía una vida precaria con su anciana madre y se vio obligado a trabajar como repartidor para ganarse la vida. Jerry Robinson una vez dijo que vio a Shuster entregar un paquete en las oficinas de DC, avergonzando a todos en el proceso. A Siegel le fue un poco mejor. Siguió trabajando como escritor de cómics bajo el seudónimo de Joe Carter para Marvel, además de trabajar en Archie y en Charlton Comics.
En abril de 1965, Siegel y Shuster solicitaron renovar los derechos de autor de Superman gracias al acta de derechos de autor firmada en 1909. Esta acta permitía a los autores de una obra solicitar la renovación de copyright después de 28 años, lo que habría permitido a Siegel y Shuster recuperar los derechos de Superman. En 1969, Siegel y Shuster demandaron a National en el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos Distrito Sur de Nueva York. Este juicio duró hasta 1974, dando nuevamente un veredicto a favor de National, dejando económicamente en jaque a la pareja de creadores, que veían cada vez más difícil la recuperación de su creación.
El veredicto del juicio comenzó a dar más pantalla a los creadores de Superman. La prensa empezaba a dar cuenta de la precaria situación en que se encontraban los que debían ser los principales beneficiados por el sueño americano. Aquí es donde Neal Adams, Jerry Robinson y varios autores más comienzan a hacer presiones a la ahora llamada DC Comics para dar vuelta la situación de los creadores del Hombre de Acero. La mala publicidad latente en todo el asunto hace que Warner Comunications Inc., ahora dueña formal de DC Comics, les otorgue a ambos en 1975 pensiones vitalicias por valor de $20,000 dólares anuales, además de seguros médicos. El mismo año en que Superman: The Movie empezaba su producción. Además de la recompensa monetaria, los nombres de Siegel y Shuster volverían a los créditos de cada revista relacionada con Superman en su calidad de autores. Quizás la mayor victoria que tuvieron ambos a lo largo de toda esta batalla legal.
Un año después se declara el Acta de los Derechos de Autor de 1976, la que establece una prórroga de 19 años más sobre cualquier propiedad intelectual. Antes de dicha prórroga, una propiedad intelectual pasaba al dominio público 56 años después de la muerte del autor. Con el acta de 1976 estos pasaban a ser 75 años. Es necesario destacar que la mayor impulsora de esta acta fueron las empresas Disney, que veían cómo inminentemente Mickey Mouse podría pasar a dominio público.
Con la promulgación de esta acta, se adiciona una cláusula que permite a los creadores de cualquier obra reclamar sus derechos dentro de los primeros 56 años antes de la famosa prórroga. Si hacemos los cálculos, los autores del Hombre del Mañana podrían volver a reclamar sus derechos en el año 1994. Lamentablemente, en 1988, se decretaría la conocida el Acta Sonny Bonot, la cual extendía aún más los plazos en favor de las empresas, dejando a Siegel y Shuster sin tiempo para poder reclamar en vida sus derechos. Shuster moriría en 1992 a causa de un fallo en el corazón e hipertensión. Siegel lo haría en 1996, a la edad de 81 años.
El nuevo milenio
Para mala suerte de Warner y DC, los derechos de Superman seguirían siendo reclamados tanto por Joanne (esposa) y Laura Siegel (hija), como por el sobrino de Shuster, Mark Peary. El 2001, ambas familias serían representadas por el abogado Marc Toberoff, que era veterano en este tipo de batallas legales sobre derechos de autor. Toberoff rechaza cualquier acuerdo con Warner y decide dar batalla en las cortes. Lamentablemente para la familia Shuster, solo el cónyuge, los hijos o los nietos de un autor fallecido pueden dar por terminada una concesión de derechos de autor, por lo que el sobrino de Joe Shuster —el familiar más cercano del autor— no podía seguir con la pugna legal.
El éxito llega en marzo del 2008, cuando la corte del distrito central de California dictamina que las herederas de Siegel tenían efectivamente derecho a una porción del copyright de Superman. Esto no afectaba a los derechos internacionales del personaje y tampoco aclaraba la cantidad de dinero a percibir por los Siegel, o si esta repartición de derechos abarcaría también versiones del personaje más allá de los cómics. Lo que sí dejaba en claro es que solo se garantizaban los derechos sobre los beneficios obtenidos a partir de 1999. Esto dejaba en cierta medida en jaque a Warner, ya que debería compartir regalías con al menos uno de los creadores del Último Hijo de Krypton. Además de este fallo, Toberoff iría tras los derechos de Superboy de forma separada, dejando completamente contra las cuerdas a Warner.
Para ganarse un poco a los demandantes, Warner decide compartir regalías por la película Superman Returns (2006) y la serie de televisión Smallville (2001). Los Siegel —seguramente aconsejados por Toberoff— ponen una nueva demanda el 2009 porque estas regalías no son las acordadas y pierden miserablemente en la corte; según el juez Stephen G. Larson, Warner habría cumplido su parte del trato.
En el caso de los Shuster, la cosa no fue tan beneficiosa. Warner logró establecer que en 1992 llegó a un acuerdo con la hermana de Shuster, Jean Peavy, por su parte de los derechos de Superman. En dicho acuerdo eliminaba cualquier derecho de los Shuster sobre el copyright del personaje, acordando pagar las deudas acumuladas por Joe Shuster además de pagarle a Jean $25,000 dólares al año por el resto de su vida si renunciaba a cualquier reclamación por los derechos del personaje. Warner ya tenía el 50% de Superman en su bolsillo.
En el caso de Superboy, tampoco se veía bien para los Siegel. DC y Warner fueron cuidadosos al modernizar al Joven de Acero para evitar cualquier posible demanda de parte de los Siegel. En el caso de los cómics, un Superboy completamente nuevo surgiría a partir de la saga The Death of Superman, dejando claro que no era una versión joven del Superman de Siegel y Shuster. En el caso de la televisión, la serie Smallville se preocupó de nunca nombrarlo como “Superboy” y en el show de dibujos animados Legion of Super-Heroes —que originalmente iba a llamarse Superboy and the Legion of Super Heroes— se nombraba al personaje como Superman, a pesar de su aspecto juvenil.
Mientras, en la corte, Warner demandaba al abogado de los Siegel por malas prácticas. Parece ser que la compañía había llegado a un acuerdo con la familia Siegel muy similar al que logró con los Shuster el año 2001. De hecho, la arremetida contra el abogado es tal que salen a la luz unos documentos desaparecidos de su oficina, donde se demuestra la existencia de dicho acuerdo y las presiones de éste último para ignorarlos y continuar las demandas.
El 10 de enero de 2013 la Corte de Apelaciones de California Ninth Circuit decreta que el acuerdo del año 2001 con la familia Siegel es válido, por lo que Warner solo tiene que pagar los beneficios y regalías acordados por ambas partes. Esta sentencia se extiende además para los derechos de Superboy, por lo que Warner queda como ganadora de una franquicia que puede seguir explotando.
Viendo a futuro, seguramente Warner ya debe tener algún plan de contingencia. El Superman aparecido en Action Comics #001 tiene como fecha límite el año 2033. Es aquí cuando el personaje se volverá de dominio público —además de Lois Lane y la ciudad de Metrópolis—, dejando fuera ciertos elementos del personaje, como su visión de calor o la capacidad de volar. En el caso de personajes presentados de forma posterior, como Jimmy Olsen o Lana Lang, estos serán de dominio público más tarde, pues su fecha de creación fue años después de la creación de Superman, tal como indica el acta de derechos de autor. ¿Veremos dos versiones de Superman en el futuro? ¿Una pública y otra de Warner? Como parece ser la máxima en cuestiones legales, solo el tiempo lo dirá.