"The 'Nam" (1986): cuando Marvel fue a la guerra
La Guerra de Vietnam es, como todos los conflictos bélicos, una herida que aún sangra en la historia de la humanidad. Para los estadounidenses, la principal potencia beligerante, significó un terremoto moral y social, pues por primera vez grandes masas de ciudadanos perdieron su espíritu de nación unida y vencedora y dejaron de lado los patriotismos caricaturescos para oponerse férreamente a la movilización de las tropas, poniendo en jaque la administración de Lyndon B. Johnson y sus sucesores. Para el ejército de USA, el conflicto significó la muerte de más de un millón de soldados, mientras que para Vietnam y otros países asiáticos de la zona, el daño en pérdidas civiles, militares e infraestructura es prácticamente incalculable.
Dicha confrontación ha inspirado gran cantidad de obras reales y de ficción tanto en formato cinematográfico, literario e ilustrado. Pero es quizá más conocida por ser la primera guerra televisada, y aunque eso pudiese parecer frívolo, fue lo que abrió definitivamente los ojos de la humanidad hacia los horrores de dichos conflictos, donde poco y nada tienen cabida conceptos como el patriotismo y el heroísmo. Su crueldad hizo perder la inocencia a todo el mundo, generando un tipo de ficción donde se retrata la realidad del conflicto con crudeza, de forma crítica, con un alto contenido de denuncia y mostrando los hechos sin magnificarla ni justificarla. Y el título que nos convoca hoy, es muestra fiel de ello.
The 'Nam es una serie completamente atípica en el catálogo de Marvel Comics, que comenzó su andanza en diciembre de 1986. En ese año, el Editor en Jefe de la Casa de las Ideas, Jim Shooter, encargó a otro editor, Larry Hama, que ideara una cabecera que transcurriera en esa conflagración. Hama parecía ser la elección lógica, pues él mismo había combatido en el país asiático entre 1969 y 1971. Luego de concebir los ejes básicos, asignó la tarea de guiones al también veterano de guerra Doug Murray, y los dibujos a Michael Golden, equipo con el que ya había trabajado en una historia en la recopilación de Savage Tales. Al respecto, Hama indicó tres directrices que el título debía tener: que los guiones se desarrollaran en tiempo real —esto es, que cada vez que pasaba un mes en el mundo real, también pasaba un mes en el cómic—; que las historias fuesen narradas desde el punto de vista del soldado común, aquel que sufría las penurias; y finalmente, que no habría heroicidades ni fantasías a lo Sgt. Fury and his Howling Commandos.
"Le dije a Doug que tenía que hablar sobre los soldados que contraían las infecciones en la piel, la malaria y la disentería", asegura Hama. "Tenía que hablar sobre la gente, no sobre las ideas, y la gente tenía que ser real, no héroes de publicidad ni cuasi superhombres. No habría heroicidades a lo John Wayne, ni soldados enemigos atacando desde posiciones inexpugnables y lanzándose frente a la mira de ametralladoras. Había que hablar de la gente que volvía a Vietnam para quedarse allí y evitar que sus hermanos pequeños tuviesen que ir. Eso sí, los personajes, la historia y el escenario serían cosa de él."
Con honrosas excepciones, hasta la llegada de The 'Nam los cómics de guerra eran algo mucho más sencillo, enfocados principalmente en la descripción de hazañas bélicas heroicas. Estaba claro quiénes eran los buenos y malos, y casi todas las historias giraban en torno a ensalzar las proezas de las patrullas norteamericanas en la Segunda Guerra Mundial, y que servían como propaganda gubernamental para acompañar el sentimiento patriótico. En la misma Marvel, sin ir más lejos, el nacimiento del Captain America responde a esa directriz, plasmada en su uniforme y la misma portada del #001, donde aparece golpeando a Adolf Hitler. Sin duda, mucha gente pensó que por tener el logo de Marvel en la cubierta, The 'Nam tendría un tono similar, aunque en realidad el título cambió eso para siempre.
Su impacto no sólo se debió al tipo de acción que se refleja en las viñetas, mucho más dura y confusa, sino a la cantidad y fragilidad de los héroes que morían en sus páginas. Y digo héroes no porque tengan superpoderes, sino porque son hombres comunes, imperfectos, enfrentados a un infierno en al tierra. Por supuesto, no podemos olvidar que sigue siendo un cómic de Marvel regido por el Comics Code Authority, por lo que tanto el vocabulario como los niveles de sangre y sexo que podían esperarse de una historia así están muy suavizados. Por lo general no vemos el horror explícito, sino la reacción de los personajes ante lo que ocurre. Inicialmente, la obra sólo fue pensada como una maxiserie de 12 números, pero el éxito de críticas y ventas la hicieron volverse regular hasta completar siete años de publicación y 84 entregas.
Como dijimos, en su época fue una serie novedosa al usar la vitrina del cómic mainstream para tratar de forma muy realista la Guerra de Vietnam, sin maquillajes, y con un nivel literario y gráfico altísimo. La historia está centrada en la experiencia personal y las vivencias de los soldados, con autores que intentan ser todo lo neutrales que pueden, retratando incluso el punto de vista del Vietcong en algunos números. En concreto, al principio las entregas siguen las peripecias del soldado raso Edward Marks y sus compañeros, a través de una jungla de sangre, mentiras, traición y valor, aunque posteriormente por sus páginas pasarían una gran cantidad de personajes y protagonistas. Sobre todo, la intención del guionista es contarnos cómo era la vida de un soldado en el escenario de batalla, resaltando que los que combatieron y sus enemigos no eran más monstruos que cada uno de nosotros, enfrentados a soluciones extremas. La tragedia era aún mayor, pues no importaba si morían o vivían, ya que no se sentían apoyados ni por sus altos mandos y las autoridades estadounidenses, ni por la opinión pública, que rechazaba todo lo que tuviese que ver con el conflicto.
Doug Murray imprimió a la serie una impronta muy personal. Mientras se mantuvo en los guiones, describió lo estresante del día a día, y también las pequeñas alegrías, del soldado que no descansa porque nunca sabe cuándo se va encontrar al enemigo, no sabe a quién dispara, y nunca puede distinguir un vietnamita enemigo de uno amigo. También tenemos algunos de los horrores de la guerra, como masacres de civiles, muerte de amistades, heridas mutilantes y pérdidas de cordura, sin obviar las penurias que venían del frente interno, como discriminación racial, superiores que exigen sobornos, etc.
Por tanto, The ´Nam se aleja de la propaganda ciega, del heroísmo incondicional o la exaltación bélica. Eso sí contiene, como es inevitable para un escritor que vivió el sufrimiento en carne propia, y para cualquiera que tenga una relación personal con el conflicto así, un par de momentos en que el ejército norteamericano es retratado como el salvador del capitalismo frente al avance amenazador de un comunismo cuya potencia del momento aún se hacía merecedor de una desacreditación sin complejos.
Además, como la obra trata de mantener la neutralidad, tampoco va más allá en la reflexión de los motivos de su país para combatir en una guerra ajena, o las consecuencias de la intervención estadounidense. También por momentos entrega una imagen demasiado simple de los enemigos y el comunismo. Se insiste en su crueldad, pero nunca se explican sus motivos ni se aclara que ese comportamiento era normal en un escenario que venía asolado por combates desde hace muchísimos años. Por tanto, el Vietcong queda peligrosamente cerca de ser despiadados tiranos unidimensionales, ubicándose en el lado del "mal" debido a sus tácticas que guerrilla que podrían considerarse salvajes.
Afortunadamente, no es un sesgo intencional ni dado por la ineficacia del guionista, sino una característica propia de un título más descriptivo que analítico; además esos pocos destellos nacionalistas son rápidamente dejados de lado en favor del equilibrio que impone el mensaje final del cómic: en esta guerra, y en cualquier otra, todos pierden.
Por otro lado, como podemos suponer por enmarcarse en una coyuntura real, en estas páginas encontramos muchos incidentes históricos verdaderos, como el ataque a la embajada estadounidense durante el la fiesta del Tet en 1968, las visitas de celebridades reales que acudían a animar a las tropas —como la actriz Chris Noel—, o el asesinato de Bobby Kennedy. Y también tendremos un vistazo o menciones de participantes reales en el conflicto, como Ho Chi Minh, o el general Westmoreland.
En el apartado artístico, Michael Golden resultaría ser el compinche ideal para el proyecto, haciendo un trabajo excepcional a todos los niveles. Su marca registrada es la expresividad caricaturesca, el talento para reproducir vehículos y máquinas, como los helicópteros, y la abultada documentación que utilizó, demostrándose en cada viñeta, rica en prolijidad y dedicación. Lamentablemente, el detallismo de sus dibujos fue excesivo para las técnicas de coloreado de la época, y a pesar que el colorista Phil Felix hizo un gran esfuerzo, el virtuosismo de Golden queda sepultado por un color plano y tosco.
Hablando de la paleta de colores, destacar que éstos cumplen muy bien el objetivo de escenificar los guiones, pues la jungla de Vietnam se siente realmente como un lugar cálido, húmedo y pegajoso, en que los tonos reales anaranjados y verdes a veces se sustituyen por tonos casi oníricos, de gran belleza. El dibujante se mantuvo en la serie hasta el #13, y en su reemplazo tuvimos a Wayne Vansant, que sin ser desastroso, quedó muy lejos del nivel de Golden. Para la anécdota, la participación de otros maestros como Herb Trimpe y Jimmy Palmiotti.
Lamentablemente, tras la marcha de Michael Golden nada volvió a ser lo mismo. Murray se vió obligado a replantearse y abandonar la propuesta original de la narración en tiempo real, porque eso supondría cambiar y renovar el plantel de protagonistas cada 12 meses —que era lo que duraba el tiempo de servicio de los soldados—, cosa más o menos compleja en una serie abierta, pues no es lo mismo el planteamiento de una serie limitada que el de un título regular. Finalmente, Murray también abandonaría la colección en su número #51, en diciembre de 1990. Sus sucesores no estuvieron a la altura, incluso contraviniendo otra de las directrices claves de la serie, al incluir en ella la participación de otros héroes Marvel, como Frank Castle.
En conclusión, The 'Nam es una serie honesta y valiente, que retrata las vivencias de los soldados en uno de los peores pasajes de la historia de la humanidad. Con sus imperfecciones, se atrevió a utilizar un enfoque distinto al del común de relatos bélicos de su época, cercano a obras audiovisuales como Platoon, de Oliver Stone, o a la serie de televisión Tour of Duty, o Misión del Deber, como se conoció en este lado del mundo. Es uno de los mejores cómics de guerra de editoriales mainstream estadounidenses y una de las fotografías más interesantes y veraces que se han hecho sobre la inutilidad de una guerra que acabó con la inocencia de un país que hasta entonces se creía invencible.