"Nextwave" (2006) de Warren Ellis: sanando América golpeando gente
- Monica Rambeau: "En Los Vengadores, todos teníamos nombres código. Quizá deberiamos mantenerlos."
- Machine Man: "¿De verdad quieres quedarte tu nombre de superhéroe? Desde luego, 'Fotón' no inspira el terror en el corazón de los hombres: 'Hola, soy una partícula insignificante. Suelten las armas o rebotaré contra ustedes sin ser detectada'."
Nextwave: Agents of H.A.T.E. es una serie limitada de 12 números, publicada entre los años 2006 y 2007. Es, sin duda alguna, el proyecto más personal y heterodoxo en Marvel de su escritor, Warren Ellis, y la obra que puso al dibujante Stuart Immonen en las grandes ligas. Y con heterodoxo, me refiero a que es una de las más insanamente divertidas y frescas obras del cómic de superhéroes de la década pasada.
En ella, el escritor inglés hace gala de toda su mala leche y sarcasmo para parodiar a los personajes del Universo Marvel y a cuanta referencia de la cultura pop que se le puso por delante. Ellis reunió a un grupo de eternos segundones de la Casa de las Ideas, que además fueron deformados por su iconoclasta visión, entre los que encontramos a la ex-vengadora Monica Rambeau, Tabitha Smith —miembro de X-Force—, Aaron Stack (Machine Man) y la cazadora de monstruos Elsa Bloodstone. Todos ellos, ejem, capitaneados por el Captain, el único personaje nuevo del conjunto y que se llama Capitán "a secas", pues todos los demás descriptivos estaban ocupados.
El grupo, bautizado como Nextwave, depende de la organización H.A.T.E., manejada por el Director Dirk Anger, que intenta neutralizar a grupos terroristas subversivos, especialmente a la Corporación S.I.L.E.N.T., su enemigo jurado. Pero cuando el equipo descubre que H.A.T.E. es realmente financiado por S.I.L.E.N.T. a través de la subsidiaria Beyond Corporation y que su objetivo es probar armas de destrucción masiva en suelo estadounidense, se rebelan y comienzan a recorrer el país en busca de desmantelar la red de dichas armas, cada cual más extravagante. Básicamente, el título es el resultado de meter a la juguera un poco de The Authority, mucho de Nick Fury y su entorno de S.H.I.E.L.D., y esos personajes menores que a nadie le importan, y que por lo tanto puedes moldear a voluntad. Los ingredientes, tocados por la magia de Ellis, darían a luz un puñado de aventuras profanas, irónicas y surrealistas sobre nada en particular, excepto golpear enemigos y explotar cosas, plagadas de un humor inteligente que te sacarán más de una carcajada.
La clave del éxito de Nextwave es que, además de lo que ya dijimos, Ellis se parodia a sí mismo. Al igual que Stormwatch, Planetary, The Authority y Global Frequency, se trata de un equipo de individuos inusuales que combaten amenazas extrañas, aunque en esta oportunidad, toda la sutileza se tira por la ventana. Y el escritor se agasaja en esta falta de sutileza, ya que las páginas a menudo resaltan las explosiones y la violencia, mientras que las piezas importantes de la historia de fondo se realizan como gags de un panel, cuadros de texto o simplemente se ignoran. "Tomé The Authority y eliminé todas las tramas, la lógica, el carácter y la cordura", diría Ellis de este título. "Es un destilado absoluto del género de superhéroes. Sin tramas, personajes, emociones, nada en absoluto. Es gente posando en la calle sin una buena razón. Son personas que reciben patadas y luego explotan. Es un cómic puro, y lucharé contra cualquiera que diga lo contrario. Y luego, explotarán."
La miniserie tiene un ritmo frenético, que se siente aún más vertiginoso al estar estructurado en arcos cortos de sólo dos episodios cada uno. En ellos, veremos a los chicos enfrentarse a una variedad de amenazas, muchas de las cuales se basan en personajes clásicos de Marvel. Por ejemplo, encontramos a un sexualmente hambriento Fin Fang Foom, un robot con apariencia de Transformer pero que no es un Transformer —ya sabes, derechos de imagen y esas cosas—, koalas asesinos, hombres-brócoli, dinosaurios diabólicos y otros villanos de semejante ralea. Y sobre todos ellos, Dirk Anger, parodia de Nick Fury, un personaje ridículamente loco y psicópata, dueño de artilugios e inventos igualmente ridículos, y poseedor de todas las fobias y filias que el mundo puede ofrecer. Probablemente todo resulta tan bien porque no importa cuánto Ellis se burle de los personajes, en el fondo se nota que es un fan de Marvel —o lo finge muy bien— y ese cariño se nota.
Por supuesto, como serie de superhéroes, alguna sustancia debe tener, quizá el crecimiento de los personajes, el camino del héroe o aprender a hacer lo correcto. Bueno, nada de eso encontrarás aquí, pues como ya dijimos, todo es acerca de explotar cosas y de contar una historia tonta de la manera más espectacular posible. Se trata de mostrarle el dedo del medio al Universo Marvel y a su lado más ridículo. Pero sobre todo, se trata de divertirse, y si es estúpido, es aún más divertido. Todo esto hace que la Tierra-616 sea un poco más absurda, pero también un lugar que se siente más real: sí, muchas personas tienen superpoderes y hay monstruos, pero el Captain no sabe muy bien qué hacer con sus poderes —cosa que podría pasarnos a cualquiera—, nadie toma en serio a una Monica pegada en su etapa con los Avengers, los robots tratan a los humanos como "carne" y Los Celestiales no son ni tan extraterrestres ni tan serios como podríamos esperar. Es un título extrañamente humanizador, de lo que brota buena parte de su humor.
Si tuviésemos que buscar un aspecto negativo, sería que lamentablemente el lector debe tener algo de conocimiento de Marvel para entender todas las referencias que Ellis utiliza. No estamos hablando de continuidad, de la que el guionista pasa olímpicamente, pero sí de situaciones y ciertas escenas icónicas de los títulos marvelianos.
En la parte artística, Stuart Immonen está simplemente fantástico. Sus lápices son perfectos para el estilo frenético que Ellis quiere establecer, con su habitual estilo anguloso perfecto para escenas de acción y velocidad. Además, da muestra de una gran versatilidad, especialmente en aquel número en que el cada miembro del equipo debe afrontar sus peores temores. Aquí, el ilustrador navega por diversos estilos artísticos, como cuando retrata a Monica Rambeau como si estuviese en un cómic de los sesenta, con viaje ácido incluido, o cuando dibuja a Elsa Bloodstone al estilo de Hellboy de Mike Mignola. Por supuesto, no pueden faltar los homenajes al gran Jack Kirby, inevitables si por acá vemos a su famoso Devil Dinosaur.
Mas allá de su capacidad para cambiar su estilo, Immonen plasma una estética caricaturesca pero muy detallada. Ellis específicamente le dio una secuencia de dobles páginas en el último número para que pudiera desatarse, y el dibujante le devuelve el favor llenando las planchas con secuencias increíbles y llenas de detalles. El conjunto se completa con el trabajo de Wade Von Grawbadger en tintas, Dave McCaig y Paul Mounts en coloreado, y Chris Eliopoulos y Joe Caramagna como rotuladores. En este caso es importante destacar a los dos últimos, pues el rotulado y letreado llevan un gran peso específico, conjugando perfectamente para redondear el estilo humorístico del título. Mención aparte merecen las portadas, cada una de las cuales puede ser considerada una pequeña obra de arte, dado su estilo de diseño psicodélico y pop art, bastante particular.
Pero Nextwave no fue una serie extraña solo en sus viñetas. Si acudimos a la versión en grapas —y el recopilatorio Ultimate Collection—, podemos ver que la página de resumen, esa de "Anteriormente en…", está estructurada como una divertida sesión de preguntas y respuestas, que se vuelve más delirante a medida que avanzan las entregas. La sección de cartas también nos depararía una sorpresa, al utilizarse para contar la historia del bot Lettermatic 7053, que pasa de responder cartas de fans de todas las épocas —desde Julio César hasta lectores del siglo 23— a romper en una crisis existencial. Además, el equipo de marketing se adelantó a la jugada actual, publicando una edición especial del #005 en blanco y negro que invitaba al lector a colorearlo, para lo que incluyó un set de crayones.
Por otra parte, el título fue uno de los primeros en comprender y utilizar promoción en las redes sociales e internet. La publicación de cada entrega se vio acompañada con la creación de GIFs, memes y una necesidad rabiosa de correr la voz. Incluso, se llegó a componer una canción para la serie, que serviría como una especie de opening o banda sonora. En su tiempo, esos movimientos fueron bastante sorprendentes, aunque mucho de lo que hizo que funcionara dependía del contexto novedoso en que ocurrió.
Por todo lo dicho anteriormente, quien escribe estas líneas esperará eternamente que Ellis nos entregue nuevas aventuras del grupo. En una época en que la industria del cómic insiste en tapar con pomposidad y grandilocuencia la, a veces, falta de ideas nuevas, siempre será bienvenido un título que se ría de sí mismo. Porque ya se sabe, no hay mejor forma de pasar un rato agradable que con una buena dosis de acción, sinsentidos y carcajadas. Y aún mejor si nos enteramos que a Mark Millar le gusta lamer cabras...