"Hard Boiled" (1990) de Frank Miller y Geof Darrow: gramática violenta
Frank Miller, entrando en la década de los noventa, era una superestrella del cómic norteamericano. Era un niño terrible, que había dado vuelta un montón de conceptos, los había teñido de un cinismo negro y los encapsulaba en historias con protagonistas duros como la piedra, con una moral alejada de los superhéroes estándar, pero siempre respetuoso de dichos códigos. Los héroes de Miller eran precarios en todo tipo de aspectos dentro de su vida ficticia, lo que los hacía llevar dicha moral a un pedestal que no podía romperse.
El oriundo de Maryland había publicado historias de Wolverine con Chris Claremont y había reconstruido a Daredevil en Marvel. En DC Comics había tomado a Batman y lo había modernizado a un extremo fascistoide con la crepuscular The Dark Knight Returns y lo había fundamentado en un violento neo-noir en Year One. Miller ganaba adeptos como también críticos ante su trabajo, revolucionario en una época revolucionaria, en más de un sentido para el medio norteamericano.
Su entrada a la década de los noventas fue por una puerta ancha. Se había ganado una fama como autor y era capaz de desligarse de las grandes compañías en pos de ganar más libertad creativa, alejándose de la pacatería corporativa a la que estaba acostumbrado combatir. Dark Horse le supondría una casa creativa que lo trataría como la estrella que era y a su vez la editorial ganaría otro gran nombre a sus filas —las que ya tenían a John Byrne o Mike Mignola—, lo que significada cierta estabilidad en las ventas, gracias a los fanáticos con los que Miller llegaba bajo su ala.
Se podría decir que Miller es en parte responsable de que la editorial no se hundiera como el resto de iniciativas independientes que nacieron en los ochenta. Las primeras obras del autor publicadas por Dark Horse fueron Give Me Liberty con Dave Gibbons y la que nos convoca: la hiper-violenta Hard Boiled junto a Geof Darrow.
Se podría decir que ambas son obras hermanas, hijas de un Miller hambriento por plasmar algo de un tono mucho más europeo —y maduro— pero Made in U.S.A. usando herramienta literarias a las que el autor había recurrido varias veces en la pasada década. El mismo nombre de la obra nos recuerda eso, siendo hard boiled un término que se utiliza para designar cierto género negro donde intervienen gran cantidad de escenarios con componentes lascivos como la extrema violencia, asesinatos y distintos contextos eróticos que normalmente derivan en el sexo explícito. Bajo estos márgenes es donde entra el que es quizás el mayor responsable de que Hard Boiled sea tan conocida: Geof Darrow.
Darrow conoce a Miller a través del gran Moebius, con el cual había colaborado en un libro de arte llamado La Cité Feu. Darrow y Moebius se habían conocido a principio de los ochentas en Los Angeles, mientras el francés era parte de la producción de la película Tron (1982) y Darrow trabajaba en los estudios de Hanna-Barbera. Miller y Darrow hicieron buenas migas y años después juntarían sus talentos en Hard Boiled, siendo el estilo de Darrow perfecto para la violencia, el sexo y el contexto cyberpunk que Miller tenía pensado darle a la obra.
Hard Boiled cuenta la historia de una persona que descubre que es un robot encargado de asesinatos corporativos. Su realidad se ve completamente destruida ante el descubrimiento tan radical sobre su persona. Su historia pasada —y que además es falsa— es reflejo de una sociedad absurdamente tradicional, con un hogar en los suburbios, una familia ejemplar, esposa que se queda en casa cuidando a sus hijos que parecen querubines y tienen un perrito de raza. Todo apunta a un sueño americano muy tradicional, siendo la iconografía usada por Darrow una pista que apunta a la ironía de la obra, llena de anuncios y arquitectura de los años cincuenta. Nuestro protagonista vivía un idilio falso para mantenerlo controlado y cegado de la violenta y cruel realidad que lo rodea. Nixon es un robot con recuerdos que no le pertenecen, un verdugo que vive un sueño que lo mantiene controlado al constante servicio de sus amos.
El problema es que la realidad pega más fuerte que cualquier sueño. El despertar de Nixon no es consciente ni deliberado, es casi producto de la casualidad —al menos en primeras instancias— y lo condiciona su personalidad falsa, abstrayéndose de la realidad que ve, dejándonos pistas que nos revelan hasta qué punto son capaces las corporaciones por un poco de ganancia. La broma máxima que perpetra Miller la hace al asignarle las diferentes personalidades falsas al robot, siendo siempre un subordinado en empleos que lo mantienen alejado de la población normal, casi siendo el enemigo del ciudadano promedio al menos de forma empática. Pasa de ser recaudador de impuestos a inspector de seguros, ambos cargos perfectos para asignarle objetivos y no generar ninguna simpatía.
Pero conforme pasa el tiempo, los despertares de Nixon son cada vez más violentos, y de pronto se convierte en una especie de revolucionario de la causa robot. O al menos eso es lo que quieren que sea, un cambio de paradigma en un personaje que fue programado para andar con la cabeza gacha acatando órdenes a cambio de una vida tranquila. Al final, Miller remata todo con chiste negrísimo y desesperanzador: Nixon ha llegado hasta sus creadores no para que le den explicaciones, sino para que le devuelvan su vida anterior. No le importa que sea falsa ni le importan las consecuencias de ser un asesino; en un arrebato egoísta, prefiere la seguridad de calzar en el plan global, libre de sorpresas y esfuerzos.
Siempre veo comparaciones de esta obra con el clásico ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick y me parece un error hacerlo. Si bien Miller toma parte de las constantes en la obra de Dick —el futuro corporativo, la diferenciación de la realidad y la resolución oscura—, los temas centrales de “Ovejas Eléctricas” van por la definición de la condición humana. Lo que nos define como seres humanos. Miller se aleja completamente de esto. Nixon descubre que no es humano y que su vida es falsa. No hay ni dudas ni ambigüedades en su viaje. Simplemente quiere volver al punto anterior de su vida y quedarse en su ignorancia.
Esto está mucho más emparentado con La Hormiga Eléctrica de Dick. De hecho, comparte un inicio similar donde Garson Poole, director a cargo de las actividades de “Triplan”, despierta en una cama de hospital descubriendo que es un androide mitad mecánico mitad humano. Poole comienza un viaje psicodélico —muy en la onda de Dick— para poder de tomar el control de su vida y poder diferenciar lo que fue real y lo que no. Hard Boiled y La Hormiga Eléctrica terminan siendo líneas paralelas que viajan en sentido contrario. Mientras que el personaje de Dick trata de revelarse ante su realidad, llegando a alterarse a sí mismo para poder percibir la “verdadera realidad”, el personaje de Miller termina rechazando cualquier realidad que no lo haga feliz, tomando la falsedad de su pasado como real, escabulléndose de cualquier posibilidad de alterar el orden imperante mediante una revolución robótica.
A pesar de la violencia a la que sobrevive Nixon, el personaje termina siendo un cobarde, parte del cinismo con la que Miller remata una obra hiper-violenta y sumamente cinética.
Hablemos del componente más elogiado del cómic: el dibujo de Geof Darrow. Nada más ver las portadas con las que constan los tres volúmenes que componen Hard Boiled, sabemos que nos enfrentamos a algo completamente diferente a lo que nos tiene acostumbrado el panorama norteamericano. Darrow maneja un estilo muy detallista, dinámico y efectista, con una preponderancia de la representación realista alejándose de cualquier caricaturización de personajes o ambientes. Gracias a esto, el mundo de Hard Boiled se siente plausible, creíble y a tono con el ambiente de la historia de Miller. De hecho, creo fervientemente que Miller cuajó la historia y su ritmo en torno a Darrow y su espectacular estilo.
He leído en múltiples ocasiones que el tamaño de la viñeta puede usarse como medida de tiempo. Viñetas pequeñas toman menos tiempo en leerse y evaluarse porque contienen menos detalles, algo así como una toma de pocos segundos en una película. Viñetas a una o dos páginas serian el equivalente a tomas en cámara lenta que permiten al observador apreciar detalles y movimientos que a velocidad normal no pueden ser captados. Hard Boiled es un ejemplo claro de esta comparación.
Darrow pone bastantes detalles para pasar un buen número de minutos apreciándolos en las numerosas páginas dobles que posee la obra. Son verdaderos juegos de búsqueda que el autor desata en estas viñetas, dándonos detalles del mundo cruel que rodea al protagonista. El dibujo es la primera aproximación que tiene el lector a ciertos aspectos sociales de la obra. Como dije anteriormente, Darrow llena de iconografía de los años cincuenta las calles de Los Angeles, dando testigo el nivel invasivo de la publicidad corporativa y que tiene relación directa con el poco valor de la vida humana. Dentro de las primeras páginas, Darrow llena las calles de cadáveres al paso por donde transita Nixon. Esta absurda cantidad de muerte es etiquetada por Miller como "costos asociados", encapsulando perfectamente el concepto de vida desechable.
Darrow también provee a las calles de Los Angeles de una inquietante y sobrepoblada sexualidad. Numerosas veces vemos gente teniendo sexo sin preocuparse del lugar, vestidos con trajes sadomasoquistas e incluso hay lugares designados para enormes orgías a las que Nixon irrumpe arrasando todo a su paso. Nuevamente, el uso de viñetas gigantes juega a favor de los temas con los que Miller impregna a la ambientación oscura y negra de su futuro distópico.
Darrow también genera secuencias menos espectaculares, con un mayor número de viñetas, pero no por ello menos inquietantes gracias a su realismo barroco. Secuencias como la primera operación de Nixon o la escena de sexo con su esposa, ambas creadas con viñetas pequeñas llenas de acercamientos, generan una sensación de rapidez y agitación que requieren estas escenas. Lo mismo pasa con ciertos pasajes de lucha cuerpo a cuerpo, completando esa intención de orquestar escenas menos espectaculares pero más sincronizadas con las rápidas acciones de sus protagonistas.
Quiero dejar un alcance respecto al color de la obra. En las primeras ediciones de Hard Boiled, el color corre a cargo de Claude Legris. Legris usa una limitada paleta de colores pero rica en tonos. De esta forma, las viñetas de Darrow se llenan de sobriedad, dando cierto tono cotidiano al relato. Es un futuro donde la vida humana vale poco, por lo que el asesinato de cientos de personas es algo del día a día. Obviamente, parte de estas decisiones de color están de la mano con la limitada tecnología con que se contaba a principio de los noventas.
El año 2017, Dark Horse publicó una edición completamente recoloreada de Hard Boiled, a cargo del veterano colorista Dave Stewart. El resultado es diametralmente distinto al de Legris, gracias al uso de las herramientas digitales modernas. Esto en cierta medida genera un cambio de tono en la ambientación del conjunto. Con Stewart, el dibujo de Darrow gana muchos más detalles, pero pierde ese ambiente orgánico y realista. Me parece incluso cuestionable el cambio de color de la sangre de Nixon —negra en el original— dando un resultado bastante fuera de tono. ¿Cuál es mejor? Difícil pregunta, la verdad. Para muchos, el dibujo de Darrow es la mayor razón para adquirir este cómic, por lo que la edición del 2017 es una compra casi segura. En mi caso, me gusta más el tono oscuro y realista que le da Legris en la edición original, así que no tengo planes inmediatos de adquirir otra versión al corto plazo. Es una cosa de gustos.
Hard Boiled es ya un clásico del cómic norteamericano. El grado de independencia con el que Miller gozó para crear la obra, el increíble dibujo de Darrow y el apoyo total que recibieron ambos por parte de Dark Horse nos da una obra con carácter, con ideas interesantes —enmarcadas en cierto pesimismo— y con resultados bastante espectaculares. Quizás Nixon no destaque dentro del panteón de protagonistas de Frank Miller, llena de personajes duros y crepusculares, pero un cambio de registro siempre es bienvenido en pos de algo diferente. Muy recomendada.