Guía de Lectura - Captain America de Ed Brubaker Parte II: idas y regresos

Dada la relevancia que venía adquiriendo el trabajo de Brubaker y el dibujante Steve Epting, y el estado en que quedaba el héroe de las barras y estrellas al final de la Guerra Civil, todo el mundo esperaba algo especial para el #025, cifra importante para cualquier colección, y en especial para las de Marvel, pues los lectores sabemos que al llegar a esa numeración los autores suelen presentar algún hecho de gran trascendencia.

Lo que nadie podía prever era que el momento más importante de Civil War no tendría lugar en las páginas de dicha miniserie, sino en la serie del Centinela de la Libertad. Steve Rogers, tras renunciar voluntariamente a la identidad de Capitán América, es llevado bajo custodia hacia su juicio. De repente, disparos, confusión, y lo increíble: Rogers yace muerto en las escalinatas del Palacio de Justicia, destruyendo la vida de sus amigos, sacudiendo los cimientos del Universo Marvel y dejando a los lectores con la duda de qué sucedería con la serie cuando ya no esté su protagonista.

Pero no sólo el universo de ficción hizo eco de tal bombazo, pues que el secreto fuese guardado con tesón por los integrantes del bullpen hizo posible que la sorpresa fuese total. La noticia se difundió rápidamente no sólo entre los sitios especializados en cómics, sino también en medios de información general, tanto de radio y televisión (CNN, por ejemplo) como diversos periódicos y revistas (New York Daily News, L.A. Times, Time Magazine). De hecho, la viñeta donde se ve a Steve tendido ensangrentado se convirtió, contra todo pronóstico, en la más publicada del año.

Captain America #025 no fue solamente la culminación de una historia cuidadosamente planeada por Brubaker, sino que también fue el comienzo de una nueva línea argumental cuyo objetivo sería analizar el significado del concepto del héroe de la estrella en el pecho para Marvel. Con esto, el guionista cambia la estructura narrativa que venía siguiendo hasta ahora. El protagonismo pasa a ser coral, con cada entrega dividida en pequeños capítulos que abordan momentos concretos del resto de personajes, que serán los encargados de continuar la historia. No sólo tenemos por acá a los habituales, como Winter Soldier, Sharon Carter y Red Skull, entre otros, sino que agregamos a Black Widow, Tony Stark en su calidad de Director de S.H.I.E.L.D. y un aumento de la participación de villanos como el Dr. Fausto.

Argumentalmente, el guionista aún nos tendría más sorpresas, que plantarían las semillas de tramas por venir, como que Bucky Barnes y Natasha Romanov tuvieron una relación amorosa en el pasado, el resultado de cierto test de embarazo de Sharon, y sobretodo de la revelación de una carta de Steve a Tony, con sus últimos deseos respecto de Bucky y el manto del Capitán.

Por supuesto, un acontecimiento de tal magnitud debía calar hondo en el resto del Universo Marvel. Por ello, los guionistas miembros del equipo creativo de la editorial estaban convencidos que dicha situación debía plasmarse más allá de la serie del Capi. Para ello, se ideó una miniserie de 5 números titulada Fallen Son: The Death of Captain America, que fue publicada en el período de tiempo entre los números #025 y #026 de la colección madre. Jeph Loeb, guionista de la obra, tuvo claro desde un principio lo que debía suceder en cada número y qué héroes debían aparecer en ellos.

En efecto, la miniserie es una antología, con cada número protagonizado por un(os) personaje(s) diferente(s), y estructurados en las cinco fases emocionales por las que se atraviesa en un duelo. Tenemos la Negación (protagonizada por Wolverine), Ira (Avengers / New Avengers), Negociación (Iron Man / Hawkeye), Depresión (Spider-Man) y Aceptación (Iron Man / todo el mundo).

Por mérito propio o de argumento destacan los episodios 1, 3 y 5. En «Denial», a través de Logan y Matt Murdock nos aseguramos que efectivamente el cadáver corresponde a Steve Rogers, y los héroes se enteran que Crossbones no fue el asesino, a pesar de estar detenido como principal sospechoso. En «Negotiation», Tony Stark reflexiona acerca de la pertinencia de asignar el manto del Capi a alguien más, pues considera importante mantener el ícono, cavilaciones que son la simiente del siguiente gran giro de la serie de Brubaker. Y finalmente en «Aceptation», asistimos al funeral de Steve, con momentos de emotividad y belleza —el dibujo de John Cassaday es sin duda factor decisivo— que lo convierten en el mejor de la miniserie.

Respecto de por qué algo tan importante como el funeral no fue narrado en su propia serie, Brubaker explica que «nunca quise enseñarlo, y es una de las razones por las que se produce un salto temporal entre los números #025 y #026. Para mí, las reacciones son mucho más interesantes. El subtexto está formado por las cosas que se dejan de decir cuando alguien muere. Sharon no puede decir nada. No vemos el discurso de Sam [Wilson, The Falcon]. Rick Jones dice algo equivocado, porque no sabe qué decir. Y Bucky no tiene con quién hablar. Todo Captain America #026 trata acerca de ese vacío.»

Inicialmente, la idea de Brubaker era solucionar el tema de la muerte de nuestro héroe en un plazo aproximado de 6 meses. Sin embargo, el editor Tom Brevoort lo instó a buscar una resolución pausada, para desarrollar el tema con la tranquilidad adecuada. Y no era una tarea menor, pues este no era un arco argumental destinado a hacer desaparecer al Cap por un par de números para aparecer súbitamente de entre las sombras y salvar, a último minuto, la situación.

El guionista aprovechó entonces la oportunidad para desarrollar un argumento de gran peso emocional, destinado a mostrar con lujo de detalles y desde múltiples puntos de vista, las consecuencias de la ausencia de la piedra angular del Universo Marvel. Así, el ciclo argumental anterior «The Death of the Dream» dió paso a un segundo acto, que tuvo por objetivo narra la evolución lógica del drama.

Si bien el protagonismo sigue siendo coral, claramente despunta en importancia la imagen de Bucky, que sin duda es el motor de toda la etapa que nos convoca. En concreto, en este arco tenemos a Barnes tomando el manto de su viejo amigo, marcando el debut de un nuevo Centinela de la Libertad. Y lo hace a tiempo para luchar por el corazón de su país, en una ciudad que ha perdido la cordura. El gran plan maestro de Red Skull se ha puesto en marcha y el caos se está apoderando de Estados Unidos. Sólo queda un hombre que pueda detenerle. Pero, ¿está preparado para asumir el reto? The Falcon, Iron Man y Black Widow lo acompañarán en el momento más decisivo de su existencia.

Si bien el hecho de que otros personajes ocupen tal honorable manto no es nada nuevo en Marvel, en esta oportunidad Bucky no trata de reemplazar a Steve, más bien es seguir el legado del símbolo manteniendo su propia personalidad. Es por esto que Barnes utilizará un nuevo traje —diseñado por Alex Ross— además de utilizar armas de fuego y cuchillos, en complemento al clásico escudo. Winter Soldier no es Rogers, pero buscará que los valores de éste último no se pierdan en una época de miedo, oscuridad y conspiración.

Desde que asumimos que la muerte del Capi era algo que llegó para quedarse, los lectores supimos dos cosas: primero, que Bucky tenía todas las papeletas para quedarse con su manto, y segundo, que no le resultaría fácil. Como algo así no podía ocurrir de la noche a la mañana, Brubaker ideó esta trilogía de arcos argumentales para mostrarnos esta evolución de la forma más natural y verosímil posible.

Si en las dos sagas anteriores vimos cómo Bucky se hace con el escudo original del buen Capitán y luego con su manto, en esta oportunidad se nos cuenta cómo encaja definitivamente en su nuevo rol que ha decidido desempeñar.

¿Qué mejor prueba de que Bucky es apto para el puesto que enfrentarse al mismísimo Centinela de la Libertad? Para ello, el guionista trajo de regreso a uno de los personajes más inquietantes de la historia Marvelita. Nada menos que el Captain America de los Años 50, un antiguo profesor que era un fanático tan acérrimo de Steve Rogers que no dudó en suplantarlo hasta el punto de modificar su rostro para que fuese idéntico al de su héroe. El resultado fue una versión perversa del campeón estadounidense, en cuyas venas corría el mismo suero del supersoldado defectuoso que llevó a la locura a Jack Monroe y, naturalmente, a él mismo.

Con todo, se cierra la trama del plan de Red Skull para apoderarse de Estados Unidos y destruirlo desde dentro, y los hilos que comenzamos a desenredar desde el mismo número uno. Si bien aún el polvo de la batalla no se ha asentado, sin duda acá empieza un nuevo capítulo para el legado del Capi.

Luego de que Bucky tomara plena conciencia de su rol como el nuevo Captain America en el arco anterior, Brubaker nos ofrece una elipsis narrativa en que la serie avanza un mes en el tiempo. En esos 30 días, James Buchanan vive una serie de aventuras que comienzan a convencer a los otros héroes del nuevo status, en las que se enfrenta a hordas de A.I.M. y villanos como Wrecker, e incluso participó de la resistencia contra la invasión de los Skrull en el evento Secret Invasion.

Tal salto temporal es necesario para ejecutar un nuevo ciclo argumental, en dos actos, que pondrá a prueba la vida, obra y trayectoria de nuestro protagonista. Así, el relato transcurre en tres épocas distintas, aunque obviamente relacionadas: 1942 (como Bucky), 1968 (como Winter Soldier) y la actualidad (como Captain America). De esta forma, tenemos una visión global de su vida, que además sirve para recuperar el espíritu de los Invaders originales.

Namor, el Rey de Atlantis, participa como invitado especial en esta aventura en que Bucky, siguiendo el argumento del arco anterior, viaja a tierras orientales para salvar a un viejo amigo y enfrentarse a los pecados de su pasado como Winter Soldier, con el que parece hacer las pases por fin. Ambos héroes, ayudados por Black Widow, correrán contra el tiempo en una carrera por salvar el mundo, en lo que no es nada más que una tarde de trabajo normal para quien sea que esté usando el escudo de la estrella solitaria.

Brubaker sigue demostrando que está en una época de bonanza de su carrera, con ese estilo de cine negro que tan bien ha sentado en la serie. Pero sin que tengamos un descanso, ya se avistan nuevas nubes de cambio en el horizonte. Además, el guionista entrega un hermoso homenaje a la Human Torch original, para recordarnos que la historia es valiosa y fundamental para el presente.

Sharon Carter es protagonista absoluta de este número, para muchos uno de los más importantes desde el Captain America #025. La Agente 13 ha vivido presa de sus recuerdos, por muy incompletos que sean, desde que sufrió aquel lavado de cerebro a manos del Dr. Fausto, con consecuencias que van más allá de lo meramente psicológico. Ahora, las barreras y bloqueos comienzan a ceder, y sus memorias reprimidas quizá no solo le traigan dolor y pérdida, si no también pistas del destino de Steve Rogers, que llevarán a una revelación sorprendente.

Llegamos al #050 de la serie, todo un récord para tiempos en que las etapas de las series son más bien efímeras y susceptibles a cambios y renumeraciones que el editor de turno considere necesarias. A estas alturas, no era secreto para nadie que en el horizonte se cocinaba la miniserie Captain America: Reborn, cuyo explícito nombre auguraba cambios, otra vez, para el título.

Para este episodio tan especial, Brú nos narra una historia en que, otra vez, se entrelaza el pasado y el presente de Bucky, todo en el marco de un nuevo cumpleaños del personaje. la conclusión nos muestra uno de los raros momentos de diversión y relajo de la serie, que además demuestra la integración de Barnes al resto del Universo Marvel.

Pero un especial no es un especial sin historias de complemento, de las que encontramos dos en esta oportunidad. En «Sentinel of Liberty», Marcos Martín actúa como guionista y dibujante para mostrarnos una estupenda retrospectiva de la vida de Steve Rogers, con todos los momentos importantes de su vida. Especialmente interesante es el apartado artístico, pues Martín usa un estilo gráfico y de diseño diferente para cada página. En el otro complemento, de sólo dos páginas, tenemos una muestra del humor del caricaturista Fred Hembert, con la hilarante historia de un viejo villano Marvel que intentó usurpar la identidad del Capi, usando un traje muy especial.

No, no es un error de tipeo. Efectivamente, a continuacion del #050 vino inmediatamente el #600, debido a una iniciativa marveliana, que había comenzado un tiempo atrás, de recuperar las numeraciones clásicas cuando la suma de entregas de los distintos volúmenes llegaba a una cifra redonda. En el caso del Capi, eso significó que Brubaker se enfrentara a dos números especiales seguidas.

Así, el #600 es una entrega tan especial como su nombre lo indica, con una historia principal que sirve al mismo tiempo como final y principio de toda una era, que actúa como prólogo a Reborn. La trama transcurre un año después del fallecimiento de Rogers y en ella tenemos pequeños capítulos dedicados a los personajes que hemos tenido en estas páginas, a quienes el guionista posiciona de cara a tan magno evento.

Las historias de complemento, meramente testimoniales, analizan el pasado del Centinela de la Libertad desde vertientes muy distintas, con guiones firmados por Mark Waid y la leyenda Roger Stern.

Todos los lectores sabíamos que tarde o temprano Steve Rogers volvería. Y es que las muertes en el cómic superheroico es algo que ya nadie asume como definitivo, pues a la orden del día tenemos viajes en el tiempo, clones y hechiceros que hacen que el viaje al cielo o al infierno casi siempre sea de ida y vuelta. Así, pues, solo nos quedaba por saber cómo se las arreglaría Brubaker para regresarnos al Rogers de toda la vida, y qué sucedería con su status con un nuevo y muy competente héroe utilizando su escudo.

Pero teniendo en cuenta que se trataba de un acontecimiento sumamente trascendental, nuevamente se decidió que fuese desarrollada en una miniserie, en que los guiones de Brubaker fuesen recreados por Bryan Hitch, dibujante que aseguraba una calidad notable. Una vez más más, Brú ha desarrollado una historia con momentos inesperados que analiza con precisión la figura del Capitán a través de las distintas eras de su existencia, con la participación de los personajes que ya hemos visto en números anteriores de la colección, y otros como Norman Osborn o Reed Richards.

Al igual que el resto de su etapa, el guionista ha querido integrar Reborn en la actualidad marvelita, en ese entonces sumergida en el landscape Dark Reign (o Reinado Oscuro). De ahí la presencia de Osborn y sus Dark Avengers, o que los Avengers sean fugitivos y usen la casa de Bucky como centro de operaciones. La gran cantidad de personajes invitados, así como la situación particular de cada uno de ellos, sirve para contextualizarla a los hechos contemporáneos.

El resultado es un relato gráfico monumental, que supone un punto de inflexión determinante para el Universo Marvel, que además es una gran oportunidad para conocer lo momentos imprescindibles en la vida de Rogers y sus enemigos mas icónicos. En resumen, un punto de partida perfecta para nuevos lectores, o para quienes quieran reengancharse a las aventuras del personaje.

Pues bien, tenemos de regreso entre los vivos a Steve Rogers. Y aunque sin duda aquello es motivo de júbilo, la pregunta queda en el aire: ¿que haremos con dos Capitanes América? Esa pregunta es la que trata de responder este one-shot, y aunque la respuesta parece clara, quizá te sorprendas al leerla.

Brubaker hace bien en representar los sentimientos conflictivos de Rogers y Bucky, y sus percepciones del otro. Después de recordarnos quiénes son los personajes y lo que comparten, la sección central de la entrega los muestra en una acción clásica de lucha contra el crimen, compartiendo brevemente el papel del Captain America y demostrando cómo eso los define. Con un enfoque de nuevo puesto en el espionaje, la política y la iconografía del Capitán América, este es fácilmente uno de los mejores cómics del Capi de ese año.

En un mundo al borde de la Segunda Guerra Mundial, la carrera armamentística consiste en crear un supersoldado. Su nombre es Steve Rogers, aunque el mundo pronto lo conocerá como el Captain America. Pero el Centinela de la Libertad no estará solo en su misión de derrotar al peor mal que ha caminado sobre el planeta, pues otros prodigios se unirán a su causa…

Según la fecha de publicación esta obra encaja acá, pero en realidad éste es tan buen momento como cualquier otro para disfrutar de The Marvels Project, una soberbia reconstrucción del origen del Universo Marvel que significa el reencuentro de Brubaker con Steve Epting. En estas páginas salen a la luz los sucesos que llevarían al nacimiento del Capi y a su posterior alianza con Namor y la Human Torch, quienes luego serían conocidos como los Invaders.

Una vez más, estamos en presencia de una obra imprescindible en la biblioteca de cualquier aficionado Marvel. Es una apasionada carta de amor del guionista a la Edad de Oro del cómic, cuyos conceptos han sido la base desde el comienzo de su Captain America. En realidad, la miniserie escarba más atrás en el tiempo, y nos sumerge en los años cuarenta, fecha en que el género de los superhéroes vivió su primera gran explosión. Timely Comics, que luego se convertiría en Marvel, había lanzado los primeros personajes, presentando en sociedad a la Antorcha Humana original y a Namor, el Sub-Mariner.

Brubaker quiso contar la historia de esos tiempos, actualizándola a través del lenguaje del cómic moderno, y entrelazar los hechos de tal manera que, en lugar de los relatos fragmentados sin conexión alguna que fueron en el momento de su publicación, se organizaran como una compleja trama transversal que sirviera para desentrañar la manera en que los superhéroes habían surgido y los motivos que los llevaron a luchar contra un enemigo común.