“Black Panther” (2018): Wakanda forever
Black Panther, la decimoctava entrega del universo cinematográfico de Marvel Studios, toma una ruta diferente a lo que había sido su tónica reciente, ya que en lugar de ser la última pieza del puzzle previo a Avengers – Infinity War, la cinta dirigida por Ryan Coogler tiene un mensaje e intereses por lo general no tratados en otras adaptaciones de los cómics de “la casa de las ideas”, salvo quizás por Captain America – Civil War, cinta con la cual tiene lazos cercanos tanto narrativos como temáticos. ¿Basta ello para ver esta película? A continuación les comparto mis impresiones.
Black Panther es una película que entiende las expectativas que se le adjudican y responde con una ambición digna de admirar, cumpliendo de forma fantástica con mostrar una Wakanda vívida y con una identidad fuertemente influenciada por culturas africanas. Esta suerte de paraíso sci-fi convive con un tradicionalismo tribalista de fantasía, proveyendo así a la película de una locación llena de color que a primera vista es idílica. Pero esto no es sino un vestuario llamativo para esconder la verdadera identidad del film, el cual usa el lenguaje y códigos del género de superhéroes para hablar de política. Lo anterior no resulta pretencioso o chabacano precisamente porque T’Challa es un figura política que constantemente debe lidiar con la noción de que ser una buena persona no siempre va a ir de la mano con ser un buen gobernante, haciendo que temas como el colonialismo, el aislacionismo y políticas raciales no sólo se aborden por razones de contingencia, sino que se encuentran en el núcleo mismo de la narrativa de la película, siendo especialmente interesante que no necesariamente es el protagonista quien “mueve la aguja” respecto de estos temas.
Una crítica corriente a las películas del universo Marvel es que sus villanos, salvo por contadas excepciones, no son especialmente relevantes o llamativos. Black Panther busca romper esa tónica dando sensibilidades distintas a sus antagonistas. Andy Serkis ofrece una interpretación en la que se nota que lo pasó muy bien durante la grabación, mientras que Michael B. Jordan provee un villano más serio, pero cool. Los personajes de ambos complementan lo ya mencionado respecto de temas políticos, reflejando las consecuencias del tradicionalismo de Wakanda ante un gobernante joven como lo es T’Challa. La presencia de estos obliga a Black Panther no solo a saltar a la acción, sino también a cuestionar sus métodos y cosmovisión. Aunque la muerte del Rey T’Chaka sigue siendo parte importante del trasfondo del personaje, no es una carga inamovible y gran parte de la película trata precisamente de cómo T’Challa lidia con el legado de su padre.
A nivel de tono, Black Panther evidencia su cercanía con las cintas del “Cap” tratando al humor como una herramienta secundaria y en general no se nota un interés por meter chistes uno tras otro, sino que aparecen en virtud de lo maravillosamente exagerado que es Serkis o por la actitud más distendida que tiene T’Challa en esta ocasión, ya que aunque se sigue la tónica vista en su debut en Captain America – Civil War, Chadwick Boseman interpreta a un T’Challa digno y con una estampa regia, pero con un lado más juguetón al encontrarse en su hogar. Boseman lo representa como un personaje multifacético y centrado que actúa como un excelente contrapeso a las extravagantes personalidades de los villanos sin resultar monotemático por ello.
Tal como las películas de Captain America mezclaron el género de “capas” con un thriller político y Ant-Man fue un heist film, Black Panther se presenta a sí misma como puerta de entrada al poco conocido género del Afrofuturismo. La película no resulta inexpugnable para audiencias no familiarizadas con elementos de la cultura afro y en general hace un buen trabajo presentando un género distinto al gran público. Quizá uno de los puntos más bajos es que mantiene esa horrible moda de Hollywood de usar shaky cam para las escenas de acción, lo que a título personal no me hace disfrutarlas más, sino que parece disminuir el trabajo coreográfico al introducir un innecesario nivel de confusión visual en lugar de transmitir dinamismo. No es algo exclusivo de esta película, pero su presencia no le hace ningún favor.
Black Panther le saca el mayor provecho posible al microcosmos en que se desenvuelve y no se va en medias tintas respecto del discurso que quiere plantear, sabiendo aprovechar su oportunidad para poner en la mesa temas contingentes sin volverlo aburrido en el proceso, tal como se hacía en la Marvel clásica que vio nacer a T’Challa.