MR DC 151 - El ataque del Hombre del Calendario (Parte Dos)
Aviso de Spoilers: Las reseñas que siguen a continuación tratan los sucesos más recientes de las series revisadas, por lo que pueden desvelar detalles argumentales importantes para quienes no estén al día. |
Si, mis queridos lectores, este es otro de esos extraños meses que poseen cinco miércoles. Así que esta semana, en MicroReseñas DC, tenemos poco material a reseñar pero no se preocupen, es de buena calidad. De hecho, esta misma semana parten las Milk Wars, ese crossover tan extraño perpetrado por la gente de Young Animal. Comencemos.
DETECTIVE COMICS ANNUAL #001
Publicación: 31/01/2018
Guion: James Tynion IV
Arte: Eddy Barrows
Tintas: Eber Ferreira
Color: Adriano Lucas
Reseña: Chris
8,0/ 10
Como sabrán los que siguen la serie y estas reseñas (si es que alguien las lee), el último número nos dejó con un cliffhanger gigante que deberemos esperar hasta la próxima entrega numerada de la serie, por que como es costumbre de los anuales, no será una continuación directa de los hechos de la historia que se da en la serie principal. No deja de ser curioso estos de los anuales, porque tienen objetivos bastantes diversos como lo son el tema de rascar unas pocas ventas a expensas del nombre de una serie, darle un final extenso a un arco argumental o tirar de historias pequeñas en los que se les pueda dar la oportunidad a autores nuevos, que quieren trabajar con personajes que se encuentren insertos en el canon de DC actual, pero sin tomar el riesgo de escribir una serie completa o hacer un fill-in o relleno. Es un caso curioso, porque también está el tema de los Especiales (como el de JLA/Doom Patrol), que se hacen con el mero hecho de querer hacer un crossover, pero también hemos tenido especiales sobre algún personaje, que a simple vista no tienen mucha razón de existir, independiente de la calidad del mismo. Pero en fin, este especial de la serie Detective Comics pretende recrear una vez más el origen del protagonista indiscutible del último arco de la serie: Clayface.
La historia de Clayface es un tema bastante extenso para hablar en un espacio como este, pero generalmente se conoce como aquel villano de Batman, que es como un lodo humano gigante, bastante peligroso y con una historia muy trágica, como es de esperar de un villano que provenga del universo del encapotado. En la continuidad anterior al New 52, tuvimos múltiples personajes bajo el manto del villano y que es dada la naturaleza de sus poderes, es entendible que más de uno haya adquirido dichos poderes, asumiendo la identidad hasta 9 personajes diferentes, compitiendo con los personajes que lleven Robin como alias. Algunos si eran derivados de otro Clayface, que dejaba clones por doquier y personas que obtuvieron sus poderes debido a algún ataque de parte de algún Clayface, etc. Al fin y al cabo de todo, el más reconocido ha sido Basil Karlo, que debutó en el Detective Comics #40, en el año 1940 (¡ja!), con un origen similar al que veremos en este Anual, aunque obviamente actualizado y con algunas cosas extra, para hacer coincidir lo que hemos visto del personaje actualmente. Sin querer darme más vueltas, de las que ya me he dado, pasare a analizar que nos dejó este Anual y si vale la pena leerlo.
Este número guionizado por James Tynion IV y dibujado por el excelentísimo artista Eddy Barrows (¡bien!), redundantemente nos cuenta el origen de Clayface, villano que últimamente es integrante del grupo de vigilantes que Batman tiene para defender Gotham City. Una medida arriesgada, tanto para él, como para DC que luego de su anuncio, más de alguno se pensó que esto era una tontera y más tomando en cuenta, que en New 52 el villano estaba más salvaje y peligroso de lo acostumbrado. Bueno, siempre lo ha sido, pero se entiende. Pero en DC son buenos para olvidar algunas cosas, como el Deadshot rubio o el Beast Boy rojo, por lo que olvidar ciertos detalles con Clayface es algo meramente testimonial. El tema es que en el arco actual de la serie, Clayface se volvió loco y es que como nos deja claro este número, es una persona que no puede evitar mostrar su verdadero rostro, pese a que su padre le dijera que no lo hiciera, porque eso lo llevaría a la perdición. Un buen consejo, que a lo largo del número veremos que no siguió el buen Basil Karlo, que como hemos visto mil veces, su carrera en el cine se fue abajo por culpa de un accidente (aunque hubo otro causante, que no spoilearé). Como es de esperar, se sometió a un extraño componente que usaba su padre, que olvide decir que era un ¿cómo lo puedo decir más claro?, era un especialista en el tema de los efectos especiales a la vieja usanza. Esta sustancia, lograba que Basil pudiera ponerse su máscara simbólica, para evitar que la gente viera al supuesto monstruo en el que se había convertido su monstruo. El tema es que nuestros monstruos personales, puedes combatirlos, lidiar con ellos o dejarlos salir. Todos sabemos, que opción tomo el buen Basil y aquello lo llevo a la perdición, a enfrentarse a Batman y a joderle la vida a alguien que quería. Toda una tragedia.
¿Ha sido bueno este número? A riesgo de sonar exagerado y dejándome llevar por la reacción inicial, diría que es una pequeña obra maestra. El dibujo de Eddy Barrows capta a la perfección las expresiones de los personajes, especialmente del protagonista y como el dolor lo carcome por dentro, haciéndonos que nos identifiquemos con él y empatizar con su dolor, y a la vez sentir rabia por su obsesión y estupidez, que lo lleva a una vida de crimen. Y luego sentir pena, por su arrepentimiento y su destino en la serie regular. Obviamente, el dibujante es solo un protagonista más, porque James Tynion IV ha sabido contar lo necesario para conocer como Clayface llego a ser lo que es y lo que significa estar en sus zapatos. No solo, se encargó de atar algunos cabos sueltos y hacer coherente su origen con lo contado en la serie, sino que Tynion se esfuerza en contar una buena historia, que nos haga reflexionar y sentir cosas, como solo las buenas obras lo pueden hacer. Esta demás decir que recomiendo este número, sin chistar.
THE FLASH ANNUAL #001
Publicación: 31/01/2018
Guion: Joshua Williamson
Arte: Christian Duce, Howard Porter
Tintas: Christian Duce, Howard Porter
Color: Hi-Fi, Howard Porter
Reseña: Fantasma Rojo
7,0 / 10
The Flash Annual #01 ofrece una ventana hacia el presente y futuro de la franquicia de los velocistas al reunir a ambos Flash y a Kid Flash, los cuales salvo por un par de cameos ocasionales, no han tenido mayor oportunidad para interactuar entre sí. El motivo de la reunión no es azaroso, ya que esta entrega es el preludio para Flash War, un crossover que inicia en Mayo que involucra a los tres corredores, pero que por sobretodo centra la narrativa en Wally West.
Una de las grandes sorpresas que encontramos al iniciar Rebirth fue el emotivo regreso de Wally, saldándose así una de las deudas de The New 52 y de paso dando un inicio potente a la nueva serie de los Titans, pero no todo fue miel sobre hojuelas para un personaje que regresó a una continuidad donde para todo efecto es un desconocido, ya que no solo otros personajes del Universo DC ignoran quien es él, sino que los lectores que llegaron tras Flashpoint probablemente tampoco lo saben. Tanto dentro como fuera de las páginas, el mundo olvidó quien era Wally West y esta idea es la que inspira al cómic.
Aunque se siembran las semillas de tramas futuras, en su núcleo lo que se nos ofrece es un estudio de personaje con un marcado componente metatextual donde se busca dejar claro desde un principio que a pesar de comparten el manto de Flash, Wally no es Barry Allen, sino que un héroe con su propia ilustre historia. Lo interesante es que el cómic reconoce que reincorporar los hitos de un personaje implica lidiar tanto como con sus buenos como malos momentos y encarna ello en el personaje de Magenta. Afortunadamente, en lugar de enfrascarse en una fiesta autocomplaciente de comics antiguos inescrutable para nuevos lectores, el cómic entiende su lugar dentro del contexto de Rebirth y usa la sombra de sus viejas glorias como un trampolín para mover hacia adelante al personaje. Wally West ocupa una rara posición donde recuperar los elementos que lo distinguen de su mentor no parece nostalgia solo por la nostalgia, sino que abren una puerta para presentarlo a una nueva generación de lectores con un brillo nuevo.
El resto del número ordena la mesa para Flash War, rememorando hechos recientes de la serie principal de Flash y reintroduciendo a una serie de personajes que estaban ausentes desde antes de Flashpoint. A mi criterio esta es la parte menos motivante de esta edición, salvo por la revelación de la última página que cumple bien su rol de levantar hype al traer de vuelta a un viejo favorito.
Aunque los números anuales suelen usarse para rellenar un vacío en el calendario editorial, éste cómic le saca el máximo provecho a la instancia al aprovechar de presentar al medio y al centro a un personaje que no había tenido mayor relevancia fuera de Titans y de paso sentar las bases para el primer gran encuentro de la Flash Family en mucho tiempo.
DARK NIGHTS: METAL #005
Publicación: 31/01/2018
Guion: Scott Snyder
Arte: Greg Capullo
Tintas: Jonathan Glapion
Color: FCO Plascencia
Reseña: Fantasma Rojo
6,5 / 10
Si algo ha destacado a este evento, es la desfachatez con la que exhibe sus conceptos. Esta extravagante tradición continúa al mostrarnos en la primera página a Barbatos encaramado en la Torre de Infinite Crisis mientras se prepara para cantar una anti-melodía para traer a sus huestes desde el Multiverso Oscuro. Este tipo de ideas grandilocuentes son las que reflejan y llevan al siguiente nivel los conceptos de las obras que le sirvieron de inspiración, pero lamentablemente no todo el número tiene la misma energía y se empieza a generar la sensación de que a esta serie le faltan y sobran números al mismo tiempo. Esto en gran parte ocurre porque por cada escena cool que se plantea, se desperdicia idéntico espacio en soliloquios, obligando a la historia a avanzar rápidamente para compensar ese tiempo perdido, pero eso no es nuevo, ya que la intrascendente escena de pelea contra Mongul que desperdició la mitad de Metal #001 pena a este número, condenándolo a resolver sin mucho preámbulo escenas que daban para mucho más, tales como el regreso de un miembro de la Justice League que había estado desaparecido desde que inició Rebirth o el round 2 entre Hal Jordan y un jocoso Starro.
Quizás el punto más bajo del número es que al traer demasiados personajes a colación sus caracterizaciones no resultan parejas en cuanto a calidad. Black Adam es derechamente genérico y de ello no se puede culpar al reboot, ya que su aparición en Sinestro de Cullen Bunn demostró que el personaje sigue teniendo el mismo potencial de siempre; la presencia de Deathstroke resulta meramente testimonial, igual que la de Superman, pero quizás lo más extraño es la degradación que han sufrido los Dark Knights, lo cual es especialmente notorio gracias a que una parte importante de la promoción del evento giró alrededor de ellos, pero en esta entrega operan sin mucha personalidad y para rellenar páginas.
Metal #005 es funcional para la historia en progreso, pero el deficiente manejo de los tiempos que plagan los finales de los comics de Scott Snyder empieza a asomar su fea cara y a afectar la calidad de la historia, ya que en vez de dar espacio y jugar con los conceptos introducidos en números anteriores, se pasa rápidamente por ellos casi si fuera una lista de obligaciones. No parece casual que antes del número final DC haya decidido meter un tie-in extra, porque esta entrega queda corta respecto del tono “más grande que la vida” que se ha querido imbuir al evento.
JLA/DOOM PATROL SPECIAL #001
Publicación: 31/01/2018
Guion: Steve Orlando, Magdalene Visaggio, Gerard Way
Arte: ACO, Sonny Liew
Tintas: ACO, Sonny Liew
Color: Sonny Liew
Reseña: El más grande, Chris 😀
9,9 / 10
¡La guerra del lechero ya comenzó! Y si es una total locura lo que estoy diciendo, pero no es broma, es el más reciente evento de la línea Young Animals de DC Comics, la que alberga series como la Doom Patrol de Gerard Way (que además es guionista de este especial y además encargado de la línea editorial), The Shade de Cecil Castelluci y otras más, en las que se ven ideas fuera de lo común y se goza de una mayor libertad creativa, al estilo de la Vertigo de los noventa, en la que habían series independientes de la continuidad de DC y otras que si estaban estrechamente relacionadas, pero gozaban de mayor libertad, al ser un sello para gente más “madura”.
Terminando las presentaciones, no ha sido para nada fácil la trayectoria de este sello, porque pese a que hay un grado de calidad bastante elevado en sus series, las ventas y el público no han sido favorables, por lo que cada vez más, la línea editorial peligra y bueno, cuando esto pasa con alguna serie en DC o juntas a algún personaje con Batman o…lo juntas con todos. Y de paso haces un evento. Es lo más lógico, pero si algo ha destacado Young Animals, es que su manera de ver las cosas es en resumidas palabras, rara. Porque no solo, no siguen una estructura normal en un evento que es hacer una especie de miniserie numerada y diversos tie-ins, si no que manda a volar eso y hace especiales, en el que un grupo o un personaje de la continuidad normal de DC, hará crossover con algún personaje de esta línea, es decir Batman hará crossover con Mother Panic, Swamp Thing hará crossover con Cave Carson, Wonder Woman hará crossover con Shade, etc. Diría que es particular los crossovers que han hecho (y eso que también han hecho crossovers con los personajes de Hanna-Barbera), pero es más raro que el evento se llame “Milk Wars”. Y no, no es el nombre de una película porno. En fin, he divagado de forma excesiva, así que procederé a revisar qué carajo están haciendo en este cómic y lo mucho que me gusta esto de la leche. No en ese sentido, si no de las ideas locas, malpensados.
El comienzo es toda una declaración de principios, por que trae de vuelta a uno de los mejores villanos que vimos en aquella entrañable JLI, donde maestros como Keith Giffen, J. M. DeMatteis y Kevin Maguire, hacían maravillas. Para que les miento, grite de emoción al ver a tamaño bastardo de vuelta y el equipo de guionistas, ya me tenía ganado el corazón. Así de barato soy, ya lo sabes Steve Orlando (aunque puedes meterte a Promethea donde mejor te quepa). Pero es lo único familiar que encontraremos en este cómic, porque el resto es raro. Muy raro, extremadamente raro. Pero como leí por allí (más bien en otras reseñas) y como lo dice un personaje de este cómic “quizás lo raro, también merezca una oportunidad”. Y es porque, pese a que el cómic es muy difícil de seguir y mucho más si no eres un seguidor habitual de la serie regular de Doom Patrol, este cómic es toda una experiencia. Es como el sucesor natural de Multiversity y es porque sencillamente traspasa la barrera del estilo habitual en que se están escribiendo las historias de DC Comics, totalmente superfluas, repetitivas y con ideas nuevas, que se diluyen por otras que empañan a esas nuevas ideas.
Este cómic en cambio viene a romper, con aquello y hasta con lo que se está haciendo en la misma línea Young Animals, quedando muy claro que para que la industria avance, debe rendirse a la locura creativa, como lo hizo la compañía, al rendirse a la nostalgia y la vuelta a los viejos clásicos, como ha sido la movida de Rebirth. Pero esto no significa, que solo traigan lo clásico de vuelta y luego se pongan a escribir, como lo llevan haciendo desde los 2000, sino que de verdad la compañía haga cosas inimaginables, cosas que supongan un desafío al lector, tanto en la lectura, en el arte y en el concepto de lo que están mostrando, pero sin resultar en algo pretencioso y excesivamente complicado, que eche por tierra el interés del lector. Algo como lo que hizo en la DC de los 70-80 y 90, en la que entrada de autores como Alan Moore, Grant Morrison o Neil Gaiman, significó una tormenta de ideas, enfoques y conceptos, que retumban hasta nuestros días y de los que viene viviendo DC de hace años, porque no podemos defender a la compañía por fusilar en lo posible, todo lo que era bueno antes y exprimirlo hasta quitarle el alma. Y luego darnos esperanzas, con que todo irá bien y apuñalar al lector por la espalda. Y el lector, al final termina rindiéndose a este proceso, y no le queda más que aceptar que hay que hacer optimista con el material que DC saca y ver lo fuerte que es el amor que se tiene por la compañía. Y es que este cómic, que pueda parecer una ensalada de conceptos, ideas y locuras, que debo admitir no están lo bien hiladas que deben estar, que la narración es caótica, los elementos extraños están porque son raros y eso es genial (¿?) y que la historia resulta ser una fumada, que para algunos pueda ser intragable y a otros las pueda maravillar, porque este cómic no acepta puntos medios, porque te gusta o lo vas odiar y putear con muchas ganas. Y nos volvemos a situar en la reflexión, de que lo raro, no debe ser malo, solo es diferente. El lector es una figura complicada y eso las compañías lo saben. No somos personas que nos gusten los cambios. Podemos ser tolerantes, pero llegaremos a un punto en que le diremos a la compañía de que pare con sus tonteras, que yo me bajo. Pero también, somos los primeros en decir que la editorial no innova, que se repite, que los personajes están viejos, que los calzoncillos se ven gays y bla bla bla. Somos unos jodidos niñatos, esa es la verdad y si alguien me lo niega, déjeme decirle que no le creo, porque la tolerancia tiene límites. Y eso que mi signo es Cáncer y nosotros aguantaríamos que nos pasara un camión encima, sin rechistar o eso es lo que dice un viejito de la televisión, bastante simpático. Pero esa es la gran verdad, no nos contentamos con nada y buscamos cosas nuevas, y cuando esas cosas nuevas cambien para mal o se estanquen, nos cambiamos a otras cosas más novedosas y así sucesivamente.
Eso le paso a DC, que de tanto cambiar, perdió el rumbo y es que ninguna empresa que quiera trabajar en el arte de la imaginación, puede durar demasiado siendo original. La imaginación es ilimitada, pero lo único que la puede frenar, es cuando la vendes. Y si un comic, me hace reflexionar a este nivel, es que algo debe estar haciendo bien. La historia, lidia entre lo convencional y lo caótico. Si han leído Doom Patrol, sabrán que se están enfrentando a una empresa/organización llamada “Retconn” (que oportuno nombre), que para los entendidos ya sabrán más o menos que hace, que es exactamente distorsionar algo que ya estaba hecho. Tanto, es el poder de esta empresa que se ha metido con los superhéroes del canon actual de DC, por lo que entenderán más o menos, porque Milk Man vuela y se parece tanto a cierto superhéroe megaconocido. El resto de la historia, se las dejare a su disfrute (o a su repudio o confusión total), pero es algo que hay que leer alguna vez y leerla con la mente bastante abierta. Y es que puedes abordarla de dos formas, leerla como una historia convencional con elementos raros o tratar de entender todo el embrollo y liarte la cabeza. Como si este comic lo escribiera Grant Morrison, Alan Moore, Neil Gaiman y Peter Milligan, en una noche de copas desenfrenada, en la que dio como producto un menjunje bastante particular. Y es entendible, el equipo creativo que lo conforman mi “adorado” Steve Orlando, Gerard Way (el jefazo de todo esto) y Magdalene Visaggio (algo desconocida para mí, pero con nominaciones al Eisner, lo que son créditos bastantes buenos), dan forma a esta locura, siendo fanáticos confesados del trabajo de la DC de los años 80 y 90, especialmente en aquellos comics en que la invasores británicos colaboraron y que llenaron de magia, una DC que estaba entrando en una etapa bastante oscura. Las referencias llueven a montones en este número y los más avispados las cazaran todos, como el buen Capitán América haría (guiño, guiño). ACO por su parte, es un artista que no merece más que elogios. Ha logrado plasmar, toda la locura que esas tres cabezas pensantes han elucubrado, y con ayuda puntual de Sonny Liew, han logrado hacer algo que es digno de ser recordado. Dobles páginas, como la escena de introducción de Milk Man, son dignas de estudiarse.
Concluyendo, creo que ya no podría hablar más de este especial, sin hacer un montón de spoilers y extenderme hasta el infinito y más allá. Es algo que como lector de DC, es casi obligatorio y de aquello, solo se puede esperar que lo adores o lo odies, como si fuera el mayor insulto que te han hecho. De haber medias tintas, sería casi tan raro, como este comic, pero sin duda no puedes perderte, el que debe ser uno de los comics más importantes y arriesgados que lanzara DC este año.