Camino a Justice League - "Man of Steel" (2013): los pecados del padre
He decidido volver a mirar Man of Steel (2013), la película que debía ser el puntapié inicial del universo cinematográfico basado en los personajes de DC Comics. La he vuelto a ver porque si bien fue un relativo éxito en taquilla, no fue bien recibida por el público. El film de Zack Snyder es cuando menos polarizante, donde varios defienden la propuesta diferente que hace el director respecto a otras encarnaciones más clásicas del personaje, y por el otro lado están los que no tragan la visión tan mesiánica que se hace respecto al personaje, sobre todo en un ambiente tan cargado hacia el temor de 11 de Septiembre, donde la destrucción masiva de Metropolis parece ser lo que Snyder está interesado en mostrar.
Después de volverla a ver y evaluando cada visión —por opuesta que sea— puedo decir que este va a ser un viaje movido, con mucha turbulencia y con probabilidades de lluvia. Veamos qué tal nos va.
Parte I: Inicio sólido
Como toda película de origen del Hombre de Acero, tiene que partir con Krypton, su planeta natal. Esta es la parte más sólida de la película a mi gusto, donde Snyder se ha decantado más por la ciencia ficción que por la religión —como sí lo hacia Richard Donner en su versión del planeta—. Este Krypton es oscuro, con diseños más orgánicos que parecen sacados de un cómic de Moebius que de uno de Superman. Como manda el canon se nos presentan a Jor-El y Lara Lor-Van, lo padres de Kal-El, que son los únicos que parecen entender el cruel destino de Krypton. El planeta agoniza gracias a la indiscriminada búsqueda y acumulación de recursos naturales.
La sociedad kryptoniana es impersonal gracias a los avances científicos y no existen partos naturales ni ninguna otra interacción personal íntima. Ahora los krytonianos son hijos de probeta que tienen su destino trazado desde el día uno de su concepción. Jor-El parece entender que el planeta y su sociedad están mal administradas —no por nada el alto consejo está compuesto solo de ancianos con ideas anticuadas— y trata de abogar por salvar el “Codex”, un artilugio que tiene en su interior la esencia de la población de Krypton, el código genético de sus futuros habitantes.
Otro que parece entender que Krypton está condenado por sus líderes es el General Zod, quien ha realizado un golpe de estado para tratar de tomarse el poder. Este tipo de personaje no es ajeno al cine de Snyder y recuerda un poco al Leonidas de Gerald Butler en 300 (2007) quien, hastiado de la burocracia de otro alto consejo —esta vez compuesto por corruptos religiosos— decide avanzar por su cuenta hacia la guerra contra los persas. Es curioso cómo Snyder trata de ponernos tanto de parte de Jor-El como de Zod, dos hombres que parecen tener los mismos objetivos, pero con métodos distintos. Ambos quieren que Krypton viva, pero bajo sus propios términos. También es curiosa la relación de Snyder con el brazo armado en sus historias. Parece siempre estar de su parte, los militares siempre tienen la razón de alguna forma u otra y los burócratas democráticos son responsables de nuestra perdición.
De todo esto, saltamos a la escena más icónica del origen de Superman. Sus padres biológicos abrazados viendo cómo su único hijo y sus esperanzas se van en un cohete diminuto y frágil hacia la infinita oscuridad del espacio. Solo que esta escena nunca la obtenemos realmente. En vez de eso tenemos diálogos expositivos de los personajes que son interrumpidos por Zod, quien se ha enterado que Jor-El ha robado el “Codex” y eso amerita escena de acción para que la audiencia no se aburra. Al fin y al cabo, es un film de Zack Snyder. Zod es atrapado por el consejo de ancianos y es condenado él y sus secuaces a la Phantom Zone por alta traición. Ante la sentencia, Zod reacciona con rabia y frustración, los condena a todos y dedica a unas palabras a Lara —que por alguna razón está presente y nadie parece querer preguntarle por el famoso “Codex”— jurándole que encontrará a Kal-El, no importa cuánto le cueste.
Los alegatos del furioso personaje son callados por su sanción final, estar atrapado en un capullo que parece un enorme pene negro (les dije que la influencia de Moebius en el film estaba presente) y, luego de ver al grupo de criminales ser despachados, asistimos a una Lara completamente sola —su esposo ha muerto en su encuentro con Zod— y vemos cómo ella y Krypton mueren. Por supuesto, la explosión es lo más espectacular que se puede permitir Snyder en esta sección del film, lo que nos da un atisbo de cómo van a ser las cosas a futuro.
Esta sección termina con la nave de Kal-El cayendo en medio Kansas en la oscuridad, terminando en un fundido en negro que no hace más que acentuar lo críptico de toda la situación hasta ahora.
Parte II: Lo que ocultan los monstruos
Esta es la parte donde las costuras se empiezan a notar en el guion firmado por David S. Goyer y el mismísimo Christopher Nolan. Kal, ahora ya un adulto, parece tratar de dirigirse hacia al norte de Canadá. ¿Cómo sabe el personaje que debe ir ahí? Pues ni idea, pero eso es lo que muestra el film: una enorme elipsis narrativa. Kal trabaja de incógnito en un buque centollero, donde ya vemos a la humanidad tratándolo como basura. Porque si hay algo que en esta película se muestra bien, es lo prejuiciosos y discriminadores que somos los humanos con un muchacho blanco de ojos azules. A pesar de esto, nuestro héroe no duda en salvar a los únicos sobrevivientes de una plataforma petrolera que se está quemando. Esta es quizás la escena más “Superman” de toda la película. El anónimo Hombre de Acero no tiene nada que hacer ahí, pero decide desviarse de su camino para hacer el bien. Un paso en la dirección correcta, a mi gusto.
Producto de su rescate, termina trabajando de mozo en un bar a las orillas del mar, un bar al paso para camioneros que viajan al sur con troncos recién talados. Aquí es donde nuevamente es tratado como basura por uno de esos clientes que se han pasado de copas: el solitario kryptoniano interviene para que dejen de abusar con una camarera, pero no trata de dialogar con el abusador. Simplemente se queda parado y no actúa. Las razones de este no actuar no son dadas de la forma tradicional.
En vez de esto, son insertadas en pequeñas cápsulas donde nos muestran su infancia en Kansas, donde nos muestran cómo dominó sus poderes y trató siempre de hacer el bien. También nos muestran el villano más efectivo que ha tenido el Superman de Zack Snyder: Jonathan Kent. De todos estos insertos dentro del relato, el más preocupante es donde un joven Kal salva a un bus lleno de niños de ahogarse en el río; uno de los padres le dice a Pa Kent que se su hijo vio lo que Kal hizo con el bus y que está preocupada, que ha sido la “providencia”. Jonathan decide hablar con su hijo adoptivo y este le dice que solo quería ayudar, no quería hacer nada malo "¿Qué podía hacer? ¿Cruzarse de brazos y dejarlos morir?", dice el muchacho parafraseándole. Ante las punzantes preguntas, el padre responde con un inquietante “Tal vez”.
Detengámonos un momento para tomarle el peso a la situación.
Jonathan Kent, el primer contacto que tiene Superman con la humanidad, la figura paterna por excelencia del Hombre de Acero y uno de los mayores responsables del compás moral del personaje, le ha sugerido que tal vez hubiera sido mejor dejar morir a un montón de niños ahogados para guardar su secreto. Con cada paso adelante que da este film, tiene una pequeña escena que hace retroceder dos.
Volvamos al presente. Kal ha decidido castigar al camionero ebrio y abusador destruyendo de la forma más particular su camión. Se ha revelado en esas pequeñas cápsulas insertas que nuestro protagonista es de otro planeta y Jonathan le dice que de alguna forma en el futuro será más grande que cualquiera y deberá elegir si mostrarse orgulloso de la raza humana o no. Claramente, esta escena con el camión nos da la respuesta.
Al fin llegamos con Kal-El al destino que estaba buscando, un lugar entre el Polo Norte y Canadá donde hay una extraña excavación liderada por la milicia de Estados Unidos. Aquí se nos presenta a Lois Lane, quien ha llegado en su carácter de reportera inquisitiva y sagaz. Debo decir que Amy Adams hace bastante con lo poco que se le da; Lois Lane básicamente es el personaje que está ahí para conveniencias del guion. El ser reportera ayuda a que haga las preguntas que haría el espectador y descubre las cosas que el espectador está viendo como un secreto: Lois descubre que la excavación es en realidad una enorme nave espacial kryptoniana y descubre que hay un extraterrestre entre nosotros. También ve por primera vez al kryptoniano y queda prendada a él casi al instante. No voy a criticar esto, hay cosas en el canon de Superman que simplemente no se cuestionan y me gustaría que los realizadores fueran más conscientes de ello.
Del encuentro entre Lois y Kal salen dos líneas argumentales que son lo más interesante de esta parte de la historia. La periodista comienza a seguir hacia atrás los pasos de nuestro protagonista; pregunta en la excavación, pasa al bar a las orillas del mar, luego en el buque centollero y termina en Kansas, frente a la granja de los Kent. Mientras, Kal se ha ido con la nave kryptoniana a un lugar tranquilo en medio del Polo Norte. Aquí es donde aprende de su herencia kryptoniana de la boca de Jor-El, o una simulación de él, quien comparte su visión de la raza humana con su hijo biológico, diciéndole que es necesaria una guía para alcanzar un gran potencial. Básicamente, le pide guiar a los humanos para que no comentan los mismos errores de Krypton. Nunca he entendido cómo Jor-El siente tanta empatía por la humanidad y Jonathan Kent sea tan temeroso de la raza humana. Debe ser un asunto de perspectiva o de conveniencias de guion. Todo termina con el super-hombre vestido en su traje kryptoniano que por coincidencia es similar al de Superman (sin calzoncillos, claro, porque ya no estamos en los setenta).
Kal vuelve a casa y se encuentra con Lois, que ha atado cabos y ha dado con su identidad. Este le expresa que no se siente preparado para salir a la luz y le explica el por qué: aquí se da una de las escenas más extrañas de la película, donde Jonathan Kent muere por evitar que Kal lo salve de un tornado. El tipo era un fanático, no me queda otra conclusión, y su creencia de que su hijo debía permanecer oculto y sin intervenir es tan grande que le cuesta la vida. Es difícil empatizar con un personaje así, pero Lois parece que tiene fibras muy distintas (y particularmente enfermas, como averiguaremos más adelante) y toda su investigación alrededor del héroe se queda en nada.
Parte III: Donde todo se derrumba
Todo lo solemne del secretismo alrededor de Kal-El queda en nada cuando Zod llega a la Tierra. El General ha llegado para encontrar al último sobreviviente del planeta Krypton y lo hace saber de una forma un tanto cuestionable: mediante uno de los mensajes más terroríficos que se pueden dar. “No están solos” suena en todos los aparatos de comunicación y en todas las lenguas del planeta. Kal sabe de Zod gracias al Jor-El artificial que le ha advertido de lo sucedido en Krypton y se llena de dudas sobre qué hacer, así que hace lo que cualquiera de nosotros haría: va a la iglesia. En esta parte las metáforas religiosas se salen de control. Todo es obvio, todo está sobrecargado y todo tiene que ser muy en-tu-cara. El Hombre del Mañana, gracias al consejo de un sacerdote, decide hablar con las autoridades y ponerse a disposición para que al final sea entregado a Zod y así no generar más problemas. Lo que más que molesta de esta parte es que todo, absolutamente todo está guiado por el ejército de los Estados Unidos, no hay ninguna autoridad democrática que tenga alguna injerencia en las decisiones que se toman; el Presidente no existe y el cotarro lo llevan el Teniente General Calvin Swanwick y su ayudante. Hay que hacer las cosas bien y sin burócratas, o al menos eso es lo que Snyder me da la impresión que dice con esto.
El ejército entrega al refugiado interplanetario al general kryptoniano, donde éste le explica cómo salió de su prisión solo para descubrir que Krypton había desaparecido, y que sus planes son convertir la Tierra en un nuevo Kypton, haciendo reales los temores de Jor-El de forma mucho más literal. Y Lois está ahí porque el guion le dice que esté. Le he dado mil vueltas a la presencia de Lois en esta secuencia y no encontrado el por qué, solo sirve para darle el plan para acabar con Zod. Nada más. Pero es el mismo Zod el que la sube a la nave, sin ningún propósito. Todo el plan de Zod es revelado a través de un sueño/alucinación que tiene con Kal. Lois no brinda ninguna información relevante al General. ¿Y qué es lo que tienen los guiones de Nolan que las partes claves de la trama tienen que ser revelados en sueños? Eso es hacer trampa.
Zod manda a buscar el “Codex” a la granja de los Kent, sin resultados, mientras Kal se libera de la nave kryptoniana para salvar a Lois a tiempo y ayudar a su madre que está siendo asediada por los kryptonianos militares.
Y aquí es donde todo explota en tu maldita cara. En un enfrentamiento donde las explosiones tanto visuales como de sonido llenan absolutamente todo, Kal se defiende de Zod, Faora (que vendría siendo la segunda al mando) y otro bruto más. La pantalla se llena de destrucción y polvo y la cámara tiembla más de lo necesario. Snyder trata de hacer lo que Steve Spielberg hizo en Saving Private Ryan (1998), usando la cámara para meternos en la acción, pero aquí no resulta. Nada de lo que ha construido el film alrededor de sus personajes soporta tal destrucción. Intervienen los militares y le disparan a todo el mundo (la pelea se desarrolla en medio de Smallville, un pueblo con personas) pero son ineficaces antes una pelea de esta escala. Kal a duras penas derrota a los krypnianos y se gana la confianza de los militares —y no del ciudadano promedio, que debe estar aterrado bajo su cama— por que salvó a un par de sus efectivos. Pero la tormenta ya se ha desatado.
Paralelo a esto, Zod ha descubierto que el “Codex” se encuentra escondido en las células de Kal y no es necesario que esté vivo para extraerlo, así que comienza su plan para convertir la Tierra en Krypton, no sin antes deshacerse del Jor-El artificial que está en la nave original que Kal descubrió en el Polo Norte. Zod parece que la necesita para poder incubar nuevos kryptonianos, lo que me hace preguntarme… ¿por qué enviaban esas naves a colonizar si no tenían una copia del “Codex”?
Dos enormes naves se despliegan en destinos opuestos del mundo y comienza la destrucción del Océano Índico y de Metropolis. El plan que Jor-El le ha dado a Lois es usar la nave en que llegó Kal-El como bomba y hacer volver a Zod y sus secuaces a la prisión dimensional de donde escaparon. Kal y los militares deciden cooperar entre ellos para llevar el plan a cabo (supongo que es un paso correcto para ganarse la confianza de la humanidad por parte de Kal), pero en el análisis todo se cae nuevamente. Los únicos que saben del plan mueren al llevarlo a cabo y nadie puede observar cómo Kal destruye la nave en medio del océano. ¿Por qué el guion le hace esto a Superman?
Al ver cómo su plan de terraformar la Tierra está anulado, Zod decide culpar a Kal y comienza su lucha a muerte. Déjenme detenerme un poco aquí.
A esta altura, la mitad de la ciudad ha sido destruida y los únicos sobrevivientes o están atrapados en los escombros o están muertos de miedo. Es el 11 de Septiembre una vez más. Razones tienen para tener miedo. Esas grabaciones desde la calle, donde la gente lloraba y se escondía al ver cómo el segundo avión chocaba contra el World Trade Center están perfectamente retratadas en estas secuencias de la película, es una secuencia que debería dar miedo y lo hace perfectamente. Y ahora me pregunto, ¿quién es el enfermo que escribió un beso romántico entre Kal y Lois en medio de todo esto? Es para llevarse las manos a la cabeza.
Zod y Kal se tranzan a golpes, dejando la secuencia anterior en Smallville en pañales. Cada vez que sus fuerzas chocan, los edificios caen y la imagen de los dos aviones del 11 de Septiembre se transforma en dos extraterrestres que cada vez que chocan con algo, éste se transforma el cenizas. Zod aboga por que ya no tiene objetivos que seguir, que su plan de traer de vuelta a su planeta ahora es imposible de llevar a cabo y su vida no tiene sentido. Es un suicida sin ataduras con el poder de un dios. Kal hace lo posible por detenerlo y al final lo hace. Kal mata a Zod porque se supone que no hay más remedio. Todos sabemos que en la ficción siempre hay una solución, pero los productores quieren que Kal mate a Zod. Quieren que sepamos que a veces la única solución es matar. De ahí me calza que los únicos que realmente cooperan con Kal sean militares. Y una mueca de asco se me forma en el rostro.
La película termina con un Kal derribando un dron frente a los únicos que han visto que es capaz de cooperar con ellos. Quieren vigilarlo, y no los culpo. Antes de que Kal llegara a la Tierra, sus únicas preocupaciones eran extremistas orientales con tecnología primitiva pero efectiva; ahora, sus preocupaciones son un dios capaz de destruir ciudades completas y que no tiene decisión propia. Sus padres le dicen qué hacer, la religión le dice qué decisiones tomar, y un holograma le dice a quién tiene que defender. Lois le da la bienvenida al “Planeta”, refiriéndose al periódico y a la Tierra —uf, qué guion— y es recién ahora que Clark Kent, el humano, aparece. Por unos segundos.
Creo que Man of Steel es una película fallida, no por su particular visión del mito de Superman. No es primera vez que se contrasta la creación de Jerry Siegel y Joe Shuster con el Mesías; de hecho, el personaje partió bebiendo del Moisés de la religión judía. Donner lo acercó al cristianismo, tanto en su apariencia como en su lectura (el Krypton de los setenta es básicamente el Cielo, donde Marlon Brando hace de Dios y Zod es el ángel caído Lucifer), pero Man of Steel falla en su propia lógica interna; trata de vendernos conflictos internos que son provocados por sus mismos personajes y que estos no tratan de superar. Hay buenas ideas, pero las cosechan antes de que germinen. Cualquier empatía que tengamos sobre algún personaje se sepulta en ese acto final lleno de destrucción y violencia.
La película nunca nos muestra algo que haga ver a Kal-El como un guía para la humanidad, simplemente es un ser que no calza en los planes de nadie y se limita en hacer lo que alguien más le dice. No hay algo que nos diga que tiene la intensión de ser lo que Jor-El le propone ser por voluntad propia, y si la hay, queda sepultado bajo los escombros de Metropolis. El guion se cree más grande de lo que es, y el acto final no puede ocultarlo. Muchos le echan la culpa al 100% a Snyder porque la película no terminara de gustar. Mis dardos, si bien los comparte el realizador, también van para un par de guionistas que creyeron que el tono realista en que llevaron a Batman en su proyecto anterior con éxito, funcionaria nuevamente con Superman, una fantasía de poder para niños de todas las edades. El tiempo nos ha dicho que no fue tan así y ahora luchamos por recuperar al verdadero Hombre de Acero.