La historieta chilena y Gonzalo Oyanedel: «Este viaje apenas ha comenzado»
Primero de noviembre, ¡partimos! Como se los comentábamos el día de ayer, queremos que la gente se familiarice más con la historieta nacional, y en preparación a celebrar el Día de la Historieta Chilena este 23 de noviembre es que organizamos publicaciones diarias donde conoceremos más a fondo a los creadores, editores y personalidades contemporáneos del cómic y la novela gráfica chilena.
Gonzalo Oyanedel, autor de obras como El Viudo, El Ejército de Dios, Nuke: La Ciudad Salvaje y su trabajo de investigación Máscaras, es el primero en acompañarnos. Gonzalo responde las preguntas y permite que lo conozcamos un poco más, para ver el nivel de incidencia en que la historieta chilena ha marcado su vida, tanto profesional como personal.
¿Qué te ha entregado a tu vida personal y profesional la historieta chilena, como lector y autor?
La historieta chilena estuvo entre mis primeras lecturas.
Ejemplares heredados de Mampato, Condorito y Jungla (inolvidable hojear "La Rebelión de Usha") se apilaban en una temprana colección junto a Batman, Fantomas o Tarzan, que releía tarde a tarde sin aburrirme.
Con los años llegaron Bandido y Trauko, cuya visión más desenfadada acusaba aires renovados cuando aún persistía el infame apagón cultural; aún recuerdo cruzar el plan de Valparaíso rumbo a los pocos quioscos donde podían conseguirse, junto a revistas musicales también nacionales que —en conjunto— buscaban hacer diferencia entre tanto aporte fugaz. Nunca me incliné a seguir modas, por lo que esas historietas —además del rock y el cine— eran un boleto a expresiones menos conformistas.
Como autor, no sabría decir: hago historieta porque me gusta, porque aprecio su potencial creativo y por creer que su aporte no desmerece en frente a otras manifestaciones. Sigo viendo en ella un medio con posibilidades.
¿Qué autores de la tradición de la historieta chilena crees que representan mejor el cómic nacional y por qué?
Pepo y Themo Lobos marcaron a fuego su forma de hacer historieta, incorporando nuestra idiosincracia a su trabajo sin sacrificar calidad. Sus personajes y situaciones (que, en el caso de Lobos, llevaron lejos el concepto de Eduardo Armstrong) traspasaron generaciones hasta ser recordados décadas después; creo, sin embargo, que nombres como Mario Igor, Jorge Pérez del Castillo o el posterior Lautaro Parra merecen destacarse en ese apartado por sus singulares revisiones, cada uno desde su perspectiva.
¿Como ves y sientes hoy la historieta chilena actual y qué autores te parecen más interesantes? ¿Por qué?
La historieta chilena sigue peleando por revalidar su espacio, una tarea difícil frente al surgimiento de plataformas más atractivas e inmediatas. Y aunque algunos señalen que "el cómic chileno regresó para quedarse" o subrayen con optimismo la cantidad de publicaciones anuales, aún se trata de un esfuerzo sostenido principalmente por la autogestión y tirajes reducidos con una discreta presencia en el mercado.
Por esto —más que un autor— valoro la diversidad de propuestas disponibles, todas válidas en una escena donde el fanzine de historietas y la editorial pequeña ayudan por igual a ampliar el espectro, más allá de si ven en la historieta un formato, un medio de expresión o un fin artístico; quiero leer nuevas entregas de Zink, intentos eclécticos como el de Sebastián Garrido con Curatoría de Espantos y más títulos que desde la web refresquen nuestro panorama como hacen Krudo y El Chungungo.
Este viaje apenas ha comenzado.
Puedes leer el último trabajo de Gonzalo Oyanedel en 45RPM #002, "Malas Calles", junto a Ximena Rodríguez por la alianza Dogitia-Piedrangular. Además, lo puedes encontrar en su cuenta de Twitter @gxl_oyanedel.