"Red Hood and the Outlaws" Rebirth (2016): mismo autor, nuevos trucos
Scott Lobdell debe haber tenido comezón en los oídos bien fuerte cuando se lanzó The New 52.
Por allá en el 2011, uno de los 52 cómics nuevos que fueron relanzados en su momento fue Red Hood and the Outlaws. Decir que fue un desastre es quedarse corto en lo que fue la apreciación general que tuvo la serie en su momento. La alineación incluía a Jason Todd (el segundo Robin), Roy Harper (a quien los lectores de Green Arrow lo recordarán por sus antecedentes de mala conducta) y una versión muy “liberada” de Stafire. A pesar del hermoso arte de Kenneth Rockafort, la cebecera era un reflejo de todos los vicios de Marvel de los noventa. No era de extrañar: el mismo equipo de editores se había ido a DC Comics a “revitalizar” a la compañía post-Flashpoint, entre ellos Bob Harras, el hombre que muchos aman odiar de esa época.
Adelantamos unos 4 años después y la iniciativa DC Rebirth, que ya tiene más de 15 meses andando con mucha fuerza, nos trae nuevamente el título con el mismo escritor, pero con una rotación de artistas increíbles, entre los que podemos nombrar a Dexter Soy, Mirko Colak y Joe Bennett. Lobdell aprendió muchísimo de sus errores y el nuevo equipo de Outlaws es una versión bastante diferente de la previa encarnación. Rejuntados por circunstancias más que por su necesidad de llamarse a ellos mismos un “equipo”, Red Hood está viviendo una serie de aventuras con Artemis, una amazona caída en desgracia, y con un Superman Bizarro al cual ambos enseñaron a valerse por sí mismo.
La aventuras de nuestros “héroes” inician cuando Red Hood atenta contra la vida del alcalde de Gotham en televisión, para sorpresa de muchos. El atentado falla y Red Hood escapa; cuando Jason inevitablemente cruza caminos con Batman, este le reprocha no comentarle sus planes (Jason actualmente estaba salvando al alcalde de un virus tecno-orgánico inyectándole la cura). Las intenciones originales del héroe es infiltrase en la organización de Black Mask para hacerle caer desde adentro. Un plan encomiable que Batman bendice, pero no sin antes prevenirlo de no irse muy a fondo, so pena de tener que ser rescatado por el murciélago.
Mientras Jason se hace camino dentro de la organización, Black Mask le asigna el trabajo más importante: capturar la encomienda de un tren de carga con destino a Gotham. El trabajo va de las mil maravillas hasta que la cuidadora de la carga del tren se manifiesta: Artemis está ahí presente para no permitir que absolutamente nadie se lleve lo que está en el tren. Después de la tradicional lucha-por-un-malentendido, se revela que la carga no es otra cosa que un clon de Superman que Roman Sionis pretende controlar a través del virus tecno-orgánico. Después que Artemis “falla” en su propósito y es capturada por la gente de Black Mask, esta se dedica a aprender lo necesario de su adversario para saber con quién está lidiando…
Black Mask no consigue mantener estable a su espécimen de Superman, ya que el clon al ser liberado de su tanque de contención se transforma en un Bizarro al cual Roman pretende controlar de igual forma. Su plan se ve truncado cuando la “educación” de Jason y Artemis logra mejores resultados que el adoctrinamiento virtual al cual es expuesto.
Red Hood and the Outlaws es el título underdog de la línea de Batman Rebirth. Mientras todo el mundo está abismado por los guiones de Tom King en el título principal, esta historia familiar con un casting reducido cosecha excelentes resultados en cada entrega, con la solidez que viene caracterizando a DC desde que empezó esta reenfoque de sus esfuerzos hace meses atrás. Las aventuras de Jason en serio corresponden con su estatus de "Forajido", pero de igual forma se sienten familiares, agradables y altamente adictivas; es un cómic al que se puede regresar mes a mes y esperar obtener humor, drama y mucha acción.
Jason es el líder de facto del grupo, pero su torpeza para dirigir esta pequeña banda se ve compensada por la ferocidad con la que lucha por cada uno de ellos; Artemis es la amazona fuerte que constantemente desprecia los gestos superficiales del mortal Jason, pero que secretamente no puede vivir sin ellos; y Bizarro le añade ese toque de inocencia a este trio, pero con el poder de abrirse espacios a través de las montañas a puños.
Los guiones son acertadísimos y decir eso sobre la escritura de Scott Lobdell ya dice mucho, no recordaba solidez en sus guiones desde los días de Uncanny X-Men. El arte de Dexter Soy es hermoso, proporcionado y despliega heroísmo. Con elementos que hacen mucha oda a los noventa, pero con un detalle sin igual en cada panel que hace que las expresiones de cada personaje sean únicas y congruentes con su personalidad. Los artistas invitados le hacen un gran cumplido a la línea impuesta por el artista principal. Los colores de Veronica Gandini son vivos pero con mates oscuros que le quedan como anillo al dedo a cualquier historia que se desarrolla en Gotham.
Red Hood and the Outlaws es un cómic genial. Es el título más balanceado de la línea de Batman y uno que no requiere complejos montones de historia previa para ser comprendido o disfrutado. Esta reseña está basada en los primeros 12 números más el anual. Lo recomiendo ampliamente para quien está buscando un respiro de la tensión mensual del panteón principal de DC.