"New Gods" (1971) de Jack Kirby: las inquietudes del Rey
No me he sentido más intimidado detrás del teclado como me siento ahora. New Gods y todas las colecciones que componen The Fourth World son el trabajo más personal de Jack Kirby, el denominado "Rey" de los cómics. Es la culminación de años de trabajo, de sus aciertos y decepciones en el medio, sus temas de interés y sus miedos que desembocan en estas cuatro colecciones que son tan importantes para el noveno arte. Es un trabajo intimidante el reseñarlas. Pero también es una labor de amor y emoción, porque como admirador del “Rey”, me presenta la oportunidad única de hablar de lo que justamente identifica más a Jack Kirby como artista. Hablar de su obra más personal.
Los Nuevos Ídolos
New Gods es una colección compuesta de once números que presenta el conflicto entre los habitantes de New Genesis y los de Apokolips. Este conflicto es abordado en las cuatro colecciones que componen The Fourth World, siendo New Gods la que se centraría en la relación entre Orion y Darkseid y su pugna por defender o conquistar la Tierra. En este aspecto, Kirby hace gala de un dominio del discurso que puede ser apabullante para el lector novato. Porque cada número de New Gods es casi un universo en sí mismo, lleno de referencias a temas mitológicos, tecnológicos o ideológicos, completamente diseñados alrededor de personajes que son la idealización de algún tópico. Orion es la idealización de la guerra, Darkseid es el de la tiranía o Highfather el de la sabiduría. El autor usa métodos antiguos —la misma que hacían los antiguos griegos o los nórdicos al crear su mitología— para la creación de este nuevo panteón olímpico.
La idea de la épica antigua de Kirby se sustenta además en uno de los nudos mejor atados dentro de las revelaciones que se hace en la colección. Por temor que el conflicto entre New Genesis y Apokolips terminen en la aniquilación de estos "Nuevos Dioses" –y que fue el destino que acabó con los Antiguos Dioses—, Highfather y Darkseid intercambian hijos para sellar un tratado de paz. Una situación que parece que bebe más de una historia de la antigua Grecia que de un cómic. El Rey planta semillas de conflicto pero también de tragedia, asegurando al lector una trama épica parecida a la de las antiguas crónicas.
Como resultado de esto tenemos uno de los choques más interesante dentro de la historia que desarrolla el autor: la influencia de los padres a sus hijos. Darkseid es el padre exigente que fija metas casi imposibles a sus hijos —cuesta leer las motivaciones de Kalibak, y no sabemos si actúa por miedo, necesidad de aprobación o ambas—, mientras que Orion, el heredero más directo de Darkseid, rechaza sus métodos e ideologías. En contrapunto está Highfather, la figura paterna sabia que guía al mencionado Orion a través de caminos más tortuosos, apoyándolo y brindado su sabiduría cada vez que puede. Castigo versus apoyo. Este tipo de pugna, tanto interna como externa es el punto más alto de la colección.
También es cierto que Kirby adorna esta representación “a la antigua” de estas deidades con juguetes nuevos. Estos nuevos dioses están llenos de limitaciones terrenales pero también de artilugios que parecen mágicos, y que el autor se encarga de hacerlos parecer una tecnología tan avanzada para el hombre que a sus ojos parece simplemente magia. La Mother Box es una herramienta multiuso capaz de hacer maravillas gracias a que es una "computadora viviente" creada por uno de los artesanos más hábiles de New Genesis. O el arnés de Orion, que es capaz de transportarlo a gran velocidad sin mayor esfuerzo gracias a la energía de la astro-fuerza que domina. O los mismos Boom Tubes que son necesarios para viajar entre distintos lugares. Kirby crea dioses con ciertas restricciones, pero con las herramientas para poder sortearlas de manera eficaz, mezclando temas dispares como la tecnología y la religión.
Otro elemento que caracteriza New Gods es que en su mayoría se desarrolla en la Tierra. Pareciera que Kirby siente un gran respeto por la raza humana. Orion salva a un grupo de terrestres que se vuelven sus aliados y que luchan codo a codo contra las maquinaciones de Darkseid. Trae de vuelta a Dan “Terrible” Turpin, un agente de la policía de Metropolis de armas tomar, capaz de enfrentarse a Kalibak mano a mano con tal de llevarlo a la cárcel.
Para Kirby, la raza humana no es una mera espectadora y su intervención en el conflicto es tan necesaria como interesante, ya que el autor nos representa dignos de hacer grandes cosas, pero corruptibles antes la influencia del mal, como demuestra la presencia de Intergang, la célula terrorista oculta que el tirano personaje tiene en la Tierra. Gran parte de los diálogos más poéticos pertenecen a personajes humanos que observan cómo estos dioses, a pesar del poder que ostentan, están sometidos a su destino sin capacidad de decidir —atención a las interacciones entre la dramaturga que ayuda a Orion y Lightray en los números finales—. A nivel de voluntad, Dioses y seres humanos son completamente comparables.
Kirby Desencadenado
New Gods se puede ver como una proyección de los temas de interés del autor. Kirby aquí es autor completo —incluso firma como editor—, dejando todas sus inquietudes y pensamientos en estas páginas, y utiliza todos sus recursos para hacerlo. El ejemplo más claro es la concepción de New Genesis y Apokolips. Ambos mundos nacen del mismo evento: la muerte de las dioses antiguos, y funcionan como espejos a múltiples niveles. El más notorio es el símil religioso que da el autor. New Genesis es el cielo y Apokolips el infierno. No hay mayor misterio en eso, dado el grafismo que se usa para retratar cada mundo por separado. Incluso los diseños de sus líderes se asemejan un poco a Dios y a Satanás.
Pero también ambos mundos dicen mucho de los pensamientos de Kirby respecto a la industrialización. New Genesis es un mundo lleno de vegetación y animales, un paraíso que solo es interrumpido por la única ciudad que existe en el planeta: Supertown, a la que el autor deja flotando en el aire, acentuando dos puntos en su discurso: funciona como el nuevo Olimpo además de no interferir con la vida en el planeta.
Apokolips por otro lado es el opuesto directo. El mundo es semejando al infierno, con piras de fuego tan grandes que se ven desde el espacio y donde la intervención industrial es completa. La única iconografía permitida es la imagen de Darkseid, quien tiene una presencia casi omnipotente gracias a sus fuerzas represoras. Apokolips es una industrialización total. Los habitantes de este infierno industrial solo viven para hacer funcionar las máquinas de guerra del tirano que todo lo ve. Kirby es claro en su pensamiento: la industrialización desmedida equivale a un infierno que nos dejará sin voluntad.
El libre albedrío es otro tópico en la colección. A pesar de que el tema del dominio de la voluntad no está tan presente en New Gods, siento que es necesario para justificar las miradas de Darkseid hacia la Tierra. Para que el regente de Apokolips gane su guerra contra New Genesis ha hecho el pacto de intercambio de hijos. La idea es ganar tiempo con esto para poder resolver la ecuación de la Anti-Vida, la que sería capaz de dominar la voluntad de cualquiera. Darkseid sospecha que la clave de la respuesta se encuentra en el espíritu humano y en su naturaleza libre. De ahí la motivación de invadir nuestro planeta.
Estos son pensamientos bastante profundos en la cabeza de Kirby. Siendo el mismo autor que co-creó al Centinela de la Libertad, Captain America, todo esto dice mucho de su creencia e importancia respecto a nuestra capacidad de decidir. Al contrario, tenemos a los Nuevos Dioses, que con todo su poder aún son dependientes de los designios de The Source (La Fuente), esa pared de energía que predice el futuro de forma ambigua. Por el contrario, el humano de Kirby no es regido bajo ningún destino. El ser humano es libre de decidir. El Nuevo Dios no.
El arte de Kirby aquí luce mejor que nunca. El autor usa pocas viñetas por páginas —varían entre cinco a seis en promedio— y las llena de espectacularidad. El barroquismo del autor ha llegado a niveles increíbles, llegando a tener escenas de gran detalle y épica a medida que uno avanza cada página. Vince Colletta y Mike Royer son los entintadores encargados de embellecer el arte de Kirby, y ambos dan resultados parecidos con sutiles diferencias. Colletta reafirma más los detalles —ver el rostro de Darkseid, por ejemplo— mientras que en el entintado de Royer imperan los trazos fuertes, acentuando la sensación de poder. Ambos entintadores están bastante bien, sobre todo viendo el trabajo de Colletta, que ya había colaborado con el Rey en Marvel Comics.
Los colores usados son luminosos y hasta eléctricos, a pesar de la limitada paleta de la época. Kirby usa collages cuando algunos personajes están viajando por el espacio —un recurso espectacular del que nunca abusó— y que, sumado a la paleta de colores vibrante, son el antecedente directo del arte pop que Andy Warhol y el mismo Kirby —y su alumno más aventajado, Jim Steranko— venían fraguando una década atrás. La combinación de composición, tintas y colores tan particulares nos dejan un estilo único, lleno de barroquismo y espectacularidad que se aleja del realismo que empezaba a regir los cómics de los setenta.
Cuando fueron editados estos cómics, Kirby se perfilaba como un artista anticuado, ya que como dije anteriormente, era el realismo el que se estaba imponiendo dentro de las preferencias de los lectores —y siendo Neal Adams el artista más popular por aquella época—. Pero con el paso del tiempo, el arte del Rey se ha colocado en el lugar que le corresponde por lo único de sus tratamientos. Puede que a alguno no les llegue a gustar, pero no se puede negar que al ver una página de New Gods, se nota que hay oficio en un trabajo único.
Pensamientos finales
Creo que es necesario que todos alguna vez leamos esta colección. No lo digo por fanático —y que lo soy, no tengo miedo en admitirlo—, lo digo porque es testamento de cómo se hacían los cómics en otra época, concebidos para llenar al menos un mes de lectura entre cada número (lean un número de New Gods y después lean cualquier cómic contemporáneo de DC Comics, y tomen el tiempo que les toma). En este aspecto es donde el tratamiento de Kirby sobresale, llena cada página de ideas variopintas y en grandes cantidades embellecidas por su poderoso arte.
No puedo negar que puede ser apabullante para el nuevo lector, pero el buen hacer de Jack Kirby, y sobre todo lo adelantado que estaba en su época, nos entrega una obra que aún perdura, llena de ideas que seguimos viendo en cómics contemporáneos. Se necesita un autor culto y experimentado para manejar este tipo de relatos. Son historias más grandes que la vida misma, y el Rey sabe vendernos eso. Y es tiempo de apreciarlo como se merece.