"Marvel's The Defenders" (2017) de Netflix: más grande, bueno y mejor
Y llego el día, nuevamente. Los esfuerzos de Marvel y Netflix en tener un grupo de superhéroes culminan en The Defenders, la nueva propuesta de la casa de televisión digital. La pregunta es la que siempre nos hacemos en estas instancias: ¿ha valido la pena? Averigüémoslo en este recorrido libre de spoilers.
En los primeros cuatro capítulos que Netflix nos ha cedido para reseñar, se puede decir que las mayores virtudes y defectos de The Defenders provienen de las series que la anteceden y cimientan. Y creo que no le estoy arruinando la sorpresa a nadie al decir que es necesario haber visto tanto Luke Cage, Jessica Jones, Iron Fist y Daredevil en su segunda temporada para entender más o menos en qué tipo de conflicto nos estamos metiendo junto a los personajes.
Partamos con lo más bajo de la serie, que si bien es poco, considero necesario analizarlo.
The Defenders se sostiene por sus personajes principales, siendo su ingrediente estrella el protagonismo dosificado entre los cuatro protagonistas de las series anteriores de Marvel/Netflix. Si por casualidad alguno de ellos no te terminó de convencer en su serie en solitario, acá ese sentimiento no variará mucho, al menos en estos primeros capítulos. En mi caso particular, el punto más bajo es el Iron Fist de Finn Jones, que sigue siendo ese torpe maestro Zen con millones de dólares de patrimonio.
Hay otro personaje clave que encuentro aún más débil —tanto en caracterización como en presencia física— y que es aún más importante que el rubio karateka, pero no puedo revelarlo para no arruinarles el visionado. Asumo que me entenderán cuando vean la serie, así que confío en ustedes, mis lectores sagaces.
Otro punto negativo a mi gusto es que la serie adopta ciertos recursos gráficos de acuerdo a cada personaje y los repite hasta cansarte. Me explico: cada escena donde uno de los cuatro personajes principales es protagonista, se le coloca un filtro de acuerdo a color que lo identifica. Si, por ejemplo, Luke Cage está caminando por las calles de Harlem, la escena se torna de un tinte amarillo. A cada personaje se le asigna un color —Daredevil es rojo, Jessica Jones azul, Iron Fist verde y el mencionado amarillo para Cage— y aunque en el papel puede sonar creativo, el problema pasa cuando ya llevas tres capítulos y te aburre ver cómo la pantalla pasa de estar caliente a fría en un simple cambio de escena a pesar de estar en el mismo día.
Se siente un poco confuso y tiende a arruinar sorpresas porque ya sabes quién va a intervenir en ese momento. Sé que suena algo muy rebuscado, pero estos filtros a veces funcionan –en el primer capítulo más que nada— pero después cansan y confunden ya que la trama de estos personajes avanza de forma paralela en los mismos periodos de tiempo. Tampoco ayuda lo que han hecho con la musicalización de Luke Cage, que cada vez que entra en escena tiene que sonar rap de fondo, esté o no “en el barrio”. Aun así creo que hay esperanza para los capítulos venideros, pues vi un par de soluciones muy creativas cuando dos o más de estos personajes están interactuando, dando tomas multicolores que a la vista se ven bonitas. La idea es no saturarnos y creo que a la larga, si se han dado cuenta, puede resultar positivo.
Otra cosa que he notado es que hay ciertos detalles poco cuidados. Matt Murdock en sus temporadas actuaba como ciego, dejando la mirada a la distancia y evitando contacto visual con otros personajes. Acá varias veces actúa como si no estuviera ciego (sé que el personaje está lejos de ser un ciego común pero hay una fachada que mantener) y sorprende un poco verlo actuando así. Es un detalle menor, pero un detalle al fin y al cabo.
Lo otro que se nota descafeinado son las secuencias de peleas. Este aspecto es el que más me ha decepcionado porque se ha ido bajando el nivel a medida que estrenan cada serie de forma sistemática. Es algo que Iron Fist ya mostraba de forma pobre y acá no se ha mejorado mucho. Parte de la culpa la tiene Finn Jones porque lo hace igual de mal que en su serie en solitario y te hace rogar que Colleen Wing en algún momento tome el manto de Iron Fist, porque se nota mucho más capacitada.
Pero basta ya de cosas negativas —y subjetivas— y vayamos a lo bueno. Porque la serie tiene varias cosas interesantes.
La adición de Sigourney Weaver es uno de los puntos fuertes de esta serie. Su Alexandra puede que al principio suene a villano cliché, pero conforme se empieza a desanudar el misterio a su alrededor, uno comienza a entender hacia dónde va su personaje. No me malentiendan, sigue siendo un cliché en sí mismo, pero no deja de entretener ver como esos clichés comienzan a armar al villano de la temporada. Y parte de que el personaje de Weaver funcione en su totalidad es por cómo se ha manejado desde Daredevil —pasando por Iron Fist— el "modus operandi" de The Hand.
Vale, sé que en el papel suena a la típica organización de malulos que quiere hacerse con el control de algo —ya sea el gobierno, el mundo o el poder o lo que sea— pero sus métodos no dejan de ser entretenidos porque se manejan en un espectro muy amplio, que va desde los rateros que te asaltan en la esquina hasta las grandes corporaciones que manejan millones de dólares. La organización está presente siempre, haciéndola omnipresente y casi invencible. Si se asemeja a cómo opera la putrefacción no es por mera suerte. La Gran Manzana está podrida y The Hand es la responsable de eso.
El cómo se trabaja el misterio en estos primeros capítulos es bueno. Se dan pistas suficientes como para mantener cierto interés, algo difícil porque hay cuatro personajes investigando cosas completamente distintas que terminan convergiendo en una sola gran amenaza, y esa convergencia se siente natural casi en su mayor parte.
Este aspecto es importante porque es el cimiento más reciente de The Defenders y que ayuda a creernos una unión tan improbable de personajes especiales que se supone que habitan en la misma ciudad (de ahí la queja de los filtros de más arriba). En parte, funciona la mayoría de las veces también por traer secundarios de las series anteriores. Darle contexto a esta ciudad y sus misterios es un trabajo que viene de antes y ha dado sus frutos aquí. Considero además un acierto que sólo sean ocho capítulos. Es clave no alargar demasiado las tramas para no agotar el sentimiento de conclusión que se hace más palpable a cada episodio que pasa.
En la otra vereda tenemos la interacción entre los protagonistas principales. En un principio es circunstancial o algo forzada (tener un personaje que se ha paseado en todas las series anteriores no ayuda en esto último) pero cuando se deja todo eso detrás funciona. Y funciona bien. A Iron Fist nadie se lo toma en serio —y es difícil con sólo verlo, aceptémoslo— pero cuando es Luke Cage el que se burla, no puedes dejar de sonreír por el trasfondo que tiene la relación de ambos en los cómics. Más difícil lo tienen Daredevil y Jessica Jones al integrarse al grupo, pero sabiamente han traído un secundario que sirve como empuje para la participación del ciego personaje y en el caso de la alcohólica detective es otro cliché —y de los grandes— pero es tan de cómics que se le perdona por las consecuencias que tiene. Al final sabíamos que estos personajes terminarían peleando codo a codo, y eso es lo que obtenemos.
En definitiva, estos primeros capítulos de The Defenders no son perfectos, pero las cosas que hace bien son muchas y la promesa de que los próximos capítulos serán mejores se siente muy posible, al contrario de lo que pasaba con Iron Fist. Si el carisma ya establecido de cada protagonista te gustó en las series anteriores, acá te va a encantar porque ahora todo es más grande: el misterio es más grande, los villanos son más grandes, la ciudad es más grande y los aliados son más grandes. Como dije, no es perfecta y en parte es porque tiene que arrastrar con antecedentes anteriores, pero funciona muy en el código de los cómics —con clichés y todo— y eso a veces es más que suficiente. A esperar los otro cuatro capítulos.