52 - Semana Dos: ¡enciendan motores!
Batman y Wonder Woman hicieron un par de cositas cuestionables durante los meses anteriores a Infinite Crisis y decidieron retirarse por un año del Universo DC, similar a lo que hacen los Larraín acá en Chile. Superman hace lo mismo pero porque no tenía poderes, debido a las complejas tramas en los cómics de DC. Ahora sin la trinidad, el Universo DC continúa adelante porque esos peines de oro de Dan DiDio no se van a pagar dejando de publicar colecciones. Para más detalles de la primera semana, bueno, hagan clic aquí, pero no se alejen demasiado y bienvenidos a 52: Semana Dos.
52 - SEMANA DOS
Guion: Geoff Johns, Grant Morrison, Greg Rucka, Mark Waid
Bocetos: Keith Giffen
Dibujo: Joe Bennett
Tintas: Jack Jadson
Color: Alex Sinclair
Rotulado: Travis Lanham
Esta semana continúa sembrando tanto misterios como personajes, al igual que la semana anterior. Después de la pequeña crisis de Ralph Dibny —esa que involucraba poner una pistola en su elástica boca—, el viudo de Sue Dibny visita la tumba de su fallecida esposa y es ahí cuando su nariz nota algo. No, no es el olor a muerto, sino un nuevo misterio. Después saltamos a Booster Gold, que trata de reparar a su compañero Skeets de lo que parece ser, no sé, un ransomware. Inteligentemente, el equipo creativo saca al Doctor Magnus de la chistera, el creador de los Metal Men y adicto confesado al tabaco en pipa.
Magnus arregla a Skeets sin problema, porque cómics, y luego visita a otro colega seco para la robótica: el Doctor T. O. Morrow, el inventor de —redoble de tambores— Red Tornado, Red Inferno, Red Torpedo, Red Volcano y Tomorrow Woman. Para ser un tipo que ama el rojo, no viste ninguna prenda del color. Aquí se nos presenta el otro misterio que rondará las páginas de la colección: la desaparición de varios científicos prominentes en el Universo DC y el hecho de que, como son todos villanos, pues a nadie le importa. Como conclusión de esta escena podemos decir que tanto Magnus como Morrow no son tan brillantes porque aún no los secuestran, o al menos no son prioridad.
El resto del número se puede resumir en tres cosas:
Primero: Renée Montoya es contratada por The Question —sí, ese que le apuntó con el foco más fuerte de Gotham la semana pasada— por motivos que aún no se saben, pero tenemos una linda escena de cama de Montoya donde establece que la pobre no tiene idea qué hacer con su vida. La crisis de los treinta en el Universo DC, ¡toma ya!
Segundo: Los datos que maneja Skeets sobre el futuro ya no son confiables, por lo que el pobre Booster Gold ya no se siente tan seguro a pesar de usar ese traje tan bonito que lleva. Lo peor es que los datos varían tan poco, pero de forma significativamente suficiente como para costarle la vida. Booster sabe que un avión va a caer, pero la dirección es completamente opuesta. El dorado personaje salva el día, pero eso no quita que su almanaque del futuro ya no sea 100% confiable.
Tercero: ¡Wonder Girl esta majareta! Después de la muerte de Superboy no encontró nada más sano que hacerle un altar y empezar a reunir seguidores. Así se comienzan situaciones que terminan en, no sé, ¡Jonestown! ¿No hay ayuda psicológica en la Torre de los Titanes? Lo bueno es que llega Ralph Dibny a meter su inquieta nariz, porque es un poco sospechoso que armes un culto alrededor de tu novio muerto. Eso y que alguien pintó el símbolo invertido de Superman en la tumba de Sue. Y eso significa guerra. No, esperen, significa resurrección. Kriptonés básico.
Como leyeron hasta aquí, el número continúa como una introducción al núcleo misterioso de 52. Lo interesante a mi gusto sigue la desaparición de los científicos, algo que parece sacado de Watchmen pero no nos vamos a detener en algo que DC ha convertido en deporte Olímpico: usar ideas de Alan Moore. Y digo que me interesa porque Morrow y Magnus son personajes relativamente olvidados en la continuidad de DC, por lo que usarlos en una de las subtramas de la colección me parece una idea genial.
No me gusta esa vuelta tan rara que se dieron con Wonder Girl. Sé que en esta época era común hacer que tus personajes favoritos se comportaran como psicópatas —pregúntenle a Batman y su Brother Eye—, pero entiendo que es parte de un medio para un fin.
Respecto al dibujo, sigue Bennett por segunda semana, lo que nos da dos posibles situaciones: o Bennett es un mutante de cuatro brazos y dos cabezas o realmente es muy eficiente en su trabajo. Me inclino a pensar en lo segundo, porque los bocetos de Giffen le deben alivianar la carga. A Bennett le quedan los personajes muy bien caracterizados y si bien no es espectacular, tiene la pericia de dibujar conversaciones y aviones cayéndose con igual intensidad.
Como les decía, el número hecho en expreso para seguir plantando misterios y a los jugadores que se supone estarán involucrados, y ahora solo nos quedan cincuenta números más. El mismo Dan DiDio dice que esto no ha comenzado de verdad y por primera vez coincido con el editor —las vueltas que da el Multiverso, supongo—. ¿Terminará colapsando Ralph y se suicidará como castigo por participar en Justice League International? ¿Wonder Girl buscará ayuda profesional? ¿Doc Brown y Martin le quitarán el almanaque a Booster? ¿Por qué hacer estas reseñas ahora, que ya cambiamos de nombre? El tiempo es mi mayor aliado y enemigo. Para más preguntas y respuestas, y desvaríos maníacos, sigan a Fantasma Rojo la próxima semana.