"Aliens: Salvation / Sacrifice" (1993): fe en monstruos
Es interesante cómo ha evolucionado la franquicia Aliens, aquella película de culto de 1979 dirigida por Ridley Scott y que desde entonces ha generado secuelas, precuelas, videojuegos y sobre todo cómics, muchos cómics. Los hay en todo tipo de formatos, como series regulares, miniseries y especiales, como es el caso que nos ocupa.
Aliens: "Salvation" y Aliens: "Sacrifice" son 2 historias, sin relación aparente entre sí, pero que comparten una temática relacionada con el concepto de la religión y la fe, que nos habla acerca de la situación respecto a las creencias espirituales en el "Ridleyverso". Los bichejos no son los únicos monstruos que encontramos, pues sus autores también merecen ese apelativo por su importancia en la industria del cómic.
"Salvation" cuenta con guiones de Dave Gibbons y dibujos de Mike Mignola. Se nos narra la historia de un carguero, el Nova Maru, que debe transportar una carga de la que sus tripulantes no tienen ninguna información. Esta nave sufrirá un accidente en el que descubrirán que aquello que transportaban no es otra cosa que un arma biológica extremadamente letal. La historia nos es narrada a través de los ojos de Selkirk, el cocinero y hombre de fe del carguero, que se ve forzado a sobrevivir a las criaturas y al extraño paraje en el que se han estrellado.
"Sacrifice", por su parte, está a cargo de Peter Milligan en guiones y Paul Johnson en las ilustraciones. Entregan una atmósfera perfecta para la historia que nos narra el destino de una misionera varada en un planeta casi abandonado, que busca refugio en un remoto asentamiento que es aterrorizado por un Alien. Pero sus habitantes han hecho un pacto con el monstruo, un acuerdo que dejará ver el lado más oscuro del alma y que refleja los extremos a los que es capaz de llegar el ser humano en pos de la supervivencia. Así, Ann McKay deberá enfrentar a sus propios demonios si quiere salvar el alma de los aldeanos.
Como ya mencioné, argumentalmente no hay una relación concreta entre ambas tramas. Si nos ponemos febriles, podríamos forzar alguna conexión, pues en las dos historias los xenomorfos han escapado de contenedores de cargueros que los transportaban, aunque no hay indicios de que sean de la misma nave. Como mucho, podríamos decir que el causante de la miseria de los protagonistas son los mismos humanos, en su afán de tratar de dominar y utilizar en su beneficio las fuerzas de la naturaleza.
Donde sí coinciden ambas obras, y quizá la razón de por qué los tomos recopilatorios incluyen ambos títulos, es que en ellas se reflejan los enfrentamientos eternos entre la pasión y la creencia, y la razón y la ética en contra de la fe. Por supuesto, sin olvidar el drama de supervivencia de los protagonistas frente a los implacables depredadores extraterrestres, que en ambas historias personifican el mal y los instintos más primarios.
Los personajes principales, relacionados directamente con la religión y el mundo espiritual, sirven como punto de referencia a partir del cual analizar el comportamiento de antagonistas y otros personajes. Y en realidad, hablo de antagonistas sólo en la definición literal de oponerse al plan de los protagonistas, pues a excepción del simpático bicho, el resto de los personajes habitan en un ambiente en que la moralidad normal se ha vuelto obsoleta frente a la urgencia y necesidad extrema de supervivencia, al estilo de lo visto en The Walking Dead, Crossed, o cualquier obra post-apocalíptica, lo que nos hace difícil encasillarlos como villanos.
Desde ese punto de vista, quizá gane en calidad el guion de Milligan, que ahonda un poco más en la psiquis de los alienados personajes, mientras que la obra de Gibbons adquiere la forma más habitual del thriller, con su segunda mitad dominada sobre todo por la acción. De todas maneras, destacan los monólogos del protagonista, la voz de su interior que marca algunas frases hermosas.
En el apartado gráfico, Mignola hace gala de su reconocible estilo para retratar a las criaturas de una forma muy escalofriante. Ese dibujo de poco detalle y muchas sombras, pulido una y otra vez en los diseños de monstruos en Hellboy, sirve para imprimir ese halo de misterio que toda historia de Aliens merece. Asimismo, esos tintes oscuros le dan un aspecto de fiereza y salvajismo a las viñetas.
Por su parte, Paul Johnson hace gala de un estilo más realista y cercano a la pintura, jugando con lo concreto y lo difuso. El dibujo, al contrario del realizado por otros artistas de un estilo pictórico similar, no se hace estático, ya que el dibujante refleja muy bien el movimiento y la velocidad. Estos atributos hacen que no veamos claramente a la criatura, lo que no hace más que mantener el misterio, el suspenso y el terror frente a lo desconocido.
En resumen, ambas obras son recomendables. Si bien "Sacrifice" ofrece un enfoque algo más alejado de lo habitual en las historias de horror espacial, sin duda son títulos que cualquier fan de la franquicia debiese probar. Y si no tienes idea del ciclo vital de los xenomorfos y sus extraños hábitos predatorios, siempre te quedan 2 inquietantes relatos que golpean mostrando los límites (ir)racionales de la humanidad a la hora de la necesidad de sobrevivir.