"Legion" S01 (2017): you won't fool the children of the revolution
Hace un tiempo atrás le dediqué una entrada al primer capítulo de Legion, la serie de FX. Y tras deshacerme en alabanzas, expresé mi miedo hacia el futuro. Miedo de que la serie no pudiera mantener el excelente nivel del primer episodio.
Bueno, pues he visto el futuro, y es hermoso.
Como les había indicado antes, la trama de Legion sigue a David Haller, un enfermo mental que está encerrado en un hospital psiquiátrico donde toda su vida da un vuelco cuando descubre que nunca ha estado enfermo y que en realidad es un mutante con enormes poderes psíquicos. Un resumen muy simplificado, pero que sirve para los objetivos de esta reseña.
La gracia de esta serie es que su creador Noah Hawley ha sabido capturar perfectamente, y en pocas líneas, el espíritu de los cómics creados por el escritor inglés Chris Claremont y el dibujante Bill Sienkiewicz tanto de forma argumental como visual, y además ha podido impregnar de su propia autoría una serie de lo más extraña e interesante, con un manejo de la narración que la separa abismalmente de sus pares. Porque Legion es todo un ejercicio de estilo, pero también una propuesta armada desde el cerebro de un genio.
Pero vayamos por partes. Legion en sí maneja una trama muy confusa. Básicamente, sus personajes se mueven entre la realidad y el plano astral, pero ¿qué es el plano astral?
Según los expertos, y cito:
El plano astral es un universo paralelo, un plano de manifestación en el que penetramos todas las noches al conciliar el sueño. Durante esas horas, el cuerpo físico queda en un estado latente, recomponiéndose fisiológicamente, mientras la psiquis se desdobla "ingresando" en este universo, desconocido para muchos seres humanos. Lo hace a través de un organismo similar en sus características al cuerpo físico, que se ha dado en llamar cuerpo astral.
En otras palabras, es un universo donde todo es posible, pero que mantiene su propia lógica, de acuerdo a lo que Hawley ha interpretado. Diferenciar entre lo que sucede entre el plano astral y la realidad es uno de los principales objetivos del espectador de Legion, y la serie siempre mantiene una línea de diferenciación muy delgada, dando lugar a juegos argumentativos y visuales muy interesantes, que se convierten en verdaderos retos para nosotros. Y me parece justo destacar que la serie aprovecha este juego al máximo, pues aún cuando en los primeros capítulos hayamos descubierto algún patrón para adivinar dónde estamos, este juego sigue reinventándose hasta llegar a extremos creativos muy refrescantes —ver el tiempo en que se desarrollan los capítulos seis y siete es un buen ejemplo de esto—.
Además del reto narrativo, Legion ha sabido reinventarse a la hora de utilizar su vestuario. Simplemente con ver a los personajes sabemos que no estamos ante una serie que pretende ser real; de hecho, se torna confuso solo por el hecho de que no tenemos claro en qué época estamos. ¿Son los sesenta? ¿Es una realidad alterna donde esta época es la dominante? ¿O es algo completamente nuevo? Este simple factor consigue atraparnos aún más en el misterio de averiguar qué es real y qué no —y qué se mueve entremedio—.
Otro factor interesante al que debemos poner atención es la edición de cada capítulo. Hay escenas completamente dadas vuelta gracias al uso de una inteligente edición de tomas —algunas incluso invertidas para poder enaltecer ideas visuales— de forma que debemos estar muy atentos a qué estamos viendo y en qué orden. De hecho, creo que es imperativo para apreciar este aspecto el volver a revisar la serie una vez terminada, para así poder descubrir las intenciones narrativas expuestas en la edición de cada entrega.
En cuanto a los actores involucrados, no puedo más que sacarme el sombrero ante todo el elenco de la serie. Ningún personaje termina igual a cuando empezó y eso se debe gracias a que la trama de la serie lo permite, pero también a que cada actor ha sabido impregnar un poco de ellos en cada uno. Porque los personajes de Legion son todo, menos normales; se sienten únicos y orgánicos, con un montón de historias y vivencias detrás que terminan encantando al espectador. Dan Stevens es el mejor ejemplo de esto, porque su personaje tiene todo para hacernos creer que es un freak inadaptado, pero es lo suficientemente carismático para hacernos querer saber qué va a suceder con él en el futuro, y que es algo que debe balancearse bien para que resulte. Así es como Stevens da a David Haller los instrumentos para seducir al espectador en este extraño y confuso viaje.
También es meritorio el hecho de que el show posee quizás los mutantes más variopintos que he visto. Alejándose de las prótesis o maquillajes, el resto del elenco mutante de Legion se ve como personas normales, pero son mutantes con todo lo que eso implica: con suficientes vivencias que los terminan alejando de la "gente normal" gracias al descubrimiento de sus habilidades, unas que son muy inquietantes pero originales sin tener la necesidad de ver un festín visual para hacernos creer. En este conjunto de personajes destaca el trabajo de Aubrey Plaza, entregada en cuerpo y alma para dar vida a Lenny Busker y que literalmente deja sin aliento.
Hasta ahora, son todas alabanzas y creo que la serie las merece. Pero el broche de oro lo pone la musicalización completa y el espectro que abarca dentro de la serie. Desde músicas sacadas de Bollywood, pasando por música clásica, rock de los setenta, baladas y música compuesta expresamente para la serie de la mano de Jeff Russo—, cada pieza musical está puesta en el momento exacto para potenciar la idea núcleo que mueve toda la serie: responder la pregunta ¿qué es real y qué no?
En definitiva, no puedo dejar de recomendar Legion para que la vean —una y otra vez si es posible— dado que FX y Noah Hawley nos han regalado una experiencia completamente nueva usando juguetes viejos, por así decirlo. Sin duda es la aproximación más ingeniosa hecha hacia los mutantes fuera del medio de los cómics, y encuentro sumamente meritorio que se haya creado un producto de calidad, con suficiente esfuerzo para captar el espíritu del papel y además insuflar ideas propias. Se nota que hay mucho cerebro puesto en la serie y eso debe darles recompensas. Para eso estoy aquí. Si puedo llevar a una persona más a revisar Legion gracias a esta reseña, me doy por pagado. Y sé que hay más gente ahí afuera que cree lo mismo. No me pueden engañar. No pueden engañar a los hijos de la revolución.