Justice League International de The New 52, una oportunidad perdida
En las fronteras espacio-temporales del Universo DC pre-Flashpoint, cerraba el último número de Justice League: Generation Lost con una poderosa y efectiva última viñeta: volvía la Liga de la Justicia Internacional. Gran parte del mérito de esta historia, donde Booster Gold y varios héroes de la vieja Liga se unían contra un resucitado Maxwell Lord, era poder ver la interacción de estos personajes (Captain Atom, Fire, Ice, Rocket Red, etc.) siempre relegados a un papel secundario en un conflicto a la altura de sus capacidades. Buenos diálogos, buen ritmo y excelentes dibujos hicieron ver que no era necesario volver al mismo ejercicio de nostalgia, perfectamente estos personajes podían ser un nuevo equipo a pesar de su propia historia. Por supuesto, "Flashpoint" llegó y pareció borrar todo eso. Sin embargo la promesa de una Liga de la Justicia Internacional quedó, y se concretó en la primera ola de The New 52, cuando Justice League International #001 salía en noviembre del 2011 con guiones de Dan Jurgens y dibujos de Aaron Lopestri.
Dan Jurgens tiene credenciales de sobra para hacerse cargo de este trabajo, aunque también tiene el peso de la historia. Jurgens tomó a la Liga inmediatamente después del trabajo reverenciado y memorable de la dupla Keith Giffen y J.M. DeMatteis, asociada al concepto “Internacional”. La etapa del guionista destacó principalmente por la incorporación de Superman como líder del equipo y por su posterior muerte, con Justice League of America #069 como parte del arco “Doomsday”. Jurgens fue hábil en plantear desafíos clásicamente superheroicos, con villanos cósmicos, desafíos superhumanos, pero no destacó en el aspecto relacional de sus personajes, no por ser un mal trabajo sino por lo alta que quedó la vara previamente. Eso no quita que se observaran limitaciones, como por ejemplo el enamoramiento platónico de Ice con Superman casi inexplicable, pero que al menos sirve como divertimento en conflictos menores con Guy Gardner. Todo esto en los noventa, pero en la época previa a "Flashpoint", el oriundo de Minnesota había estado trabajando de cerca con su propia creación, Booster Gold, serie revitalizada por los números iniciales en conjunto con Geoff Johns pero que no tuvo continuación en The New 52. Sin embargo, el buen Michael Carter sería el nuevo líder del equipo en esta Liga Internacional. Por lo mismo, tenía sentido que Jurgens siguiera allí.
Aaron Lopestri era el dibujante más destacable de Generation Lost, con un estilo limpio y de gran belleza mezclada con caricaturización, nuevamente hizo sentido que continuara en esta nueva empresa. Lopestri es además uno de los dibujantes de la aclamada "Planet Hulk", y uno de los motivos por los que me acerqué a ese cómic en primer lugar. Es la ilustración hecha por Lopestri lo mejor de esta Liga.
JLI contaba con algunos desafíos y expectativas no menores que cumplir. En primer lugar, lidiar con el nuevo universo establecido de una manera coherente, desafío compartido con cada una de las publicaciones de DC de ese momento. En segundo lugar, enfrentarse a las comparaciones inevitables e injustas con la icónica dupla humorística. En tercer lugar, responder importantes dudas como ¿se justifica otra Liga de la Justicia? ¿Se justifica que Batman esté en otro cómic más? ¿Booster Gold recuerda algo del universo pre-Flashpoint? Las respuestas a estas se dieron de la siguiente forma: el cómic terminó con 13 números —el último siendo un anual realizado por otro equipo creativo—, Batman entraba y salía sin mucho sentido llegando al punto de desaparecer sin explicación alguna en medio de un nudo argumental, y bueno, no es el mismo Booster de Flashpoint.
Justice League International tuvo 12 números, un crossover con Fury of the Firestorm, y un Anual que cierra la historia —este último a cargo de Geoff Johns y Dan DiDio, ni más ni menos—. Dan Jurgens logró plasmar lo que a todas luces fueron 2 arcos definidos. El primero buscaba establecer al grupo como una movida de relaciones publicas de la ONU ante la existencia de la Liga de la Justicia, grupo que no está bajo ninguna autoridad global. La nueva Liga viene a presentar una posibilidad que responda a los intereses de la ONU, que supuestamente son los de todas las naciones. Mientras el equipo se presenta a la opinión publica, no solo tiene que lidiar con el rechazo de líderes mundiales y de parte de la población, sino que también con un villano a lo Kirby llamado Peraxxus. El segundo arco principal plantea la necesidad de formarse como grupo independiente de la ONU mientras la lucha continúa con lo que solo puede describirse como la villanización de diversos movimientos sociales a través de un grupo de villanos genéricos con discurso de izquierda, encabezados por el temible Breakdown. El anual solo busca eliminar al grupo totalmente y sembrar indicios de futuros eventos del Universo DC que poco o nada tienen que ver con los personajes aquí presentes.
Se nota en los primeros números que tanto Dan como Aaron lo intentaron. Diría que hasta el número #007 más o menos se nota un esfuerzo por hacer algo interesante, algo en la línea superheroica clásica, pero también otorgando más contenido o dilemas actuales. En todos los números hay algún tipo de crítica tanto a la ONU como al cuoteo político, y también a los críticos de los mismos. Estas críticas apuntan al rol que tienen Andre Biggs y Emerson Esposito, dupla encargada de armar y prácticamente promover al grupo ante el departamento asignado de la ONU. A pesar de contar con buenas intenciones y no con algún tipo de agenda secreta, es precisamente la falta de un objetivo claro lo que los vuelve personajes descartables, y de hecho Dan los mata en la mitad de la serie —junto a otros personajes—.
Se nota también el esfuerzo incluso en la amenaza del villano. Se realizó el trabajo de generar un villano nuevo, con un estilo vistoso, aunque sea genérico a más no poder, así como sus amenazas. Todos los peligros en que se ven envueltos los protagonistas parecen de alto calibre y sin embargo sus desenlaces no son memorables. Entonces, a pesar de la declaración de intenciones, en el departamento de villanos quedan débiles. Peraxxus desaparece sin pena ni gloria, y el siguiente villano, Breakdown, habla como anarquista pero fuera de eso no tiene mayor encanto.
Es finalmente en el carácter de los personajes la mayor fuerza de este cómic. Jurgens quiere hacer de esta una Liga socializada, que hablen entre ellos y se generen lazos en un equipo que nunca ha trabajado junto. Y en ese sentido, por medio del diálogo al menos existe la intención de desarrollo de personajes, cosa que la Liga oficial no tuvo durante seis números. Lamentablemente esto no los vuelve necesariamente entretenidos; ejemplo de esto son los coqueteos sin sentido de Godiva a Booster, la serenidad de Batman y el deseo de que sea Booster quien lidere, y la caricatura rusa de Gavril que se mantiene en una lógica de la Rusia comunista, etc. Sí, hay un esfuerzo y hay sutilezas presentes como la historia de amor fallida no contada entre Ice y Guy, o la nobleza de August General in Iron.
Todo esto termina de cuajar en un evento bastante interesante, que es el atentado a la presentación oficial de la nueva Liga. En este evento mueren sus mentores políticos Andre y Emerson, Gavril —un Rocket Red y de los personajes más simpáticos hasta ese momento— y varios civiles, sin contar que la mitad del equipo queda herido. Es una buena movida en un bastante buen número, donde Booster cae en el abismo más grande luego de vivir su mejor momento. Sin embargo, todo esto se arruina rápidamente por las semillas del próximo villano genérico y la aparición indiscriminada de nuevos personajes que se estaban quedando sin serie. En un número aparece Batwing y rápidamente pasa a ser parte del equipo sin mediar mayores dilemas o conflictos; en otro número Firestorm se salva de quedar en el grupo; en otro aparece OMAC para hacer del Hulk de la revista, en medio de peleas y discusiones familiares entre algunos de los secuaces del villano Breakdown que dan a entender que esta satanización de los movimientos sociales no es totalitaria, hay uno que otro que tiene buenas intenciones pero anda por el “mal camino”. Un mensaje lleno de moralina que hace la segunda etapa de la serie notoriamente inferior a la primera, todo entintado de golpes de efecto innecesarios y con cliffhangers que llegan a ser irrisorios. El más llamativo por lejos es el del número #010, donde el villano termina sometiendo a la Liga con una mano agarrando a Batman en la cabeza. Leyendo el número #011, Batman desaparece sin rastro, como si nunca hubiera estado en la pelea. El final de ese mismo número presenta otra promesa de venganza tan dramática que se ve obligada a solucionarse rápidamente en el número final, por suerte, dado que no podía dar para mucho más.
La serie inexplicablemente termina con la promesa de que la Liga continuará, patrocinada por Batman —el mismo que en la Liga regular le pide a Steve Trevor que la cierre porque son una vergüenza—. Los mandamases de DC toman cartas en el asunto y realizan un Anual cuyo valor en sí mismo es pobre y castiga innecesariamente a estos personajes. Nuevamente OMAC se descontrola, nuevamente se retiran héroes mientras se suman nuevos que incluso desaparecen en el mismo número, y un final con lo más interesante por lejos en donde dos Booster Gold interactúan brevemente y la promesa de grandes amenazas aparecen, amenazas que el tiempo mismo en el Universo DC nos mostraría que eran o irrelevantes o cuando menos no memorables.
¿A qué apuntaba este grupo? ¿Cuál era el objetivo? Sospecho que era generar un equipo de héroes clase B que se ganaran al público por medio de sus relaciones y dilemas. Sin embargo eso no se ve aquí, porque los desafíos a los que se enfrentan son de lo más regulares del género y honestamente da para pensar que Superman y el resto del equipo lo podrían hacer mejor. No se le entregó a este grupo un desafío donde se pudieran dar cuenta de sus fortalezas como grupo o como relato de un equipo. Ni siquiera como anti-grupo funcionan bien. Lamentablemente, la serie pudo ser llevada positivamente y no funcionó, ya sea por el noventero y simplista estilo de Jurgens o por lo apresurado de las órdenes editoriales, pero en ninguna medida fue por el excelente dibujo de Aaron Lopestri que se extrañó en el Anual final. Varios de los personajes aquí probados no han vuelto a tener relevancia en la editorial, por lo que ha sido más una pérdida que ganancia, tomando en cuenta el carisma natural de varios de ellos.
Si era necesaria una Liga de secundarios o de estos secundarios, Generation Lost era una mucho mejor lectura hecha solo un año antes, o sino, remítase a la Liga Internacional original u otro grupo con un nombre menos maltratado.