"Varua Rapa Nui: El Ocaso" (2016): a pasos del presente
Cuando llegas de imprevisto a Varua Rapa Nui, ambientado en el siglo XIX, justo en medio de varias visitas europeas a la isla, la sensación que te transmite la historia es primeramente confusa, como todos los choques de culturas tan distintas. La segunda sensación es ese extraño sentimiento de una crónica de lo inevitable, de saber que se avecina un cambio en cuya base está la violencia proveniente del continente. La tercera sensación, como habitante totalmente socializado en mi cultura continental, con escaso contacto con mis raíces indígenas, es sentirse peligrosamente cerca de los antagonistas de esta historia, una cercanía que puede interpelar con fuerza.
El tercer volumen de esta historia viene precedido de dos tomos aplaudidos por todos los medios especializados del tema, incluso nosotros mismos en nuestro ranking de lo mejor del cómic chileno, por lo que las expectativas solo pueden crecer.
VARUA RAPA NUI: EL OCASO
Editorial: Rapa Nui Press
Publicación: 01/06/2016
Guion: Bernardita Ojeda Labourdette
Arte: Fernando Pinto
Páginas: 58
Reseña: Óscar Cayul
Varua Rapa Nui: El Ocaso narra una etapa específica de la historia de la Isla Rapa Nui, una en donde ya se sabía de la llegada de los grandes barcos europeos, pero en los que esos relatos toman ribetes de leyenda que no se sabe definir del todo como positivas o negativas. La llegada retratada aquí sin embargo, se siente poderosamente real, y el protagonista, el joven Tumaheke, quien de sentirse el menos valorado por su familia dada su afición por las historias y no por la fortaleza física, se ve motivado a luchar por los suyos luego de que sus padres fueron llevados como esclavos a Perú y su fuerte hermano quedó herido a bala.
El Ocaso es el tercer libro de la saga ambientada en la isla, donde cada uno se desarrolla en distintas épocas de ésta. Tienen como punto en común a Ivi (Hueso), y a Honu (Tortuga), que toman un rol de guardianes-guías-espíritus de la isla, en franca oposición. Mientras Honu goza del contacto humano, les guía y mueve sus embarcaciones, el orejudo Ivi es desconfiado, agresivo y hostil ante la llegada humana, ante lo que él considera sólo posibilidad de conflicto y guerra. El Ocaso parte con ambos personajes, unos años después de los sucesos iniciales que se relatan aquí, con un mensaje que es tanto triste como profético: se va a cumplir lo que se esperó que pasaría, pero quizás no de la forma deseada.
Confusiones y crudeza
El Ocaso transcurre en espacio de varios años, lo que no es una novedad para la autora Bernardita Ojeda Labourdette, eso ya pasaba en los otros volúmenes. Sin embargo, en este caso entramos en medio de un fenómeno, de un momento en la historia, y la confusión que siente el protagonista ante la llegada de extranjeros es la misma nuestra. No queda claro a través de los relatos del abuelo de Tumaheke cómo fue ese primer contacto, aunque sabemos que incluyó muerte. Cuando llegan nuevamente los barcos, en medio de una ceremonia relevante, se aclaran aún más las intenciones de los visitantes: necesitan mano de obra y será por la fuerza, todo esto mostrado en una lujosa página expandida que ayuda a darle dimensión al evento y también crudeza.
Ahora, no es solo el evento en sí el confuso. El cómic obliga al lector a leerlo con atención, ir fijándose en fechas y aceptando que el tiempo se moverá en función de la historia que quiere contar. Aunque el tomo 1 de Varua Rapa Nui también tenía saltos similares, la diferencia radica en que el primero, al ser una historia de un pueblo entero, se seguía más fácil los eventos, al ser más definitorios a todo el grupo de personajes. En cambio aquí está centrada en el protagonista, en sus conflictos personales, asentados en un contexto específico, con fechas y celebraciones, eventos inesperados y cambios de planes, todos ellos girando en torno a Tumaheke, que demandan un tiempo que puede ser de un año a otro en el espacio de una página, o donde nos quedaremos un poco más de tiempo acompañándolo en varias páginas. Puede generar confusión en el lector apresurado, sintiendo que los eventos se apresuran en momentos que quizás requieran más tiempo, y en otros donde se enlentece el relato, aunque estos en general sí tienen el espacio que parecen merecer.
Sin embargo, no podemos negar que estamos ante una historia más difícil de contar que las anteriores en más de un sentido. En primera instancia, encuentro difícil plantear una historia que a gran parte de los lectores, personas involucradas y enmarcadas en el Chile continental de este siglo, estamos acostumbrados a mirar lo indígena del país ya sea como relatos llenos de leyendas y mitos del pasado, enriquecedores mientras se aniden allí lejos en la historia, pero sin un peso actual relevante, como un conflicto que ocurre solo en unas cuantas regiones, que cada año pareciera restarle más fuerza a esa lucha. En ese Chile, ver a una sociedad siendo aniquilada por Estados a sí mismos llamados libres, usando personas como esclavos para intereses que incluso en el día de hoy todavía nos resultan familiares, es tarea compleja.
Y a pesar de la atención que requiere mantener el cómic para proseguir con la historia, este aspecto, el de la explotación y sus efectos inmediatos a nivel de sociedad, familiar e individual, son claros y notables en su exposición, aunque dolorosos de leer, de asumir, de reconocer como la forma más evidente de un cerro de violencias de las que somos parte, operando de maneras más silenciosas, pero igualmente aniquiladoras de culturas, de discursos y de mundos. Esa es una crudeza que se percibe, a pesar de que la trama del protagonista es sencilla —la búsqueda de reunirse con su familia y lograr justicia—. La crudeza no está en la trama, está en donde se anida la ficción, en una realidad doliente.
Crudeza en tanto también el arte se encarga de mostrarlo. El dibujo está a cargo de Fernando Pinto, quien por medio de trazos rápidos y expresivos, dibuja y desdibuja el momento histórico con un enfoque más centrado en lo dinámico. Las comparaciones con Ismael Hernández Tapia, el dibujante de los dos primeros Varua Rapa Nui son inevitables, pero sospecho que el tono de esta historia pareciera exigir otro enfoque. Mientras Ismael era más detallado, más agradable a primera vista y realista, Fernando ataca el papel con mayor soltura, se siente más la velocidad, aunque se pierda un poco el detalle, expresiones más fuertes y violentas incluso. Quedará en un tema de gustos; sin embargo, ante la violencia más desigual de este tomo, hace sentido un cambio de estilo que marque que no estamos en el mismo contexto que antes.
En términos de edición, nada que decir, es impecable en calidad de papel, definición, uso del color, encuadernación. Se siente un producto de lujo, sin apuntar a que sea demasiado caro. El único pero es que el nombre de Fernando Pinto no sale en la parte final donde se presentan los autores (allí, donde claramente debía estar). Sale todo de él, hasta su dibujo, pero no su nombre. Un detalle importante, pero fácilmente solucionable en futuras ediciones.
Hacia adelante
Y respecto al futuro, es difícil de poder darle a Varua Rapa Nui: El Ocaso un veredicto claro. Como cómic en general es una pieza impecable de arte, dibujo y lenguaje del noveno arte, pero la historia que se nos relata no concluye, posterga los clímax con cierta compulsión incluso. Nuestro protagonista ve interrumpido sus momentos definitorios ya sea por invasiones extranjeras, compasiones familiares, o el final del volumen incluso. Ya que la historia completa se cerrará en el próximo tomo, varios de los nudos aquí presentes verán su desenlace después. Es esa aventura final la que nos permitirá concluir lo que aquí ha sido abierto, y aunque quiero y espero finales felices, sospecho que tendré algo distinto, de seguro menos dulce, pero al menos espero que con la amargura matizada por un presente más consciente. De todas formas, hasta el momento, no se siente una baja de nivel con los tomos anteriores, sino que quedamos a mitad de una historia que requería más tiempo y páginas para ser contada, y es lo que se nos dará.
Recomiendo toda la saga Varua Rapa Nui para los seguidores del buen y efervescente cómic local. Bernardita Ojeda Labourdette se ha asegurado de mantener la calidad de historia, dibujo y edición que garantizan un producto de calidad, lo que sumado al aporte de profesionales de las ciencias sociales en mini ensayos al final, ofrecen una perspectiva amplia y memorable de la Isla de Pascua, una historia adulta que también adolescentes podrán disfrutar, y ojalá, un aporte también a las aulas y bibliotecas escolares del país. Además, fue una de las cartas de presentación del país en la pasada Comic-Con International de San Diego, excelente forma de salir al mundo.