"Seconds" (2014) de Bryan Lee O'Malley: tierna inmadurez
Brian Lee O'Malley entró fuerte en el mundo del cómic gracias a la exagerada saga de Scott Pilgrim. Tan fuerte entró que incluso se le concedió una adaptación al cine de manos del talentoso Edgar Wright. Para su segunda obra mayor, O'Malley se tomó tres años, dando como resultado un libro de más de trescientas páginas.
La decisión de O'Malley es bastante valiente. En esta era hay que mantenerse en el spotlight, siempre buscando la fama, pero el autor eligió volver a la mesa de dibujo y tomarse el tiempo de contar la historia que él quería contar. Ahora queda la pregunta, ¿lo ha conseguido?
Seconds cuenta la historia de Katie, una joven chef de 29 años que trabaja en un restaurante —el que pone el nombre a la obra— y que está lista a dar el siguiente paso en su vida: inaugurar su nuevo restaurante al otro lado de la cuidad y conseguir su completa independencia. Katie sería dueña mayoritaria y con esto, el sueño de realizarse con libertad está más cerca que nunca.
El problema de Katie es que carece de la madurez necesaria para dar el siguiente paso con seguridad. Al menor signo de desastre se desarma y tiene reacciones de “pendeja” que la llevan a cometer errores más grandes. Aquí es cuando un día, aún trabajando en Seconds, se suceden un número de situaciones que la hacen colapsar: su ex-novio la va a ver, se pelea con el “novio” actual, tiene problemas económicos para seguir adelante con su nuevo proyecto y ocurre un accidente en la cocina del restaurante.
Aquí entra el elemento mágico de la obra. Durante la noche en que se vive su colapso, Katie descubre unas instrucciones al lado de una seta —u hongo, como prefieran— que le permite corregir cualquier cosa de su pasado. Reticente ante la premisa, Katie sigue las instrucciones y come la seta. Al día siguiente, et voilà! Todo desastre se ha deshecho.
Como supondrán, el efecto mariposa se hace presente, por lo que al cambiar el pasado, el futuro se reciente y a los ojos de Katie nunca es como debería ser, por lo que comienza el abuso de las setas, llevándonos a más desastres. El resto se los dejo a ustedes como lectores.
O'Malley dota a los personajes de mucha credibilidad en apenas pocas líneas. Su dibujo los retrata casi como un manga japonés, utilizando incluso onomatopeyas para a describir los estados de ánimo de sus personajes aun con el dibujo de su parte. No hay lugar para la sutileza o la interpretación, el lector sabe exactamente qué está pasando dentro y fuera de las cabezas de los personajes del autor. Esto puede ser algo bueno o algo malo según como se le mire.
Katie al principio tiene objetivos claros a seguir: en Seconds no queda nada para ella porque está estancada laboralmente y sus amigos se han ido. Pero el personaje es demasiado inmaduro para conectar con ella al principio. Tiene 29 años, pero se comporta como una niña de 15 que no es capaz de tomar decisiones valientes. Múltiples veces trata de corregir su vida gracias a la magia de las setas, pero falla miserablemente. Y vuelve a repetir el error al volverse más y más ambiciosa. Primero corrige un accidente, luego quiere recuperar a su amor, luego sacar adelante su sueño y a sabiendas que cada vez que interviene la cosa queda peor, lo sigue haciendo.
Es en este punto donde la obra de O'Malley no me termina de convencer. Sus personajes están bien definidos y la situación amerita que cambien, pero la trama se alarga demasiado para llegar al mismo punto que hemos visto en multitud de obras parecidas: crecer como individuo es aceptarse a sí mismo con nuestros errores y virtudes.
Otra cosa que no me termina de convencer es el final. Katie aprende su lección, pero O'Malley no tiene el valor de darle un final que esté acorde a ese cambio. Al final Katie obtiene todo lo que desea desde la página uno y todo lo que sucedió parece como una mera anécdota. Si Katie vuelve a ser la inmadura que nos presenta en el primer capítulo, no la culparía, ya que al final ha obtenido todo lo que ha querido y no ha habido consecuencias duraderas de sus actos.
El dibujo de O'Malley es acompañado con la ayuda de Jason Fischer para el dibujo, Dustin Harbin como rotulador y Nathan Fairbairn en el color. Cada uno es importante en la obra. El trabajo de Fisher se nota porque si bien es distinto al trazo de O'Malley, está reservado para un apoyo en la historia. La importancia de Harbin como letrista creo que no necesita mayor destaque, las onomatopeyas y letras usadas en los diálogos están en función de la historia y la apoya perfectamente. Y el color de Fairbairn es preciso a cada situación y a cada locación donde se desarrolla la historia —por ejemplo, el restaurante Seconds tiene su propia paleta de colores, completamente distinta al resto del mundo presentado en la obra—.
Con Seconds, O'Malley trata de perfilarse como algo más que el autor de Scott Pilgrim. Mantiene las referencias pop al mínimo y no hay peleas sacadas de algún manga. Pero también encuentro que le falta refinar más sus personajes y cómo los define. La inmadurez puede ser un recurso narrativo interesante si es que sabes lidiar con él, y no abusar creo que es la clave. De todas formas, Seconds es una obra con mucho corazón y texto interesante, a pesar de los continuos tropezones repetidos de su protagonista. Recomendable.