"Justo: Una Espada contra el Imperio" (2015): entre la ficción y la realidad histórica nacional
Aviso de Spoilers: La reseña que sigue a continuación trata los sucesos más recientes de la serie revisada, por lo que puede desvelar detalles argumentales importantes para quienes no estén al día. |
En este segundo día de nuestra #SemanaDeLaChilenidad, vemos una obra narrativa que no tiene miedo en tocar temas históricos y hacerlos entretenidos y atractivos a los lectores. Siempre me complicó ese tema, y me imagino que a muchos. De hecho, cada vez que pienso en historia de Chile, sólo puedo recordar el terrible aburrimiento que sufría sentada en la sala de clases, uno que otro nombre y una que otra fecha, lo demás es solo una nebulosa oscura en mi mente. Está bien, la historia de mi propio país no es mi fuerte, no es nada de qué alarmarse… ¿o tal vez sí?
Como sea, cuando me propusieron reseñar Justo: Una Espada Contra el Imperio tuve miedo, no sabía si iba amarlo u odiarlo. ¿Quieren saber mi opinión?
JUSTO: UNA ESPADA CONTRA EL IMPERIO
Editorial: Amapola Editores
Publicación: 12/2015
Guion: Ángel Bernier
Arte: Sergio Quijada
Reseña: Maru
La historia comienza el primero de febrero de 1814, cuando un soldado patriota se acerca a un fundo a buscar a Justo Estay, ex-capataz del Fundo O’Higgins, para reclutarlo como refuerzo de confianza para enfrentar a los realistas que tienen sitiado Rancagua. Aunque en un comienzo Justo lo duda, decide sumarse a la lucha por la libertad de su patria. Al unirse al bando de Bernardo O’Higgins, justo luchará en las más emblemáticas batallas de la historia temprana de Chile, viajará a lo largo del país y conocerá a los más insignes personajes, tales como José Miguel Carrera o Manuel Rodríguez.
En primera instancia, al abrir el libro me sentí terriblemente aliviada al ver el color y trazo que componían la página. El color es brillante, ligero a la vista, alejando la idea de una historia polvorienta y avejentada. Al comenzar la lectura, ésta fluye de manera constante y rápida; no resulta tediosa ni pesada, sino que consigue un buen ritmo narrativo que permite que el lector no se sienta consumido por el letargo del sueño —que fácilmente se activa al pensar en historia de Chile—.
Las secuencias de ficción se entremezclan con hechos concretos de la historia, tales como el desastre de Rancagua o la llegada del gobernador Casimiro Marcó del Pont a Chile, incluyendo al protagonista, Justo, de manera impecable y llevándolo a interactuar con personajes reales de manera original y creíble. Desde este punto de vista, el trabajo de guion que hace Ángel Bernier me parece realmente bueno, conoce y maneja la historia de Chile de manera inteligente, llevando al lector por fechas, locaciones y personas sin llegar a aburrirlo, y a la vez induce a su protagonista como un participante de los eventos sin llegar a modificarlos mayormente.
Este trabajo de guion en el que se mezclan ficción y realidad es muy popular en oriente, mangas tales como Rurouni Kenshin o La Rosa de Versalles narran momentos históricos específicos de una cultura, incluyendo personajes originales como protagonistas. Lo mismo ocurre con Justo, pues el guion desarrollado por Bernier logra el mismo efecto: narrar con efectividad los eventos acontecidos mientras desarrolla a Justo dentro de la misma.
Por otra parte, refiriéndome al arte y color, trabajo de Sergio Quijada, en un comienzo me llamó mucho la atención el dominio del color, es llamativo y brillante, pero tras introducirme un poco más en la lectura, sentí que trazo y el color no pegaban tanto; por una parte el trazo no es tan dinámico, pero tampoco es tan grueso, no alcanza a tener esa textura “cartoon”, pero tampoco es algo tan “amerimanga”, siendo que el color, desde mi apreciación, es más caricaturizado que nada. Sin embargo, es una combinación digerible que no afecta ni entorpece la lectura. El diseño de personaje me pareció muy simpático y fácil de identificar; cada figura, tanto histórica como ficticia, tiene rasgos muy representativos, por lo que nos resultará increíblemente simple saber quién es quién. El color, en algunos personajes, no me resultó muy fiel a la representación popular de algunos personajes (como José Miguel Carrera, que aparece colorín).
Ahora, sobre las viñetas, algunas me parecieron un poco estáticas y repetitivas, pero en general son viñetas sencillas, bien planteadas, que dan a entender muy bien los sucesos, a excepción de una que otra transición que son muy bruscas y que, si no se tiene un mayor conocimiento de la historia de Chile, puede resultar un callejón sin salida. Me parece que, en general, el trabajo gráfico de Quijada fue bien realizado, sobre todo si se piensa en el lector ideal para este tipo de historias.
Sobre Justo: Una Espada contra el Imperio no tengo nada más que buenas palabras. Me parece una excelente iniciativa que se trabajen este tipo de historias donde se mezcla realidad y ficción en nuestra basta y extensa historia Chilena. Es una historia entretenida, dinámica y fácil de seguir, con buen ritmo y con batallas épicas y muchos misterios. Creo que la importancia de desarrollar este tipo de historias en nuestra narrativa gráfica chilena radica en el hecho de que cómics como Justo pueden ser fácilmente implementados y explotados en el plan lector complementario de las escuelas, sobre todo en grados básicos donde se trata este objetivo de aprendizaje por primera vez, ya sea en la asignatura de lenguaje o historia. Sinceramente, la historia de mi país nunca me causó mayor interés, pero si se publicaran un nuevo número de Justo, sin lugar a dudas lo leería, sobre todo para ver más trabajo de este equipo creativo.
¡Sorteo! Gánate uno de los 2 libros de Justo firmados por Sergio Quijada.