"Lobo" Annual #002, ¿el hombre que rajó al hombre que rajó al hombre?
Lobo en los noventas tuvo una inusitada fama. De hecho, hablar del personaje, trae recuerdos muy interesante de cómo se escribía el cómic de superhéroe en aquella época.
Lobo fue una creación del escritor Roger Slifer y el dibujante Keith Giffen cuando ambos trabajaban en la colección de los Omega Men en 1983. Ambos crearon un caza recompensas amoral e implacable que poseía un limitado código moral el cual nunca rompía. El personaje gozó una vida editorial normal hasta que Omega Men fue cancelada en 1988 y Lobo se convirtió en un personaje regular de la serie L.E.G.I.O.N., serie que escribió y dibujó Giffen como trabajo posterior. Lobo pasaba a cambiar su look con mallas ajustadas a prospecto de un trasher metalero típico de la época.
El personaje se volvió aún más popular gracias a las intervenciones humorísticas y violentas que hacía en el grupo comandado por Vril Dox, llegando a tener la oportunidad de protagonizar su propia miniserie: Lobo: El Último Czarniano —perpetrada por el mismo Giffen, sumando a Alan Grant como guionista y los bestiales lápices de un joven Simon Bisley.
Es aquí donde el personaje explota todo su potencial. La personalidad violenta del personaje daba un interesante juego entre el humor gráfico, la parodia y la meta ficción que se fue potenciando a medida que el personaje aparecía cada vez más en el universo DC. Lobo se convertía en el vehículo perfecto para criticar la especulación financiera de los noventas —ver el Especial Convención del Cómic— o el consumismo desmedido en Navidad —tratado en Especial Navidad Paramilitar— dando grandes momentos durante el proceso.
Lobo no estaba sujeto a ninguna regla. Sus poderes cambiaban de acuerdo al relato —a veces era dañado por balas comunes y otras era más fuerte que Superman— y se convirtió rápidamente en una anomalía divertida dentro del universo DC, llegando a las máximas cuotas de excentricidad cuando el personaje se volvió inmortal al no ser aceptado tanto en el cielo como en el infierno.
Con su popularidad en las nubes, era siguiente paso lógico era darle su propia serie regular, donde Alan Grant —gran responsable de las historias más alocadas del personaje— tendría libre albedrío para seguir desatando sus alocadas ideas sobre el personaje. Más allá de lo poco valorada de la colección —y con razón— Grant mostró varios momentos interesantes dentro de lo que escribió ahí, destacando este segundo número anual, enmarcado derechamente como un “otros mundos” para mayor beneplácito de los fans.
Lobo era transportado al viejo oeste, lugar perfecto para su moral ambigua y sus métodos inmisericordes. Grant se sirve de un relato antológico sin conexiones narrativas entre cada historia, salvo por el hecho de que se desarrollan en el viejo oeste y de que el Main Man era el protagonista. Acompañado por un envidiable y numeroso grupo de talentos gráficos, Grant suelta las amarras y nos embarca en un número donde saca a relucir sus conocimientos sobre el cine de western en todo su esplendor.
Partiendo con un prólogo llamado A Fistful of Bastiches —traducido por Zinco como Por un Puñado de Bastardos— Grant inicia evocando el western de Sergio Leone: a Fistful of Dollars, con un prólogo protagonizado por Jonas Glim, algo así como un colega/amigo de Lobo y que trata de ponernos en contexto de lo cruento que fue el oeste norteamericano. Luego es el mismo Lobo el que se despacha un montón de indios para avanzar con su caravana, porque es más fácil y barato matarlos que asociarse con los aborígenes.
¡Saltamos a Geronibo!, donde ahora es Lobo el que hace indio apache y que le reza a sus dioses para ganarle a sus enemigos. Pero las flechas no son rivales para los peregrinos y su gatling, que además son comandados por el mismo Lobo (recurso que Grant repetirá varias veces: Lobo personificando más de un personaje en la misma historia). Dos veces nos pone Grant la relación con los aborígenes norteamericanos y presenciamos la divertida masacre, porque así eran los western de antes.
La siguiente parada es Fram 'Em High! —¡Rajadlo Alto!— título que parodia a Hang 'Em High o La Marca de la Horca, película de Ted Post. Lobo detiene el ahorcamiento de Billy the Kid para después matarlo y cobrar la recompensa, amparado por ser el Sheriff del pueblo. Aquí también comienza un gag interno en el cómic, el hombre que rajó a Liberty Valance y que es obvia referencia a uno de los mejores western jamás rodados por John Ford: The Man Who Shot Liberty Valance.
Siguiente parada es The Lone Fragger and Tontbo! —El Rajero Solitario y Tontbo— que claramente intenta reírse de los personajes creados por el escritor Fran Striker. El dúo de justicieros –ambos tienen la imagen de Lobo por cierto- terminan siendo más destructivos que los criminales que intentan detener y al final se van con la puesta de sol.
Grant nos pone una pausa dentro de las referencias al western con Workin' on th' Railroad!, gag inspirado por la canción infantil Trabajando en el Ferrocarril. Por supuesto, los resultados terminan en rajazos.
Fistful of Frag! Es la siguiente parada. Traducida como ¡Puñado de Rajaduras!, parodia nuevamente a a Fistful of Dollars de Leone. Dos banda rivales contratan al Hombre para terminar con su oponente, pero por supuesto es Lobo el que se queda con el botín de ambas recompensas.
Sigue Treasure of Sierra Lobo! otra parodia al cine clásico, esta vez protagonizado por Humphrey Bogart: The Treasure of the Sierra Madre. Por supuesto, Lobo no va a sufrir las pellejerías que los personajes del film y simplemente va a tomar lo que cree que es suyo, gancho en mano.
En Bo-Nanza!, Grant decide terminar con las 14 temporadas del clásico show Bonanza en tan solo un par de páginas. Obviamente el Hombre se queda con el rancho de la Ponderosa sin mayores problemas.
For a Few Frags More! Toma la última escena de For a Few Dollars More –otro film de Leone y Clint Eastwood- y le da el giro czarniano que todos esperamos y la tensión nunca llega a los niveles que la película profesa. Con el Hombre involucrado en un duelo, ya sabes cómo termina de antemano.
En The Main Man on th' Prairie!, Grant tiene la osadía de tomar Little House on the Prairie (La Pequeña Casa en la Pradera) y poner a Lobo en medio. Los Ingalls nunca serán los mismos nuevamente.
Ahora es el turno de The Good, the Bad and the Bastich! Otro film de Leone y Eastwood que Grant parodia en su escena más recordada: el duelo del final. No creo que sea necesario decir a que película hace parodia el escritor aquí.
Grant no se detiene ante nada y nos entrega Boklahoma!, parodia desmedida del clásico romántico Oklahoma! dirigido por Fred Zinnemann y protagonizada por Shirley Jones, quien es a quien Lobo reemplaza en la historia.
Sigue Gunfight at the Karaoke Corral!, que toma el título del film Gunfight at the OK Corral, que cuenta el mítico duelo entre el bando de Wyatt Earp, Morgan Earp, Virgil Earp y Doc Holliday contra Billy Claiborne, Frank McLaury, Tom McLaury, Billy Clanton y Ike Clanton. A Grant poco le importa la fidelidad histórica y el duelo en karaoke es el motivo principal para la balacera.
Con The Fragnificent Seven!, Grant parodia el clásico The Magnificent Seven, remake del aún más clásico Seven Samurais de Kurosawa. A Lobo no le importa cuán entrañable sea tu relación con los granjeros que quieras proteger: o te rajas o él te raja.
Grant se sigue tomando concesiones históricas con Custer's Last Stand!, donde es el jefe Caballo Loco –o Caballo Lobo – quien termina al oficial George Armstrong Custer de manera explosiva.
En The Man Who Shot the Man! Grant termina el gag que se venía perpetrando cada vez que podía con El Hombre que rajó al Hombre. Al final es Lobo quien raja toda una línea de asesinos hasta Liberty Valance. Sin remordimientos.
High Lanes Drifter! O Vagabundo de los Caminos comparte parcialmente el nombre del western dirigido por Clint Eastwood: High Plains Drifter. Esta vez, Grant parodia la crepuscular escena final del film, terminádolo abruptamente y de manera muy sangrienta.
Para el final, Grant nos entrega How the West Was Fragged!, parodia del film de John Ford, How the West Was Won. Claro que el escritor se guarda un explosivo final, muy diferente al film que protagonizo Carroll Baker.
Gran parte de la diversión del número es la búsqueda del título original que fue parodiado. Grant se nutre de mucho cine, sobretodo de Sergio Leone y su Spaguetti Western, pero también saca un poco de televisión e historia clásica, lo que hace todo el proceso más divertido de lo que parece. Las resoluciones de cada historia son todo lo que uno puede esperar de un cómic protagonizado por Lobo, pero el tono del mismo —nunca tomándose en serio, como marca la línea del personaje— y unos chistes muy bien ejecutados —el de Liberty Valance es notable— nos entrega un buen cómic, con mucho guiño cinéfilo y momentos de risa genuina. Esa es su gran fortaleza.
Lobo tuvo otros anuales —dentro de su irregular serie regular, cosa que me duele decir— y que en mi opinión son menos interesante como ejercicio, ya que ambos están enmarcados en eventos dentro del universo DC (Bloodline y DC Un Millón), pero aquí Grant tiene rienda suelta y una banda de talentosos cuatreros que hacen que cada pagina sea algo distinto. Sin duda un cómic del hombre que vale todos sus dólares… y unos pocos más.
Dedicado a Martin Emond