"Mocha Dick: La leyenda de la ballena blanca" (2012): todos tenemos un monstruo marino
Muchas veces, el trabajo de un reseñador se ve complicado a la hora de evaluar obras. Por lo general, el rito consiste en sentarse a leer un trabajo, evaluar lo leído y plasmar en el teclado los sentimientos y las consideraciones que nacieron en la lectura y en la concientización de la trama. Qué es lo que percibes en la lectura y qué es lo que entiendes que el escritor intentó plasmar en los diálogos, y cómo estos interactúan con el dibujo del artista, para que, complementándose, generen un trabajo interesante y lleno de emoción. Muchas veces esta pega se complica y no por malas razones, todo lo contrario; sobre todo cuando el proyecto leído tiene un peso encima, y no me refiero a una cantidad de páginas determinadas, sino, a un trabajo emocional de parte de los creadores. Ese trabajo que arrastra horas de lluvia de ideas, días de investigación y un sinnúmero de etapas en la creación narrativa, que son puestas en la cancha a la hora de llevar a cabo el juego de la creación argumental.
De este modo, existen muchos elementos que suman características positivas al relato, uno de ellos es el género, específicamente el de aventuras. Si a eso le sumamos elementos reales, mezclándolos con hechos históricos y literarios para mantener al lector atrapado, emocionado y expectante al momento de dar vuelta las páginas, pendiente a lo que sucederá después mientras se adentran en la narración, es que podemos percibir la lectura como la aventura misma.
En este sentido, Mocha Dick: La leyenda de la ballena blanca brilla como la novela gráfica que es. Una historieta que tiene un delicado toque al tomar hechos históricos, leyendas mapuches y narrativa elegante, para impregnar páginas y páginas de una historia correcta, narrativamente bien armada y situada en las costas del sur de nuestro Chile.
Porque sí, el mito de la ballena blanca como lo conocemos por autores extranjeros, siempre ha estado basado en una leyenda muy propia y nacional. La historia habla de Mocha Dick, un cachalote albino de casi 20 metros de largo que vivió en el Océano Pacífico a principios del siglo XIX. Según cuenta la leyenda, Mocha Dick estuvo en mochas contiendas con alrededor de 100 barcos, hundiendo 20 de ellos al fondo del mar y entre los cuales se encontraba el mítico ballenero Essex. Los sobrevivientes fueron rescatados y desembarcados en Valparaíso donde relataron la historia al explorador Jeremiah N. Reynolds quien, uniendo todas las citas y recuerdos de los marineros, publicó el texto "Mocha Dick: o la ballena blanca del Pacífico: Una hoja de un periódico manuscrito", que según los mitos literarios, fue leído por Herman Melville y usado como base para escribir Moby-Dick; or, The Whale.
Con esto en mente, y con la oportunidad de hacer nuestra nuevamente esta leyenda, es el turno de los chilenos de escribir sobre la mitología del animal nacional. Había que hacerlo con respeto, intrigas, y más importante, un relato vivo.
Es acá donde Francisco Ortega y Gonzalo Martínez hacen un trabajo sin igual. Su misión era la de recuperar desde el abismo de las tradiciones olvidadas a la ballena blanca que vivió en las costas de la Isla Mocha a principios del Siglo XIX. Y hacerlo bien, con respeto e incluyendo las historias heredadas desde las mismas lenguas mapuches que pasaban noches hablando sobre el gran animal marino como entidad que se le aparece a los guerreros abatidos. Melville creó un relato literario que pasó a la historia como el sinónimo de novela de aventuras, con toques épicos y lleno de una ficción náutica. Para el 2012, Ortega y Martínez, después de años de trabajo, tomaron el estandarte y consideraron que era hora de que esta leyenda tuviera el relato literario nacional que merecía y que volviera a la mitología local.
Si bien existió una primera edición para ese año en la editorial Norma Cómics, con portada de Gonzalo Martínez y Nelson Dániel, este 2016 el cómic encontró un nuevo hogar en la nueva línea de Editorial Planeta, la recientemente lanzada Planeta Cómic Chile. De hecho, la nueva edición, que cuenta con una hermosa portada de Félix Vega, es el caballito de batalla del sello, siendo la primera publicación bajo el título en nuestro territorio, considerando tanto material nacional como internacional. Esta reedición es básicamente el mismo libro con los textos de Ortega sobre la búsqueda del cetáceo, el glosario —el cual recomiendo leer antes de la historia— y la bibliografía destacada, pero además se incluye un prólogo inédito por parte del escritor nacional Álvaro Bisama.
La historia comienza con Caleb Hienam de 15 años e hijo de un empresario ballenero, que como muchos hijos, comienza su viaje para aprender el negocio de la familia y así, en algún futuro, heredar los años de trabajo de su padre. En el barco conoce a Aliro Leftraru, quien es uno de los marineros pero también descendiente del pueblo mapuche. Juntos viven en carne propia la leyenda de Mocha al recoger a los sobrevivientes del hundimiento del ballenero Essex, redescubriendo así la leyenda del Trempulcahue, sucumbiendo ante la mitología mapuche acerca de las ballenas encargadas del transporte de las almas de los guerreros caídos al paraíso, acordonando mucha narrativa y dejando que la mitología inunde la lectura. Ya en Tirúa, los jóvenes aventureros cambian los motores personales y derivan su ideal para transformarse en una especie de protectores de la ballena blanca.
El libro cumple a cabalidad lo prometido, es una historia de aventuras que atrae, obsesiona, entretiene y no te deja salir. En alguna parte de mi lectura, entendí la obsesión de Ortega al momento de llenar de letras el guion, porque siente esa obligación de que la ballena vuelva a la luz y se le considere como lo que es, parte del folklore nacional, junto con el resto de las leyendas chilenas. Y para Ortega y Martínez, era eso lo que estaba en línea.
Martínez tiene un juego divertido al momento de plasmar las ideas que generaron con Ortega, tanto que el juego se nota al leer los cuadros. Se puede ver que el proceso creativo tiene que haber sido entretenido y con los dos comprometidos a hacer una narrativa que fluye muy bien entre plana y plana. A diferencia de lo que muchos creen, no es el guionista el que le dice qué hacer al dibujante, o viceversa, es un trabajo casi simbiótico el que se pone en práctica como equipo creativo al momento de desarrollar la historia que se quiere crear y alcanzar la imagen que se proponen. Y es en trabajos como este donde se demuestra el compromiso de los creadores al momento de darle personalidad a los personajes, quienes llevarán la batuta de la historia hasta poder demostrar sus emociones en las viñetas.
Con una encuadernación rústica y una edición de lujo, esta es una novela gráfica ambiciosa pero humilde en su realidad, con un guion entretenido que debes leer. Yo sé que todos tenemos nuestra ballena blanca en la vida, y aunque Francisco Ortega mencionó que Mocha Dick es el monstruo marino que con ayuda de Gonzalo Martínez pudo capturar, muy intrínsecamente, estoy seguro que el verdadero monstruo marino de Ortega y Martínez era el miedo de intentar rescatar la mitología del cachalote para volver a adjudicarlo a nuestra historia mitológica, hacerlo con correcta justicia, incluyendo tanto la leyenda del Trempulcahue como al pueblo mapuche en el camino.
Tranquilos, chicos, que en ese sentido, Mocha Dick descansa felizmente en un estado casi patrimonial, en la historia nacional y en la mitología chilena.