"Batman: The Killing Joke" (2016): la adaptación animada
Batman: The Killing Joke o "La Broma Asesina" siempre fue un cómic bastante particular de analizar, muchos la consideran una de las historias más interesantes y rupturistas del Hombre Murciélago. Algo de cierto hay en esas palabras, incluso si el propio Alan Moore la evalúa como un trabajo fallido. No obstante, la fama del cómic creció con el tiempo y Warner Bros. Animation la adaptó en una animación que imita la obra dibujada por Brian Bolland. Pero queda la pregunta: ¿ha valido la pena?
El caso de las adaptaciones cinematográficas basadas en la obra de Alan Moore es bastante conocido. En palabras del mismo autor, sus historias son concebidas para el medio donde se editan y el cambio de formato hace que pierdan algo. Bueno, las palabras del británico son duras pero tienen razón, los trabajos basados en sus obras siempre carecen de algo —generando propuestas mediocres— y la mayoría de las veces el mensaje original desaparece.
Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: ¿cuál es el mensaje en The Killing Joke? Aquí es meterse en terreno peliagudo, pero creo que podemos salir airosos de la tarea en pocas frases. Creo que un análisis exhaustivo indica que la mayor intensión de Moore y Bolland no era hacer una obra que cambiara la mitología del murciélago para siempre. Todo lo contrario, el cómic es un eufemismo a la maldita continuidad que envuelve a sus personajes, más concretamente la lucha entre el Joker y Batman y cómo, en contra la naturaleza editorial que los gobierna, deciden revelarse de sus posiciones. Así es como, de forma completamente gratuita, Batman trata de reformar al villano y éste trata de probar que él puede ser cualquier persona con un mal día. Hay pistas en cada viñeta y en alguna otra entrada hemos hablado más a fondo del asunto.
¿Pero qué pasa con la versión animada? Lamentablemente, todo esto se pierde en un mar de decisiones que son, a lo menos, cuestionables para cómo se promociona la película. La primera y más obvia es el hecho de incluir un prólogo que aborda la relación entre Batman y Batgirl —Barbara Gordon, la más perjudicada en la obra original— y cómo en algún momento no pudieron seguir combatiendo el crimen juntos. Si se adaptara solo la trama que Moore y Bolland manejaron en su momento, no nos daría una película de más de cuarenta minutos. Pero el resultado en conjunto desentona, dando dos historias donde el hilo conductor es tan diferente que ambas se sienten forzadas al ser colocadas juntas. Como agua y aceite.
La segunda parte trata de ser lo más apegada al cómic, pero falla miserablemente en la fineza. Las geniales transiciones entre las distintas épocas en que se desarrolla la historia, algo tan cinematográfico en el cómic, aquí se pierde miserablemente en unos cortes sin mayor peso artístico. Hay diálogos ejecutados de manera más o menos buena, pero la arbitrariedad de la obra original —esa que está en pos del mensaje— se hacen notar en la película, dando momentos muy descolocados o con una falta de densidad que sí tenía la novela gráfica. El ejemplo más palpable de esto es la visita de Batman a Arkham Asylum: en el cómic no se daban mayores explicaciones —dando una interesante interpretación libre al lector, donde el personaje intenta cambiar la relación con su enemigo acérrimo—, pero en la película esta ocurre por un motivo rutinario sin mayor pretensión que avanzar en la historia.
La película se llena de estos momentos, descolocando al espectador de tal forma que da la impresión que estamos viendo una película que su mayor sustento es tratar de entretener al espectador con lo oscura y trastornada que puede llegar a volverse. La primera parte del film sufre mucho más de esto; Brian Azzarello firma esta adaptación y es un buen escritor, pero no es Alan Moore, y pareciera que se le pidió explícitamente dar un producto oscuro y truculento, pero no maduro.
Quizás lo mejor del conjunto sean las voces de los veteranos Mark Hamill, Kevin Conroy y Tara Strong, actores que prestaron su talento en proyectos mucho más agraciados que este. Pero Hamill está particularmente fuera de tono con su Joker, sobre todo porque aquí el personaje renuncia a esa risa estrambótica en pos de un acercamiento mucho más serio y elaborado. Lamentablemente su voz es conocida por todo lo contrario: lo alocada y calcada que llegó a ser respecto al Joker de toda la vida en los cómics.
La animación es particularmente perturbadora, una especie de hit and miss donde hay escenas bien animadas y otras tan malas que dan ganas de mirar hacia otro lado. El uso de modelos 3D para ciertos elementos se torna a veces molesto gracias al irregular conjunto. Sí están cuidados los fondos, que sin ser detallados poseen una calidad pareja en todo el metraje del film, algo que se aprecia después de tantos altibajos en otros aspectos técnicos.
En definitiva, ¿es recomendable esta versión de The Killing Joke? Aquí es donde me da pena escribir. Créanme, realmente me hubiera gustado que esta adaptación funcionase de mejor manera. Creo que tenían la oportunidad de triunfar por sobre las super-producciones de Hollywood que fallaron miserablemente en adaptar el trabajo de Alan Moore de manera satisfactoria. Pero no sé qué pasó. Y me da pena y tristeza, porque pudo ser una gran película y se va a quedar empantanada en la mediocridad. Una lástima.