Mi crítica a Comic Con Chile 2016 - Una feria de novedades
Siempre habíamos oído hablar de la Comic Con Chile. Es natural que se le hagan comparaciones a la hermanastra bonita gringa y a cuanta cosa exista que finalice con "Con". O que incluso se le compare a eventos nacionales que algunos, siendo sin costos de entrada, llegan a alcanzar una logística y organización destacable. Para la edición del 2016, participamos por primera vez de ésta y fue gracias a que nos acreditaron en El Multiverso 52. Como todo en la vida, hay muchas opiniones para este tipo de cosas, buenas y malas. Si bien no todo lo que brilla es oro, si brilla desde el principio es por una buena razón. Con muchos elementos criticables y muchos más destacables, esta es nuestra visión de lo que los organizadores siempre llaman "la experiencia Comic Con Chile".
Hay que partir con algo que llama mucho la atención: el costo de la entrada. No hay que engañarse, el precio es demasiado alto para lo que entrega el evento, y eso es innegable. $40.000 por los tres días es extremadamente excesivo. Pero hay que ser justos. El esqueleto del evento eran claramente los stands de los participantes, y eso los podías recorrer en medio día. Lamentablemente, había que decidir a qué invitado había que ir a ver y decidirse por un día; así, la opción era más agradable y existía la posibilidad de pagar $10.000 en preventa para un día. Una recomendación que le puedo hacer a la organización es que la preventa no se termine días antes que se confirmen los invitados. La primera preventa terminó el 13 de marzo y recién el 16 de marzo anunciaron a Steve Rude. Esperemos que la organización entienda que esto es literalmente comprar en verde.
El evento apelaba a la masividad y a la variedad de los visitantes. Los niños menores de 5 años entraban gratis, por lo que daban un paso más al concepto de paseo familiar. Hubiera sido mejor que niños de más edad hubieran entrado gratis, el acceso de más público infantil hubiera tenido más acogida, sobre todo si iba a estar ETC TV participando con un stand, además de tener a los monos de Cachureos paseándose por ahí.
Con respecto a la entrada de gente, Comic Con Chile tuvo el error garrafal para el sábado de dejar solo una puerta habilitada. Hubo personas que tuvieron que esperar hasta 3 horas para poder ingresar, lo que después los llevó a tener que hacer filas de 1 hora para otras actividades de las marcas promocionales. Un punto importante para arreglar es verificar bien la afluencia de gente a la entrada del evento.
En ese sentido, tenemos claro que el público objetivo del evento es un público mucho más general, familiar y aterrizado a la cultura pop. Con esto claro, podemos observar que la intención es darles la posibilidad de conocer distintas aristas del fanatismo al público general, entre ellas el cómic, alimentando y cautivando con esa curiosidad por conocer más a fondo el mundo de las viñetas y el manga. Pero hablando en estricto rigor, y siendo que se llama Comic Con Chile, con respecto a cómics, el evento está claramente enfocado para el lector ocasional, lejos del conocedor del medio y de los cómics.
Este fue el segundo año en el que el evento se realiza en Espacio Riesco, bastante lejos del centro de Santiago, y para todos es claro que esto dificulta bastante el asunto a la hora de llegar a la locación. Pero la apuesta era grande: tener un espacio amplio para continuar con el tema de la masividad. No soy quién para decirte que el Espacio Riesco fuera un acierto o no, pero lo que sí puedo comentar es que el hecho de que sea una locación grande ayuda a que exista un gran afluente de público, que era justamente lo que la organización buscaba, pero que por otro lado además ayudaba mucho a los stands de artistas emergentes, creadores y editoriales. Y acá es donde hay uno de los puntos más positivos de todos.
Es este intento de iniciación del cómic a un público general el que resulta positivo para parte del mercado nacional. El hecho de que existiera la posibilidad de un gran flujo y una gran cantidad de personas, les ayudó a los creadores y editoriales a darse a conocer, lo que aumenta la posibilidad de que sus trabajos fueran comprados. Y acá es importante destacar. Los stands se fueron felices. Acción Comics vendió casi todo. Gonzalo Oyanedel —autor de El Viudo, El Ejército de Dios y Nuke: La Ciudad Salvaje— se fue para la casa prácticamente sin libros el domingo. Y sabemos de muchos stands con los que conversamos que tuvieron excelentes ventas. Además, una gran cantidad de gente te asegura una mayor variedad de público. Nuestra Maru, quien colabora en el sitio como reseñadora y editora, participó en el pasillo de los artistas emergentes como parte del colectivo Sketchil, y nos contaba que lo que más le gustó como participante de un stand de ilustradores es que al ser un público bastante familiar había una gran variedad etaria, por lo que era más fácil distribuir los distintos tipos de material que los artistas llevaron. Por ejemplo, los fanarts de cómics "mainstream" son transversales en las generaciones; los papás veían y leía Batman, ahora también lo hacen los hijos; o los papás que buscan cómics para que sus hijos lean, etc. Es un evento que dentro del target considera la familia, abarcando un rango de edad bien amplio, cosa que si bien se repite en otros eventos, era importante que este también lo tuviera.
Esa misma familia pasaba por el pasillo de los artistas. Es muy difícil que un niño que no conoce mucho se anime a comprar una historieta independiente, siempre va a preferir la del superhéroe de turno. Los papás son los que suelen animarlos a que compren una historia original, pidiendo la firma del creador y un saludo. Esto es uno de los puntos más fuertes del evento. Pero claramente, tenemos que ser justos en el balance y hablar de lo que no nos gustó del mismo.
Hablando de los stands, nos hubiera gustado una mejor distribución de los espacios. Por ejemplo, que lo primero que se vea al entrar sean los stands de cómics, o actividades bajo esta temática, e incluso que hubiéramos visto a los artistas invitados. Así, posteriormente uno pasaría a ver a las tiendas y el resto de la variedad, y no que al entrar primero veamos tiendas y marcas que respaldaban el evento con sus "actividades", para después llevar a cabo la feria de stands. Una de las varias quejas que escuchamos era que no había señalización de los stands, pero al ingresar te entregaban una especie de revista con un mapa, que si bien no era óptimo, te permitía desenvolverte en el evento.
Por otro lado, los mismos artistas y creadores tuvieron muchas quejas con respecto a la distribución. Los artistas tuvieron que pagar para poder estar en el stand, pero ese precio no se ve reflejado en un beneficio concreto para tener más espacio con respecto a los emergentes que fueron invitados al evento. Contaban con las mismas características de la mesa y dos sillas. Hay que tener ojo con eso, porque no había un sello real que diferenciara a los stands de ilustradores de las demás tiendas, en ambos podías encontrar poleras, bolsos, pósters, etc. Para mejorar esto, una idea es que deberían darle más énfasis y prioridad a que el pasillo de los artistas tuviera publicaciones nacionales, con sus artistas presentes y con material realmente original.
Los artistas tenían la mejor disposición a resolver dudas, cosas referentes a su material o lo que sea, y se daba la oportunidad de conversar y hablar sobre las temáticas y los proyectos; en cambio, los stands de ventas van a un objetivo, vender y sería. Mejorar esos espacios y diferenciarlos es un importante detalle que debe cambiar.
Concretamente, la distribución de los stands es una de las cosas a mejorar para los próximos años. No puedes poner en los últimos tres stands de todo el evento a Steve Rude, el tipo que trabajó junto a Dave Gibbons en World's Finest y co-creador de Nexus, a Omar Francia y a Carlos Valenzuela quienes son invitados comiqueros de cabecera del evento, al fondo y lejos de todo el centro de atención. Ese trato a los artistas no se entiende. Debería ser al revés, entrar y ver a los artistas en stands compartiendo con la gente, cerca de los artistas emergentes, y que estos reciban consejos y compartan entre ellos, tal como se podía hacer, pero en un mejor evento. De hecho, Steve Rude se paseó como Pedro por su casa, cruzó el evento para ir al pasaje de los artistas emergentes y compartió con varios de ellos, hablando sobre el arte, entregando consejos y simplemente disfrutando. El sábado le dijo a Pía Prado que trajera sus acuarelas el domingo para que pintaran juntos. Después compartió con otros artistas más. ESO debería ser Comic Con Chile. Un espacio abierto para contribuir al noveno arte nacional. Steve Rude fue definitivamente, lo mejor del evento.
Mientras le hacíamos la entrevista a Carlos Valenzuela, y teniendo camarines asignados para esto, una de las personas que se disfrazaba de uno de los personajes que Cine Hoyts trajo junto al mamut gigante inútil para promocionar Ice Age 5, empujó el stand de Carlos y casi se lo bota encima. Esto demuestra otra de las grandes falencias de la organización, la falta de staff in situ.
Preguntamos en varios stands, tanto de creadores como de artistas emergentes, y el staff que pasaba para asegurarse que todo estuviera bien y mostrando cercanía era de una regularidad baja. Muchos se quedaban en el módulo de informaciones y pocos estuvieron a la hora de montar o desmontar.
Otro de los grandes problemas que tuvieron fue el audio. Los amigos de Nerdix estuvieron a cargo de la transmisión del evento y lamentablemente no pudimos prestarles atención porque si bien la pantalla circular se podía ver desde cualquier lugar del evento, solo se podía escuchar desde lugares cercanos al escenario donde se encontraban, los cuales estaban a su vez rodeados de marcas con otras intenciones. Muchas veces que intentamos prestar atención a la transmisión, de pronto escuchábamos cómo Kia tenía un nuevo vehículo con varias características.
Lamentablemente, hay un detalle muy relevante que se debe tocar y es de suma importancia que sea cambiado en los próximos años. La crítica principal es que el evento tiene cero valor agregado. Lo que llama a asistir a la Comic Con Chile es la masividad, y eso es con lo que juega el evento. La organización, el staff para poner el espacio y las “variedades” a revisar están ahí, pero el evento se arma solo. La gente que llega y que paga una entrada exagerada y la gente que expone es la que hace a Comic Con Chile lo que es, no la organización, la que tampoco asume ningún costo con respecto al evento, ni entrega algo memorable para recordar. Este tipo de eventos son para ir a disfrutar, divertirse, pero también para obtener algo y rescatar una buena experiencia del valor invertido en la entrada. Pero de eso uno no puede rescatar la experiencia, ni la inversión. No hay valor agregado. Por ejemplo, para mejorar esto, la organización podría proponerle a las tiendas que el público asistente tenga 15% de descuento en lo que lleven, y que este costo sea asumido por la misma organización. Lamentablemente, las tiendas, que de por sí tienen que pagar elevados precios por el espacio y además intentar vender su mercadería, deben asumir los descuentos especiales en el caso de que se hayan realizado. Otra buena idea, era la de crear una bolsa grande y especial como en las convenciones americanas, para poder llevar lo que uno compre en los stands. Podría haber tenido el logo del evento, una que otra marca que apoye la creación de las bolsas.
Comic Con Chile ayuda al mercado de cómics nacional con su masividad y alto afluente de gente, eso no hay como negarlo, y las editoriales, artistas y creadores lo agradecen, porque tienen un espacio y un público gigante para darse a conocer y poder vender sus obras. Pero, lamentablemente, tanto la gente que asiste al evento como sus organizadores le prestan mucha atención a otras cosas, y los cómics en sí, que adornan tan llamativamente el nombre del evento mismo, quedan en un segundo plano.