MR - DC Universe: Rebirth #001, aprendizaje emocional
Aviso de Spoilers: La reseña que sigue a continuación trata los sucesos más recientes de la serie revisada, por lo que puede desvelar detalles argumentales importantes para quienes no estén al día. |
Llegó por fin DC Universe Rebirth #001, escrita por el siempre eficiente Geoff Johns y dibujado por un pack de dibujantes de probada calidad —destacando los emocionantes y expresivos Phil Jimenez y Gary Frank—. Prometiendo ser una guerra de conceptos entre ideas oscuras como la apatía, la angustia, el odio, y otras ideas más nobles como esperanza, fe, amor, las bondades de este número no radican precisamente en sus golpes de efecto a la mitología de Alan Moore, que de todas formas llenan de expectativas al lector impresionable, sino en el cariño que guía la línea general de esta historia por medio de Wally West, acaso el emblema de lo que más dolió perderse con el inicio de The New 52.
DC UNIVERSE REBIRTH #001
Geoff Johns hace tiempo que es un nombre importante en la industria, pero probablemente se sienta a su vez parte de una idea de legado, llegando a un universo de autores y creaciones que bebía de años de historia y recuerdos. Johns, después de todo, sigue siendo un nombre joven, mirando hacia atrás constantemente, intentando recordar por qué las cosas funcionaban de otra forma. Al momento de empezar The New 52, él mismo reconoce en entrevistas que había una muralla de ladrillo que no les permitía a los autores tomar parte de estos recuerdos, amores, legados y amistades del universo previo, y poder ser usadas con mayor libertad. La desconexión emocional fue creciendo, a pesar de que el mismo Johns intentó de alguna forma usar esto a su favor en sus propias series ancla y eventos, destacando por supuesto el pie inicial de este universo con Justice League.
Y llegamos a este número, donde lo que más se ha destacado es por supuesto la inclusión de la mitología Watchmen al Universo DC, de la mano de una hilarante splash page de la chapita de The Comedian en la Batcave y la presencia del Doctor Manhattan dando vueltas por todo el número junto a las ominosas páginas finales con cambio de rotulado incluido. Pero aunque llame la atención, no es por esto que este número vale la pena. Este es solo el golpe de efecto, es la excusa para que este “evento” no sea uno más, sino uno retwitteable, compartible en Facebook —¡por favor comparte esta reseña con todos tus amigos!—.
Este cómic es bueno, memorable e interesante porque su corazón está en el lugar correcto. Frase armada a más no poder, pero reconocible, porque es una historia que conecta con conceptos que fácilmente nos son identificables, aunque no conozcas mucho a los personajes o seas nuevo, en pocas páginas te explica lo que fue antes y lo que puede ser ahora. Wally se nos presenta como alguien con una misión desesperada y en sus viajes por intentar conectarse con este mundo, en pocas páginas entendemos por qué es relevante. Es primeramente un niño que soñó con ser un héroe porque los vio actuar en carne propia, le fueron de inspiración, y él a su vez lo fue a los lectores. Es también alguien que solo logra aferrarse por amor, por el cariño. Gran parte de los lectores de DC podrán sentir que solo siguen esta editorial a fuerza de puro cariño y esperanza por tiempos mejores, momentos que sí les inspiren no solo buenas historias sino la emoción que sentían al leer sus historias de pequeños. Wally, Johns, nosotros, intentando conectarnos con un mundo y un universo que de alguna manera nos iba sacando de a poco del mapa.
Este Rebirth tiene el encanto de otros Rebirth de Johns, el más relevante creo yo es el de Green Latern. Un personaje sumido en la oscuridad luego de varios años de desventuras centradas en la codicia, la locura autoritaria, las ansias de ser dios y finalmente ser un agente de castigo y no de misericordia. Hal Jordan pasó de años de estar en el lado B del Universo DC a ser un agente de cambio, con sus eventos siendo algunas de las historias más rescatables del género superheroico de los últimos años a pulso de solo buenos guiones. Hacer eso con un personaje es loable; hacerlo con un universo entero es una tarea más difícil. Pero Johns se ve confiado, aceptando también los errores del pasado a nombre de toda la editorial —y esperemos, aunque difícil también, algo de esto logre en el universo cinematográfico—. Y lo hace de la mejor forma, apelando a nuestras emociones, a los que nos mueve leer estos cómics. De a poco nos va entregando nuevas perlas, personajes antiguos en nuevas posiciones, aventuras nuevas e intrigantes que esperamos confluyan al final, como una gran aventura cósmica solo puede lograr. Que el niño Wally vuelva a su mentor, a su amor y a sus amigos, así como nosotros volveremos a los nuestros. Si el Doc Manhattan será una excusa para una buena historia se verá más adelante, pero al menos este primer número cumple con creces.