DC Rebirth y los falsos artistas
¿Se acuerdan cuándo DC Comics presentó una nueva idea? No hablo de una nueva colección o un nuevo personaje. No. Hablo de una idea nueva. ¿Se acuerdan de algo remotamente parecido a lo rompedor que fue el trabajo de Alan Moore? ¿O las ideas que planteaba Grant Morrison a finales de los ochenta? ¿El aire fresco que trajo Karen Berger con su línea Vertigo?
Yo no. No recuerdo nada en los últimos, no sé, ¿quince años? DC Comics se ha estancado en un barrial del que parece no querer salir, propiciado por un grupo de personas que llevan la editorial y que se creen escritores. Se creen artistas del cómic, pero son imitadores. Son copias al carbón —o al menos tratan de serlo— de los artistas que gobernaron DC en los ochenta. Copias de los Alan Moore, los Frank Miller, los John Ostrander, los Denns O’Neil, los Neal Adams, los Grant Morrison y un montón de personas más que en el pasado se sentaron a pensar cómo llevar el medio de los cómics a un siguiente nivel. Gente que no miró hacia atrás o a la editorial vecina. Que se sentaron y dijeron "¡No, debemos sacudirnos el polvo!"
De ahí salieron las joyas que la DC de ahora lleva en su corona. Watchmen, Green Lantern / Green Arrow, Batman: The Dark Knight Returns, V for Vendetta, la Justice League del Bwahahaha y un montón de obras que aun siguen vigentes, gracias a la pericia de sus autores que prefirieron hacer algo que nunca habían hecho a volver a las fórmulas antiguas. Esa era la DC que amaba. La que tenía una actitud punk y transgresora, no la de un viejo que está bailando el mismo vals desde hace más de 20 años.
¿Por qué esta rabieta? Seguro se están preguntando eso. Bueno, mas allá de la rabia y la ira, creo que esta nota editorial era necesaria hace mucho tiempo. Hace poquito, se “filtró” el contenido del cómic DC Universe: Rebirth #001, el puntapié —nuevamente— para que la editorial trate de encantar a sus lectores. Obviamente con The New 52 no lo consiguieron —siendo el objetivo cautivar lectores jóvenes— y ahora, este nuevo evento tiene en la mira volver a traer a los lectores de la vieja guardia, esos que se fueron hace un tiempo.
La filtración deja en evidencia el origen del nuevo Universo DC, ese que nació con The New 52 y que trata de “renacer” con este evento articulado por Geoff Johns. Básicamente, y dejando de lado todos los retornos de personajes clásicos de la editorial, Johns propone que este nuevo universo DC fue creado por… agárrense… Alan Moore. A través del final de Watchmen, donde Dr. Manhattan proponía que se alejaría de la humanidad para crear la suya propia.
Anoten otra entrada en el libro “La veces que DC Comics se ha jodido a Alan Moore”. Seguramente dirán que exagero y que Moore es un cascarrabias que siempre despotrica en contra de la editorial que le dio de comer hace tantos años. Bueno, vamos recapitulando.
Cuando Moore llegó a DC, esta se encontraba igual como está ahora: en un barrial difícil de salir. Los únicos cómics que tenían calidad eran los que escribía Marv Wolfman –The New Teen Titans y Vigilante— y lo que trataba de hacer Doug Moench en Batman. Esto es casi una ley de la naturaleza: el Hombre Murciélago vende bien en cualquier época. Y aun así, Batman tenía problemas con la llegada de Jason Todd a los lectores, y todos sabemos cómo terminó eso: un concurso telefónico donde el resultado era la muerte de Todd. Spoiler de hace años, pero spoiler al fin.
Moore llegó gracias a Lein Wein, quien había visto su trabajo en 2000 AD y lo quería para salvar a su creación, al borde de la cancelación: Swamp Thing.
Moore acepta y hace un trabajo excelente, y comienza a remecer el medio. Swamp Thing pasa de convertirse en un título de culto a un exitazo literario gracias a la creatividad de su equipo creativo, nunca mejor dicho. Los guiones complejos de Moore venden, pero en la directiva de DC piensan que es mejor evitar cualquier padre molesto porque su hijo leyó un cómic donde aparece una mujer lobo que le llega la menstruación, así que le pone a las portadas de Swamp Thing un hermoso “recomendado para lectores adultos” sin preguntarle al equipo creativo.
Por supuesto, Moore se molesta, porque él no escribía pensado solo en adultos. El barbón escribía para todos, y la complejidad de sus guiones no eran en desmedro del lector, al que el escritor no subestimaba. Moore se banca el slogan que ahora acompaña las aventuras de Swampy, además de escribir varios anuales y material suplementario en diversas colecciones, porque su nombre vendía, ahora que había demostrado que era un escritor capaz de mostrar al cómic como un medio serio con relatos complejos.
Moore hace varios trabajos destacados en esta época, Batman: The Killing Joke o Superman: Whatever Happened to the Man of Tomorrow? son ejemplo de ellos. En esa época DC había aprovechado de comprar a los personajes de la fallecida editorial Charlton Comics, entre ellos el Captain Atom, Blue Beetle y otros más. Seguramente ya saben para dónde voy con esto. Moore los quería para una novela gráfica, que sería mucho más compleja que lo que había hecho hasta entonces, pero necesitaba libertad para usar los personajes en su relato, ya que algunos morirían. Cuando Moore llevó el primer guion de la historia, entonces titulada Who Killed the Peacemaker, a las oficinas de DC, donde le dijeron que no podía ocupar a los personajes de la recientemente muerta Charlton porque ellos los iban a usar en Crisis on Infinite Earths, el mega crossover que venía el próximo año. Dick Giordano es quien le sugiere a Moore que empiece todo de nuevo, con personajes propios.
Moore termina Watchmen junto a Dave Gibbons y tocaba negociar los derechos de la creación de esta obra. DC hace un trato con Moore y Gibbons, prometiéndole a ambos los derechos y una recompensa económica una vez que se deje de editar la obra. Ustedes dirán que fueron unos tontos en aceptar un trato semejante, pero les recuerdo que en esta época no había estallado ese boom del cómic prestigio ni nada. Políticas de reedición no existían, por lo que al cabo de unos años, Moore y Gibbons creían que volverían a tener Watchmen para ellos una vez que se dejara de imprimir, y en aquel entonces hubiera sido un excelente trato.
¿Adivinen cuántas ediciones de Watchmen hay hasta la fecha?
Esto fue lo que gatilló que Moore se fuera de DC y no volviera a la editorial. Si piensan que esto es una simple rabieta aislada, Moore se fue por las mismas razones de 2000 AD en Inglaterra. Las editoriales no pagan a los autores por las reimpresiones que hacen y la ganancia es completamente de la empresa, mientras un montón de artistas ya veteranos se la lían parda con los últimos años de sus vidas. Organizaciones como The Hero Initiative existen justamente para paliar estas injusticias.
Moore trataría de llevar sus propios proyectos editoriales, además de cómics más personales y ambiciosos. De esta época sale From Hell, Lost Girls y la incompleta Big Numbers, además de otras joyas. Lamentablemente esta no fue la mejor época económica del autor, pero su calidad era innegable. Aun así, Moore se decantó por trabajar en Image Comics por dos razones: había paga segura, y la promesa de respetar al autor y sus creaciones.
Moore volvía a escribir, pero como sabrán, Image era gobernada por personajes singulares en aquella época, siete artistas con grandes egos: Todd McFarlane, Erik Larsen, Jim Valentino, Marc Silvestri, Rob Liefeld, Whilce Portacio y Jim Lee.
El primero que hizo contacto con Moore fue McFarlane para que escribiera el guion de Spawn #008. Desde ahí, Moore saltaría entre diversas colecciones, donde los distintos fundadores de Image se peleaban la popularidad de Moore y sus servicios. Las cosas en Image no eran tan buenas en lo laboral, cada autor fundaba un estudio y al poco tiempo desaparecía, siendo el único sobreviviente la Wildstorm de Jim Lee, quien le ofrece un trato y más seguridad al barbón.
Moore se entusiasma con la idea de fundar su propia línea editorial al amparo de Jim Lee. Así nace America’s Best Comics o ABC. Moore vuelve a estar a sus anchas y saca colecciones memorables como Promethea y Top 10 en el proceso. Pero Lee vende Wildstorm a DC Comics, en un afán de tener más dinero. Obviamente Moore, quien había jurado no volver trabajar nunca para ellos, se enoja con Lee, quien le promete que DC no intervendrá en su trabajo. Pero esto no dura mucho, culpa de una publicidad falsa en las páginas de League of Extraordinary Gentlemen, a la que DC Comics no ve muy bien y manda a destruir miles de copias del cómic. Moore se va y cierra todas las colecciones en curso, menos League of Extraordinary Gentlemen, la que continúa de manera independiente.
Por más que trate de alejarse de DC, Moore termina cruzándose con la editorial que lo engañó y que ha tomado sus ideas y las ha reutilizado hasta la saciedad. No por nada se ve un montón de comics de DC que, tras a la salida de Moore, usan conceptos que él alguna vez escribió como historia corta u obra menor. Twilight of the Superheroes, uno de los tantos proyectos que Moore no pudo concretar por lo retrógrada que puede llegar a ser la política editorial de DC, se ha colado en obras como Kingdom Come; Blackest Night toma la profecía presentada en un pequeño relato escrito por el barbón en Tales of the Green Lantern Corps Annual #2 y construye un mega evento editorial en torno a sus ideas. Hay más ejemplos, menos conocidos, pero el germen sigue ahí. Y DC no quiere curarse de esa fiebre por las ideas de Moore, que parece una especie de bolsillo inagotable.
Ni siquiera he hablado de precuelas o secuelas de cómics que Moore hizo como obras cerradas, pero que DC Comics, en un intento desesperado por ganar dinero, publica sin mucha repercusión. Obras frente a las que de antemano hay que bajar las expectativas porque el barbón no está involucrado, pero que manosean sus ideas.
Y ahora no llega esta supuesta bomba que se supone que es DC Rebirth, donde nuevamente las ideas, que deberían ser de una nueva generación de artistas, se parecen a las que otros autores, incluido Moore, ya habían sembrado.
Una vez escuché que los verdaderos directores de cine se habían perdido en la generación de Steven Spielberg, Francis Ford Coppola, Brian De Palma y George Lucas, gente que estudió cine con los maestros del medio, y que ahora estamos llenos de personas que intenta imitarlos, consiguiéndolo a duras penas. No estuve de acuerdo en esa época con lo que escuché, pero si lo pongo en perspectiva de la editorial DC, con la cual me interesé por este noveno arte, creo esta aseveración no es del todo alejada. DC Comics está gobernada por gente que creen ser artistas de cómics, pero se limitan a imitar lo hecho por los verdaderos artistas de la editorial, los punks y anarquistas que en los ochenta decidieron jugársela por hacer algo distinto, y que se ganaron por derecho propio el título de Maestros del Noveno Arte.
Algo se perdió en la editorial que más quiero y ahora la falta de ventas son la consecuencia. Esperemos que no haya consecuencias mayores, porque hasta el amor se puede desgastar. Solo necesita presión y tiempo, y DC está cumpliendo con los requisitos.